Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Parte XI)

(Análisis de Isaías 49:9)
 
“9 para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos. En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos.” (Isaías 49:9, RV 1960)

“8 El SEÑOR dice esto: «En el momento que yo te mostré mi bondad, respondí a tus oraciones. El día de salvación, te ayudé. Te protegí y te designé como mediador de un pacto con la humanidad, para reconstruir el país y devolver las tierras arrasadas. 9 Dirás a los prisioneros: “Quedan en libertad”, y a los que están en tinieblas: “Salgan”. Se alimentarán por los caminos y en todo monte árido, encontrarán pastos. 10 No tendrán hambre ni sed. Ni les hará daño el sol ni el viento caliente del desierto. El Dios que alivia los conducirá y los guiará a manantiales de agua. 11 Convertiré todas mis montañas en una avenida y mis caminos se allanarán.” (Isaías 49:8-11, PDT)

El profeta Isaías nos ha confrontado con la palabra profética que nos regala en el capítulo 49 del libro de su profecía. El verso nueve (9) de este capítulo nos ha absorbido. En nuestra reflexión anterior presentamos un análisis superficial de la primera parte de ese verso:

“9 para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos…” (Isaías 49:9b, RV 1960)

Las expresiones que se utilizan para comunicar a los prisioneros que salgan en libertad, y a los que están en tinieblas, que vengan a la luz, (NTV), poseen unos ribetes de gracia y de gloria. Tal y como dice el concepto hebreo utilizado por Isaías, esos prisioneros (“ʼâsar”, H631) son los cautivos del pecado, los esclavos atados por el pecado. Estos también son los esclavos presos en prisiones de angustia, encadenados en los calabozos de la depresión y los del desaliento. Estos son algunos de nuestros amigos y hermanos que son prisioneros de los efectos de sus errores y equivocaciones. Estos son los esclavos que son prisioneros de algunas de las muchas adicciones que existen en este tiempo.

Estos son los “ʼâsar” que están sumergidos en las tinieblas de la desilusión y de la desesperanza. Estos son los que se han convertido en esclavos del oscurantismo, de las nuevas religiones que han surgido en medio nuestro. Estos son aquellos que se han convertido en esclavos de las tinieblas provocadas por el dolor, por el coraje y la ansiedad.

Sabemos que los creyentes en Cristo hemos sido comisionados para ser luz en medio de esas tinieblas (Mat 5:14). Sabemos que se nos ha ordenado que brillemos como estrellas en un mundo de oscuridad (Fil 2:15, PDT). Sabemos que se nos ha ordenado caminar en la vida como hijos de luz (Efe 5:8-14). Sabemos que se nos ha impuesto la necesidad (1 Cor 9:16) de ordenar que estos prisioneros salgan de esas cárceles y sean exhibidos fuera de esas tinieblas.

La orden que tenemos que pronunciar sobre ellos es clara y directa: “salgan” (“yâtsâʼ”, H3318). Tal y como compartimos en nuestra reflexión más reciente, que salgan libres, sin culpa (1 Sam 14:41), llevados fuera (Gén 15:5; Esd 10:3).[1] Esta orden predica la ruptura de la relación esclavo-dueño (Lev 25:39-41, “saldrá libre”) y la impartición de las capacidades para la acción de producir, como cuando la tierra se abre para que nazca aquello que la semilla ha producido (Gén 1:12, 24).[2]

Los creyentes en Cristo sabemos que la autoridad para conseguir esa liberación emana de la sangre de Cristo. Esa sangre posee toda la autoridad para libertarnos del pecado.

“La sangre de Cristo posee toda autoridad para sacarnos de esas prisiones libres y sin sentido de culpa. La sangre de Cristo posee toda autoridad para llevarnos fuera de esos escenarios que nos conducen a fallarle a Dios. La sangre de Cristo posee toda autoridad para hacer que decidamos salir voluntariamente de estas prisiones, así como para comisionarnos para propiciar que otros sean sacados de estas. La sangre de Cristo posee toda autoridad para romper la dependencia y las ataduras que nos esclavizan. La sangre de Cristo posee toda autoridad para sacarnos de esas prisiones libres y salir de estas con la capacidad para producir.”[3]
             
La segunda parte del verso nueve (9) del capítulo 49 del libro de Isaías es monumental.

“En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos.” (RV 1960)

Existe una manera sencilla de poder entender esta frase. Se trata de leer la misma en varias versiones bíblicas. Esto no nos exime del análisis escritural que tenemos que desarrollar. No obstante, sin duda alguna, nos facilita el ejercicio de comprender el mensaje que comunica, su alcance y su profundidad. Creemos necesario recomendar a los lectores que incluyan esta clase de ejercicio en todas sus lecturas bíblicas devocionales y de estudio.

