December 21st, 2025
1036 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 21 de diciembre del 2025
Funciones y operaciones del Espíritu Santo: sirve como garantía de las promesas que Dios nos ha hecho.
“20 No importa cuántas promesas haya hecho Dios, Cristo siempre ha sido el «sí» de todas ellas. Por eso, por medio de Jesucristo, cuando alabamos a Dios decimos: «Así sea». 21 Dios nos da la garantía de que ustedes y nosotros pertenecemos a Jesucristo y nos ha consagrado. 22 Nos ha puesto una marca que muestra que le pertenecemos: el Espíritu en nuestros corazones como un adelanto que garantiza que nos dará todo lo que nos ha prometido.,” (2 Cor 1:20-22, PDT)
Dentro de las muchas operaciones y funciones que desarrolla el Espíritu Santo encontramos que Él sirve como garantía de las promesas que Dios nos ha hecho. Así lo afirma la Palabra de Dios. Los creyentes en Cristo sabemos que las promesas de Dios no son meras palabras; son compromisos inquebrantables hechos por un Creador que es fiel. La Biblia hace énfasis en esto: Dios es fiel y esto incluye el cumplimiento de sus promesas.
“9 Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones;” (Det 7:9, RV 1960)
El capítulo 23 del Libro de Números es otra prueba de esto:
“19 Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Núm 23:19, RV1960)
La Biblia está llena de cientos de promesas que Dios nos ha hecho.[1] Estas sirven como un faro de luz para guiar a los creyentes, brindándonos seguridad y esperanza, particularmente en tiempos difíciles e inciertos. Existe un dato sumamente interesante que eleva los principios bíblicos y teológicos que hemos descrito aquí a unos niveles insospechados. Todos debemos estar de acuerdo de que el hecho que Dios nos haya hecho tantas promesas es de por sí un regalo inmerecido y más que suficiente. El dato que eleva estos principios de nuestra fe a otro nivel es que la Biblia dice que Dios, a través de Cristo, nos ha dejado un garante[2] de estas promesas. La Biblia dice que el Espíritu Santo es la marca, la garantía de que Dios va a cumplir las promesas que nos ha hecho. Eso es lo que dice Pablo en su Segunda Carta a los Corintios.
“20 Pues todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo con un resonante «¡sí!», y por medio de Cristo, nuestro «amén» (que significa «sí») se eleva a Dios para su gloria. 21 Es Dios quien nos capacita, junto con ustedes, para estar firmes por Cristo. Él nos comisionó 22 y nos identificó como suyos al poner al Espíritu Santo en nuestro corazón como un anticipo que garantiza todo lo que él nos prometió.” (2 Cor 1:20-22, NTV)
Es muy importante destacar que el pueblo de Israel no contaba con esta “prenda.” Los creyentes en Cristo tenemos la bendición de que nos hayan proporcionado una garantía de la fidelidad de Dios. El concepto griego que se utiliza para describir esto es “arrhabōn” (G728). La Biblia dice que el Espíritu Santo es el que Dios ha dejado dentro de nosotros como garantía (“arrhabōn”) de que vamos a recibir la herencia (“klēronomia”, G2817), el patrimonio, las posesiones que Dios nos ha prometido.
Es curioso que el concepto “arrhabōn” sea una palabra que los griegos adoptaron del lenguaje semítico o hebreo. Este concepto era utilizado por los griegos como un término comercial para describir una «prenda» que posteriormente se tenía que devolver, un «depósito» que paga parte de la deuda total y otorga un derecho legal sobre lo prometido y/o «arras» que ratifican un pacto. Los estudiosos del griego clásico han establecido que el uso de este concepto siempre implica un acto que compromete a algo más grande.[3]
Los recursos académicos consultados señalan que Pablo lo usa en sus cartas en sentido figurado en 2 Corintios 1:22 y 5:5. Así también en Efesios 1:14.
“5 Dios es quien nos ha preparado para esto y nos ha dado su Espíritu como adelanto que garantiza que cumplirá sus promesas.” (2 Cor 5:5, PDT)
“14 El Espíritu es un adelanto que se nos da como garantía de que recibiremos lo que Dios prometió, quien usó la garantía del Espíritu para darnos libertad. Como resultado Dios será alabado por su grandeza.” (Efe 1:14, PDT)
En otras palabras, que el Espíritu Santo que sirve como el sello de que somos propiedad divina (Efe 1:13-14), que camina con el creyente, está sobre y dentro de este, también es la garantía de que de recibiremos las promesas que Dios nos ha hecho, incluyendo la plena posesión futura de la salvación.
