July 7th, 2024
960 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 7 de julio del 2024
Dirigidos por el Espíritu Santo: el lugar de los dones espirituales (III)
“8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:” (Hch 4:8a)
Las reflexiones acerca de los dones, de los “carismas” (G5486) del Espíritu Santo, han acaparado nuestra atención. Destacamos aquí que estos análisis no se han detenido a analizar otra clase de regalo, de dones que el Espíritu Santo le regala a la humanidad. El Apóstol Pablo utiliza un concepto griego muy especial para llamar a estos dones: “dōron” (G1435).
“8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;” (Efe 2:8)
Este concepto se utilizaba para identificar las ofrendas, así como los 13 recipientes en las que estas se podían echar en el templo de Jerusalén.[1] Además, este concepto (“dōron”), que proviene del griego “didōmi” (G1325; significa dar), se traduce en el Nuevo Testamento como “regalo”. Se usa para identificar los regalos que los hombres se hacen unos a otros en Mat 2:11; Apo 11:10; los sacrificios en Mat 5:23, 24; 8:4; 15:5 (Mcs 7:11: “korban”, G2878); Mat 23:18, 19; Heb 5:1; 8:3, 4; 9:9; 11:4; de las ofrendas de dinero en el templo en Lcs 21:1, 4; y de los dones de Dios a los hombres en Efe 2:8.[2]
B.B Warfield decía que la era del Espíritu Santo, era que comenzó con el día de Pentecostés, se caracteriza por la recepción de estos dones (“carismas” y “dōron”). Las lenguas como de fuego repartidas ese día (“carismas”), lenguas con las que la misión les fue insinuada[3] y el don (“dōron”) de la fe que el Espíritu distribuye a todos los seres humanos.[4] Warfield añade que esta es una de las razones por las que el Espíritu Santo es conocido como el espíritu de fe (2 Cor 4:13), implicando con esto que la fe no existe excepto como un don. La buena noticia es que el Espíritu Santo le ha dado ese “dōron” a todos los seres humanos. Por lo tanto, no hay excusa para no creer en el mensaje del Evangelio.
Es de esperar que sabiendo que los creyentes en Cristo somos Templo del Espíritu Santo, esto nos coloque en una posición muy especial para recibir dones (“carismas” y “dōron”), regalos del Espíritu de Dios.
Ahora bien, es necesario entender que estos dones habrán de cesar en algún momento. La Biblia lo dice así en una de las cartas del Nuevo Testamento.
“8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” (1 Cor 13:8)
La Biblia dice que esto habrá de ocurrir cuando la dirección del Espíritu Santo ya no sea necesaria. Esto es, cuando el Espíritu Santo sea quitado porque la Iglesia haya entrado a las dimensiones de lo que es perfecto, al conocimiento absoluto y perfecto; a la misma presencia de Dios en los cielos. La otra forma en que esto sucede es cuando los creyentes somos llamados a mudarnos a las mansiones celestiales.
“9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.” (1 Cor 13:9-12)
La Biblia dice que la manifestación (“phanerōsis”, G5321) del Espíritu Santo estará en acción, activa (“energēma”, G1755) mientras ese tiempo llega. Repetimos, esto es ya sea porque nos envían a buscar como propiedad adquirida que tiene que ser redimida (Efe 1:13-14), o porque ocurra el rapto de la Iglesia.
Debemos entender que el sustantivo “phanerōsis”, “aparición”, “revelación”, es el nomen agentis del concepto griego “phanerōo.”[5] El Apóstol Pablo utilizaba el concepto “phanerōo” (verbo) como sinónimo de “apocalipto” (revelación), y casi siempre en el sentido de hacer visible algo (Efe 3:5; Col 1:26). O sea, que el punto principal en el uso del verbo “phanerōo” es la revelación.[6]
Conociendo esto podemos afirmar que el sustantivo “phanerōsis”, (“manifestación”, “aparición”, “revelación”), como el nomen agentis de lo antes explicado, lo que hace es designar el actor de la acción designada por el verbo base. Esa es la definición de nomen agentis: “un sustantivo deverbal que designa el actor de la acción designada por el verbo base.” [7] En otras palabras, el sustantivo “phanerōsis” funciona para describir el nombre del agente que hace posible lo que el verbo base (“phanerōo”) nos describe. Veamos cómo lo utiliza Pablo en la Primera Carta a Los Corintios:
“7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.” (1 Cor 12:7)
La frase “…manifestación (“phanerōsis”) del Espíritu” describe que no hay un intermediario
para poder entregar, para hacer visible la revelación de lo que el Espíritu Santo le está regalando al creyente. El Espíritu Santo es el Agente, es el Actor que pone en acción, el que hace visible lo que Él nos está obsequiando.
