November 23rd, 2025
1032 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 23 de noviembre del 2025
Funciones y operaciones del Espíritu Santo: intercede por nosotros y nos enseña a orar (VII)
“2 Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; 3 orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, 4 para que lo manifieste como debo hablar.” (Col 4:2-4)
“El incentivo para el fervor espiritual ante Dios es el mismo que para la oración constante y sincera. Si bien el fervor no es oración, proviene de un alma sincera y es precioso a los ojos de Dios. El fervor en la oración es el precursor de la respuesta divina. Dios se compromete a concedernos los deseos de nuestro corazón en proporción al fervor espiritual que demostramos al buscar su presencia en oración.
El fervor reside en el corazón, no en el cerebro ni en las facultades intelectuales. Por lo tanto, no es una expresión del intelecto. El fervor espiritual trasciende la fantasía poética o las imágenes sentimentales. Es algo más que una simple preferencia, el contraste entre lo que nos gusta y lo que no. El fervor es la expresión y el gesto de la naturaleza emocional.
Quizás no esté en nuestro poder generar fervor espiritual a voluntad, pero podemos pedirle a Dios que lo inspire. Nos corresponde, pues, alimentarlo y cuidarlo, protegerlo de la extinción, evitar su debilitamiento o decadencia. El proceso de salvación personal no consiste solo en orar y expresar nuestros deseos a Dios, sino en adquirir un espíritu fervoroso y procurar, por todos los medios adecuados, cultivarlo. Nunca está de más rogar a Dios que engendre en nosotros y mantener vivo el espíritu de oración ferviente.”[1] (traducción libre)
Nuestra reflexión anterior fue dedicada a analizar algunas de las cosas que pueden obstaculizar la oración. Esa presentación escrita forma parte del análisis que hemos estado desarrollando acerca de cómo es que el Espíritu Santo nos ayuda a orar y nos dirige en esta disciplina espiritual. Vimos allí que la dirección del Santo Espíritu no puede cancelar estos obstáculos e impedimentos toda vez que estos forman parte de los escenarios de nuestro libre albedrío. Nosotros hemos sido llamados a manejar estos empoderados por el Espíritu Santo.
Ahora bien, en esta reflexión nos enfocaremos en el análisis de la perseverancia en la oración.
¿Qué significa perseverar en la oración? El concepto griego utilizado para describir esta característica es “proskartereō” (G4342). Este concepto es uno compuesto por el prefijo “prós” (G4314), una preposición de dirección que entre otras cosas significa hacia adelante. Junto a este, el sufijo “kartereō” (G2594) que entre otras cosas significa ser fuerte, paciente y perseverante.
La combinación de ambos puede ser traducida como ser diligente con algo, perseverar, ser constantemente diligente, o asistir asiduamente a todos los ejercicios que se han dispuesto para nosotros. También puede ser traducido como adherirse estrechamente a una persona, como un servidor, atender (entregarse) continuamente, y/o servir (continuamente).[2],[3] Otras traducciones incluyen continuar haciendo algo con intenso esfuerzo, con la posible implicación de hacerlo a pesar de las dificultades: «dedicarse a algo, perseverar, persistir en ello».[4] El último recurso académico consultado lo traduce como persistir, seguir adelante con devoción (Hch 2:42, 46; 6:4; Ro 12:12; Col 4:2); asociarse íntimamente, unirse, adherirse a (Hch 1:14; 8:13); servir personalmente, ser fiel (Mcs 3:9; Hch 10:7; Rom 13:6).[5] Los lectores deben extrapolar lo que sucede cuando aplicamos todas estas traducciones a la oración.
Debemos señalar que esta es una característica que sirve para identificar a muchos personajes en la Biblia. A continuación, algunos ejemplos que encontramos en las Sagradas Escrituras:
Moisés perseveró en la oración
Los relatos bíblicos recogen que Moisés, estando en Egipto, no tuvo otra alternativa que mantenerse orando y clamando; perseverando en la oración.
