939 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 11 de febrero del 2024

939 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII •  11 de febrero del 2024
Una iglesia dirigida por el Espíritu de Dios (Pt. 6)

 
“14 Los hijos de Dios se dejan guiar por el Espíritu de Dios. 15 El Espíritu que ustedes han recibido ahora no los convierte en esclavos llenos de temor. Al contrario, el Espíritu que han recibido los hace hijos. Por el Espíritu podemos gritar: «¡Querido padre!» 16 El Espíritu mismo le habla a nuestro espíritu y le asegura que somos hijos de Dios.” (Rom 8:14-16, PDT)
 
Hace muchos años, uno de ms amados profesores de teología bíblica me recomendó leer un libro escrito por el Profesor Roger Stronstad: “La Teología Carismática de Lucas.”[1] Es obvio que leí ese libro prestando mucha atención al mensaje que su autor procuraba comunicar con este. Salvando algunas pequeñas discrepancias teológicas que hemos tenido con este autor, tenemos que afirmar que Stronstad realizó un trabajo extraordinario en la tarea de destacar el énfasis en las dimensiones principales de la actividad del Espíritu Santo, tanto en el Evangelio de Lucas, así como del libro de Los Hechos. Estas dimensiones son las siguientes:

  •  la conversión - salvación del creyente
  •  la santificación del creyente
  •  la adoración y el servicio del creyente

Se nos ha ocurrido realizar ejercicio bíblico con el fin de poder desarrollar una mejor comprensión del trabajo de Stronstad. El ejercicio consiste en examinar algunos ejemplos de los personajes bíblicos que Lucas describe como beneficiarios y/o depositarios de las operaciones (acciones, metas) y funciones (capacidades, tareas y finalidades) del Espíritu de Dios. Estamos convencidos de que estos ejemplos nos ayudarán a desarrollar una mejor comprensión del significado que Lucas le imprime a la llenura y a la dirección del Espíritu de Dios.

Evangelio de Lucas:

Juan el Bautista: lleno y dirigido por el Espíritu Santo
“14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; 15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. 17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.” (Lcs 1:14-17)

María: concibe por la operación del Espíritu Santo.
“35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” (Lcs 1:35)

Elisabet: llena del Espíritu Santo cuando se cumple la profecía que encontramos en Lcs 1:15, y
empoderada para profetizarle a María, la madre de Jesús.
“41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.” (Lcs 1:41-42)

Zacarías: lleno del Espíritu Santo para profetizar luego del nacimiento de Juan el Bautista.
“64 Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios.
65 Y se llenaron de temor todos sus vecinos; y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas. 66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? Y la mano del Señor estaba con él. 67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:”
(Lcs 1:64-67)

Simeón: viviendo bajo la operación, la revelación y la dirección del Espíritu Santo.
“25 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley,” (Lcs 2:25-27)

El mensaje del Evangelio descansa sobre los hombros de Uno que bautiza con Espíritu Santo y fuego.
“15 Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, 16 respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.  (Lcs 3:15-16)

Jesucristo: el Espíritu Santo reposa sobre él para sellar el inicio de su ministerio. Algunos han dicho que ese símbolo puede ser el cumplimiento de la profecía de Isa 42:1-4. O sea, que           cuando Dios unge a Jesús con el Espíritu en forma de paloma puede estar afirmando el uso       del poder de Dios con la mansedumbre, la ternura y el amor que habían sido profetizados.
“21 Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, 22 y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.” (Lcs 3:21-22)

Jesucristo: el Espíritu Santo lo llena y lo lleva al desierto; al escenario en donde nuestra fe es puesta a prueba.
“1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto
 2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre.” 
(Lcs 4:1-2)

Jesucristo: lleno del Espíritu Santo para predicar.
“14 Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.” (Lcs 4:14)

Jesucristo: ocho siglos antes había sido profetizado (Isa 61:1-3) que Él sería lleno del Espíritu Santo para predicar.
“16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor. 20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” (Lcs 4:18-21)

Jesucristo: se regocija en el Espíritu Santo.
“20 Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. 21 En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. 22 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 23 Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis; 24 porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.” (Lcs 10:20-24)

Jesucristo: prometiendo la presencia del Espíritu Santo como un regalo del Padre a aquellos que se lo pidan.
“13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lcs 11:13)

El Espíritu Santo como Maestro.
“11 Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; 12 porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.” (Lcs 12:11)

Hechos:
 
Jesucristo dando órdenes a sus discípulos por medio del Espíritu Santo (PDT, NTV, DHH)
“1 En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; 3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.” (Hch 1:1-2)

Jesucristo afirmando que los discípulos serían bautizados con el Espíritu Santo.
“5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” (Hch 1:5)

Jesucristo afirmando que la misión de los discípulos sería empoderada por el Espíritu Santo
“7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hch 1:7-8)

Los discípulos son llenos del Espíritu Santo.
“1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” 
(Hch 2:1-4)

El Espíritu Santo está disponible para toda persona que acepta a Jesús como su Salvador y se arrepienta de sus pecados.
“38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” (Hch 2:38-39)