Estas aseveraciones son muy profundas. Tan profundas que el Diccionario Teológico del Nuevo Testamento (Kittel) concluye este análisis señalando que el uso de estos conceptos sirve para que la revelación rompa el silencio eterno. Esto permite que se adopten conceptos eclesiológicos que subyacen en Efe. 5:31[8], conceptos que se refieren a la revelación de la “ekklesía” celestial y pneumática que ha tenido lugar en la carne, en el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario. Así lo entendieron los Padres de la Iglesia, los discípulos de los Apóstoles de Cristo. Ellos vieron en esas expresiones la revelación de la misericordia y el poder de Dios después de que la maldad del hombre fue completamente expuesta en el altar de la cruz del Monte Gólgota.[9]
Todo lo que hemos visto hasta aquí apunta a que la manifestación de los dones que regala el Espíritu Santo operan en la dimensión de la revelación de Dios. Cabe entonces una pregunta: ¿qué revela Dios al creyente y a la Iglesia a través de los dones del Espíritu Santo? La respuesta a esta pregunta ha sido extraída de las páginas del libro “El Despertar de la Adoración.
“Luego de esta problematización intencional, cuya intención es la de iniciar discusiones teológicas,[10] debemos decir que todo aquel que concuerda con la declaración que señala que la Iglesia es producto del Espíritu, está diciendo que no existe una iglesia que no sea carismática. Si el Espíritu de Dios está allí en donde está la iglesia, allí también estarán los carismas y por lo tanto la iglesia será carismática. Uno de los grandes problemas que tenemos con este término es que generalmente lo asociamos con un sin número de elementos que no son necesariamente carismáticos. Por ejemplo, decimos que un líder es carismático cuando tiene la habilidad de mover las masas. La respuesta a esto es la siguiente; en primer lugar, las habilidades y los carismas son dos cosas distintas en la Palabra de Dios. En segundo lugar, Dios no ha hecho carismáticos a los cristianos con otro propósito que no sea el de perfeccionar a los santos, edificar la iglesia, darle cohesión, unidad en el conocimiento de Dios y que ella pueda crecer. Para esto, no necesariamente hay que poder mover las masas.
Ya hemos adelantado parte de la discusión sobre el propósito de los carismas del Espíritu. El primero de ellos lo es la perfección de los adoradores. Esta finalidad es vital para el funcionamiento de la iglesia como ente corporativo. La Biblia dice que los que temen, lo hacen porque no han sido perfeccionados en el amor (1 Juan 4:17-18). En otras palabras, alcanzar la perfección bíblica requiere de dosis masivas de amor. Entonces, uno de los grandes propósitos de los carismas del Espíritu es el de lograr que los santos brinden y reciban mucho amor hasta alcanzar que sus temores se hayan disipado. Al mismo tiempo, una iglesia que hace buen uso de sus carismas no se fragmenta, porque los adoradores que allí se congregan están constantemente perfeccionándose con amor de Dios a manos llenas. Esa iglesia no podrá ser doblegada por el enemigo, porque los adoradores que allí se congregan han descubierto el valor de esa iglesia a base del amor de Dios que se respira allí. Ese amor provocará el deseo de confesión, de reconciliación y de oración profunda.
Cuando el apóstol Pablo le escribe acerca de esto a la iglesia de Corinto, le señala que ha llegado el momento de perfeccionarse; buscar ser del mismo sentir (2 Corintios 13:11). A esto le llamamos unidad integral, la que se observa en una iglesia en la que sus miembros han logrado un balance entre ellos que patrocina el crecimiento de todos y anula la fragmentación del pueblo de Dios.
Es notable que en la carta a los Efesios (Efe 4:7-13) se nos señala que esta perfección tiene el propósito de servir de capacitación para los ministerios de los adoradores. Permítame parafrasear esta oración; esta oración implica que todos los adoradores tienen un ministerio de parte de Dios y con su iglesia, por vías de ser recipientes de por lo menos un carisma del Espíritu. O sea, no existe un cristiano que no tenga al menos un ministerio (1 Cor 12:7).