“8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová. 9 Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río. 10 Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios. 11 Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río. 12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Y clamó Moisés a Jehová tocante a las ranas que había mandado a Faraón. 13 E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos. 14 Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra. (Éxo 8:8-14)
“24 Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. 25 Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. 26 Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo. 27 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. 28 Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más.” (Éxo 9:23-28)
“16 Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros. 17 Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal. 18 Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová.” (Éxo 10:16-18)
La Biblia describe que la perseverancia de Moisés en la oración continuó luego de que el pueblo de Israel saliera de Egipto. Entre los muchos ejemplos que podemos citar aquí encontramos a Moisés orando en el Monte mientras el pueblo de Israel peleaba contra los amalecitas (Éxo 17:10-16). En múltiples ocasiones lo encontramos orando e intercediendo por el pueblo que él dirigía en el desierto (Éxo 33:11-23). Encontramos un testimonio similar en el Libro de Deuteronomio.
“18 Y me postré delante de Jehová como antes, cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová para enojarlo. 19 Porque temí a causa del furor y de la ira con que Jehová estaba enojado contra vosotros para destruiros. Pero Jehová me escuchó aun esta vez.” (Det 9:18-19)
La expresión “como antes” revela que Moisés hacía esto con alguna frecuencia. Además, todo esto describe que la vida del pueblo de Israel, cuando este estaba en el desierto, provocó que Moisés aumentara la perseverancia en la oración.
Ana perseveró en la oración
“9 Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, 10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. 11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. 12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella. 13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria. 14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino. 15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová. 16 No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora. 17 Elí respondió y dijo: Vé en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.” (1 Sam 1:9-17)
La Biblia dice que la perseverancia en la oración de esta mujer le permitió ser la progenitora de Samuel, un hombre que fue Sumo Sacerdote, profeta y el último juez del pueblo de Israel. Hay dos (2) libros de la Biblia que llevan su nombre.
David perseveraba en la oración
Es un hecho que este hombre tenía una disciplina de oración extraordinaria. Así lo recogen los Salmos que é escribió.
“17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz.” (Sal 55:17)
Salomón oró con el pueblo y en el templo con perseverancia (1 Rey 8:15-66; 2 Cró 6:12-42)
“1 Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. 2 Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.” (2 Cró 7:1-2)
La Biblia nos enseña que la vida de ambos reyes cambió drásticamente cuando dejaron de orar.
Daniel perseveraba en la oración
“10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.” (Dan 6:10)
“3 Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. 4 Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; 5 hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. 6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. 7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. 8 Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos. 9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos. 12 Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. 14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente. 16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.” (Dan 9:3-21)
“2 En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. 3 No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas. 4 Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel. 5 Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. 6 Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. 7 Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron. 8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno. 9 Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra. 10 Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. 11 Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. 12 Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.” (Dan 10:2-12)
La perseverancia en la oración de este hombre le permitió recibir palabra profética y visiones que describen el plan de Dios para toda la historia de la humanidad. El Libro que lleva su nombre es el mejor testimonio de esto. Las promesas del Señor se cumplen en este hombre que perseveraba en la oración.
“7 Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” (Amós 3:7)
“9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.” (1 Cor 2:9-11)
Ana perseveró en la oración:
“36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, 37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.” (Lcs 2:36-38)
La perseverancia en la oración de esta mujer es singular. Tomando como base que Ana se haya casado a los 14 años de edad, una fecha común para esa época, esta mujer debió haber rondado los 105 años cuando vio a Jesús. Esto es, 14 años al casarse, 7 años de vida matrimonial más 84 años de viudez. En otras palabras, este pasaje bíblico dice que esta mujer había dedicado más de ochenta años a servir de noche y de día en el templo “con ayunos y oraciones.”
Uno de los milagros que produjo la vida de oración de esta mujer es que ella haya vivido tanto tiempo. Debemos considerar que el promedio de vida para la época de este relato se estima en un poco más de la mitad del actual. Otro milagro es que ella haya sido una sobreviviente de una de las diez (10) tribus desaparecidas de Israel, la de Aser. La Biblia dice que esta tribu fue llevada cautiva por el imperio Asirio junto con nueve (9) más (2 Rey 17:5-7, 23-24; 18:11).
Sin embargo, el milagro más grande que vive esta mujer es el privilegio de haber visto el rostro del Niño Dios, a Jesucristo, el Verbo encarnado, al Salvador del mundo. La perseverancia en la oración produce estas clases de milagros.
