Notas del Pastor MJ: En sus Brazos estamos Seguros

“¿Cómo se encuentran en Puerto Rico luego del tiempo del Covid?” Esa es la pregunta que más frecuentemente me hacen cuando viajo fuera del país. Tenemos que recordar que esto fue un asunto que impactó al mundo entero y no importa en que lugar del planeta uno se encuentre, siempre va a haber alguien que va a recordar ese tiempo. En esta ocasión la pregunta me la hizo un conducto llamado Alberto, justo saliendo del aeropuerto de Paraguay. Mientras Alberto me conducía hacia el hotel en donde me iba a quedar, continuó su conversación. “Acá en Paraguay fue bien fuerte, muchas personas perdieron seres queridos”, decía Alberto con un tono nostálgico. Por inspiración del Espíritu Santo le pregunté que si él personalmente había perdido algún ser querido. Su respuesta fue muy conmovedora. “Perdí a mi esposa de más de treinta años de casados. Varios meses más tarde murió mi madre. Fue un tiempo muy difícil”, me decía Alberto mientras se secaba una lágrima. Entendí en ese preciso instante la razón por la cual me había tocado montarme en aquel auto. Le dije a Alberto que la única manera de poder trabajar con ese escenario de dolor es agarrarse de la mano de Dios y de las promesas que él nos ha hecho. De inmediato le recordé algunas de esas promesas:

“Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí”. (Salmo 40:17)

“y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20)

“Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu.” (Salmo 34:18)

Nuestra esperanza no ha cambiado, en medio del dolor la respuesta es agarrarse de la mano de Dios y afirmarse en sus promesas. El ha prometido que nunca nos va a olvidar, siempre nos va a tener en su pensamiento (Salmo 40:17). El ha prometido que nunca nos va a dejar, siempre va a estar de nuestro lado (Mateo 28:20). El ha prometido que cuando mas duele el corazón, es cuando más cerca él va a estar (Salmo 34:18). Todas estas promesas se hacen más latentes cuando nos encontramos en tiempos de dificultades intensas, pues podemos darnos cuenta del amor de Dios y de la esperanza que tenemos en su compañía. 

Me despedí de Alberto asegurándole que iba a continuar orando por él y por sus hijos. Es necesario que no olvidemos a aquellos que están en necesidad y que los llevemos en oración delante del Padre de forma constante. Es parte de nuestro rol como hermanos en Cristo. Pero de igual forma es importante que no olvidemos que Dios siempre está presente, conoce nuestro dolor y ha visto nuestras lágrimas. Nuestra esperanza es que nunca estaremos solos, si miramos al cielo y clamamos por su compañía. Te invito a que lo hagas así, en medio de cualquier situación que puedas estar enfrentando. Refúgiate en sus promesas y en la esperanza de su compañía. En sus brazos estamos seguros.

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