El concepto hebreo que da paso a este concepto griego no es muy distinto al que acabamos de analizar. Se trata del vocablo hebreo “ʽărâbôn” (H61621), un término comercial que significa una «prenda» que posteriormente se devuelve o un «depósito», que paga parte de la deuda total y otorga un derecho legal. Encontramos un ejemplo de su uso en la historia de Judá y Tamar que aparece en el capítulo 38 del Libro del Génesis.
“16 Y se apartó del camino hacia ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí? 17 Él respondió: Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta que lo envíes. 18 Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él. 19 Luego se levantó y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez. 20 Y Judá envió el cabrito de las cabras por medio de su amigo el adulamita, para que éste recibiese la prenda de la mujer; pero no la halló.” (Gén 38:16-20, RV 1960)
Este pasaje describe una historia muy triste. La Biblia dice que Judá, uno de los hijos de Jacob, decidió apartarse de sus hermanos para irse a vivir a Adulam. Allí decidió casarse con una mujer cananea y tuvo tres (3) hijos con ella (Gén 38:1-5).
“El mayor, Er, cuya esposa era Tamar, fue tan malo que Jehová le quitó la vida. Tamar quedó viuda, y fue dada a Onán para que procurara levantar descendencia a su hermano, pero cuando éste se llegaba a ella, “vertía en tierra por no dar descendencia a su hermano”. Lo que hacía desagradó al Señor y también le quitó la vida (Gen 38:6–10).
El matrimonio de una viuda con el hermano del difunto se llama “levirato”. Era una práctica común en aquel entonces, y después se incorporó a la ley mosaica (Deuteronomio 25:5–10). Judá dijo a Tamar que regresara a la casa de su padre mientras crecía Sela, su hijo menor y cuñado de ella. Sin embargo, no fue entregada a él por mujer cuando el chico creció. Tamar urdió un plan. Se disfrazó de ramera y se puso a la orilla del camino por donde sabía que Judá pasaría para trasquilar sus ovejas. Él tuvo relación sexual con ella, sin saber de quién se trataba, de la cual nacieron gemelos. Uno de ellos se llamó Fares, y su nombre se encuentra en la genealogía de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 1:3). Judá cometió dos errores. No cumplió la promesa de dársela a Sela (38:11) y adulteró con ella. Sólo por gracia no fueron apedreados hasta la muerte (Levítico 20:12).”[4]
Como bien reseña el profesor Arturo Collins, es en ese proceso que Tamar, desesperada por no tener marido ni prole, se disfraza como una prostituta para poder conseguir tener lo segundo. En esa época una mujer que no tenía prole o marido, estaba sentenciada a no existir como ser un humano. Ella pide garantía, “prenda” (“ʽărâbôn”) como parte del proceso de este encuentro. El pasaje bíblico dice que tres (3) meses más tarde le dieron la noticia a Judá de que Tamar estaba embarazada y él ordenó que la sacaran de la aldea y la quemaran. Judá creía que su nuera había pecado. Es entonces que ella exhibe las “prendas” que Judá le había dado como garantía. Es también interesante saber que es de esta relación que surge el descendiente de Judá que aparece en la genealogía de Cristo (Mat 1:3; Lcs 3:33). Phares (“perets”, H6557), cuyo nombre significa brecha, es a quien Dios escoge para continuar la genealogía de donde nace el León de la Tribu de Judá.
El mensaje implícito detrás del uso de este concepto en el Nuevo Testamento es que los creyentes en Cristo miramos las promesas que Dios nos ha hecho echando mano de la garantía que Dios nos ha dado: el Espíritu Santo. La buena noticia que esto comunica no es sólo que la Biblia está llena de promesas extraordinarias. La buena noticia incluye que podemos echar mano del garante que hemos recibido en cada ocasión que encontremos que las presiones, las tormentas de la vida y los ataques del infierno nos quieran hacer titubear.
Veamos algunas de esas promesas:
Vida Eterna:
Dios ha prometido vida eterna a quienes creen en Él. Esto se resume en Juan 3:16, que dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Paz:
El libro del profeta Isaías dice que Dios ha prometido guardar en completa paz a aquellos que confían en Él.
“3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” (Isa 26:3)
Provisión:
La Biblia dice en la Carta a Los Filipenses que Dios suplirá todas las necesidades de aquellos que confían en Él.
