958 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 23 de junio del 2024

958 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII •  23 de junio del 2024
Dirigidos por el Espíritu Santo: el lugar de los dones espirituales 

 
“8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: 9 Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, 10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. 11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. 13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.” (Hch 4:8-13)
 
La presencia del Espíritu Santo que llenó a Pedro para que este pudiera responder a las amenazas de las autoridades político-religiosas de su época nos ha cautivado. El denuedo con el que Pedro les respondió les impactó y los turbó. Ellos reconocieron que esa valentía, esa confianza y/o la franqueza, la “parrhēsia” (G3954; Hch 2:29; 28:31; 2 Cor 7:4; Efe 3:12; 1 Tim 3:13; Flm 8; Heb 3:6; 4:16; 10:19, 35; 1 Jn 2:28; Hch 6:10)[1] con la que Pedro hablaba no era lo esperado de un “galileo pueblerino”: “….y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban” (Hch 4:13). Esta impresión se magnificaba al tener que reconocer que ellos sabían que Pedro y Juan habían estado con Jesús.

Es muy interesante el hecho de que Pedro y Juan no hablaran lenguas angelicales en ese discurso. También, que no hayan echado mano de un discurso profético o realizado señales y milagros adicionales que pudieran acompañar el milagro de la sanidad del cojo. Recordemos que la Biblia dice que el hombre que había sido sanado estaba allí con ellos.

“14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra.” (Hch 4:14)

¿Significa esto que los dones del Espíritu no eran importantes para estos Apóstoles? La respuesta a esta pregunta es una absoluta. Sabemos que los dones del Espíritu han sido y continuarán siendo herramientas vitales, no solo para los apóstoles del primer siglo, sino para la vida y los ministerios de la Iglesia en todas las épocas de la Iglesia.

Caben aquí algunas preguntas muy importantes: ¿qué lugar ocupan los dones espirituales, los carismas (“charisma”, G5486) del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia? ¿Cuáles son los fundamentos bíblicos que los sostienen? ¿Cuáles son las regulaciones bíblicas, si algunas, qué deben regir sus usos?

Sabemos que este tema ha generado una cantidad inusitada de conflictos en la Iglesia, particularmente en la posmodernidad. Es importante destacar que sabemos que este tema no es vital para la salvación de nuestras almas, pero el análisis bíblico-histórico de este tema sí lo es. Es por esto que creemos que tenemos que volver a compartir nuestra posición bíblico-teológica al respecto.

Hace cerca de 30 años analizamos este tema, el de los dones del Espíritu, en el libro “El Despertar de la Adoración.”[2] El siguiente extracto de lo publicado en ese libro resume nuestra posición teológica acerca de la estructura bíblico-teológica, el propósito, la importancia, la relevancia y la pertinencia de los carismas del Espíritu en la Iglesia a través de todas sus épocas.

Hacemos la salvedad de que este extracto no pretende acabar con las discusiones ni el análisis de un tema tan escabroso. Al contrario, es nuestro deseo que las aseveraciones que compartiremos en los próximos párrafos puedan despertar el deseo vehemente de los lectores a indagar con responsabilidad acerca de estas herramientas que nos provee el Espíritu Santo.

"Los Carismas del Espíritu"

No creo que cuando el Apóstol Pablo comenzó a hablar y a escribir acerca de los dones del Espíritu Santo, tuviera en su mente una mínima idea de todos los dolores de cabeza que este tema le traería a las iglesias de las generaciones posteriores. Al mismo tiempo, estoy seguro de que el Espíritu de Dios, sí sabía lo que estaba poniendo en la mente y en el corazón de este siervo de Dios.

Es por eso que tenemos tantos y tan ricos pasajes bíblicos sobre este tema; los "carismas" del Espíritu o los dones de gracia que da el Espíritu de Dios.

