945 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 24 de marzo del 2024

945 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII •  24 de marzo del 2024
La entrada de Cristo a Jerusalén: anticipos de su regreso en gloria
 
“29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, 30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. 32 Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. 33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. 35 Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. 36 Y a su paso tendían sus mantos por el camino. 37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, 38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! 39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40 Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían. 41 Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, 42 diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. 43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 44 y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.”

El pasaje bíblico que le da vida a esta reflexión describe una de las escenas más poderosas del período de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor. Este pasaje del Evangelio de Lucas describe lo que la tradición ha decidido identificar como la entrada triunfal de Cristo a la ciudad de Jerusalén.  Sabemos que esta historia sirve como la puerta de entrada a los escenarios que nos conducen a todos los eventos que forman parte del corazón de la historia de nuestra salvación.

Esta historia forma parte del cumplimiento de muchas profecías que encontramos en el Antiguo Testamento acerca de nuestro Señor y Salvador Jesús:

“9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” (Zac 9:9)
 
Hace 11 años compartimos que una de mis compañeras de oración, una joven abogada que este año cumple 106 años de vida (94 de ellos como miembro-bautizada de la Iglesia), me llamaba a reflexionar sobre esta narrativa. Ella me decía que las lecturas teológicas que se han hecho por los pasados 2 mil años a los pasajes bíblicos que relatan esta experiencia (Mt 21; Mcs 11; Lcs 19; Jn 12), nos colocan de frente a no menos de cinco (5) entradas de Jesús. He aquí un resumen de estas a base de la lectura que hace Lucas el médico amado: en Lucas 19:1 Jesús entra a Jericó; en Lucas 19:5 Jesús se auto-invita a entrar a la casa de Zaqueo; en Lucas 19:8-10 Jesús entra al corazón de Zaqueo; en Lucas 19:28-42 Jesús entra a Jerusalén (ver Mat 21:10) y en Lucas 19:45-47 Jesús entra al templo (ver Mat 21:12-16).

Hemos compartido en otras ocasiones que Jesús comienza estas entradas con la llegada a Jericó. Este Jericó no tiene nada que ver con la ciudad que fue destruida por Israel en su conquista de la tierra prometida (Jos 6). Esta ciudad es la Jericó Herodiana, levantada por Herodes el Tetrarca como un monumento a su personalidad y como un símbolo de su poder. Le llamaban la ciudad de las palmeras por los centenares de palmeras que adornaban sus entradas y sus salidas. Josefo dice que en esta ciudad Arquelao y Pompeyo, este último un general Romano, tenían palacios de verano. Herodes poseía en esta ciudad otro palacio similar con piscinas de aguas termales. La historia de esta ciudad nos deja absortos al saber que en el año 34 A.C. Marco Antonio decidió regalarle esta ciudad a Cleopatra como un símbolo de su amor.

Esta ciudad era también testigo mudo de asesinatos y crímenes crueles cometidos y/o avalados por los más altos niveles del gobierno de la época. En esa ciudad Herodes mató Antípater, uno de sus hermanos que amenazaba con quedarse con su trono. Herodes, que era Idumeo y que algunos señalan que tenía una madre árabe, aprovechó la muerte de Julio César para pedir a Roma que lo restaurara como rey y señor de esa región. La muerte de Antípater, simpatizante de Julio César, cerraba ese capítulo. En esa Jericó, Herodes mató a Aristóbulo, Sumo Sacerdote que no estaba de acuerdo con sus políticas públicas ni privadas. En fin, esta Jericó era una ciudad bella por fuera, pero llena de intrigas y derramamientos de sangre por dentro. ¡Jesús entró a esa ciudad!

La entrada de Jesús a Jericó es entonces una sentencia divina. Esa sentencia dice que los poderes de los hombres de la tierra son pasajeros. Los Herodes de todos los tiempos, los imperios de la tierra, todos ellos poseen principio y fin. ¡Solo nuestro Dios es eterno! La celebración de esta semana comienza con la entrada de Jesús a las Jericó de todos los tiempos. La historia siempre ofrecerá el mismo resultado. Los poderes de los hombres pasarán, pero nuestro Señor seguirá sentado en un trono eterno. Usaremos el nombre de Herodes para llamar a nuestros perros, más nos postraremos sobre nuestros rostros cuando mencionemos el nombre de Jesús el Señor, el Rey de reyes y Señor de señores.

En las reflexiones de Semana Santa del 2022 decíamos que la primera entrada de Jesús dirige la atención a su segunda entrada. Esto es, cuando Él regrese como Señor de señores.

