Reflexiones de Esperanza: Efesios: Análisis de las peticiones de la segunda oración de Pablo en la Carta a los Efesios (Parte XXI)

 “14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. 20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.”   (Efesios 3:14-21)
           
La tercera petición Paulina que encontramos en la oración que este Apóstol nos regala en el capítulo tres (3) de la Carta a los Efesios dice lo siguiente:

“También ruego que arraigados y cimentados en amor…” (Efe 3:17b, Nueva Biblia de las Américas)
           
Nuestra reflexión anterior nos permitió examinar un poco más de cerca el significado de la expresión “arraigados”: “rhizoō” (G4492). En esta reflexión nos proponemos analizar el significado de estar “cimentados.”

Repetimos que en ambas metáforas, la de las raíces así como la del fundamento, la base de operaciones es el amor de Dios.

Es ese amor el que nos reconcilia con el Padre. Es ese amor el que provee el sacrificio en la cruz del Calvario que nos agencia el perdón. Es ese amor el que nos conecta con la santidad de Dios y con el fruto del Espíritu. Es ese amor el que nos facilita la fe que nos justifica, nos propicia y nos redime. El Apóstol Pablo no vacila para afirmar que tenemos que estar arraigados y cimentados en ese amor; el amor redentor de Cristo.

Vimos en una reflexión anterior que el concepto griego que se traduce como cimentados es “themelioō” (G2311). Este concepto puede ser traducido como cimentados, fundamentados, poner un fundamento (Mat 7:25; Heb 1:10; Lcs 6:48), cimentar la fe, (voz pasiva) y/o ser afirmado (Efe 3:17; Col 1:23; 1 Ped 5:10).[1] Este concepto proviene del vocablo griego “themelios” (G2310), que significa fundamento (Lcs 6:48, 49; 14:29; Rom 15:20; 1 Cor 3:10, 11, 12; Efe 2:20; 2 Tim 2:19; Heb 11:10; Apo 21:19) o piedra basal (Ap 21:14+).[2]

Este es un concepto que invoca metáforas de construcción. En otras palabras, que el Apóstol Pablo está predicando que los creyentes en Cristo atravesamos por un proceso de construcción que requiere un fundamento único y que nosotros estemos cimentados en él.

Veamos esto desde otra perspectiva. La Biblia es escueta al afirmar que los creyentes en Cristo hemos sido edificados sobre un fundamento que nadie puede sustituir. Ese fundamento, ese “themelios” se llama Cristo.

“11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.” (1 Corintios 3:11-13)
 
Ese fundamento está firme: es inamovible.
 
“19 Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” (2 Timoteo 2:19)
           
La Biblia también dice que es sobre ese fundamento que nosotros hemos sido edificados (“themelioō”, G2311). Así lo dice en el Evangelio de Mateo y en el de Lucas:

“24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.” (Mateo 7:24-25)

“47 Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. 48 Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.” (Lucas 6:47-48)
 
La Biblia dice que somos fundamentados sobre esa roca, y que esto es vital para poder mantenernos establecidos, firmes en los días de pruebas:

“10 Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” (1 Pedro 5:10)
           
Conociendo estos datos cabe preguntar por qué es que el Apóstol Pablo hace esta petición en su oración. Sabemos que nuestra fe, la fe Cristiana, predica que los creyentes hemos sido edificados sobre la Roca inconmovible de los siglos. ¿Por qué es que hay que orar para estar cimentados, edificados sobre el amor de Dios?
           
La respuesta para esta pregunta no es muy complicada. La mayoría de los lectores estarán de acuerdo con que el problema nunca ha sido el fundamento. El problema somos nosotros; aquellos que hemos sido edificados sobre esa roca.

El ser humano ha probado durante dos milenios que en muchas ocasiones desarrollamos la inclinación a querer sustituir, añadir y/o complementar ese fundamento. En otras ocasiones decidimos redefinirlo de manera que este pueda estar “atemperado” a las realidades que vivimos, a nuestra comodidad o a nuestras perspectivas de vida.

Tenemos que subrayar que estas aseveraciones no pueden ser manejadas con superficialidad. Estas declaraciones son muy importantes. Tanto así, que la Iglesia que no las consideró con seriedad terminó enfrentando la Reforma Protestante.

Es cierto que podemos encontrar muchas motivaciones políticas detrás de las causas que condujeron a Martín Lutero a poner en marcha y desarrollar esa Reforma. No obstante, la realidad es que las bases fundamentales que produjeron esta fueron las transformaciones que había sufrido el fundamento de nuestra fe durante cerca de 1500 años antes de que Lutero reaccionara colocando un documento con 95 tesis sobre su reclamo en la Catedral de Wittenberg[3]. Lutero fue responsable de publicar muchos documentos adicionales en los que ampliaba estos axiomas teológicos.[4],[5]  
 
Veamos esto desde otra perspectiva: la histórica. Lutero nunca quiso dividir la Iglesia[6]. El grito de este monje agustino alemán era que la Iglesia había cambiado, sustituido, amoldado y deformado el fundamento sobre el que los creyentes en Cristo debemos estar edificados. Lutero quería denunciar y debatir las prácticas que la Iglesia histórica había establecido y proponer procesos que condujeran a la reformación de estas. Esto lo condujo a colocar ese documento titulado “Cuestionamiento al poder y eficacia de las Indulgencias”,[7] mejor conocido como las 95 tesis.  

Ese documento y fue colocado en esa Catedral allí el 31 de octubre de 2017.
 
