952 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 12 de mayo del 2024

952 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII •  12 de mayo del 2024
La promesa que Dios nos dio en Cristo: el poder del Espíritu Santo


“8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hch 1:8)
 
Nota editorial:
 
Hoy domingo celebramos el día de las madres. Aunque esta reflexión no ha sido escrita para tocar el tema de la maternidad, sus privilegios y sus responsabilidades, sabemos que sin duda alguna uno de los regalos más importantes que una madre puede recibir en este día es la promesa del poder del Espíritu Santo. Oramos para que todas las madres que adoran y sirven junto a nosotros puedan recibir esa visitación gloriosa del Consolador.

Los sermones presentados el pasado domingo por el Rdo. Dr. Manuel A. Anguita Alvarado nos han conducido a reflexionar acerca de la promesa que el Señor Jesús nos dejó antes de ascender a los cielos. Esa promesa está definida en el verso ocho (8) del capítulo uno (1) del Libro de Los Hechos: “...8 pero recibiréis poder.”

Tal y como señalaba el Pastor Anguita en sus sermones, esa promesa perseguía un fin, una meta: empoderarnos para poder ser testigos (“martus”, G3144). Compartimos la definición de este concepto en la edición de El Heraldo publicada el seis (6) de diciembre del año 2015:

“También hemos analizado el significado que posee el concepto testigo. Ese concepto (“testigo,” martus, G3144), proviene del ambiente de las cortes de justicia y emana del vocablo griego mártir. De la definición provista por uno de los mejores jueces que ha tenido la Rama Judicial de PR (el Rdo. Jorge L. Escribano Medina), se desprende que un testigo tiene que cumplir con los siguientes tres (3) requisitos:
 
a.         haber presenciado el hecho
b.         recordar lo que vio 
c.         ser capaz de describir lo que vio.”


La promesa que Cristo nos hizo como Iglesia describe que seríamos empoderados, que recibiríamos poder (“dunamis”, G1411) para ser capaces de cumplir con estos requisitos. Esto es, haber presenciado y experimentado el poder transformador del mensaje del Evangelio. Ser capaces de recordar “lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (1 Jn 1:1). Además, ser capaces de describir lo que hemos visto como testigos de ese poder.
 
La promesa que Cristo nos hizo describe que el poder derramado por el Espíritu Santo empodera a los creyentes de tal manera que puedan ser capaces de poner en práctica estas características y hacerlo con señales de lo alto y con una pasión que les permita enfrentar la misma muerte, de ser necesario.

Una de las muchas virtudes que poseen los sermones que predicó este compañero en el ministerio, es que él decidió, con mucha gracia, segmentar el cumplimiento de esta promesa en dos secciones. En primer lugar, la promesa como el evento de lo que fue y es: ese derramamiento. En segundo lugar, la promesa como un proceso que acompaña a los creyentes en Cristo desde que aceptan a Cristo como Señor y Salvador de sus almas.

En otras palabras, que el evento ocurrido el día de Pentecostés (Hch 2:1-47) se repite como evento sobre todos aquellos que reciben a Jesucristo como su Señor y Salvador. Al mismo tiempo, esa promesa, el derramamiento de ese poder, tiene que acompañar de manera procesal a estos creyentes hasta que estos sean llamados por el Señor al Reino de los cielos, o que Él venga por nosotros.

Enfocando la promesa de ese poder como un proceso, Anguita nos decía entre otras cosas que ese “dunamis” es el poder que nos sostiene en medio de nuestras debilidades. A continuación, una cita directa de uno de sus sermones en la que él describe áreas procesales en las que podemos identificar el “dunamis” prometido:

“Cuando te dicen que las circunstancias te son adversas, que las estadísticas dicen que no son más de seis meses [lo que te queda de vida]. Es el poder del Espíritu Santo el que te permite abrir los ojos cada mañana y tener la fuerza suficiente para levantarte con esperanza, porque es un nuevo día que te regalan para ver el favor de Dios y estar más cerca del cumplimiento de las promesas [que Él te ha hecho]. Es el poder de su Santo Espíritu el que convierte mi enfermedad en un testimonio de su fidelidad, de su amor. Es el poder de su Santo Espíritu el que me levanta por encima de mis circunstancias y me permite ver desde lejos la promesa; y poder caminar con paciencia, puesta nuestra mirada con esperanza en lo que Él nos ha prometido. Dios también demuestra su poder para levantarnos a través de hermanos y hermanas que Él mueve cuando más lo he necesitado.
 
El poder del Espíritu Santo nos permite recorrer la vida predicando, modelando, [el testimonio] de Cristo que se nos revela de una manera real a través de ese mismo poder. Es el poder del Espíritu Santo el que hace que mi mensaje sea real. Es vivir bajo su poder que hace que tú puedas hablar de un Dios real, audible, palpable y sensible a nuestra necesidad. Es el poder del Espíritu Santo el que modela a Cristo en mí, para que cuando la gente me vea, vea a Cristo, sienta a Cristo, se sientan atraídos por Cristo y quieran venir a aceptarlo.
 