No existe una mejor manera de entender los dones que aquella que los coloca en función de permitirnos o facilitarnos conocer mejor al Señor, al mismo tiempo en que nos permite conocernos mejor a nosotros mismos. Creo que es necesario explicar que nadie puede llegar a conocer completamente a Dios, esto lo convertiría en un ser semejante a Dios y eso, es imposible. Pero es el Espíritu Santo el que nos puede ayudar a tener una idea más completa de lo que es Dios, de lo que es su revelación y de lo que son sus propósitos (1 Corintios 2:9-12). Por otro lado, afirmamos que ningún don estará por encima del fruto del Espíritu, pues los dones estarán ausentes en el cielo; no así el fruto del Espíritu, que sabemos estará presente en la fiesta eterna.[11]
Si me permite partir de una premisa muy bautista que señala que cada iglesia, o congregación local ha sido capacitada por Dios con todo lo que ella necesita para operar, entonces es muy fácil concluir que Dios le ha facilitado este conocimiento a toda su iglesia; o lo que es más apropiado, Dios le ha dado a cada iglesia la capacidad para poseer este conocimiento.
Es este capítulo 4 de la carta a los Efesios el que nos subraya que los carismas del Espíritu sirven esta función en la iglesia. Me parece importante hacer un paréntesis aquí para anotar que estoy consciente de que muchos de aquellos que no quieren comulgar con la presencia activa de estos carismas en la vida y la esencia de la iglesia, recurren a la desacreditación de pasajes como estos, aludiendo entre otras cosas, algunos resultados del análisis crítico de los pasajes bíblicos. Con toda humildad quiero señalar que soy graduado de un seminario evangélico cuyos currículos están catalogados entre los más altos que existen en términos pedagógicos, teológicos y de la alta crítica. Allí aprendí que la autoridad canónica de un pasaje bíblico trasciende los análisis de autor, lugar de redacción y tiempo. Lo que dice la Biblia en esta carta a los Efesios, lo dice de igual modo y manera, por su autoridad canónica, a la iglesia de todas las edades. Es por esto que las notas exegéticas no suben al púlpito, suben allí los resultados de la exégesis, mirados a la luz de la autoridad canónica que tiene la Biblia. Los predicadores que olvidan esto, convierten sus púlpitos en cátedras secas y áridas que "no ungen con aceite, ni vendan a los heridos."
Un buen ejemplo de un predicador carismático lo es el apóstol Pablo en 1 Corintios 15: 1-11. Allí el apóstol nos señala que el mensaje que él le predicó a esa iglesia no era un mensaje sacado de debajo de una manga, sino un mensaje con autoridad apostólica. Un evangelio aprendido, un evangelio por el que no necesitaba presentar excusas, que todo aquél que creyera y perseverara en el mismo, se salvaría y el que no perseverara, habría creído en vano. Inmediatamente después nos presenta lo que es para él el evangelio del reino, que Cristo murió, fue sepultado y resucitó; todo esto según las Escrituras. Lo que hace a renglón seguido, es probar que la resurrección es un evento histórico.
Traigo este ejemplo con toda la intención, pues es necesario observar en el mismo, cómo un predicador carismático declara que se expuso a un proceso de aprendizaje (Gálatas 1: 15-18), que puede enumerar los postulados básicos de su teología y que está seguro de que puede presentar evidencias que sustenten las mismas. Algo más, este predicador carismático, tiene bosquejada su presentación, cada palabra usada tiene una intención particular, el Espíritu de Dios que está en él no le permite margen alguno para improvisar. Esto es el resultado de la operación de los carismas en la vida de todo adorador. Los carismas del Espíritu agilizan nuestro conocimiento de Dios. Es realmente notable, el que este apóstol simplifique el mensaje del evangelio como lo hace aquí; los carismas del Espíritu no han sido dados sino para simplificarnos el acercamiento a Dios. Ver a Dios a través de los ojos del Espíritu nos simplifica la visión de su plan de salvación.