Me permito adelantar que este capítulo no se ha creado con fines doctrinales de énfasis denominacional alguno y mucho menos con carácter dogmático. Su propósito es provocar la sed en cada adorador, sed de profundizar un poco más en las funciones del Espíritu Santo en la vida y en los procesos de adoración de todo creyente. Claro está, algunas declaraciones planteadas aquí levantarán ronchas en algunas "pieles sensitivas", pero no tememos los resultados de esto, [en primer lugar, porque] estamos totalmente convencidos de todo lo que aquí exponemos y [en segundo lugar], porque uno de los propósitos fundamentales de este libro es presentar desafíos teológicos a los presupuestos que esgrimimos para justificar nuestra vida de adoración.

Si usted está seguro de lo que cree y lo puede sustentar con argumentaciones bíblico-teológicas sólidas y responsables, no tema en seguir leyendo. Si no lo está, le sugiero con toda humildad, se comunique con su pastor(a) y pídale una oportunidad para poner en blanco y negro sus postulados de fe. Luego, continúe esta lectura con mucha oración. Recuerde que el que escribe no tiene problema alguno para reconocer que la única norma de fe y conducta del creyente es la Santa Palabra de Dios.

Los adoradores deben entender que más allá de las dificultades y polémicas que genera este tema,se hace imprescindible conocerlo. Las siguientes aseveraciones dan fe del porqué de ello y en el transcurso de este capítulo las discutiremos un poco más:

[La Biblia dice que]:

- Los carismas no son nuestros, vienen de Dios (Santiago 1:17.)

- Es el Espíritu de Dios el que los otorga, y los da a quien Él quiere.

- La adoración requiere conocimiento, y los carismas del Espíritu forman parte de aquello que hay que conocer y a la vez, ayudan a obtener ese conocimiento.  

- Los carismas se han dado para agilizar varios procesos de la vida de la Iglesia, al mismo tiempo que facilitan la adoración.

- Los carismas del Espíritu han sido dados con los siguientes propósitos:
a. Perfeccionar a los santos (Efesios 4:12)
b. El ministerio (Efesios 4: 12)
c. La edificación de la Iglesia (Efesios 4:12)
d. La unidad de la Iglesia en la fe (Efesios 4:13)
e. Unidad en el conocimiento de Dios (Efesios 4:13)
f. Crecimiento hasta la estatura de Cristo (Efesios4:13)

- Todo adorador tiene al menos uno de esos carismas (1 Corintios 12:7)

- Son claves para la adoración (1 Corintios 14:25)

Para comenzar, debo señalar que un sólo escritor bíblico (Pablo) nos regala varias listas de dones o carismas y todos son distintos. Al leer estas comprobamos que bíblicamente sería un error hablar de nueve dones del Espíritu de Dios[3], pues en la Palabra de Dios, hay mucho más de nueve de ellos. Veamos esto de manera más gráfica;

Dones del Espíritu

1 Corintios 12:7-11, 28-30         Romanos 12:6-8           Efesios 4:11
sabiduría                                      profecía*                apóstoles          
palabra de ciencia                          servicio                  profetas*          
fe                                                 enseñanza**           evangelistas
sanidades                                     exhortación              pastores          
hacer milagros                               repartir                   maestros**
profecía*                                      presidir      
discernimiento                               hacer misericordia  
lenguas
interpretación de lenguas                                                                     * repetido
administran                                                                                        **repetido

(Nota: hay que estudiar 1 Pedro 4:10-11)

Todos estos carismas del Espíritu se pueden encontrar entre nosotros, salvo el de ser apóstol[4]. Al mismo tiempo, uno de los más "temidos" y amados (dependiendo del lugar en que se haga la pregunta) lo es el don de lenguas. Son muchas las posiciones que se han tomado respecto a este carisma del Espíritu. Intentar hacer un análisis responsable del mismo requería un libro mucho más voluminoso que éste. Pero es necesario enfatizar algunas posiciones claves para toda discusión responsable y seria de este carisma.

Hace algunos años tuve la oportunidad de leer un libro de Anthony A. Hoekema[5], en el que se hacía un énfasis de que el don de lenguas era de Dios, pero que no había evidencia de su presencia más allá del primer siglo; o sea, que este don desapareció después del primer siglo. Esta declaración abrió las puertas para cuestionar los fenómenos carismáticos ocurridos desde el siglo 19 hacia acá.

