972 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 29 de septiembre del 2024

972 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII •  29 de septiembre del 2024
Dirigidos por el Espíritu Santo: el lugar de los dones espirituales (XIV)

 
“1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.” (1 Cor 13:1-10, RV 1960)
 
La lectura y el análisis del capítulo 13 de la Primera Carta a Los Corintios ha ocupado el centro de las reflexiones más recientes. El “agápē” de Dios (G26) que el Apóstol Pablo describe allí, entre otras cosas, es presentado alrededor de 16 características que este posee:

“4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser.”  (1 Cor 13:4-8a)

Como bien ha puntualizado el Profesor Warren W. Wiersbe, este capítulo, divorciado de su contexto, se convierte en un himno al amor o un sermón emotivo y sentimental acerca de la fraternidad y la hermandad Cristiana.[1]
 
En la reflexión anterior analizamos la frase “mas se goza de la verdad.” Algo que se quedó en el tintero fueron las implicaciones que esta frase encierra acerca de la dirección espiritual necesaria. Por ejemplo: con esta expresión Pablo puede estar invitando a la Iglesia de todas las generaciones a gozarse porque podemos ser dirigidos por el Espíritu Santo. Veamos por qué esta opción hermenéutica (de interpretación) no puede ser descartada.

Es el Apóstol Juan el que explica esta vertiente hermenéutica cuando dice lo siguiente en el Evangelio que él escribe:

“13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Jn 16:13-15)

Debemos entender que estas expresiones juaninas contienen mucho más que una hoja de ruta para la vida del creyente en Cristo. Estas contienen unas descripciones pneumatológicas (del Espíritu) de la relación del Espíritu Santo con la Verdad (“alētheia”, G225) la fuente de esta y la relación que ambas tienen con el corazón del Padre.

En primer lugar, Juan dice aquí que el Espíritu Santo es también el Espíritu de la verdad y el responsable de guiarnos (“hodēgēsei”, G3594). De la definición de este concepto griego que se traduce como “guiará” se desprende que ese concepto incluye algo más que el proceso de guiar o de dar dirección.[2] Ese concepto griego incluye la enseñanza como un maestro lo hace con sus discípulos. En otras palabras, que el Espíritu Santo nos lleva de la mano al mismo tiempo que nos va enseñando en el camino.

En segundo lugar, Juan describe que algunas de las funciones magisteriales y de dar dirección incluyen que el Espíritu de la verdad no hablará por su propia cuenta, sino que dirá sólo lo que oiga y que nos anunciará lo que va a suceder después (PDT). En tercer lugar, Juan describe la fuente de donde bebe el Espíritu de Verdad: “Él recibirá de mí lo que les diga, y así me honrará…Por esta razón él recibirá de mí todo lo que les diga.” En otras palabras, que el Espíritu Santo toma la verdad de la Verdad misma: Cristo (Jn 14:6).

En cuarto lugar, Juan dice aquí que todo esto opera desde el corazón del Padre. Todo lo que hay en ese corazón es también del Hijo y por ende, lo que ejecuta el Espíritu de Verdad. Es obvio que estas expresiones son afirmaciones acerca de la Trinidad.

¿Cómo podemos acercarnos a la expresión paulina “mas se goza de la verdad,” sin considerar que Pablo estaba diciéndole a la Iglesia que había que gozarse por esta dirección que provee el Espíritu Santo?

Otra implicación que no analizamos en la reflexión anterior es la que se desprende de otra expresión que encontramos en una de las Cartas del Apóstol Juan. Veamos:

“20 Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.” (1 Jn 5:20)

Este verso describe una de las grandes diferencias y bendiciones que establece el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario. En primer lugar, hace distinta la relación que tenemos con el Señor desde que lo aceptamos como nuestro Salvador. Adán y Eva eran amigos de Dios, sabían lo que significa estar con Dios, pero no gozaban del privilegio de tenerlo por dentro y mucho menos estar en Dios. En cambio, nosotros sí: conocemos al verdadero (“alēthinos”, G228) y estamos en (dentro) del verdadero: vivimos unidos a Él.

