October 20th, 2024
975 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 20 de octubre del 2024
Dirigidos por el Espíritu Santo: el lugar de los dones espirituales (XVI)
“1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.” (1 Cor 13:1-10, RV 1960)
Nota editorial:
Hoy concluimos la celebración del cuadragésimo sexto aniversario de nuestra iglesia. Un dato histórico que reviste esta celebración es que será el primer domingo en el que tendremos la oportunidad de escuchar el mensaje de la Palabra de Dios en los labios de un nuevo Pastor Rector: el Rvdo. Mizraim E. Esquilín Carrero.
Damos gracias a Dios por su vida, por su testimonio, su entrega y su compromiso con el servicio al Reino de Dios y a nuestra congregación. Damos gracias al Señor por la vida de su esposa Aleisa Ginés. Ella es una sierva del Señor que posee una maestría en Terapia Ocupacional y que, entre otras cosas, dedica muchas horas semanales de trabajo para asistir a los pacientes del Hospital Pediátrico en el Centro Médico de P.R.. Damos gracias al Señor por sus hijos Ariana Eilís y Adier Ezer, jóvenes brillantes y comprometidos con el servicio Cristiano.
Bendecimos las vidas de todos ellos y nos comprometemos a apoyarlos en sus gestiones como familia pastoral y a orar e interceder por cada uno de ellos para que el Todopoderoso los mantenga protegidos en el hueco de su mano herida. Oramos para que nunca falte aceite en sus lámparas ni ungüento sobre sus cabezas. Pedimos al Eterno que vaya como un poderoso gigante delante de nuestro nuevo Pastor Rector y de su familia.
Oramos para que el Señor mantenga nuestros corazones sensibles para escuchar la voz profética, el consejo sabio y la dirección inspirada que Dios pone en los labios de nuestro nuevo Pastor.
Damos gracias al Señor porque ha escogido a su siervo para esta ardua tarea. Damos gracias porque nos ha invitado a caminar junto a él hasta alcanzar la misión inconmovible que Él ha dispuesto para nosotros como iglesia:
“La transformación integral de todos los que adoran con nosotros. La capacitación para cumplir con las responsabilidades de la Gran Comisión. Estar preparados para ver a Cristo el Señor en gloria.”
Mantenemos firmes, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque sabemos que Aquél que nos ha ayudado hasta aquí es fiel a sus promesas (Heb 10:23). A Él sea toda la gloria y la alabanza por lo que ha hecho, por lo que está haciendo y por lo que hará.
⁓
Nuestras reflexiones pasadas han sido dedicadas al análisis de las 16 características que el Apóstol Pablo le adscribe al amor “agápē” (G26) en el capítulo 13 de la Primera Carta a Los Corintios. En esta reflexión continuamos analizando la frase “todo lo cree” (1 Cor 13:7b).
En nuestra reflexión del domingo 6 del mes corriente nos detuvimos a analizar el tema de la fe. En esa reflexión no solo presentamos diferentes definiciones bíblicas y teológicas de la fe, sino que vimos cómo algunos exégetas y teólogos se acercaban a la relación entre esta y el “agápē”: el amor de Dios.
“A todo esto, Aquino añadió que la fe procura, busca, persigue una finalidad, lo que él llamó el bien divino y que esto es el objeto propio del amor (caridad). Esto, concluye Aquino, convierte ese amor (el “agápē”) en una forma de la fe. Veamos cómo lo expresó:
“Por otra parte, el bien que constituye el fin de la fe, es decir, el bien divino, es el objeto propio de la caridad. Por eso se la llama a la caridad forma de la fe, en cuanto que por la caridad se perfecciona e informa el acto de la fe.”[1]” [2]
El Apóstol Pablo conocía la relación entre la fe y el “agápē”. Es de esa fuente que bebe Tomás de Aquino para llegar a sus conclusiones. También sabía que ese círculo temático y bíblico se cierra cuando vemos que “agápē” es definido, por los griegos como obediencia a la verdad (“alētheia”, G225).
“for obedience to the truth is ἀγάπη (“agápē”, G26), which is the direct opposite of ἀδικία
(“adikia”,G93).”[3]
El amor viene de Dios que nos ha amó primero con un amor inmensurable (1 Jn 4:7-8). La fe viene de Dios porque es un regalo que Él nos ha hecho (Efe 2:8). La verdad (Cristo) proviene de Dios (Jn 14:6). La suma de estos axiomas bíblicos es una de las razones por las que se concluye que la fe bíblica es la convicción que nos conduce a decir Amén a lo que Dios ha dicho (Su Santa Palabra).