Primera entrada                             Segunda entrada

1. Sobre un pollino.                                         1. Sobre un Gran Caballo Blanco (Apoc 19:11,19)
2. Entra sólo                                                    2. Entrará con los santos y sus ángeles.
3. Entra para usar una corona de espinas.   3. Trae consigo la corona del Vencedor.
4. Lo llaman Rey de los Judíos.                     4. Lo llamarán Rey de reyes.
5. No posee dinero para pagar impuestos.  5. Es dueño de todo lo que existe en la Creación.
6. Se mofan de él y lo ridiculizan                   6. Temerán y temblarán ante Él.
7. Entra como hombre.                                    7. Entra como Dios.
8. Actúa en humildad y mansedumbre.         8. Viene con poder y gloria.
9. Hay clavos en sus manos y pies.               9. Tiene un cetro en sus manos.
10. Es colgado en la cruz.                              10. Se sienta en su Trono.
11. Es juzgado por Pilato y Herodes.              11. Es el Juez de toda la Tierra
12. Entra como cordero.                                 12. Es el León de la Tribu de Judá

Ahora bien, el pasaje del Evangelio de Lucas que aparece en el epígrafe de esta reflexión incluye algunos detalles específicos de lo que sucedió en ese día. De entrada, nos revela el lugar de dónde Jesús viene para entrar a la ciudad de Jerusalén: “llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos” (Lcs 19:29). También nos describe el medio de transportación que Jesús utilizó para entrar a la ciudad: “y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima” (v.35). Además, este pasaje bíblico nos permite conocer el lugar por dónde Jesús entró a la ciudad: “cerca de la bajada del monte de los Olivos” (v.37).

El año pasado (2023), en nuestra reflexión acerca de este tema, compartimos que existe un fresco encontrado en 1877 cerca de Betania que muestra las figuras de dos (2) discípulos desatando a una asna y a su pollino.[1] Decíamos allí que este fresco formaba parte de una posible capilla que fue construida cerca del lugar en el que ocurrieron estos hechos. Este dato puede conducirnos a la conclusión de que con toda probabilidad los animales que describen los relatos bíblicos fueron hallados en Betania, que era la aldea que estaba frente a Betfagé (Mat 21:1-2). Incluimos allí el dato de que Betania se encontraba a unas dos (2) millas de Jerusalén, en el lado opuesto de la cresta del Monte de los Olivos desde la que uno mira la ciudad santa.[2]
 
O sea, que este dato arqueológico confirma que Jesucristo venía de un lugar entre Betfagé y Betania. Esto es, de un lugar al este de la ciudad de Jerusalén. Además, esta información nos sirve para identificar la puerta de la ciudad que Jesús utilizó para entra a Jerusalén.

Sin duda alguna que esa puerta es la puerta conocida como la “Puerta del Este” (Neh 3:29) o la “Puerta de la Misericordia”; “Sha’ar Harachamimi”,[3]  puerta encontrada en el lado este de la ciudad. Esta puerta ha estado de frente al Monte de los Olivos desde siglos previos al nacimiento de Cristo.[4] Esta tenía una rampa de acceso que no sólo permitía el acceso a la ciudad, sino que también proveía acceso directo al lugar en el que se encontraba el templo de Jerusalén. Además, estudios arqueológicos revelan que sobre ella pudo haber estado un grabado del “Shushan Palace”[5], palacio en el que Ester fue utilizada por Dios para abogar a favor del pueblo de Israel (Est 4:1-6:14).[6],[7] Adjunto una representación gráfica de cómo lucía el muro oriental y esa puerta durante el tiempo de Jesús y cómo luce hoy[8].  
Hay un pequeño vídeo acerca de este lugar en el muro de la ciudad de Jerusalén al que los lectores pueden tener acceso: https://www.facebook.com/travelwithfriendsofficial/videos/the-present-eastern-gate-is-located-on-the-eastern-wall-of-the-old-city-opposite/2886931284887748/.

Durante la ocupación musulmana, esa puerta fue rebautizada por estos como “Bab al-Zahabi”, “Bab al-Dhahabi” (“Golden Gate”, Puerta de la Vida Eterna)[9] o “Bāb al-Raḥma” (Puerta de la Misericordia).[10]
 
La historia dice que esta fue cerrada en el año 812 (D.C.), reabierta por los Cruzados en e1 1102 (D.C.) y vuelta a cerrar en el 1541 por el Sultán Otomano Suleimán. La historia dice que este Sultán ordenó ese cierre para evitar el cumplimento de la profecía de que el Mesías entraría por esa puerta para reinar sobre Jerusalén.[11]
 
“1 Me hizo volver hacia la puerta exterior del santuario, la cual mira hacia el oriente; y estaba cerrada. 2 Y me dijo Jehová: Esta puerta estará cerrada; no se abrirá, ni entrará por ella hombre, porque Jehová Dios de Israel entró por ella; estará, por tanto, cerrada. 3 En cuanto al príncipe, por ser el príncipe, él se sentará allí para comer pan delante de Jehová; por el vestíbulo de la puerta entrará, y por ese mismo camino saldrá.” (Eze 44:1-3)

En adición a esto, Suleimán decidió poner un cementerio al frente de esa puerta entendiendo que un sacerdote o una persona consagrada para el servicio en el templo no podía acercarse a los muertos.