“Se alimentarán por los caminos y en todo monte árido, encontrarán pastos.” (PDT)

“Junto a todos los caminos encontrarán pastos, y en cualquier monte desierto tendrán alimento para su ganado.” (DHH)

“Ellos serán mis ovejas, que se apacentarán en pastos verdes y en colinas que antes estaban desiertas.”(NTV)

  “Junto a los caminos pastarán y en todo cerro árido hallarán pastos.” (NVI)

Estas traducciones nos permiten llegar a desarrollar una interpretación más completa de porqué es que Isaías dice que este es el tiempo aceptable, el tiempo del favor de Dios. Es el tiempo aceptable del favor de Dios porque no se limita a la proclamación de la restauración de la tierra, la restitución de las heredades desoladas y la liberación de los cautivos (Isa 49:8-9a). La segunda parte de este verso comienza a comunicar aquello que el Señor quiere hacer con aquellos que le buscan mientras Él puede ser hallado (Isa 55:6).

En otras palabras, los versos 9b-12 del capítulo 49 del libro de Isaías describen la agenda de Dios para todos aquellos que aceptamos que Jesucristo en nuestro Salvador y nuestro Señor. Esos versos describen la agenda que le espera a aquellos que hemos aceptado ser sacados de las prisiones y de las tinieblas.

“En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos. 10 No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas. 11 Y convertiré en camino todos mis montes, y mis calzadas serán levantadas. 12 He aquí éstos vendrán de lejos; y he aquí éstos del norte y del occidente, y éstos de la tierra de Sinim.” (Isaías 49: 9b-12, RV 1960)

El profeta Isaías adelanta algunas de estas operaciones la gracia y el favor de Dios. Él lo hace cuando comunica expresiones como las siguientes en los capítulos anteriores al capítulo 49 del libro de su profecía:

 “11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.” (Isaías 40:11)

Esto entonces nos permite explicar por qué es que muchos teólogos y maestros de las Sagradas Escrituras que se acercan a este pasaje bíblico de Isaías capítulo 49, ven en los versos del 8 al 12 un sermón misionero del Reino de Cristo. En primer lugar, porque describe la restauración spiritual (“restaures la tierra…heredes asoladas heredades”, v.8). En segundo lugar, porque describe la liberación espiritual (“para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos.”v.9).  En tercer lugar, porque coloca esta responsabilidad sobre los hombros de aquellos que han sido libertados por la verdad que hace libre (Jn 8:32) y que son luz del mundo (Mat 5:14). En cuarto lugar, porque presenta una agenda de restauración y crecimiento para todos aquellos que reconocen a Jesucristo como su Salvador y su Señor.

Henry Parry Liddon (1829-1890), fue Canónigo de la Catedral St. Paul en Londres y uno de los mejores predicadores de la Iglesia de Inglaterra. Este excelente teólogo decía que un verdadero siervo del Señor es una persona a la que Dios le ha otorgado dones y al que se le han conferido poderes especiales. Estos, decía él, son poderes que definen su trabajo y que al mismo tiempo le hacen responsable del mismo. Liddon decía que si Dios nos hubiese hecho pintores, tendríamos que pintar. Si Dios nos hubiese hecho poetas, tendríamos que escribir versos hermosos. Si Dios nos ha hecho predicadores, entonces tenemos que predicar. Esta capacidad es divina y el derecho que tenemos a ejercerla no es nuestro sino que proviene de Aquél que nos lo ha delegado.

Liddon añadía una invitación a ver que un maestro no está solo bajo la obligación oficial de decir algo, sino que está moralmente convencido de que tiene algo que decir. Inmediatamente después pedía que observáramos a un maestro que cree en la verdad del mensaje y en la realidad de su misión para entregarlo, para comunicarlo. Es entonces que Liddon procedía a conminar que esos maestros tenían que continuar investigando, comunicando el mensaje, ganando los corazones de los seres humanos con una bondadosa humanidad. Esos maestros tienen que perseguir y exponer la maldad latente en el corazón del ser humano, sin cancelar sus férreas convicciones de las capacidades que poseen los seres humanos de ser transformados por el poder de Dios.[4]

La primera promesa que presenta la segunda parte del verso nueve (9) del capítulo 49 del libro de Isaías es que los redimidos de Jehová serán apacentados en el camino. Los caminos que Isaías describe aquí (“derek”, H1870) describen algo que va más allá de las rutas por las que transitamos para llegar a nuestros destinos. Ese concepto también se utiliza para describir los lugares que pisamos, el curso de la vida, los modos de acción, la conversación y las costumbres.[5] Ese concepto se utiliza para describir el proceso de peregrinar, una jornada, la dirección en la que vamos y la administración moral.[6]

Esa promesa entonces dice que seremos apacentados en los caminos que tomemos, en las rutas por las que transitamos y los lugares que pisamos. Esa promesa entonces dice que seremos apacentados en el curso de la vida que hemos escogido y en los modos de acción que empleamos. Esa promesa entonces dice que seremos apacentados en las conversaciones que sostengamos y en las costumbres que adoptemos. Esa promesa entonces dice que seremos apacentados en nuestras peregrinaciones y en la administración moral de lo que Dios ha puesto sobre nuestros hombros.