Ahora bien, ¿cuáles son las implicaciones bíblicas que se destilan de la fe? Decíamos en nuestra reflexión anterior que la Biblia se acerca a la fe desde muchas perspectivas. Una de estas, la fe como confesión (confesamos para salvación). Otra, la fe como el conjunto de doctrinas (aquello que creemos). Otra, la fe como estilo de vida (la fe que vivimos).
¿Qué dice la Biblia acerca de todo esto? Veamos algunos pasajes bíblicos que pueden ser de gran ayuda para entender esto.
Por ejemplo, la Biblia se acerca a la fe como una forma de vida. Así lo dice el Apóstol Pablo en su carta a Los Romanos:
“17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Rom 1:17)[4]
La Biblia dice que Dios toma nuestra fe en cuenta y por esto nos reconoce como justos.
“22 por lo cual también su fe le fue contada por justicia. 23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, 24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, 25 el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.” (Rom 4:22-25)
La Biblia dice que esto es así porque la fe es la llave para ser justificados, aprobados por Dios y delante de Su santidad.
“1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.” (Rom 5:1-2)
“7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.” (Gál 3:7-9)
La Biblia dice que la fe es instrumento de Dios que nos permite permanecer en pie en Cristo.
“20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.” (Rom 11:20)
La Biblia se acerca a la fe diciendo que esta es una forma de caminar en Cristo.
“7 (porque por fe andamos, no por vista); 8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. 9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.” (2 Cor 5:7 -9)
Ella también dice que la fe en Cristo es una herramienta o un instrumento divino para ser transformados en hijos de Dios.
“24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gal 3:24-29)
La Biblia dice que la fe produce seguridad y acceso con confianza al Eterno.
“11 conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, 12 en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él;” (Efe 3:11-12)
Ella añade que la fe sirve como un escudo para extinguir (“sbennumi”, G4570) los dardos encendidos del maligno.
“16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.” (Efe 6:16)
Ahora bien, la Biblia también dice que la fe es algo que nosotros tenemos que proteger (“tēreō”, G5083). O sea, prevenir, ponerle una fortaleza alrededor para que no se nos escape, se pierda o se lastime
“7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” (2 Tim 4:7)
Además, la Biblia dice que la fe necesita ser perfeccionada. Así lo señala Santiago en su carta cuando dice lo siguiente:
“20 Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 21 No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?” (Stgo 2:20-22)
Es obvio que podemos continuar esgrimiendo pasajes bíblicos acerca del significado y las implicaciones. Hay muchos pasajes bíblicos adicionales que podemos considerar aquí. No obstante, concluimos esta reflexión con el siguiente:
“4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5 Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 6 Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.” (1 Jn 5:4-6)
La fe como la victoria (“nikē”, G3529), como el instrumento divino que nos permite vencer (“nikaō”, G3528), vencer, subyugar, conquistar y/o prevalecer contra el mundo (“kosmos”, G2889).
Un resumen parcial de lo antes expuesto nos conduce a concluir que cuando Pablo afirma que el amor todo lo cree es porque está convencido de que la fe, que proviene de la misma fuente de la que surge ese amor, y/o el amor, que es una forma de fe, reconoce y posee la convicción de que esa fe:
El “agápē” opera sobre estas definiciones e implicaciones de la fe. Es por esto que el “agápē” no tiene ni encuentra razones para dudar. El “agápē” todo lo cree.
[1] Aquino, Suma Teológica, II-II, q. 4., a. 3
[2] El Heraldo, 973, Vol. XVII, 6 de Octubre de 2024.
[3] Schrenk, G. (1964–). ἄδικος, ἀδικία, ἀδικέω, ἀδίκημα (adikos, adikía, adikeō, adikēma). En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 1, p. 156). Eerdmans.
[4] El Apóstol cita aquí al profeta Habacuc (Hab 2:4). Claro está, realizando un énfasis distinto al que hace el profeta. Habacuc predica la fe en la Ley de Moisés mientras que Pablo enfatiza la fe en Cristo.
Dirigidos por el Espíritu Santo: el lugar de los dones espirituales (XVI)
“1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. 9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.” (1 Cor 13:1-10, RV 1960)
Nota editorial:
Hoy concluimos la celebración del cuadragésimo sexto aniversario de nuestra iglesia. Un dato histórico que reviste esta celebración es que será el primer domingo en el que tendremos la oportunidad de escuchar el mensaje de la Palabra de Dios en los labios de un nuevo Pastor Rector: el Rvdo. Mizraim E. Esquilín Carrero.
