723 Es Navidad • El Heraldo Digital para el 22 de diciembre de 2019 • 723 • Volumen XV

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Es Navidad
Pastor-rector: Mizraim Esquilín-García El nacimiento del Hijo de Dios en una de las cuevas de los campos pastoriles de Belén no solo envuelve la salvación del mundo, sino el cumplimiento de las promesas que Dios le hizo a Israel su pueblo (2 Sam. 7; Isa. 9:6–7; Jer. 33:14–18). Esto es así porque el propósito de la Navidad es el de traer al mundo al Salvador de toda la humanidad. El nacimiento de Jesús en Belén había sido ordenado por Dios siglos antes de que este ocurriera. Las profecías de Miqueas e Isaías son tan solo una muestra de esto. “1 Rodéate ahora de muros, hija de guerreros; nos han sitiado; con vara herirán en la mejilla al juez de Israel. 2 Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.” (Miq 5:1-2) “14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” (Isa 7:14) El Evangelio de Lucas nos presenta el anuncio de ese nacimiento con unos detalles extraordinarios. De primera intención, nos regala el anuncio que reciben Zacarías y Elisabeth (Lcs 1:5-25): el tiempo de la esterilidad de Elisabeth se acabaría: un profeta nacería del vientre de esta mujer. En segundo lugar, nos regala la anunciación del Salvador del mundo, del Emanuel (Dios con nosotros) (Lcs 1:26-38). Un detalle muy relevante e interesante es que cuando la Virgen María recibe esa noticia de los labios del Ángel Gabriel, el ángel la saluda con la siguiente frase: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres” (Lcs 1:28b). La versión latina (Vulgata) de esta porción bíblica dice así: “et ingressus angelus ad eam dixit have gratia plena Dominus tecum benedicta tu in mulieribus” La Iglesia Católica Romana ha tomado esa frase (“gratia plena”) interpretando que la Virgen María recibió allí una sobreabundancia de gracia que la haría capaz de derramar esa gracia sobre otros. Esto es, María como una intermediaria de la gracia de Dios. El problema con esta interpretación es que el texto original (en griego) no nos permite esa interpretación: “…… χαιρε κεχαριτωμενη….” [1] (“….xaire kexaritomen….”) Este es un verbo conjugado en un perfecto pasivo, diciendo con esto que la frase usada por el ángel la describe como la recipiente de una acción completada por otro. O sea, ella es receptora de un favor no merecido y no una dadora de gracia.[2] Lucas nos explica por qué es que la Virgen es llena de esa gracia o favor inmerecido que nos da Dios.- En primer lugar, porque ella se convertiría en el cumplimiento de la palabra profética de Isaías: “la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isa 7:14b; Lcs 1:31).
- En segundo lugar, porque el Niño que habría de nacer sería llamado Hijo del Altísimo (Lcs 1:32).
- En tercer lugar, porque este Niño recibiría el trono de David su padre. Esto es, la dinastía Hasmonea terminaría y regresaría al trono un rey de la tribu de Judá.
- En cuarto lugar, el Niño sería rey de Israel. Esto es, el ungido- mesías de Dios para ocupar ese trono Esta fue la profecía que Dios le entregó al Profeta Natán para David en 2 Sam 7:4-13, 16. Veamos:
- En quinto lugar, el Reino de este Niño sería eterno (Lcs 1:33).
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