La respuesta original de Lutero estaba basada en tres (3) principios fundamentales, a saber: la salvación por la fe, la Biblia como única regla de autoridad y de conducta y el sacerdocio universal del creyente
 
La Reforma Protestante respondió a la crisis de fe provocada por la sustitución del fundamento de la fe Cristiana y su sustitución con otras prácticas. La respuesta de esta Reforma ha sido ampliada y  sintetizada en cinco (5) principios básicos que son fundamento de nuestra fe en Cristo. Estos son:
 
Sola Scriptura      
La Biblia es la regla de autoridad y de conducta; el estándar por el que la conducta del creyente en Cristo tiene que ser medido. Ella sola enseña todo lo necesario para nuestra salvación y el perdón de nuestros pecados. Ella es inerrante en su autógrafo e infalible. Ningún credo, concilio, grupo magisterial o individuo está por encima de ella.
 
“14 Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; 15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:14-17, RV 1960)
 
Sola Fide
La justificación del creyente es a través de la fe en Cristo. A través de esa justificación por la fe, la justicia de Cristo es imputada a aquellos que lo reciben como Señor y como Salvador. Esta es la única forma de satisfacer la justicia perfecta de Dios.
 
“6 Así también, Abraham creyó a Dios, y Dios le tuvo esto en cuenta y lo reconoció como justo. 7 Por lo tanto, ustedes deben saber que los verdaderos descendientes de Abraham son los que tienen fe. 8 La Escritura, viendo de antemano que también entre los no judíos iba Dios a reconocer como justos a los que tuvieran fe, había anunciado a Abraham esta buena noticia: «Todas las naciones serán bendecidas por medio de ti.» 9 De manera que los que creen son bendecidos junto con Abraham, que también creyó. 10 Quienes ponen su confianza en la ley están bajo maldición, porque la Escritura dice: «Maldito sea el que no cumple fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley.» 11 Por tanto, está claro que nadie es reconocido como justo en virtud de la ley; pues la Escritura dice: «El justo por la fe vivirá.»”  (Gálatas 3:6-11, DHH)
 
Sola Gratia
Somos salvos por gracia; por la operación sobrenatural del Espíritu Santo que nos convence de pecado, de juicio y de justicia (Jn 16:8-11). No existe obra o mérito alguno que nos pueda salvar. La salvación no está basada en mérito alguno que podamos tener.  
  
“7 Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados. 8 Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento.”  (Efesios 1:7-8, NTV)
 
“4 Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto 5 que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!) 6 Pues nos levantó de los muertos junto con Cristo y nos sentó con él en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo Jesús.”  (Efesios 2:4-6, NTV)
 
“8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9, RV 1960)
 
Solo Christo
Sólo Cristo es el Mediador entre Dios y los hombres. En ningún otro hay salvación. Él es el nombre dado a los seres humanos para poder ser salvos.
 
“5 Porque no hay más que un Dios, y un solo hombre que sea el mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús. 6 Porque él se entregó a la muerte como rescate por la salvación de todos y como testimonio dado por él a su debido tiempo.”  (1 Timoteo 2:5-6, DHH)
 
“13 Dios nos libró del poder de las tinieblas y nos llevó al reino de su amado Hijo, 14 por quien tenemos la liberación y el perdón de los pecados. 15 Cristo es la imagen visible de Dios, que es invisible; es su Hijo primogénito, anterior a todo lo creado. 16 En él Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, tanto lo visible como lo invisible, así como los seres espirituales que tienen dominio, autoridad y poder. Todo fue creado por medio de él y para él. 17 Cristo existe antes que todas las cosas, y por él se mantiene todo en orden. 18 Además, Cristo es la cabeza de la iglesia, que es su cuerpo. Él, que es el principio, fue el primero en resucitar, para tener así el primer puesto en todo.” (Colosenses 1:13-18, DHH)
  
“11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:11-12, RV 1960)
 
Soli Deo Gloria          
Toda nuestra vida y todas nuestras acciones tienen que estar santificadas y desarrolladas para glorificar al Señor. Vivimos para dar gloria a Dios.
 
“36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.” (Romanos 11:36)
  
“31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” (1 Corintios 10:31)
 
“11 Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (1 Pedro 4:11)
 
“11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, 12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.”  (Apocalipsis 7:11-12)
 
Estos principios son inamovibles y no negociables. La Iglesia es Cristiana y los creyentes estamos en Cristo si estamos cimentados sobre estos principios. Es por esto que el Apóstol Pablo le pide a Dios que los creyentes estemos cimentados en el amor, en el amor de Dios. Estar cimentados, edificados, construidos sobre ese amor, no nos permitirá apartarnos de los fundamentos de nuestra fe. 
Referencias

[1] Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo Testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software.
   
[2] Swanson, J. (1997). Op.cit.

[3] https://www.history.com/topics/reformation/martin-luther-and-the-95-theses
   
[4] https://protestantedigital.com/ginebra-viva/56225/los-grandes-documentos-de-lutero-de-1520-a-500-anos-5-la- libertad-cristiana
   
[5] https://protestantedigital.com/ginebra-viva/56069/los-grandes-documentos-de-lutero-de-1520-a-500-anos-4-la-cautividad-babilonica-de-la-iglesia
   
[6] https://www.infobae.com/sociedad/2016/10/31/que-decian-las-95-tesis-de-martin-lutero-que-dividieron-la-iglesia/
   
[7] “Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum”

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