Es el poder del Espíritu Santo el que nos da discernimiento, en la sabiduría de Dios. El poder del Espíritu Santo es el que hace que nuestra fe se convierta en vivencia, que [seamos capaces] de vivir nuestra fe, que podamos ver nuestra vida como un reflejo del Evangelio o el Evangelio reflejado en nuestro diario vivir.
 
Es el poder del Espíritu Santo el que nos revela la mente de Cristo, las cosas de Dios, y esto nos permite conocer el corazón de Dios y los propósitos [que ha diseñado] para nuestras vidas.
 
Es el poder del Espíritu Santo el que nos permite discernir lo espiritual y separarlo de lo humano.

 
Es el poder del Espíritu Santo el que nos capacita para ser colaboradores de Dios. Él nos hace crecer y llegar a ser servidores, copartícipes con Cristo, y juntamente con Él lograr el crecimiento como creyentes, el de la Iglesia, como pueblo de Dios, creciendo en el amor al prójimo, en la empatía, la consolación y la ayuda al necesitado.”


¡Poderosos palabras de un cirujano que ha tenido que enfrentar un cáncer de páncreas agarrado de las promesas que Dios le ha hecho y sostenido por el “dunamis” que Cristo nos prometió!

Ese concepto que se traduce como poder, aparece en la Biblia en 116 ocasiones. Casi todas están conectadas con la operación del Espíritu Santo. Este concepto aparece ligado a casi todo lo que los Cristianos hacemos y necesitamos en la vida.

Veamos algunos ejemplos bíblicos del uso de este concepto. Uno de estos es que la Biblia señala que la relación de los creyentes con ese poder no puede ser teórica. La Biblia dice que ese “dunamis” hay que experimentarlo.
 
“15 También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas. 16 Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. 17 Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. 18 Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. 19 Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; 20 entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 Ped 1:15-21)

La Biblia dice que todas las cosas importantes de la fe nos han sido dadas por ese “dunamis”.

“3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; 5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.” (2 Ped 1:3-10)

La Biblia dice que el Evangelio hay que predicarlo en ese “dunamis”.
 
“4 Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección; 5 pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.”  (1 Tes 1:4-5)

La Biblia dice que ese “dunamis” es el constituyente del Reino de Dios.

“20 Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.” (1 Cor 4:20)

La Biblia dice que ese “dunamis” nos guarda (“phroureō”, G5432: este concepto describe, entre otras cosas, a alguien que monta guardia, a un centinela).

“3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” (1 Ped 1:3-5)

La Biblia dice que ese “dunamis” es el que Cristo utiliza para sustentar toda la creación.
           
“1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, echo tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. (Heb 1:1-3)

Resulta muy interesante saber que el “dunamis” está en la boca de Cristo. O sea, que imitamos a Cristo cuando predicamos el Evangelio bajo el “dunamis” del Espíritu Santo.

La Biblia dice que ese “dunamis” es necesario para poder resistir las aflicciones de la vida.
 
“6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. 7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, 9 quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, 11 del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.” (2 Tim 1:6-10)

La Biblia dice que ese “dunamis” es imprescindible para alcanzar la victoria (recibiendo ese poder en medio de las pruebas y las luchas)

“3 No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado; 4 antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; 5 en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; 6 en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, 7 en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra; 8 por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces; 9 como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; 10 como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo.” (2 Cor 6:3-10)

La Biblia dice que el enemigo tiene poder (2 Tes 2:9-11), pero que solo Dios es Todopoderoso (“Pantokrator”, G3841).

“3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. 4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; 5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. 7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. 8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.” (Apoc 1:3-8)
 
“8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. 9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.”  (Apo 4:8-11)

La Biblia dice que tiene que ser predicado con ese “dunamis.”
 
“4 Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección; 5 pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros.” (1 Tes 1:4-5)

La Biblia también dice que el Reino de Dios no consiste en muchas palabras sino en vivir en ese “dunamis.”

“20 Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.” (1 Cor 4:20)

Los lectores deben comprender que no tenemos espacio en estas reflexiones para presentar los 116 versos bíblicos del Nuevo Testamento en los que aparece este concepto. Lo que no podemos pasar por alto es que Cristo prometió ese “dunamis” y el Espíritu Santo produjo el cumplimiento de esta.

Una noticia que no hemos analizado aún es que la promesa de ese “dunamis” viene de la mano con la presencia permanente del Espíritu en todos aquellos que reciben y viven en ese poder. Esto es, el Espíritu de Dios no se limita a entregarnos el “dunamis” de Dios. Él se queda con nosotros, sobre nosotros, al frente de nosotros y dentro de nosotros. Sin duda alguna que estas aseveraciones requieren ser analizadas en una batería adicional de reflexiones.





Posted in
Posted in ,

No Comments


Categories

Archive

 2024
 2023
 February
Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Parte VI)Notas del Pastor MJ: No dejes pasar la oportunidad.886 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 5 de febrero 2023Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Parte VII)Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Parte VIII)887 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 12 de febrero 2023Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Parte IX)Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Parte X)Notas del Pastor MJ:888 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 19 de febrero 2023Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Parte XI)Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Parte XII)Notas del Pastor MJ: Paz sinigual889• El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 26 de febrero 2023Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Parte XIII)

Recent

Tags