Pedro: habla lleno del Espíritu Santo.
“8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel:
9 Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, 10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. 11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. 13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.”
  (Hch 4:8-13)

El Espíritu Santo llena a los que estaban orando y les empodera para hablar la Palabra de Dios con valentía.
“31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.  (Hch 4:31)

La llenura del Espíritu Santo como requisito para ocupar el ministerio del diaconado.
“3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; 6 a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.” (Hch 6:3-6)

Esteban: lleno del Espíritu Santo antes de partir a la eternidad.
“55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. 57 Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. 58 Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.”  (Hch 7:55-60)

Felipe: el Espíritu Santo le da instrucciones sobre la evangelización de un funcionario etíope.
“26 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y vé hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. 27 Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, 28 volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.
29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.
(Hch 8:26-29)

Felipe: arrebatado por el Espíritu Santo para que pueda ministrar en otro lugar.
“39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino. 40 Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.”  (Hch 8:39-40)

Pedro: recibiendo instrucciones del Espíritu Santo para ir a la casa de Cornelio.
“19 Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan.
20 Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado.”  

(Hch 10:19-20)

Pedro: testificando acerca de la experiencia en la casa de Cornelio.
“7 Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come. 8 Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca. 9 Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. 10 Y esto se hizo tres veces, y volvió todo a ser llevado arriba al cielo. 11 Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesarea. 12 Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón, 13 quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; 14 él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa. 15 Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. 16 Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.”  (Hch 11:7-16)

Sabemos que hay muchos ejemplos adicionales que podemos compartir aquí. No obstante, creemos que los que hemos compartido son más que elocuentes para demostrar la necesidad que tenemos de la presencia del Espíritu Santo. Esto es, ejemplos del Espíritu Santo llenando, empoderando, revelando y dirigiendo al creyente.

Los versos bíblicos que aparecen en el epígrafe de esta reflexión (Rom 8:14-16) afirman lo que ya conocemos: aquellos que hemos sido comprados por el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario tenemos que dejarnos guiar por el Espíritu Santo. Esta es una afirmación central para el desarrollo de nuestra fe, definiendo la fe, en este caso, como nuestra praxis Cristiana. En otras palabras, que esta dirección no es opcional. Los creyentes en Cristo queremos experimentar el desarrollo de nuestra fe en todas las dimensiones que esta posee. Por lo tanto, ya que el desarrollo de nuestra fe depende de la dirección que recibimos del Espíritu Santo, entonces esa dirección no debe cuestionarse y debe ser permitida sin reparos.

Estas aseveraciones no surgen de la hermenéutica, esto es, de la interpretación de la expresión
paulina. Es más, la hermenéutica de estas expresiones paulinas se desprende del análisis exegético del vocabulario que Pablo utiliza aquí.

Reconocemos que todos estos datos pueden ser tediosos, pero necesitamos trabajar con los mismos. Esta es la expresión paulina:

“….hosoi             gar   Pneumati Theou   agontai       hotou huioi eisin  Theou”[2]
 (….tantos como por el Espíritu de Dios son dirigidos estos hijos   son   de Dios[3])

El verbo “ago” (G71) es el que aparece aquí traducido como ser dirigidos. Pablo utiliza este verbo conjugándolo en presente indicativo, medio o pasivo en tercera persona plural (“agontai”). Esa conjugación (indicativo) se utiliza para afirmar o negar con certeza (oraciones enunciativas) o para preguntar algo (oraciones interrogativas directas).[4] Es importante destacar que todos los textos griegos consultados presentan este verso bíblico utilizando este verbo con esta conjugación.
 
Los resultados del análisis que hemos hecho hasta aquí nos llevan a la conclusión de que el Apóstol Pablo no nos está ofreciendo una sugerencia. Pablo está afirmando, indicando que esta es una característica que distingue a los hijos de Dios: ser dirigidos por el Espíritu Santo.

Él añade que esta clase de dirección debe ser recibida sin temor porque nosotros fuimos liberados de esa clase de esclavitud: la que produce y sustenta el temor. Pablo completa estas expresiones circulares afirmando que esta libertad es típica en aquellos que son hijos de Dios porque el Espíritu de Dios que nos dirige nos da testimonio (“symmartyrei”, G4828) de que somos hijos de Dios.

 En una nota al calce, la conjugación del verbo que se traduce aquí como testimonio, también aparece conjugado en presente indicativo activo, aunque en tercera persona singular.[5]
 


[1] Stronstad, Roger. 1994. La teología carismática de Lucas. Miami: Florida: Editorial Vida.
[2] https://biblehub.com/grammar/greek.htm
[3] Traducción literal realizada por el escritor de esta reflexión. [4]https://www.juntadeandalucia.es/averroes/centrostic/14004981/helvia/sitio/upload/Modos_Verbales.pdf
[5] https://biblehub.com/text/romans/8-16.htm


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1 Comment


Israel VillanuevaRuiz - February 12th, 2024 at 8:29pm

Gracias Pastor!!!

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