“Mi Dios, pues, suplirá todas vuestras necesidades conforme a las riquezas de su gloria en Cristo Jesús”. (Fil 4:19)
Dirección y guía:
La Biblia dice en el Libro de Proverbios que Dios nos exhorta a confiar en Él para recibir dirección.
“5 Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. 6 Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.” (Pro 3:5-6)
Fortaleza en medio de la debilidad:
El Apóstol Pablo dice en la Segunda Carta a la iglesia que estaba localizada en la ciudad de Corinto que nos debe bastar la gracia divina.
“9 Pero el Señor me dijo: «Mi bondad es todo lo que necesitas, porque cuando eres débil, mi poder se hace más fuerte[c] en ti». Por eso me alegra presumir de mi debilidad, así el poder de Cristo vivirá en mí.” (2 Cor 12:9, PDT)
Perdón:
Las Cartas juaninas enfatizan la promesa de perdón de Dios.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. (1 Jn 1:9)
Protección:
La Santa Palabra de Dios nos asegura que Dios está comprometido con la protección de los creyentes.
“4 Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad”. (Sal 91:4)
Esperanza y futuro:
La Biblia expresa de muchas maneras los planes que Dios tiene con su pueblo.
“11 Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. 12 En esos días, cuando oren, los escucharé. 13 Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme.” (Jer 29:11-13, NTV)
Los lectores saben que podemos continuar enunciando promesas que Dios nos ha regalado en Su Santa Palabra. Muchos de nosotros fuimos invitados a memorizarlas como parte del entrenamiento que recibimos en nuestra niñez. A continuación, otro grupo de estas.
Éxo 14:14 Éxo 20:12 Det 31:8 Jos 1:9 2 Cró 7:14 Sal 9:9–10
Sal 18:3 Sal 23:4 Sal 27:1 Sal 34:17 Sal 37:4 Sal 50:15
Sal 86:5 Sal 103:2–5 Sal 107:13–16 Pro 3:5–6 Pro 13:11 Pro 22:6
Isa 40:29 Isa 40:31 Isa 41:10 Isa 41:13 Isa 43:2 Isa 54:10
Isa 54:17 Mal 3:10 Mat 6:31–33 Mcs 11:24 Lcs 11:9–13 Jn 8:36
Jn 14:13–16 Rom 8:28 Rom 10:9–10 Efe 3:16–19 Fil 4:6–7 Stg 1:5
Stg 4:7 Stg 5:14–15 1 Jn 1:9 Apo 3:5
El mensaje central de esta reflexión es que Dios, en su infinito amor y misericordia, tuvo a bien dejarnos una garantía de que estas promesas se van a cumplir en nosotros sin importar lo que pueda estar sucediendo alrededor de nosotros. La invitación que nos hace la Palabra es a que echemos mano de ese “Garante” que nos han dado. Esto es, cuando lleguen los días buenos o los no tan buenos, cuando experimentos la bonanza o rujan las tormentas, en tiempos de salud y de enfermedad. El Espíritu Santo está ahí para garantizar y recordarnos que Dios va a cumplir todas sus promesas.
¿Qué propósito ulterior tiene todo esto? La Biblia dice que el cumplimiento de esas promesas tiene como meta final al menos tres (3) cosas. En primer lugar, que nosotros podamos parecernos a Cristo. En segundo lugar, que podamos vivir una vida recta. En tercer lugar, que podamos escapar de la corrupción y del juicio final. Veamos cómo lo describe la Palabra de Dios.
“3 Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a aquel que nos llamó por medio de su maravillosa gloria y excelencia; 4 y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.” (2 Ped 1:3-4, NTV)
¡Qué noticia tan extraordinaria es esta! El Espíritu Santo es entonces la garantía de que podemos parecernos a Cristo, evitar ser corrompidos por la maldad de este mundo y ser tenidos por dignos de escapar de los juicios venideros. ¡A Dios sea toda la gloria!
[1] Los lectores podrán encontrar 50 de estas en la siguiente dirección electrónica:
https://www.biblestudytools.com/topical-verses/gods-promises-verses-in-the-bible/
[2] https://dle.rae.es/garante.
[3] Behm, J. (1964–). ἀρραβών. En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 1, p. 475). Eerdmans
[4] Collins, A. (1992). Estudios Bı́blicos ELA: Ası́ comenzó todo (Génesis) (pp. 103–104). Ediciones Las Américas, A. C.
