950 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 28 de abril del 2024

950 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII •  28 de abril del 2024
Una iglesia dirigida por el Espíritu de Dios (Pt. 13): la presencia y dirección del Espíritu Santo

 
“1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. 5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7 Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8 ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 9 Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12 Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13 Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto. 14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15 Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16 Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: 17 Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; 18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. 19 Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; 20 El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; 21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”  (Hch 2:1-21, RV 1960)
 
Nuestra reflexión más reciente acerca de este tema fue dedicada a describir cómo es que la Iglesia Cristiana nace en el Día de Pentecostés. Vimos en esa reflexión que el modelo de la Iglesia que el Espíritu Santo forma y empodera ese día posee una estructura muy particular y única en su clase. Esto incluyó la explicación de por qué Dios escogió esa fecha para el nacimiento de la Iglesia.

Junto a ese énfasis, decidimos compartir lo que sucede cuando la Iglesia del Señor no sigue ese modelo. Resumimos ese segmento de la reflexión señalando que los peligros a los que esa Iglesia se expone se convierten en recetas tóxicas para los miembros que la componen, al mismo tiempo que provoca que se desvirtúe el sentido de la misión que la Biblia ha definido para la Iglesia de Cristo el Señor.

Otro aspecto que cubrimos en esa reflexión fue una presentación sencilla y somera del fenómeno de las mega iglesias. Para esta presentación echamos mano de varios estudios realizados hace cerca de 30 años. Tal y como vimos en la reflexión anterior, aunque algunos de esos estudios fueron criticados de inmediato por estar viciados, otros, ya nos permitían conocer las fortalezas y las debilidades de esos modelos eclesiásticos. Los planteamientos finales de esa reflexión nos llevaron a concluir que estamos ante la   necesidad de otro pentecostés, de otro avivamiento.

Reconocemos que nos sería la primera ocasión en la que Dios nos visita así. Hay un excelente artículo sobre este tema en las redes cibernéticas: “¿Qué es un avivamiento? 18 ejemplos de despertares espirituales en la historia de la iglesia.”[1] Este incluye varias definiciones de lo que es un avivamiento, provistas por J.I Packer y Martin Lloyd Jones, entre otros. Junto a estas definiciones, el autor de este artículo procede a resumir lo que varios teólogos responsables han identificado como los elementos que poseen los avivamientos. A renglón seguido, este artículo presenta 18 avivamientos que hemos experimentado desde el siglo 18 en adelante.
 
Sin restar al esfuerzo desarrollado por ese compañero en el ministerio, desde un ambiente más académico, el Dr. Martin Lloyd Jones predicó una serie de 24 sermones sobre este tema durante su pastorado en la Capilla de Westminster. Estos sermones han sido publicados bajo el título “Avivamiento: Una serie de 24 sermones predicados en la Capilla de Westminster en el centenario del Avivamiento de Gales (Spanish Edition) Kindle Edition.” El Dr. Lloyd Jones señalaba en esos sermones que la Iglesia del Señor ha necesitado de una visitación así en cada una de sus épocas.

La tarea para escribir el prólogo y la presentación de ese libro fue entregada al Dr. J.I. Packer. Packer señala en ese prólogo lo siguiente:

“El avivamiento para “el Doctor” significaba mucho más que el evangelismo que produce conversiones, y más que la animación, entusiasmo y un presupuesto equilibrado en la iglesia local. Lo que él estaba buscando era la nueva calidad de vida espiritual que se obtiene a través de conocer la grandeza y cercanía de nuestro Creador santo y lleno de gracia; algo que en tiempos anteriores hubiera sido llamado engrandecimiento del corazón, y el corazón por lo general empieza con un sentido profundo del poder y la autoridad de Dios en la predicación del mensaje bíblico. Él llegó a saber un poco de esto en su congregación galesa del sur, y lo estudió en los registros de los ministerios de hombres tales como Whitefield y Edwards, y en los anales del avivamiento de Gales en 1859, y nuevamente en su niñez en 1904. Pero especialmente lo percibió en los testimonios del Nuevo Testamento de la intensidad y profundidad de la era después de Pentecostés de la cual procedieron los escritos apostólicos. Esto, y nada menos que esto, era lo que significa para él el avivamiento.
 