La sed de profundizar en esta posición, esgrimida por muchos estudiosos y escritores muy serios que citan a Hoekema como fuente primaria, me hizo seguir buscando hasta encontrarme frente a dos trabajos excelentísimos sobre este tema. Uno de ellos, el de Cyril G. Williams[6], señala que quien diga que el don de lenguas no trascendió el primer siglo, no ha mirado con detenimiento las notas históricas de Ireneo (130-202 D.C.), Tertuliano (160-220), los santos Medievales, el avivamiento pietista (siglo 17 y 18), los hugonotes en Francia (1620-1700), los cuáqueros y metodistas, los jansenistas de Francia, los Irvinistas de Inglaterra y los movimientos del siglo 19 en el éste y medio-este norteamericano.[7]”

A continuación, un ejemplo de los escritos de Ireneo de Lyon (130-202DC):

“Así también aquellos que son genuinamente sus discípulos reciben de él la gracia de realizar milagros en su nombre para el bienestar de los demás, todo según el don que cada uno ha recibido de él [cf. Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:7, 10]. Algunos exorcizan demonios, y muchos de los que así han sido limpiados de espíritus malignos llegan a creer en Cristo y unirse a la Iglesia. Otros tienen conocimiento previo de lo que vendrá: ven visiones y pronuncian profecías. Otros curan a los enfermos imponiéndoles las manos y quedan sanos. Además, como ya he dicho, también los muertos han resucitado y permanecen entre nosotros por muchos años.

¿Qué más debería decir? No es posible enumerar todos los dones que la Iglesia, en todo el mundo, ha recibido gratuitamente de Dios, en el nombre de Jesucristo (que fue crucificado bajo Poncio Pilato), y que ejerce día a día en beneficio de las naciones, sin engañar a nadie, ni recibir de ellos recompensa por estos milagros. Como ha recibido gratuitamente de Dios, también ministra gratuitamente a los demás [Mateo 10:8]”[8] (Traducción libre)

A continuación, un ejemplo de los escritos de Tertuliano:

“Por eso, vosotros, bienaventurados, a quienes espera la gracia de Dios, cuando os levantéis de ese santísimo baño del renacimiento y, por primera vez, extendáis vuestras manos con vuestros hermanos, a vuestra madre (= la iglesia), pedid del Padre, pedid del Señor, como don especial de su gracia, la distribución de los carismatas.”[9] (Traducción libre)

A continuación, un ejemplo de las experiencias de los Hugonotes en Francia (siglos 16-17):

“Además de las muchas profecías que estos niños pronunciaron, la predicación a menudo era nada menos que sobrenatural. Los niños y niñas, a menudo de tan solo 3 años, predicaban mensajes articulados en un francés pulido, que no era su lengua materna. El movimiento del Espíritu entre estos niños y niñas a partir de 1688 fue tan profundo que era como si el cielo estuviera observando el sufrimiento y los martirios de estos hugonotes, y la nube de testigos los aprobara. Debido a estos fenómenos sobrenaturales que ocurrieron entre ellos después del Acta de Revocación, estos hugonotes fueron llamados "Los profetas franceses". Cuando algunos de los profetas franceses fueron detenidos y examinados por “expertos” en la universidad de Montpellier, se descubrió que gozaban de perfecta salud y no se podía conectar ninguna causa natural con sus profundas declaraciones. Pero había que ponerle una causa a estas manifestaciones insólitas.” ”[10] (Traducción libre)

Veamos otro extracto acerca de los carismas del Espíritu publicado en el libro “El Despertar de la Adoración:”

“En los últimos 10 años he podido leer no menos de veinte volúmenes a favor o en contra de estas dos posiciones, pero el que más sorpresa e impacto me ha causado es uno producido por la iglesia católica.[11] En éste, se registra que en 1921, el obispo de Dijón, monseñor Landrieux, señaló que este carisma (el don de lenguas) era el "divino desconocido", un problema teológico, "un misterio vivido por la iglesia; domina su historia trasciende sus estructuras, permite finalmente alcanzar la efusión primitiva que le dio origen." A renglón seguido, este clérigo añade que los "protestantes lo dominan con nitidez.[12]"

Cada lector debe juzgar y evaluar este desafío teológico hasta llegar a sus conclusiones.