Hemos dejado para el final la perseverancia en la oración que exhibieron los apóstoles y los discípulos del Señor. La Biblia es escueta en esos planteamientos. Podemos analizar la perseverancia en la oración de Cornelio, un centurión romano que decidió aceptar a Cristo como su Señor y Salvador (Hch 10:1-2). Su perseverancia en la oración le permitió experimentar que toda su casa y a todos los suyos se encontraran con Cristo como Señor y Salvador. Así mismo podemos mencionar a Epafras, cristiano de la ciudad de Colosas, siervo de Cristo y acompañante del Apóstol Pablo. La Biblia dice que este hombre siempre estaba rogando al Señor por la iglesia que estaba en esa ciudad (Col 4:12). La Biblia también dice que la iglesia de Jerusalén perseveró en la oración (Hch 12:1–17).[6]
La Biblia dice que los apóstoles perseveraron en la oración:
“12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.” (Hch 1:12-14)
“42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” (Hch 2:42-46)
“3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.” (Hch 6:3-4)
El énfasis que Lucas hace en estos relatos es de suma importancia. Sus planteamientos revelan que la perseverancia en la oración es la que hace posible que se reciba la autoridad y la unción necesaria para la tarea que se nos ha encomendado. Así también, esa perseverancia es la que garantiza los resultados: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Hay un dato que nos llamó mucho la atención durante el proceso exegético desarrollado para poder escribir esta reflexión. Confesamos que un planteamiento encontrado en el Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, conocido como el Kittel, nos dejó perplejos. A continuación, compartimos el mismo:
“Toda gran decisión en el período apostólico, y en toda la vida del cristianismo primitivo, se sustenta en la oración persistente. En esta oración, los cristianos, con acción de gracias y adoración, presentaban sus decisiones y su causa como peticiones a Dios, buscando en Él guía, dirección y claridad. Esta perseverancia en la oración, tan natural como la oración misma, está determinada —podemos seguir la secuencia con exactitud— por la mirada puesta en Jesús.”[7] (traducción libre)
Si usted leyó bien, se habrá percatado que este recurso describe que la oración persistente es una característica que identifica el período apostólico y la vida del cristianismo primitivo. Estas aseveraciones afirman que la Iglesia el primer siglo seguía el modelo de Jesús. Lo que hace que estos planteamientos sean extraordinariamente impactantes es que se circunscriben a describir esa época de la Iglesia. O sea, que no podemos decir lo mismo de las otras épocas de la iglesia del Señor.
Esta aseveración, entre otras cosas, explica por qué es que la Iglesia del primer siglo fue capaz de evangelizar la mitad del mundo conocido, mientras la Iglesia de los dos (2) milenios siguientes no ha sido capaz de evangelizar la otra mitad. Esto es, porque ha faltado la perseverancia en la oración.
El llamado final de esta reflexión es escueto: tenemos que regresar a ser una iglesia que persevera en la oración. Solo así podremos ser eficaces en la tarea que Dios ha puesto sobre nuestros hombros.
[1] Bounds, E.M. “The Necessity of Prayer,” en The Complete Works on Prayer.” Grand Rapids: Baker Books, 2004.
[2] Grundmann, W. (1964–). καρτερέω, προσκαρτερέω, προσκαρτέρησις. En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 3, pp. 617–620). Eerdmans.
[3] Tuggy Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo Testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software., A. E. (2003). En Léxico griego-español del Nuevo Testamento (p. 824). Editorial Mundo Hispano.
[4] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). En Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 662). United Bible Societies.
[5] Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo Testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software.
[6] Elwell, W. A., & Buckwalter, D. (1996). Análisis temático de la Biblia: con la Nueva Versión Internacional (Vol. 5). Baker Book House.
[7] Grundmann, W. (1964–). καρτερέω, προσκαρτερέω, προσκαρτέρησις. En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 3, pp. 617–620). Eerdmans.
Funciones y operaciones del Espíritu Santo: intercede por nosotros y nos enseña a orar (VII)
“2 Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; 3 orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, 4 para que lo manifieste como debo hablar.” (Col 4:2-4)
“El incentivo para el fervor espiritual ante Dios es el mismo que para la oración constante y sincera. Si bien el fervor no es oración, proviene de un alma sincera y es precioso a los ojos de Dios. El fervor en la oración es el precursor de la respuesta divina. Dios se compromete a concedernos los deseos de nuestro corazón en proporción al fervor espiritual que demostramos al buscar su presencia en oración.