Ahora bien, ¿qué significa ser apacentados (“râʽâh”, H7462)?  Ese concepto se utiliza para describir algo que va más allá del proceso para alimentar un rebaño o a una persona (Gén 41:2). El concepto utilizado aquí por Isaías también describe la acción de ser acompañados y de hacer amistad con el que nos pastorea.[7] Ese concepto se utiliza para describir la acción de ser gobernados (Miq 5:4), de ser quebrantados, de impartir conocimiento (Prov 10:21).[8]  Por último, ese concepto también se utiliza para describir la casa en la que las ovejas son esquiladas.[9]

“El verbo esquilar se emplea con referencia a la acción de cortar el pelo de un animal. El uso más habitual se vincula a la extracción anual de la lana de las ovejas, aunque también se puede llevar a cabo en cabras, alpacas, vicuñas, guanacos y llamas, entre otras especies. Es importante mencionar que la lana es el pelo de determinados animales que se puede utilizar para tejer. Por eso se constituye como una fibra valiosa empleada en la confección de abrigos, alfombras y otros productos. Una vez al año, a los animales con lana se los somete a la esquila. Al esquilar a un ejemplar, se le corta la lana con una tijera para luego destinar este pelo a distintos procesos y usarlo en algún trabajo textil. El acto de esquilar suele llevarse a cabo en verano, ya que en épocas de frío el animal necesita la lana para soportar las bajas temperaturas. Tras la esquila, el pelo vuelve a crecer, por lo cual doce meses más tarde hay nuevamente lana disponible para esquilar.”[10]

En otras palabras, la casa a la que las ovejas son llevadas para removerle la lana que poseen en exceso o que les puede estar ocasionando problemas se llama “râʽâh”. Hay que destacar que este proceso se hacía a mano en la época en la que se escribió la Biblia. O sea, que el trato del pastor con sus ovejas es uno personal e íntimo.

Los resultados que obtenemos cuando aplicamos estos datos al mensaje que nos comunica el Espíritu Santo a través de Isaías pueden ser muy variados e interesantes. Estos van desde ser alimentados, acompañados y/o que haremos amistad con el que nos pastorea en:
  • en los caminos que tomemos,                             
  • en las rutas por las que transitamos
  • en los lugares que pisamos                                
  • en el curso de la vida que hemos escogido
  • en los modos de acción que empleamos              
  • en las conversaciones que sostengamos
  • en las costumbres que adoptemos                      
  • en nuestras peregrinaciones y
  • en la administración moral de lo que Dios ha puesto sobre nuestros hombros.

También, que seremos gobernados, quebrantados, y/o que se nos impartirá conocimiento en todos esos escenarios. Además, seremos conducidos a la casa en la que las ovejas son esquiladas en cualquiera de esos escenarios. El Buen Pastor que describe el Evangelio (Jn 10:11) es el que decide cuál de esas opciones es la más conveniente y acertada según su infinita sabiduría e inefable gracia.

En otras palabras, que ser apacentados en los caminos no presupone que podemos hacer lo que queramos y mucho menos ir a donde deseemos. Es el Buen Pastor el que gobierna nuestras vidas, el que nos alimenta y el que nos concede el privilegio de ser sus amigos. Es el Buen Pastor el que se encarga de quebrantarnos y esquilarnos cuando así lo estima conveniente. Es el Buen Pastor el que nos alimenta y nos imparte conocimiento. Es el Buen Pastor, el que conoce sus ovejas y quien puso su vida por ellas en la cruz del Calvario (Jn 10:14-15).
Referencias

[1] Chávez, M. (1992). En Diccionario de hebreo bı́blico (1. ed., pp. 254–255). Editorial Mundo Hispano.

[2] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). En The Abridged Brown-Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Houghton, Mifflin and Company.

[3] Blog publicado el 7 de marzo de 2023.

[4] Spence-Jones, H. D. M., ed. (1910). Isaiah (Vol. 2, pp. 230–247). Funk & Wagnalls Company.

[5] Strong, J. (2009). En A Concise Dictionary of the Words in the Greek Testament and The Hebrew Bible (Vol. 2, p. 31). Logos Bible Software.

[6]  Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). En The Abridged Brown-Driver-  Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Houghton, Mifflin and Company.

[7] Strong, J. (2009). En A Concise Dictionary of the Words in the Greek Testament and The Hebrew Bible (Vol. 2, p.109). Logos Bible Software.

[8] Chávez, M. (1992). En Diccionario de hebreo bı́blico (1. ed., p. 656). Editorial Mundo Hispano.

[9] Strong, J. (2009). En A Concise Dictionary of the Words in the Greek Testament and The Hebrew Bible (Vol. 2, p. 109). Logos Bible Software.

[10] https://definicion.de/esquilar/#:~:text=El verbo esquilar se emplea,y llamas, entre otras especies.

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