La visitación divina que revive, [sostiene], no puede ser precipitada por el esfuerzo humano, aunque es cierto que nuestro descuido y falta de búsqueda del mismo puede efectivamente apagar el Espíritu y bloquearlo. Reconocer nuestra presente impotencia y clamar a Dios por tal visitación es, como él lo vio, una prioridad suprema para la iglesia de hoy. Pero no haremos esto hasta que entendamos la necesidad de un avivamiento, y eso no sucederá hasta que veamos que nada menos que esto nos puede ayudar. La autoconfianza, sin embargo, oculta esto de nosotros el día de hoy. ¿Cambiaremos alguna vez en este aspecto?”[2]

En su carácter personal, James Innell Packer definió el avivamiento de la siguiente manera: “la visitación vivificante de Dios a Su pueblo, tocando sus corazones y profundizando Su obra de gracia en sus vidas.”[3] Según este amado teólogo, hay unas características que identifican un avivamiento:

  • Conciencia de la Presencia de Dios: la primera característica, que es fundamental en el avivamiento, es la percepción de que Dios se ha acercado maravillosamente en Su santidad, misericordia y poder.
  • Responsabilidad con la Palabra de Dios: la percepción de la Presencia de Dios imparte nueva autoridad a Su verdad.
  • Sensibilidad al pecado: una conciencia profunda de las cosas pecaminosas y de cuán pecaminosos somos, es la tercera característica a notar de un avivamiento.
  • Vida en comunidad: una iglesia avivada está llena de la vida, el gozo y el poder del Espíritu Santo.
  • Un testimonio fructífero: el avivamiento siempre trae un desborde evangelístico y ético al mundo. [4]

No debe sorprendernos que estas sean las mismas características que encontramos en las personas que fueron impactadas por el derramamiento del Espíritu Santo el Día de Pentecostés.

El Dr. Elmer L. Towns y el Profesor Douglas Porter también publicaron un libro acerca de este tema en el año 2000: “The ten greatest revivals ever: from Pentecost to the present.”[5] De hecho, la disertación doctoral de Porter trató acerca de un análisis intenso de los avivamientos evangélicos en la historia y sus implicaciones para el evangelismo. Estos académicos nos ofrecen varias definiciones acerca de lo que es un avivamiento. Una de estas dice lo siguiente:

“Un avivamiento evangélico es una obra extraordinaria de Dios en la que los cristianos se arrepienten de sus pecados al volverse intensamente conscientes de Su presencia entre ellos, y manifiestan una respuesta positiva a Dios en una obediencia renovada a la voluntad conocida de Dios, lo que resulta tanto en una profundización de su experiencia individual y corporativa con Dios, y una mayor preocupación por ganar a otros para Cristo.” [6] (traducción libre del escritor de esta reflexión).
 
En una nota editorial, el título de este libro nos deja saber que los avivamientos analizados en este no son los únicos avivamientos que han ocurrido en la historia de la Iglesia.  
 
Tal y como señalan todas estas publicaciones, la mayoría de esas visitaciones del Espíritu Santo son identificadas hoy por los nombres con los que la historia los marcó. Por ejemplo, el avivamiento conocido como el Gran Despertar (Great Awakening, Jonathan Edwards, 1734),[7] el avivamiento de Gales (Evan Roberts, 1904)[8], y el de la Calle Azusa (William J. Seymour, 1906)[9] son sólo algunos de estos.
 
El resumen de todos estos datos es sencillo: si Dios decidió visitarnos con su Espíritu en todas esas ocasiones, lo puede hacer una vez más. Dios conocía las necesidades que tenía la Iglesia en cada una de esas épocas y esto le llevó a sorprendernos con una visitación del Espíritu Santo. Es un secreto a voces que la Iglesia de la posmodernidad necesita un avivamiento.

Sabemos que el pasaje bíblico que aparece como epígrafe de esta reflexión presenta el nacimiento de la Iglesia, el ambiente en el que ella nace, cómo es empoderada por el Espíritu Santo, así como responde a la pregunta más importante que aparece en ese pasaje bíblico:

“12 Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?”
 (Hch 2:12)

Como hemos visto, otro aspecto que cubre este pasaje bíblico es el de las descripciones de las características que identifican a aquellos que son impactados por un avivamiento.