El fervor reside en el corazón, no en el cerebro ni en las facultades intelectuales. Por lo tanto, no es una expresión del intelecto. El fervor espiritual trasciende la fantasía poética o las imágenes sentimentales. Es algo más que una simple preferencia, el contraste entre lo que nos gusta y lo que no. El fervor es la expresión y el gesto de la naturaleza emocional.
Quizás no esté en nuestro poder generar fervor espiritual a voluntad, pero podemos pedirle a Dios que lo inspire. Nos corresponde, pues, alimentarlo y cuidarlo, protegerlo de la extinción, evitar su debilitamiento o decadencia. El proceso de salvación personal no consiste solo en orar y expresar nuestros deseos a Dios, sino en adquirir un espíritu fervoroso y procurar, por todos los medios adecuados, cultivarlo. Nunca está de más rogar a Dios que engendre en nosotros y mantener vivo el espíritu de oración ferviente.”[1] (traducción libre)
Nuestra reflexión anterior fue dedicada a analizar algunas de las cosas que pueden obstaculizar la oración. Esa presentación escrita forma parte del análisis que hemos estado desarrollando acerca de cómo es que el Espíritu Santo nos ayuda a orar y nos dirige en esta disciplina espiritual. Vimos allí que la dirección del Santo Espíritu no puede cancelar estos obstáculos e impedimentos toda vez que estos forman parte de los escenarios de nuestro libre albedrío. Nosotros hemos sido llamados a manejar estos empoderados por el Espíritu Santo.
Ahora bien, en esta reflexión nos enfocaremos en el análisis de la perseverancia en la oración.
¿Qué significa perseverar en la oración? El concepto griego utilizado para describir esta característica es “proskartereō” (G4342). Este concepto es uno compuesto por el prefijo “prós” (G4314), una preposición de dirección que entre otras cosas significa hacia adelante. Junto a este, el sufijo “kartereō” (G2594) que entre otras cosas significa ser fuerte, paciente y perseverante.
La combinación de ambos puede ser traducida como ser diligente con algo, perseverar, ser constantemente diligente, o asistir asiduamente a todos los ejercicios que se han dispuesto para nosotros. También puede ser traducido como adherirse estrechamente a una persona, como un servidor, atender (entregarse) continuamente, y/o servir (continuamente).[2],[3] Otras traducciones incluyen continuar haciendo algo con intenso esfuerzo, con la posible implicación de hacerlo a pesar de las dificultades: «dedicarse a algo, perseverar, persistir en ello».[4] El último recurso académico consultado lo traduce como persistir, seguir adelante con devoción (Hch 2:42, 46; 6:4; Ro 12:12; Col 4:2); asociarse íntimamente, unirse, adherirse a (Hch 1:14; 8:13); servir personalmente, ser fiel (Mcs 3:9; Hch 10:7; Rom 13:6).[5] Los lectores deben extrapolar lo que sucede cuando aplicamos todas estas traducciones a la oración.
Debemos señalar que esta es una característica que sirve para identificar a muchos personajes en la Biblia. A continuación, algunos ejemplos que encontramos en las Sagradas Escrituras:
Moisés perseveró en la oración
Los relatos bíblicos recogen que Moisés, estando en Egipto, no tuvo otra alternativa que mantenerse orando y clamando; perseverando en la oración.
“8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová. 9 Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río. 10 Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios. 11 Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río. 12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Y clamó Moisés a Jehová tocante a las ranas que había mandado a Faraón. 13 E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos. 14 Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra. (Éxo 8:8-14)
“24 Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. 25 Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo destrozó el granizo toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país. 26 Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo granizo. 27 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. 28 Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más.” (Éxo 9:23-28)
“16 Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros. 17 Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal. 18 Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová.” (Éxo 10:16-18)
La Biblia describe que la perseverancia de Moisés en la oración continuó luego de que el pueblo de Israel saliera de Egipto. Entre los muchos ejemplos que podemos citar aquí encontramos a Moisés orando en el Monte mientras el pueblo de Israel peleaba contra los amalecitas (Éxo 17:10-16). En múltiples ocasiones lo encontramos orando e intercediendo por el pueblo que él dirigía en el desierto (Éxo 33:11-23). Encontramos un testimonio similar en el Libro de Deuteronomio.