Un testimonio vivo que hemos disfrutado en este siglo lo es el ministerio del Dr. Billy Graham; un ministerio singular en la historia de la humanidad. Que no quede duda alguna, el Dr. Graham es un profeta carismático. Es profeta porque sabe interpretar y exponer la Palabra de Dios y es carismático, entre otras cosas, porque es la mejor manera de explicar cómo un mensaje tan sencillo logra la conversión de millones de personas. El carisma que Dios ha puesto en este siervo del Señor permite hacer sencilla la ruta hacia el cielo. Nuestra generación ha sido testigo del ministerio de un profeta en el espíritu.
Cuando enumeramos los propósitos de los carismas, presentamos el elemento de la edificación de la iglesia. Todos los carismas deben ser puestos en operación sin obviar esta finalidad ni un sólo instante. Es más, cada manifestación carismática debe ser filtrada a través de este principio; que la iglesia sea edificada. La unidad en el conocimiento y la unidad en la fe, predican un propósito carismático unificador y anti-elitista. Los carismas del Espíritu no han sido dados para dividir la iglesia entre los espirituales y los no espirituales. Después de todo, es importante recordar que todos los adoradores tenemos al menos uno de ellos. por lo tanto, todos estamos embarcados en la misma expedición y con los mismos privilegios y responsabilidades. Por otro lado, el que usted no haya hecho "sus asignaciones" para descubrir cuáles son sus carismas y como deben ser usados, no le da a usted licencia para oponerse a que otros los usen. Es más, ni siquiera Dios esperará por usted para que la iglesia sea edificada, perfeccionada, unida y lanzada a sus respectivos ministerios. Es usted quien debe darse prisa.”[12]
[1] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). En Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 70). United Bible Societies.
[2] Büchsel, F. (1964–). δίδωμι, δῶρον, δωρέομαι, δώρημα, δωρεά, δωρεάν, ἀπο-, ἀνταποδίδωμι, ἀνταπόδοσις, ἀνταπόδομα, παραδίδωμι, παράδοσις (didōmi, dōron, dōreomai dōrēma, dōrea, dōrean, apo-, antapodídōmi, antapodosis, antapódoma, paradídōmi, parádosis). En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 2, p. 166). Eerdmans.
[3] Warfield, Benjamin B.. The Holy Spirit (p. 13). Ravenio Books. Kindle Edition.
[4] Op. cit. pp.71-72.
[5] Bultmann, R., & Lührmann, D. (1964–). φαίνω, φανερός, φανερόω, φανέρωσις, φαντάζω, φάντασμα, ἐμφανίζω, ἐπιφαίνω, ἐπιφανής, ἐπιφάνεια (phainō, phanerós, phaneroō, phanerosis, phantázo, phántasma, emphanízō,epiphaínō, epiphanēs, epipháneia). En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary ofthe New Testament (electronic ed., Vol. 9, pp. 3–6). Eerdmans.
[6] Bultmann, R., & Lührmann, D. (1964–). φαίνω, φανερός, φανερόω, φανέρωσις, φαντάζω, φάντασμα, ἐμφανίζω, ἐπιφαίνω, ἐπιφανής, ἐπιφάνεια (phainō, phanerós, phaneroō, phanerosis, phantázo, phántasma, emphanízō,epiphaínō, epiphanēs, epipháneia)…Op.cit, Vol. 9, p.6). Eerdmans.
[7]https://www.christianlehmann.eu/ling/sprachen/maya/gramatica/semas/nom/nom_tema/index.html https://www.christianlehmann.eu/ling/sprachen/maya/gramatica/semas/nom/nom_tema/nomen_agentis.html
[8] La Iglesia como la esposa de Cristo.
[9] Bultmann, R., & Lührmann, D. (1964–). φαίνω, φανερός, φανερόω, φανέρωσις, φαντάζω, φάντασμα, ἐμφανίζω, ἐπιφαίνω, ἐπιφανής, ἐπιφάνεια (phainō, phanerós, phaneroō, phanerosis, phantázo, phántasma, emphanízō,epiphaínō, epiphanēs, epipháneia)…Op.cit, Vol. 9, p.6). Eerdmans.
[10] Recuerde siempre que no tiene que estar de acuerdo con el escritor; el deseo de éste es provocar la reflexión teológica y que usted arribe a sus conclusiones, iluminado siempre por el marco doctrinal que distingue su fe.
[11] He aquí parte de la revelación que facilitan los dones del Espíritu.