Funciones y operaciones del Espíritu Santo: sirve como garantía de las promesas que Dios nos ha hecho.
“20 No importa cuántas promesas haya hecho Dios, Cristo siempre ha sido el «sí» de todas ellas. Por eso, por medio de Jesucristo, cuando alabamos a Dios decimos: «Así sea». 21 Dios nos da la garantía de que ustedes y nosotros pertenecemos a Jesucristo y nos ha consagrado. 22 Nos ha puesto una marca que muestra que le pertenecemos: el Espíritu en nuestros corazones como un adelanto que garantiza que nos dará todo lo que nos ha prometido.,” (2 Cor 1:20-22, PDT)
Dentro de las muchas operaciones y funciones que desarrolla el Espíritu Santo encontramos que Él sirve como garantía de las promesas que Dios nos ha hecho. Así lo afirma la Palabra de Dios. Los creyentes en Cristo sabemos que las promesas de Dios no son meras palabras; son compromisos inquebrantables hechos por un Creador que es fiel. La Biblia hace énfasis en esto: Dios es fiel y esto incluye el cumplimiento de sus promesas.
“9 Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones;” (Det 7:9, RV 1960)
El capítulo 23 del Libro de Números es otra prueba de esto:
“19 Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Núm 23:19, RV1960)
La Biblia está llena de cientos de promesas que Dios nos ha hecho.[1] Estas sirven como un faro de luz para guiar a los creyentes, brindándonos seguridad y esperanza, particularmente en tiempos difíciles e inciertos. Existe un dato sumamente interesante que eleva los principios bíblicos y teológicos que hemos descrito aquí a unos niveles insospechados. Todos debemos estar de acuerdo de que el hecho que Dios nos haya hecho tantas promesas es de por sí un regalo inmerecido y más que suficiente. El dato que eleva estos principios de nuestra fe a otro nivel es que la Biblia dice que Dios, a través de Cristo, nos ha dejado un garante[2] de estas promesas. La Biblia dice que el Espíritu Santo es la marca, la garantía de que Dios va a cumplir las promesas que nos ha hecho. Eso es lo que dice Pablo en su Segunda Carta a los Corintios.
“20 Pues todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo con un resonante «¡sí!», y por medio de Cristo, nuestro «amén» (que significa «sí») se eleva a Dios para su gloria. 21 Es Dios quien nos capacita, junto con ustedes, para estar firmes por Cristo. Él nos comisionó 22 y nos identificó como suyos al poner al Espíritu Santo en nuestro corazón como un anticipo que garantiza todo lo que él nos prometió.” (2 Cor 1:20-22, NTV)
Es muy importante destacar que el pueblo de Israel no contaba con esta “prenda.” Los creyentes en Cristo tenemos la bendición de que nos hayan proporcionado una garantía de la fidelidad de Dios. El concepto griego que se utiliza para describir esto es “arrhabōn” (G728). La Biblia dice que el Espíritu Santo es el que Dios ha dejado dentro de nosotros como garantía (“arrhabōn”) de que vamos a recibir la herencia (“klēronomia”, G2817), el patrimonio, las posesiones que Dios nos ha prometido.
Es curioso que el concepto “arrhabōn” sea una palabra que los griegos adoptaron del lenguaje semítico o hebreo. Este concepto era utilizado por los griegos como un término comercial para describir una «prenda» que posteriormente se tenía que devolver, un «depósito» que paga parte de la deuda total y otorga un derecho legal sobre lo prometido y/o «arras» que ratifican un pacto. Los estudiosos del griego clásico han establecido que el uso de este concepto siempre implica un acto que compromete a algo más grande.[3]
Los recursos académicos consultados señalan que Pablo lo usa en sus cartas en sentido figurado en 2 Corintios 1:22 y 5:5. Así también en Efesios 1:14.
“5 Dios es quien nos ha preparado para esto y nos ha dado su Espíritu como adelanto que garantiza que cumplirá sus promesas.” (2 Cor 5:5, PDT)
“14 El Espíritu es un adelanto que se nos da como garantía de que recibiremos lo que Dios prometió, quien usó la garantía del Espíritu para darnos libertad. Como resultado Dios será alabado por su grandeza.” (Efe 1:14, PDT)
En otras palabras, que el Espíritu Santo que sirve como el sello de que somos propiedad divina (Efe 1:13-14), que camina con el creyente, está sobre y dentro de este, también es la garantía de que de recibiremos las promesas que Dios nos ha hecho, incluyendo la plena posesión futura de la salvación.