Damos gracias a Dios por su vida, por su testimonio, su entrega y su compromiso con el servicio al Reino de Dios y a nuestra congregación. Damos gracias al Señor por la vida de su esposa Aleisa Ginés. Ella es una sierva del Señor que posee una maestría en Terapia Ocupacional y que, entre otras cosas, dedica muchas horas semanales de trabajo para asistir a los pacientes del Hospital Pediátrico en el Centro Médico de P.R.. Damos gracias al Señor por sus hijos Ariana Eilís y Adier Ezer, jóvenes brillantes y comprometidos con el servicio Cristiano.
Bendecimos las vidas de todos ellos y nos comprometemos a apoyarlos en sus gestiones como familia pastoral y a orar e interceder por cada uno de ellos para que el Todopoderoso los mantenga protegidos en el hueco de su mano herida. Oramos para que nunca falte aceite en sus lámparas ni ungüento sobre sus cabezas. Pedimos al Eterno que vaya como un poderoso gigante delante de nuestro nuevo Pastor Rector y de su familia.
Oramos para que el Señor mantenga nuestros corazones sensibles para escuchar la voz profética, el consejo sabio y la dirección inspirada que Dios pone en los labios de nuestro nuevo Pastor.
Damos gracias al Señor porque ha escogido a su siervo para esta ardua tarea. Damos gracias porque nos ha invitado a caminar junto a él hasta alcanzar la misión inconmovible que Él ha dispuesto para nosotros como iglesia:
“La transformación integral de todos los que adoran con nosotros. La capacitación para cumplir con las responsabilidades de la Gran Comisión. Estar preparados para ver a Cristo el Señor en gloria.”
Mantenemos firmes, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque sabemos que Aquél que nos ha ayudado hasta aquí es fiel a sus promesas (Heb 10:23). A Él sea toda la gloria y la alabanza por lo que ha hecho, por lo que está haciendo y por lo que hará.
⁓
Nuestras reflexiones pasadas han sido dedicadas al análisis de las 16 características que el Apóstol Pablo le adscribe al amor “agápē” (G26) en el capítulo 13 de la Primera Carta a Los Corintios. En esta reflexión continuamos analizando la frase “todo lo cree” (1 Cor 13:7b).
En nuestra reflexión del domingo 6 del mes corriente nos detuvimos a analizar el tema de la fe. En esa reflexión no solo presentamos diferentes definiciones bíblicas y teológicas de la fe, sino que vimos cómo algunos exégetas y teólogos se acercaban a la relación entre esta y el “agápē”: el amor de Dios.
“A todo esto, Aquino añadió que la fe procura, busca, persigue una finalidad, lo que él llamó el bien divino y que esto es el objeto propio del amor (caridad). Esto, concluye Aquino, convierte ese amor (el “agápē”) en una forma de la fe. Veamos cómo lo expresó:
“Por otra parte, el bien que constituye el fin de la fe, es decir, el bien divino, es el objeto propio de la caridad. Por eso se la llama a la caridad forma de la fe, en cuanto que por la caridad se perfecciona e informa el acto de la fe.”[1]” [2]
El Apóstol Pablo conocía la relación entre la fe y el “agápē”. Es de esa fuente que bebe Tomás de Aquino para llegar a sus conclusiones. También sabía que ese círculo temático y bíblico se cierra cuando vemos que “agápē” es definido, por los griegos como obediencia a la verdad (“alētheia”, G225).
“for obedience to the truth is ἀγάπη (“agápē”, G26), which is the direct opposite of ἀδικία
(“adikia”,G93).”[3]
El amor viene de Dios que nos ha amó primero con un amor inmensurable (1 Jn 4:7-8). La fe viene de Dios porque es un regalo que Él nos ha hecho (Efe 2:8). La verdad (Cristo) proviene de Dios (Jn 14:6). La suma de estos axiomas bíblicos es una de las razones por las que se concluye que la fe bíblica es la convicción que nos conduce a decir Amén a lo que Dios ha dicho (Su Santa Palabra).
Ahora bien, ¿cuáles son las implicaciones bíblicas que se destilan de la fe? Decíamos en nuestra reflexión anterior que la Biblia se acerca a la fe desde muchas perspectivas. Una de estas, la fe como confesión (confesamos para salvación). Otra, la fe como el conjunto de doctrinas (aquello que creemos). Otra, la fe como estilo de vida (la fe que vivimos).
¿Qué dice la Biblia acerca de todo esto? Veamos algunos pasajes bíblicos que pueden ser de gran ayuda para entender esto.