“18 Y me postré delante de Jehová como antes, cuarenta días y cuarenta noches; no comí pan ni bebí agua, a causa de todo vuestro pecado que habíais cometido haciendo el mal ante los ojos de Jehová para enojarlo. 19 Porque temí a causa del furor y de la ira con que Jehová estaba enojado contra vosotros para destruiros. Pero Jehová me escuchó aun esta vez.” (Det 9:18-19)
La expresión “como antes” revela que Moisés hacía esto con alguna frecuencia. Además, todo esto describe que la vida del pueblo de Israel, cuando este estaba en el desierto, provocó que Moisés aumentara la perseverancia en la oración.
Ana perseveró en la oración
“9 Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, 10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. 11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. 12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella. 13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria. 14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino. 15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová. 16 No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora. 17 Elí respondió y dijo: Vé en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.” (1 Sam 1:9-17)
La Biblia dice que la perseverancia en la oración de esta mujer le permitió ser la progenitora de Samuel, un hombre que fue Sumo Sacerdote, profeta y el último juez del pueblo de Israel. Hay dos (2) libros de la Biblia que llevan su nombre.
David perseveraba en la oración
Es un hecho que este hombre tenía una disciplina de oración extraordinaria. Así lo recogen los Salmos que é escribió.
“17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz.” (Sal 55:17)
Salomón oró con el pueblo y en el templo con perseverancia (1 Rey 8:15-66; 2 Cró 6:12-42)
“1 Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. 2 Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.” (2 Cró 7:1-2)
La Biblia nos enseña que la vida de ambos reyes cambió drásticamente cuando dejaron de orar.
Daniel perseveraba en la oración
“10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.” (Dan 6:10)
“3 Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. 4 Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; 5 hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. 6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. 7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. 8 Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos. 9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos. 12 Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. 14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente. 16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.” (Dan 9:3-21)
“2 En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. 3 No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas. 4 Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel. 5 Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. 6 Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. 7 Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron. 8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno. 9 Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra. 10 Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. 11 Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. 12 Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.” (Dan 10:2-12)
La perseverancia en la oración de este hombre le permitió recibir palabra profética y visiones que describen el plan de Dios para toda la historia de la humanidad. El Libro que lleva su nombre es el mejor testimonio de esto. Las promesas del Señor se cumplen en este hombre que perseveraba en la oración.
“7 Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.” (Amós 3:7)
“9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.” (1 Cor 2:9-11)
Ana perseveró en la oración:
“36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, 37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.” (Lcs 2:36-38)
La perseverancia en la oración de esta mujer es singular. Tomando como base que Ana se haya casado a los 14 años de edad, una fecha común para esa época, esta mujer debió haber rondado los 105 años cuando vio a Jesús. Esto es, 14 años al casarse, 7 años de vida matrimonial más 84 años de viudez. En otras palabras, este pasaje bíblico dice que esta mujer había dedicado más de ochenta años a servir de noche y de día en el templo “con ayunos y oraciones.”
Uno de los milagros que produjo la vida de oración de esta mujer es que ella haya vivido tanto tiempo. Debemos considerar que el promedio de vida para la época de este relato se estima en un poco más de la mitad del actual. Otro milagro es que ella haya sido una sobreviviente de una de las diez (10) tribus desaparecidas de Israel, la de Aser. La Biblia dice que esta tribu fue llevada cautiva por el imperio Asirio junto con nueve (9) más (2 Rey 17:5-7, 23-24; 18:11).
Sin embargo, el milagro más grande que vive esta mujer es el privilegio de haber visto el rostro del Niño Dios, a Jesucristo, el Verbo encarnado, al Salvador del mundo. La perseverancia en la oración produce estas clases de milagros.