Hay dos (2) cosas que Suleimán pareció no entender. La primera es que, tal como dice el profeta Ezequiel, la gloria de Dios había entrado por ella; “porque Jehová Dios de Israel entró por ella.
Además, que Cristo, que es el resplandor de la gloria de Dios (2 Cor 4:6; Heb 1:3), ya había entrado por esa puerta (Lcs 19:29-44). La segunda es que ningún cementerio podrá detener a Cristo cuando Él regrese en gloria. Ese día se cumplirá lo que falta de la profecía de Ezequiel:

 El profeta Ezequiel describe que la gloria de Dios abandonó el templo y la ciudad de Jerusalén por esa puerta (Eze 10:3-5, 18-19). Este profeta añade en el libro de su profecía que cuando la gloria de Dios regrese a Jerusalén también lo hará por esa puerta

“Entonces me llevó a la puerta, es decir a la puerta que da al oriente. 2 Allí noté la gloria del Dios de Israel que provenía del oriente haciendo un ruido tan fuerte como el de un mar enfurecido. Su gloria iluminó la tierra. 3 Fue como la visión que había visto antes, como la visión que vi cuando Dios vino a destruir la ciudad, como la que vi junto al canal Quebar. Me incliné rostro en tierra. 4 Luego la gloria del SEÑOR entró en el templo por la puerta que da hacia el oriente.” (Eze 43:1-5, PDT).

En otras palabras, que la entrada de Cristo a la ciudad de Jerusalén debe ser vista como un anticipo del cumplimiento de esa profecía del Antiguo Testamento.

Por otro lado, es muy interesante el dato de que el pasaje del Evangelio de Lucas que estamos analizando nos permite conocer las expresiones de alabanzas que salen de los labios de aquellos que reciben a Jesús.

“.…toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, 38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas.” (Lcs 19:37b-38).

Otras versiones bíblicas describen ese momento como que “todo el grupo de seguidores comenzó a gritar de alegría y a alabar a Dios por los muchos milagros que habían visto” (PDT). O sea, que la presencia de Cristo como Rey provoca estas reacciones. Lo que hace este punto aún más interesante es que el pasaje lucano describa que algunas de las alabanzas de los discípulos, así como las del pueblo. Lucas nos dice que estas eran muy parecidas a las que utilizaron los ángeles cuando cantaban en los campos de Belén la noche en la que nació nuestro Señor y Salvador.

“13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: 14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”  (Lcs 2:13, RV 1960)

Es que la presencia de Cristo, cualquier lugar en el que Cristo entre, provoca las alabanzas en los cielos y en la tierra. El Rey de reyes y Señor de señores provoca con sus entradas que todo lo creado bata las manos en Él (Sal 47:1; 67:3-5; 117:1). Basta verle entrar al corazón de un ser humano para comprobar cómo es que este comienza a experimentar que su vida es transformada en una navidad eterna.

Esto es así porque la entrada de Cristo en el corazón del ser humano garantiza que será quitado todo obstáculo que impida que podamos ver a Dios. Esa entrada garantiza que toda puerta cerrada será abierta, y que todo aquello que esté muerto sea traído a la vida. Esto es así porque la entrada de Jesús garantiza la llegada de la gloria de Dios, lo que Lucas llama la visitación de la aurora de la salvación (Lcs 1:78). Esto es así porque la entrada de Jesús garantiza la llegada del Reino de los cielos y la visitación del Rey de reyes. Esto es así porque esa entrada garantiza la respuesta al “hossana” (H3467-H4994), al “sálvanos ahora” que emana del corazón de aquellos que anhelan la salvación del Señor.

Esto es así porque la entrada de Cristo al corazón del ser humano es la entrada de la gloria de Dios en ese lugar. La entrada del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo en el corazón del ser humano es un anticipo del regreso en gloria de nuestro Señor.
 


[1] Foster, L. (1986). Luke: Unlocking the Scriptures for You (pp. 237–238). Standard.
[2] Utley, R. J. (2004). The Gospel according to Luke: Vol. Volume 3A (Lk 19:29–40). Bible Lessons International.
[3] https://theculturetrip.com/middle-east/israel/articles/the-story-behind-jerusalems-sealed-golden-gate
[4] https://www.ritmeyer.com/2013/05/08/the-eastern-gate-of-the-temple-mount-in-jerusalem/
[5] https://jewishaction.com/jewish-world/history/riddle-shushan-gate/
[6] https://biblereadingarcheology.com/2018/09/20/shushan-the-citedal/
[7] https://gladtidingsmagazine.org/the-palace-at-shushan/
[8] https://jewishaction.com/jewish-world/history/riddle-shushan-gate/
[9] https://www.beinharimtours.com/the-golden-gate/#:~:text=In 1541 the Ottoman Sultan,return through the Golden Gate.
[10] https://academic.oup.com/jis/advance-article-abstract/doi/10.1093/jis/etad032/7238440
[11] https://jewishaction.com/jewish-world/history/riddle-shushan-gate/



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