Al mismo tiempo, el análisis del Libro de los Hechos nos permite conocer que lo sucedido el Día de Pentecostés, la experiencia descrita allí, no puede ser tratada como algo casual: no se trata de algo singular. En otras palabras, este no es un evento que ocurre una sola vez. El Libro de los Hechos está lleno de experiencias similares que se repetían donde quiera que el Señor movía a la Iglesia y a cada uno de sus miembros.

La llenura del Espíritu Santo empoderando a los creyentes que vemos en el verso cuatro (4) del capítulo dos (2) del Libro de Los Hechos, lo vemos otra vez cuando Pedro se levanta para responder frente a los  gobernantes de turno: “8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo..” (Hch 4:8). Lo vemos cuando la Igelsia ora pidiendo dirección y autoridad para responder a las amenazas recibidas: “y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hch 4:31). Lo volvemos a ver cuando se establecen los resquisitos para el diaconado: “el Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo” (Hch 6:3). Esto se repite en la descripción de las caracterísiticas de Esteban, el primer mártir de la Iglesia: “55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo,” (Hch 7:55).

Esa misma llenura la vemos como parte de la estructura y las características que necesitaba Saulo de Tarso para poder desarrollar los ministerios que le serían requeridos (Hch 9:17). Al mismo tiempo, la Biblia dice que esa llenura fomaba parte de las características de un poderoso ministro llamado Bernabé: “24 Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe.” (Hch 11:24). Es por cierto la fuente de autoridad con la que Pablo puede reprender a un mago llamado Elimas (Hch 13:9).

No debe sorprendernos que este sea uno de los requisitos que se le pide a la Iglesia:

“18……antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” (Efe 5:18-20).

Esto es así porque la nueva humanidad creada en Cristo y empoderada por el Espíritu Santo no es  un contructo social desarrollado por las intervenciones de la institucion eclesiástica. Como decía el Dr. Robert Alexander Webb:

“….ese nuevo hombre no es una transubstanciación teológica; un ser cuya substancia ha sido convertida de forma sobrenatural en otra clase de substancia. Tampoco es una transmutación científica; una especie que evoluciona en otra. La regeneración no es una reconstrucción metafísica; un ser humano con un equipo mental nuevo. La regeneración describe a un Cristiano convertido: un hombre natural que por la intervención del Espíritu Santo posee una nueva moral reinante dentro del escenario que provee y provoca un nuevo y renovado corazón espiritual.[10]
 
La regeneración que produce el Espíritu de Dios en el creyente es el producto del derramamiento que empodera y que transforma a ese ser humano. Es por esto neesario que el creyente se mantenga lleno de esa presencia. Esa esa llenura constante la que permite lo que dice el Apóstol Pablo en el capítulo tres (3) de la Segunda Carta a los Corintios cuando dice lo siguiente:

“18 Con la cara descubierta, todos nos quedamos mirando fijamente la gloria del Señor, y así somos transformados en su imagen cada vez con más gloria. Este cambio viene del Señor, es decir, del Espíritu.” (2 Cor 3:18, PDT).
 


[1] https://biteproject.com/avivamientos-historia-de-la-iglesia/
[2] Lloyd-Jones, Martyn. Avivamiento: Una serie de 24 sermones predicados en la Capilla de Westminster en el centenario del Avivamiento de Gales (Spanish Edition). Publicaciones Faro de Gracia. Kindle Edition
[3] https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/avivamientos-estados-unidos/
[4] Tomado de http://www.iglesiareformada.com/Packer_Senales_Avivamiento.html
[5] Towns, Elmer L. y Douglas Porter. 2000. The ten greatest revivals ever: from Pentecost to the present. Ann Harbor, Michigan: Servant Publications.
[6] Op. cit. p. 12
[7] https://tabletalkmagazine.com/article/2018/07/jonathan-edwards-first-great-awakening/
[8] https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/avivamiento-lecciones-gales/
[9] https://www.decadeofpentecost.org/ebooks/Azusa-Spanish.pdf
[10] Webb, R. A. (1915). Man, New. En J. Orr, J. L. Nuelsen, E. Y. Mullins, & M. O. Evans (Eds.), The International Standard Bible Encyclopaedia (Vols. 1–5, p. 1975). The Howard-Severance Company.





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