Hemos dejado para el final la perseverancia en la oración que exhibieron los apóstoles y los discípulos del Señor. La Biblia es escueta en esos planteamientos. Podemos analizar la perseverancia en la oración de Cornelio, un centurión romano que decidió aceptar a Cristo como su Señor y Salvador (Hch 10:1-2). Su perseverancia en la oración le permitió experimentar que toda su casa y a todos los suyos se encontraran con Cristo como Señor y Salvador. Así mismo podemos mencionar a Epafras, cristiano de la ciudad de Colosas, siervo de Cristo y acompañante del Apóstol Pablo. La Biblia dice que este hombre siempre estaba rogando al Señor por la iglesia que estaba en esa ciudad (Col 4:12). La Biblia también dice que la iglesia de Jerusalén perseveró en la oración (Hch 12:1–17).[6]
La Biblia dice que los apóstoles perseveraron en la oración:
“12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.” (Hch 1:12-14)
“42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” (Hch 2:42-46)
“3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.” (Hch 6:3-4)
El énfasis que Lucas hace en estos relatos es de suma importancia. Sus planteamientos revelan que la perseverancia en la oración es la que hace posible que se reciba la autoridad y la unción necesaria para la tarea que se nos ha encomendado. Así también, esa perseverancia es la que garantiza los resultados: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Hay un dato que nos llamó mucho la atención durante el proceso exegético desarrollado para poder escribir esta reflexión. Confesamos que un planteamiento encontrado en el Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, conocido como el Kittel, nos dejó perplejos. A continuación, compartimos el mismo:
“Toda gran decisión en el período apostólico, y en toda la vida del cristianismo primitivo, se sustenta en la oración persistente. En esta oración, los cristianos, con acción de gracias y adoración, presentaban sus decisiones y su causa como peticiones a Dios, buscando en Él guía, dirección y claridad. Esta perseverancia en la oración, tan natural como la oración misma, está determinada —podemos seguir la secuencia con exactitud— por la mirada puesta en Jesús.”[7] (traducción libre)
Si usted leyó bien, se habrá percatado que este recurso describe que la oración persistente es una característica que identifica el período apostólico y la vida del cristianismo primitivo. Estas aseveraciones afirman que la Iglesia el primer siglo seguía el modelo de Jesús. Lo que hace que estos planteamientos sean extraordinariamente impactantes es que se circunscriben a describir esa época de la Iglesia. O sea, que no podemos decir lo mismo de las otras épocas de la iglesia del Señor.
Esta aseveración, entre otras cosas, explica por qué es que la Iglesia del primer siglo fue capaz de evangelizar la mitad del mundo conocido, mientras la Iglesia de los dos (2) milenios siguientes no ha sido capaz de evangelizar la otra mitad. Esto es, porque ha faltado la perseverancia en la oración.
El llamado final de esta reflexión es escueto: tenemos que regresar a ser una iglesia que persevera en la oración. Solo así podremos ser eficaces en la tarea que Dios ha puesto sobre nuestros hombros.
[1] Bounds, E.M. “The Necessity of Prayer,” en The Complete Works on Prayer.” Grand Rapids: Baker Books, 2004.
[2] Grundmann, W. (1964–). καρτερέω, προσκαρτερέω, προσκαρτέρησις. En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 3, pp. 617–620). Eerdmans.
[3] Tuggy Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo Testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software., A. E. (2003). En Léxico griego-español del Nuevo Testamento (p. 824). Editorial Mundo Hispano.
[4] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). En Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 662). United Bible Societies.
[5] Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo Testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software.
[6] Elwell, W. A., & Buckwalter, D. (1996). Análisis temático de la Biblia: con la Nueva Versión Internacional (Vol. 5). Baker Book House.
[7] Grundmann, W. (1964–). καρτερέω, προσκαρτερέω, προσκαρτέρησις. En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 3, pp. 617–620). Eerdmans.