¿Qué significado posee el concepto griego (“alēthinos”, G228) utilizado aquí? Este concepto puede ser traducido como real, no imaginario (Jn 17:3); verdadero, en concordancia con los hechos (Jn 19:35); genuino, sincero y/o verdadero (Heb 10:22+; 1 Ped 1:22 v.l.).[3]

El Diccionario Teológico del Nuevo Testamento (Kittel) señala, entre otras cosas que, en relación con las cosas divinas, este concepto tiene el sentido de lo que verdaderamente es, o de lo que es eterno. Además, en relación con la conducta o el ser humano significa su carácter más que terrenal, tal como es mediado por la revelación o el contacto con lo divino.[4]  

¿Quién es el Verdadero? Ese pasaje afirma que Jesucristo, el Hijo de Dios, es el Verdadero. Así también lo afirma el Libro de Apocalípsis cuando dice lo siguiente:

“Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:” (Apo 3:7)

“He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:” (Apo 3:14)

“11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.”  (Apo 19:11)

¿Quién nos da el entendimiento para conocer al verdadero? El Espíritu de verdad (Jn 16:13-15).

Nos parece que el Apóstol Pablo está invitando a la Iglesia a gozarse por estas bendiciones.

En el remanente de esta reflexión procuramos analizar la duodécima de estas características: “…todo lo sufre.

Las traducciones de esta frase que nos ofrecen otras versiones bíblicas arrojan mucha luz sobre el mensaje que Pablo procuraba comunicar aquí. Veamos algunos ejemplos:

7 El amor acepta todo con paciencia.” (1 Cor 13:7, PDT)

7 El amor nunca se da por vencido,” (NTV)

7 Todo lo disculpa” (NVI)

El estudio de versiones bíblicas en otros idiomas es todavía mucho más impactante. Veamos algunos ejemplos (muchos de ellos los hemos traducido al español)

Luther Bible: “tolera todas las cosas”;
Hermann Menge (en alemán): “excusa todas las cosas”
Zurich Bible: “soporta todas las cosas”
Adolf von Harnack: “cubre todas las cosas”;
J. Héring: “en toutes circunstancianstances, il est plein de pardon”.
                  (en todas las circunstancias, él está lleno de perdón)

Estas traducciones responden al análisis y la interpretación del concepto griego que Casiodoro de Reina y Cipriano Valera nos ofrecen como “sufre”[5] (“stegō” G4722). Este concepto griego proviene del vocablo “stegē” (G4721) que significa “techo (plano)”.[6]

Este concepto sólo se utiliza en cuatro (4) ocasiones en el Nuevo Testamento (1 Cor 9:12; 13:7; 1 Tes 3:1, 5). Los lectores de esos pasajes se podrán percatar que su uso bíblico gira alrededor de la capacidad para soportar y/o perseverar. En el primer caso, Pablo está haciendo énfasis que él posee los mismos derechos que los otros apóstoles (1 Cor 9:1-11). Inmediatamente después le dice a la iglesia en Corinto que él lo ha soportado todo con tal de no ser un obstáculo al mensaje de las buenas nuevas de salvación (v.12). En el caso de la Primera Carta a la iglesia en Tesalónica, Pablo presenta la necesidad de su alma de suplirle ayuda y consuelo a esa iglesia, seguido por la incapacidad para soportar recibir noticias acerca del estado de los hermanos que adoraban y servían allí.

En el mundo extrabíblico, el significado básico de “stegō” era “mantener cubierto”, “dar techo a una casa”, es decir, mantenerla cubierta; “cubrirse por todos lados” contra la lluvia “con la piel de una pantera”. Subrayamos que en ese contexto la cobertura es para protección. Así que este concepto, “stegō”, adquiere el sentido de “proteger”.

Desde estos contextos tenemos que afirmar que Pablo está indicándole a la iglesia en Corinto que las características que posee el amor “agápē” no lo circunscriben a la capacidad de sufrir y soportar. Ese es un amor que sabe “mantenerse cubierto” ante los ataques, “darle techo” las estructuras y los valores de nuestra fe y que sabe esa cobertura es para protección. Así que este concepto, “stegō”, adquiere el sentido de “proteger”.
 
