913 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 13 de AGOSTO 2023

913 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII •  13 de AGOSTO 2023
El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro y el propósito de Dios para nuestras vidas  (Análisis de Isa 49:10) 

“10 No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas.” (Isa 49:10)

Los especialistas en el Libro de Isaías nos han dicho que los versos del nueve (9) al doce (12) del capítulo 49 de ese Libro describen los escenarios y las acciones de aquellos que el Mesías liberta. En otras palabras, que esos versos componen una sección en sí misma dentro de ese capítulo. Además, que esos versos son como una agenda para describir la vida que se le ha prometido a aquellos que el Señor liberta. Todos sabemos que el Mesías, el Señor descrito aquí es Cristo nuestro Salvador.

Utilizando la imagen de una oveja al cuidado de su Pastor, (Isa 40:9-11), el Siervo del Señor promete que no faltará el alimento (v. 9b). Esta promesa se parece a la que Dios le dio a una viuda que vivía en uno de los pueblos paganos (gentiles, personas que no eran israelitas) que vivía en Sarepta de Sidón.

“14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. 15 Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. 16 Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.”
(1 Rey 17:14-16)

En otras palabras, que la Palabra de Dios es más que suficiente para que Sus promesas se cumplan. Dios habla y las cosas ocurren.

Isaías está diciendo en el capítulo 49 de su libro que Dios ha empeñado Su Palabra, y que Sion sería revestida de gloria y de esperanza. Esta palabra surge en medio de un ambiente de desesperanza, de desesperación, de incertidumbre y confusión. Sion se veía a sí misma abandonada, olvidada por el Señor (v. 14) y Dios decide proclamar una palabra de liberación, de salvación y de esperanza.

Sabemos que hay otras promesas en los versos 11 y 12 del capítulo 49 de Isaías. No obstante, tenemos que detenernos a analizar las promesas que encontramos en el verso 10; aquellas que dice Aquél que tiene misericordia de nosotros. El verso 10 dice que ese que ha decidido tener misericordia de nosotros ha prometido hacer lo siguiente:

  • no tendremos hambre.
  • no tendremos sed.
  • no seremos afligidos por el calor.
  • Él nos guiará por su misericordia.
  • Él nos conducirá a manantiales de aguas.

Sabemos que todas esas promesas tienen que ver con necesidades importantes para la vida. En otras palabras, que pueden ser analizadas desde la perspectiva de lo que Abraham Harold Maslow (1908-1970) ha llamado la jerarquía de necesidades humanas. En este caso, necesidades básicas y necesidades de seguridad y estabilidad. Las primeras corresponden a la base o el primer piso del esquema presentado por Maslow, mientras que la guianza y la conducción pertenecen al segundo.

El análisis de la promesa de que seremos guiados nos lleva a unos resultados intensos y emocionantes. El concepto hebreo que Isaías utiliza es “nâhag” (H5090). Este concepto describe la acción de dirigir y conducir como lo hace un pastor de ovejas con sus rebaños.[1] A esto hay que añadir que quien lo hace insiste en el curso del camino que hay que seguir y en ocasiones esa acción convierte a aquellos que son conducidos en cautivos de aquel que les está dirigiendo (1 Sam 30:2; Isa 20:4).[2]
 
Lo que tenemos hasta aquí es que las necesidades básicas de alimento, de agua y de descanso son provistas por Aquél que ha prometido guiarnos. Él ha prometido hacer “nâhag” (H5090) con nosotros.

Sabemos que más de uno de los lectores debe haberse preguntado cómo es que el Señor nos puede libertar mientras nos guía como cautivos. Una respuesta básica para esta pregunta la encontramos en el Nuevo Testamento. Aquellos que hemos sido salvados y libertados por la gracia salvadora de nuestro Redentor encontramos que es un honor ser siervos de nuestro Señor y nuestro Salvador (Rom 1:1; Col 4:12; Tit 1:1; Stg 1:1; 2 Ped 1:1).