El concepto hebreo que da paso a este concepto griego no es muy distinto al que acabamos de analizar. Se trata del vocablo hebreo “ʽărâbôn” (H61621), un término comercial que significa una «prenda» que posteriormente se devuelve o un «depósito», que paga parte de la deuda total y otorga un derecho legal. Encontramos un ejemplo de su uso en la historia de Judá y Tamar que aparece en el capítulo 38 del Libro del Génesis.
“16 Y se apartó del camino hacia ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí? 17 Él respondió: Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta que lo envíes. 18 Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él. 19 Luego se levantó y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez. 20 Y Judá envió el cabrito de las cabras por medio de su amigo el adulamita, para que éste recibiese la prenda de la mujer; pero no la halló.” (Gén 38:16-20, RV 1960)
Este pasaje describe una historia muy triste. La Biblia dice que Judá, uno de los hijos de Jacob, decidió apartarse de sus hermanos para irse a vivir a Adulam. Allí decidió casarse con una mujer cananea y tuvo tres (3) hijos con ella (Gén 38:1-5).
“El mayor, Er, cuya esposa era Tamar, fue tan malo que Jehová le quitó la vida. Tamar quedó viuda, y fue dada a Onán para que procurara levantar descendencia a su hermano, pero cuando éste se llegaba a ella, “vertía en tierra por no dar descendencia a su hermano”. Lo que hacía desagradó al Señor y también le quitó la vida (Gen 38:6–10).
El matrimonio de una viuda con el hermano del difunto se llama “levirato”. Era una práctica común en aquel entonces, y después se incorporó a la ley mosaica (Deuteronomio 25:5–10). Judá dijo a Tamar que regresara a la casa de su padre mientras crecía Sela, su hijo menor y cuñado de ella. Sin embargo, no fue entregada a él por mujer cuando el chico creció. Tamar urdió un plan. Se disfrazó de ramera y se puso a la orilla del camino por donde sabía que Judá pasaría para trasquilar sus ovejas. Él tuvo relación sexual con ella, sin saber de quién se trataba, de la cual nacieron gemelos. Uno de ellos se llamó Fares, y su nombre se encuentra en la genealogía de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 1:3). Judá cometió dos errores. No cumplió la promesa de dársela a Sela (38:11) y adulteró con ella. Sólo por gracia no fueron apedreados hasta la muerte (Levítico 20:12).”[4]
Como bien reseña el profesor Arturo Collins, es en ese proceso que Tamar, desesperada por no tener marido ni prole, se disfraza como una prostituta para poder conseguir tener lo segundo. En esa época una mujer que no tenía prole o marido, estaba sentenciada a no existir como ser un humano. Ella pide garantía, “prenda” (“ʽărâbôn”) como parte del proceso de este encuentro. El pasaje bíblico dice que tres (3) meses más tarde le dieron la noticia a Judá de que Tamar estaba embarazada y él ordenó que la sacaran de la aldea y la quemaran. Judá creía que su nuera había pecado. Es entonces que ella exhibe las “prendas” que Judá le había dado como garantía. Es también interesante saber que es de esta relación que surge el descendiente de Judá que aparece en la genealogía de Cristo (Mat 1:3; Lcs 3:33). Phares (“perets”, H6557), cuyo nombre significa brecha, es a quien Dios escoge para continuar la genealogía de donde nace el León de la Tribu de Judá.
El mensaje implícito detrás del uso de este concepto en el Nuevo Testamento es que los creyentes en Cristo miramos las promesas que Dios nos ha hecho echando mano de la garantía que Dios nos ha dado: el Espíritu Santo. La buena noticia que esto comunica no es sólo que la Biblia está llena de promesas extraordinarias. La buena noticia incluye que podemos echar mano del garante que hemos recibido en cada ocasión que encontremos que las presiones, las tormentas de la vida y los ataques del infierno nos quieran hacer titubear.
Veamos algunas de esas promesas:
Vida Eterna:
Dios ha prometido vida eterna a quienes creen en Él. Esto se resume en Juan 3:16, que dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Paz:
El libro del profeta Isaías dice que Dios ha prometido guardar en completa paz a aquellos que confían en Él.
“3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” (Isa 26:3)
Provisión:
La Biblia dice en la Carta a Los Filipenses que Dios suplirá todas las necesidades de aquellos que confían en Él.