Ahora bien, hay un orden teológico en la presentación Paulina que no podemos obviar. En el pensamiento paulino la fe, la esperanza y la capacidad para perseverar siempre están unidas al amor. Estas virtudes son vitales para poder hacerle frente a los enemigos que constantemente amenazan con contaminar la fe y la iglesia.

Regresando a los comentarios que hace el Dr. Wiersbe, él tiene mucha razón al decir que mucha gente no se da cuenta de que Pablo escribe estas cartas procurando tratar con los problemas de los corintios. Algunos de esos problemas eran los siguientes:

  • el abuso del don de lenguas (1 Cor 14:18-19, 39),
  • la división en la iglesia (1 Cor 1:13-17; 3:2-6; 1 Cor 6:7-8; 1 Cor 11:18),
  • la envidia de los dones de los demás (1 Cor 13:4),
  • el egoísmo (pleitos entre hermanos en los tribunales; 1 Cor 6:4-6),
  • abuso de la cena del Señor (1 Cor 11:20-34),
  • la impaciencia de unos con otros en las reuniones públicas (1 Cor. 14:29-32),
  • conductas que deshonraban al Señor (1 Cor 5:1).[7]

Wiersbe subraya que la única manera en que los dones espirituales pueden usarse de manera creativa es cuando los cristianos están motivados por el amor. Es en este contexto que Pablo escribe los versos del capítulo 13 que analizamos aquí.

De hecho, Wiersbe presenta un bosquejo muy útil para el análisis de este capítulo. Este consta de tres secciones a saber:[8]

  • El amor es enriquecedor (vv. 1-3).
  •  Pablo señaló que sin amor, el ejercicio de estos dones no es nada.
  •  Es el amor lo que enriquece el don y lo que le da valor.
  •  El ministerio sin amor abarata tanto al ministro como a quienes son tocados por él; pero el ministerio con amor enriquece a toda la iglesia. “Hablando (siguiendo) la verdad en amor” (Efesios 4:15).
  •  El amor enriquece todo lo que toca.

  • El amor es edificante (vv. 4-7).
  •  “El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1).
  •  El propósito de los dones espirituales es la edificación de la iglesia (1 Corintios 12:7; 14:3, 5, 12, 17, 26).
  •  Esto significa que no debemos pensar en nosotros mismos, sino en los demás; y esto exige amor.

“Los corintios eran impacientes en las reuniones públicas (1 Cor. 14:29-32), pero el amor los haría sufridos. Envidiaban los dones de los demás, pero el amor eliminaría esa envidia. Estaban “envanecidos” de orgullo (1 Cor. 4:6, 18-19; 5:2), pero el amor eliminaría el orgullo y la jactancia propia y los reemplazaría con un deseo de promover a los demás. “Amaos los unos a los otros con amor fraternal, prefiriéndoos en cuanto a honra” (Rom. 12:10).”[9] (Traducción libre)

  • El amor es duradero (vv. 8–13).
  •  La profecía, el conocimiento y las lenguas no eran dones permanentes (el conocimiento no significa “educación”, sino la impartición inmediata de la verdad espiritual a la mente).
  • Estos dones fallarán (serán abolidos) y cesarán, pero el amor perdurará para siempre; porque “Dios es amor” (1 Juan 4:8, 16).

El profesor Wiersbe concluye diciendo que los corintios eran como niños que jugaban con juguetes que un día desaparecerían. Se espera que un niño piense, entienda y hable como un niño; pero también se espera que madure y comience a pensar y hablar como un adulto. Llegará el día en que debe “dejar de lado las cosas de niño” (1 Cor. 13:11).
 


[1] Wiersbe, W. W. (1996). The Bible exposition commentary (Vol. 1, pp. 610–611). Victor Books.
[2] Strong, J. (1995). En Enhanced Strong’s Lexicon. Woodside Bible Fellowship.
[3] Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo Testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software.
[4] Quell, G., Kittel, G., & Bultmann, R. (1964–). ἀλήθεια, ἀληθής, ἀληθινός, ἀληθεύω (alētheia, alēthēs, alēthinos, alētheuō). En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 1, p. 250). Eerdmans.
[5] Así aparece traducido hasta en la Biblia del Oso de 1569.
[6] Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo Testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software.
[7] Wiersbe….Op.cit.
[8] Op.cit.
[9] Op.cit.





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