Queremos añadir a esta fase de introducción a este tema el hecho de que toda discusióndeberá tener en cuenta que la Iglesia es el producto del Espíritu, que fue Pentecostés el que le dio origen, y que ella seguirá siendo el Cuerpo de Cristo en la medida en que lo sea del Espíritu. Su sustancia, existencia y desarrollo se derivan del Espíritu. No se sorprenda al leer que estos últimos conceptos también forman parte de las declaraciones del obispo de Dijón.

También queremos añadir el argumento bíblico paulino que señala que las lenguas y las profecías pasarán, pero esto ocurrirá cuando venga lo perfecto, esto es, el Día del Señor (1Corintios 13:8-10).

Un detalle particular que se trasluce en esta discusión inicial, es el hecho de que los carismas del Espíritu son capaces de generar grandes controversias. Me parece que la culpa de que esto sea así es enteramente nuestra. Casi todas las controversias sobre este tema surgen a consecuencia de la posición que le queremos dar a los carismas en la iglesia; algunas posiciones reflejan mucha importancia y otras posiciones les relegan hasta el olvido. Ambas posiciones son incorrectas. Es cierto que no podemos obviar que la acción del Espíritu es más importante que los carismas. Es por esto que los carismas pueden dejar de estar presentes entre nosotros [:cuando le damos más importancia a estos que a la presencia de Espíritu Santo]. Pero no podemos imaginar una iglesia que pretenda operar como iglesia sin la presencia y el uso correcto de esos carismas. Después de todo, donde se encuentra la Iglesia allí está el Espíritu de Dios y dónde está el Espíritu de Dios, allí podremos encontrar su proceso de capacitación.

Todo adorador debe entender el papel que juegan los carismas del Espíritu en la vida de la Iglesia y en su propia vida. Si la Biblia señala que estos carismas son dados por el Espíritu, es porque Dios entiende que son necesarios para las funciones de la iglesia.

Antes de hacer referencia a esas funciones, permítame hacer una aclaración muy importante; los carismas no deben ser confundidos con las operaciones básicas que se desarrollan en todas las iglesias cristianas. Estos forman parte de esas operaciones básicas, pero no son las operaciones básicas de la iglesia.”[13]

Sin duda alguna que este análisis nos permite concluir que los dones del Espíritu siempre han estado presentes en la vida de la Iglesia Cristiana a lo largo de toda su historia.

Continuaremos con esta discusión en nuestra próxima reflexión.
 
   
[1] Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo Testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software.
[2] Esquilín, Mizraim. (1995). El Despertar de la Adoración. Miami: Editorial Caribe
[3] Aquellos que postulan la existencia de los nueve (9) dones lo hacen anclados en 1 Cor 12:4-11.
[4] Repase la página 40 de este libro (El Despertar de la Adoración) sobre los argumentos bíblicos que imposibilitan la presencia de los apóstoles en nuestra generación.
[5] Anthony A. Hoekema. 1977. El Bautismo del Espíritu Santo. Barcelona: Ediciones Evangélicas Europeas.
[6] Cyril G. Williams. 1981. Tongues of the Spirit. Cardif, Australia: University of Wales Press.
[7] Revisamos casi todas las notas históricas que ofrece Williams y comprobamos que son ciertas y fehacientes
[8] Irenaeus, Against Heresies, 2:32,4.
[9] De baptismo 20, 5; CCL 1, 295; SC 35, 96.
[10] https://revolutingnow.wordpress.com/2018/07/28/the-forgotten-huguenots-part-3-revival-among-the-french-   prophets/
[11] El Espíritu Santo Ayer y Hoy. 1974. Ediciones Secretariado Trinitario: Salamanca: Semanas de Estudios Trinitarios.
[12] Ibid., página 11.
[13] Esquilín, Mizraim. (1995). El Despertar de la Adoración….(pp. 171-175).









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