“Mi Dios, pues, suplirá todas vuestras necesidades conforme a las riquezas de su gloria en Cristo Jesús”. (Fil 4:19)
Dirección y guía:
La Biblia dice en el Libro de Proverbios que Dios nos exhorta a confiar en Él para recibir dirección.
“5 Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. 6 Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.” (Pro 3:5-6)
Fortaleza en medio de la debilidad:
El Apóstol Pablo dice en la Segunda Carta a la iglesia que estaba localizada en la ciudad de Corinto que nos debe bastar la gracia divina.
“9 Pero el Señor me dijo: «Mi bondad es todo lo que necesitas, porque cuando eres débil, mi poder se hace más fuerte[c] en ti». Por eso me alegra presumir de mi debilidad, así el poder de Cristo vivirá en mí.” (2 Cor 12:9, PDT)
Perdón:
Las Cartas juaninas enfatizan la promesa de perdón de Dios.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. (1 Jn 1:9)
Protección:
La Santa Palabra de Dios nos asegura que Dios está comprometido con la protección de los creyentes.
“4 Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad”. (Sal 91:4)
Esperanza y futuro:
La Biblia expresa de muchas maneras los planes que Dios tiene con su pueblo.
“11 Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. 12 En esos días, cuando oren, los escucharé. 13 Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme.” (Jer 29:11-13, NTV)
Los lectores saben que podemos continuar enunciando promesas que Dios nos ha regalado en Su Santa Palabra. Muchos de nosotros fuimos invitados a memorizarlas como parte del entrenamiento que recibimos en nuestra niñez. A continuación, otro grupo de estas.
Éxo 14:14 Éxo 20:12 Det 31:8 Jos 1:9 2 Cró 7:14 Sal 9:9–10
Sal 18:3 Sal 23:4 Sal 27:1 Sal 34:17 Sal 37:4 Sal 50:15
Sal 86:5 Sal 103:2–5 Sal 107:13–16 Pro 3:5–6 Pro 13:11 Pro 22:6
Isa 40:29 Isa 40:31 Isa 41:10 Isa 41:13 Isa 43:2 Isa 54:10
Isa 54:17 Mal 3:10 Mat 6:31–33 Mcs 11:24 Lcs 11:9–13 Jn 8:36
Jn 14:13–16 Rom 8:28 Rom 10:9–10 Efe 3:16–19 Fil 4:6–7 Stg 1:5
Stg 4:7 Stg 5:14–15 1 Jn 1:9 Apo 3:5
El mensaje central de esta reflexión es que Dios, en su infinito amor y misericordia, tuvo a bien dejarnos una garantía de que estas promesas se van a cumplir en nosotros sin importar lo que pueda estar sucediendo alrededor de nosotros. La invitación que nos hace la Palabra es a que echemos mano de ese “Garante” que nos han dado. Esto es, cuando lleguen los días buenos o los no tan buenos, cuando experimentos la bonanza o rujan las tormentas, en tiempos de salud y de enfermedad. El Espíritu Santo está ahí para garantizar y recordarnos que Dios va a cumplir todas sus promesas.
¿Qué propósito ulterior tiene todo esto? La Biblia dice que el cumplimiento de esas promesas tiene como meta final al menos tres (3) cosas. En primer lugar, que nosotros podamos parecernos a Cristo. En segundo lugar, que podamos vivir una vida recta. En tercer lugar, que podamos escapar de la corrupción y del juicio final. Veamos cómo lo describe la Palabra de Dios.
“3 Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a aquel que nos llamó por medio de su maravillosa gloria y excelencia; 4 y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.” (2 Ped 1:3-4, NTV)
¡Qué noticia tan extraordinaria es esta! El Espíritu Santo es entonces la garantía de que podemos parecernos a Cristo, evitar ser corrompidos por la maldad de este mundo y ser tenidos por dignos de escapar de los juicios venideros. ¡A Dios sea toda la gloria!
[1] Los lectores podrán encontrar 50 de estas en la siguiente dirección electrónica:
https://www.biblestudytools.com/topical-verses/gods-promises-verses-in-the-bible/
[2] https://dle.rae.es/garante.
[3] Behm, J. (1964–). ἀρραβών. En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 1, p. 475). Eerdmans
[4] Collins, A. (1992). Estudios Bı́blicos ELA: Ası́ comenzó todo (Génesis) (pp. 103–104). Ediciones Las Américas, A. C.
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