Categories
Archive
2025
January
986 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 5 de enero del 2025987 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 12 de enero del 2025988 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 19 de enero del 2025989 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 26 de enero del 2025
February
990 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 2 de febrero del 2025991 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 9 de febrero del 2025992 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 16 de febrero del 2025993 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 23 de febrero del 2025
March
994 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 2 de marzo del 2025995 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 9 de marzo del 2025996 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 16 de marzo del 2025997 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 23 de marzo del 2025998 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 30 de marzo del 2025
April
999 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 6 de abril del 20251000 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 13 de abril del 20251001 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 20 de abril del 20251002 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 27 de abril del 2025
May
1003 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 4 de mayo del 20251004 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 11 de mayo del 20251005 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 18 de mayo del 20251006 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 25 de mayo del 2025
June
1007 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 1 de junio del 20251008 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 8 de junio del 20251009 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 15 de junio del 20251010 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 22 de junio del 20251011 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 29 de junio del 2025
July
1012 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 6 de julio del 20251013 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 13 de julio del 20251014 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 20 de julio del 20251015 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 27 de julio del 2025
August
1016 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 3 de agosto del 20251017 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 10 de agosto del 20251018 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 17 de agosto del 20251019 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 24 de agosto del 20251020 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 31 de agosto del 2025
September
1021 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 7 de septiembre del 20251022 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 14 de septiembre del 20251023 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 21 de septiembre del 20251024 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 28 de septiembre del 2025
October
1025 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 5 de octubre del 20251026 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 12 de octubre del 20251027 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 19 de octubre del 20251028 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 26 de octubre del 2025
November
1029 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 2 de noviembre del 20251030 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 9 de noviembre del 20251031 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 16 de noviembre del 20251032 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 23 de noviembre del 2025
2024
January
934 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 7 de enero del 2024935 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 14 de enero del 2024936 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 21 de enero del 2024937 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 28 de enero del 2024
February
938 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 4 de febrero del 2024939 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 11 de febrero del 2024940 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 18 de febrero del 2024941 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 25 de febrero del 2024
March
942 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 3 de marzo del 2024943 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 10 de marzo del 2024944 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 17 de marzo del 2024945 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 24 de marzo del 2024946 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 31 de marzo del 2024
April
947 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 7 de abril del 2024948 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 14 de abril del 2024949 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 21 de abril del 2024950 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 28 de abril del 2024
May
951 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 5 de mayo del 2024952 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 12 de mayo del 2024953 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 19 de mayo del 2024954 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 26 de mayo del 2024
June
955 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 2 de junio del 2024956 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 9 de junio del 2024957 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 16 de junio del 2024958 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 23 de junio del 2024959 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 30 de junio del 2024
July
960 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 7 de julio del 2024961 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 14 de julio del 2024962 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 21 de julio del 2024963 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 28 de julio del 2024Nota pastoral editorial sobre los actos de apertura de los Juegos Olímpicos París 2024
August
964 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 4 de agosto del 2024965 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 11 de agosto del 2024966 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 18 de agosto del 2024967 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 25 de agosto del 2024
September
968 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 1 de septiembre del 2024969 • El Heraldo Digital - Institucional • Volumen XVII • 8 de septiembre del 2024970 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 15 de septiembre del 2024971 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 22 de septiembre del 2024972 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 29 de septiembre del 2024
October
973 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 6 de octubre del 2024974 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 13 de octubre del 2024Celebremos el don inefable que nos ha dado Dios975 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 20 de octubre del 2024976 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 27 de octubre del 2024
November
977 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 3 de noviembre del 2024978 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 10 de noviembre del 2024Carmelina García Pérez “Minín”979 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 17 de noviembre del 2024980 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 24 de noviembre del 2024
Recent
1032 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 23 de noviembre del 2025
November 23rd, 2025
1031 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 16 de noviembre del 2025
November 16th, 2025
1030 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 9 de noviembre del 2025
November 9th, 2025
1029 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 2 de noviembre del 2025
November 2nd, 2025
1028 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 26 de octubre del 2025
October 26th, 2025
Tags
#vidaamec
AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
AUTOR: PASTOR MJ
Editorial AMEC-CDA
Editorial Pastoral
Efesios
El Heraldo
Epistolas Paulinas
Heraldo Digital
Heraldo
Isaias
MIsiones
Navidad 2022
Notas del Pastor MJ
Pastor Mizraim Esquilin
SALMO 23
SALMO 91
SERIE: ALABANZAS PARA EL ALMA: ORACIONES
SERIE: DIOS NOS HABLA EN MEDIO DE LAS CRISIS
SERIE: EL ARCA DEL PACTO
SERIE: EL EXODO - LA VIDA DESPUES DE LAS PLAGAS
SERIE: ENSEÑANZAS EN LA CUEVA
SERIE: ENTRE EL MAR Y LA TIERRA PROMETIDA
SERIE: LOS ANGELES DE DIOS
Serie: El mensaje del profeta IsaÃas
Serie: La Agenda de la Transformación
Serie: La Carta a los Efesios
VidaAMEC
Volumen XVI
Volumen XV
mundo post-COVID

No Comments