El análisis de la promesa de que seremos conducidos también nos arroja unos resultados impactantes. Las fuentes consultadas señalan que esa promesa describe la acción de guiar, conducir (Éxo 15:13; 2 Crón. 28:15), de proveer alimentos (Gén 47:17), y de avanzar (Gén 33:14); en muchas ocasiones, cuando estamos agobiados.[3]

Estas fuentes añaden que esta acción incluye la oportunidad de ser llevados a una estación en la que habrá descanso.[4] Las fuentes consultadas también describen esta acción como una que es fluida; “yendo y fluyendo” como lo hace un río. O sea, que no es que uno va, sino que a uno lo llevan.

Además, que durante ese proceso somos cuidados y protegidos (Isa 51:18), guardados (2 Cró 32:22), y recibimos provisión y sustento (Gén 47:17).[5]

El concepto hebreo que estamos describiendo aquí es “nâhal” (H5095) y es el mismo que utiliza el salmista cuando nos dice lo siguiente:

“2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. 3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.” (Sal 23:2-3)

Isaías usa este concepto con alguna frecuencia. Veamos un ejemplo de esto:

“11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.” 
(Isa 40:11)

El pasaje de Isaías que acabamos de citar añade que el que hace estas promesas es más que poderoso para cumplirlas:

“12 ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? 13 ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? 14 ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? 15 He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo.” (Isa 40:12-14)

Lo que tenemos hasta aquí es que la necesidad de seguridad y estabilidad es suplida por la promesa de que el Señor nos pastoreará. Él hará “nâhal” (H5095) con nosotros.

¿No le parece a usted que estas promesas son extraordinarias? Estas promesas añaden valores adicionales a la agenda de la salvación y el perdón de nuestros pecados. Ciertamente, en Cristo Jesús recibimos salvación, perdón de pecados y vida eterna. Estas dádivas de Dios son más que suficientes para agradecer al Dador de la vida. Sin embargo, la agenda del plan de salvación es mucho más amplia. Esta agenda incluye las promesas que hemos visto en el verso 10 del capítulo 49 del Libro de Isaías.

No podemos perder la oportunidad para señalar que el mensaje del Evangelio echa mano de estas promesas y las hace trascender a las dimensiones espirituales. Por ejemplo, encontramos una aplicación extraordinaria de estas en algunas de las respuestas que Jesús le ofrece a la mujer Samaritana. Esas expresiones las encontramos en el capítulo cuatro (4) del Evangelio de Juan.

“13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Jn 4:13-14)

O sea, que Jesucristo garantiza provisión para nuestras necesidades humanas, pero también lo hace para nuestras necesidades del alma.

Otro pasaje que trata con estas promesas lo encontramos en el capítulo seis (6) del Evangelio antes citado.

“32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.” (Jn 6:32-40)

Esta promesa amplía la provisión del pan tal y como lo recibió el pueblo de Israel en el desierto (el maná). Esta promesa coloca el pan, la alimentación del alma y del espíritu por encima de la provisión para atender las necesidades físicas. Este pasaje señala que el pan de vida, el cuerpo de Cristo molido en la cruz del Calvario, es el pan que el Padre ha dispuesto para nuestra salvación.

Esto también forma parte de la agenda que predica Isaías cuando nos dice que el Señor ha prometido conducirnos y dirigirnos.

Es obvio que estas promesas trascienden el análisis de la jerarquía de necesidades de Maslow. Esto es así porque estas sobrepasan el nivel de la autorrealización y nos colocan en el nivel de hijos de Dios.

“11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mat 7:11)

El análisis de este verso continuará en nuestra próxima reflexión.



[1] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). En The Abridged Brown-Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Houghton, Mifflin and Company.
[2] Gesenius, W., & Tregelles, S. P. (2003). En Gesenius’ Hebrew and Chaldee lexicon to the Old Testament Scriptures (p. 536). Logos Bible Software.
[3] Chávez, M. (1992). En Diccionario de hebreo bı́blico (1. ed., p. 417). Editorial Mundo Hispano.
[4] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). En The Abridged Brown-Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Houghton, Mifflin and Company.
[5] Gesenius, W., & Tregelles, Op. cit. (pp. 536–537).

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