Por ejemplo, la Biblia se acerca a la fe como una forma de vida. Así lo dice el Apóstol Pablo en su carta a Los Romanos:
“17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Rom 1:17)[4]
La Biblia dice que Dios toma nuestra fe en cuenta y por esto nos reconoce como justos.
“22 por lo cual también su fe le fue contada por justicia. 23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, 24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, 25 el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.” (Rom 4:22-25)
La Biblia dice que esto es así porque la fe es la llave para ser justificados, aprobados por Dios y delante de Su santidad.
“1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.” (Rom 5:1-2)
“7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.” (Gál 3:7-9)
La Biblia dice que la fe es instrumento de Dios que nos permite permanecer en pie en Cristo.
“20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.” (Rom 11:20)
La Biblia se acerca a la fe diciendo que esta es una forma de caminar en Cristo.
“7 (porque por fe andamos, no por vista); 8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. 9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.” (2 Cor 5:7 -9)
Ella también dice que la fe en Cristo es una herramienta o un instrumento divino para ser transformados en hijos de Dios.
“24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gal 3:24-29)
La Biblia dice que la fe produce seguridad y acceso con confianza al Eterno.
“11 conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, 12 en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él;” (Efe 3:11-12)
Ella añade que la fe sirve como un escudo para extinguir (“sbennumi”, G4570) los dardos encendidos del maligno.
“16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.” (Efe 6:16)
Ahora bien, la Biblia también dice que la fe es algo que nosotros tenemos que proteger (“tēreō”, G5083). O sea, prevenir, ponerle una fortaleza alrededor para que no se nos escape, se pierda o se lastime
“7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” (2 Tim 4:7)
Además, la Biblia dice que la fe necesita ser perfeccionada. Así lo señala Santiago en su carta cuando dice lo siguiente:
“20 Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 21 No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?” (Stgo 2:20-22)
Es obvio que podemos continuar esgrimiendo pasajes bíblicos acerca del significado y las implicaciones. Hay muchos pasajes bíblicos adicionales que podemos considerar aquí. No obstante, concluimos esta reflexión con el siguiente:
“4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5 Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 6 Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.” (1 Jn 5:4-6)
La fe como la victoria (“nikē”, G3529), como el instrumento divino que nos permite vencer (“nikaō”, G3528), vencer, subyugar, conquistar y/o prevalecer contra el mundo (“kosmos”, G2889).
Un resumen parcial de lo antes expuesto nos conduce a concluir que cuando Pablo afirma que el amor todo lo cree es porque está convencido de que la fe, que proviene de la misma fuente de la que surge ese amor, y/o el amor, que es una forma de fe, reconoce y posee la convicción de que esa fe:
Es una forma de vivir - (Rom 1:17)
Hace que Dios la cuente por justicia – (Rom 4:22)
Nos justifica ante Dios – (Rom 5:1-2; Gal 3:7-9)
Nos permite estar de pie en Cristo – (Rom 11:20)
Es una forma de caminar – (2 Cor 5:7-8)
Es lo que nos convierte en hijos de Dios – (Gál 3:24-29)
Es fruto del Espíritu – (Gál 5:22)
Es un regalo que Dios le hace a todos los seres humanos – (Efe 2:8-9)
Produce seguridad y acceso con confianza ante la presencia de Dios – (Efe 3:12)
Es un escudo excepcional – (Efe 6:16)
Es algo que tenemos que proteger - (2 Tim 4:7)
Es algo que hemos sido llamados a perfeccionar – (Stgo 2:22)
Hace que seamos guardados por el poder de Dios y es el fin de nuestra salvación – (1 Ped 1:5, 9)
Es la victoria que vence al mundo - (1 Jn 5:4-6)
Es una base sobre la que hemos sido llamados a edificar – (Judas 20)
El “agápē” opera sobre estas definiciones e implicaciones de la fe. Es por esto que el “agápē” no tiene ni encuentra razones para dudar. El “agápē” todo lo cree.
[1] Aquino, Suma Teológica, II-II, q. 4., a. 3
[2] El Heraldo, 973, Vol. XVII, 6 de Octubre de 2024.
[3] Schrenk, G. (1964–). ἄδικος, ἀδικία, ἀδικέω, ἀδίκημα (adikos, adikía, adikeō, adikēma). En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 1, p. 156). Eerdmans.
[4] El Apóstol cita aquí al profeta Habacuc (Hab 2:4). Claro está, realizando un énfasis distinto al que hace el profeta. Habacuc predica la fe en la Ley de Moisés mientras que Pablo enfatiza la fe en Cristo.
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