[12]Esquilín, Mizraim. (1995). El Despertar de la Adoración. Miami: Editorial Caribe, (pp. 176-177).
Dirigidos por el Espíritu Santo: el lugar de los dones espirituales (III)
“8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:” (Hch 4:8a)
Las reflexiones acerca de los dones, de los “carismas” (G5486) del Espíritu Santo, han acaparado nuestra atención. Destacamos aquí que estos análisis no se han detenido a analizar otra clase de regalo, de dones que el Espíritu Santo le regala a la humanidad. El Apóstol Pablo utiliza un concepto griego muy especial para llamar a estos dones: “dōron” (G1435).
“8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;” (Efe 2:8)
Este concepto se utilizaba para identificar las ofrendas, así como los 13 recipientes en las que estas se podían echar en el templo de Jerusalén.[1] Además, este concepto (“dōron”), que proviene del griego “didōmi” (G1325; significa dar), se traduce en el Nuevo Testamento como “regalo”. Se usa para identificar los regalos que los hombres se hacen unos a otros en Mat 2:11; Apo 11:10; los sacrificios en Mat 5:23, 24; 8:4; 15:5 (Mcs 7:11: “korban”, G2878); Mat 23:18, 19; Heb 5:1; 8:3, 4; 9:9; 11:4; de las ofrendas de dinero en el templo en Lcs 21:1, 4; y de los dones de Dios a los hombres en Efe 2:8.[2]
B.B Warfield decía que la era del Espíritu Santo, era que comenzó con el día de Pentecostés, se caracteriza por la recepción de estos dones (“carismas” y “dōron”). Las lenguas como de fuego repartidas ese día (“carismas”), lenguas con las que la misión les fue insinuada[3] y el don (“dōron”) de la fe que el Espíritu distribuye a todos los seres humanos.[4] Warfield añade que esta es una de las razones por las que el Espíritu Santo es conocido como el espíritu de fe (2 Cor 4:13), implicando con esto que la fe no existe excepto como un don. La buena noticia es que el Espíritu Santo le ha dado ese “dōron” a todos los seres humanos. Por lo tanto, no hay excusa para no creer en el mensaje del Evangelio.
Es de esperar que sabiendo que los creyentes en Cristo somos Templo del Espíritu Santo, esto nos coloque en una posición muy especial para recibir dones (“carismas” y “dōron”), regalos del Espíritu de Dios.
Ahora bien, es necesario entender que estos dones habrán de cesar en algún momento. La Biblia lo dice así en una de las cartas del Nuevo Testamento.
“8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” (1 Cor 13:8)
La Biblia dice que esto habrá de ocurrir cuando la dirección del Espíritu Santo ya no sea necesaria. Esto es, cuando el Espíritu Santo sea quitado porque la Iglesia haya entrado a las dimensiones de lo que es perfecto, al conocimiento absoluto y perfecto; a la misma presencia de Dios en los cielos. La otra forma en que esto sucede es cuando los creyentes somos llamados a mudarnos a las mansiones celestiales.
“9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.” (1 Cor 13:9-12)
La Biblia dice que la manifestación (“phanerōsis”, G5321) del Espíritu Santo estará en acción, activa (“energēma”, G1755) mientras ese tiempo llega. Repetimos, esto es ya sea porque nos envían a buscar como propiedad adquirida que tiene que ser redimida (Efe 1:13-14), o porque ocurra el rapto de la Iglesia.
Debemos entender que el sustantivo “phanerōsis”, “aparición”, “revelación”, es el nomen agentis del concepto griego “phanerōo.”[5] El Apóstol Pablo utilizaba el concepto “phanerōo” (verbo) como sinónimo de “apocalipto” (revelación), y casi siempre en el sentido de hacer visible algo (Efe 3:5; Col 1:26). O sea, que el punto principal en el uso del verbo “phanerōo” es la revelación.[6]
Conociendo esto podemos afirmar que el sustantivo “phanerōsis”, (“manifestación”, “aparición”, “revelación”), como el nomen agentis de lo antes explicado, lo que hace es designar el actor de la acción designada por el verbo base. Esa es la definición de nomen agentis: “un sustantivo deverbal que designa el actor de la acción designada por el verbo base.” [7] En otras palabras, el sustantivo “phanerōsis” funciona para describir el nombre del agente que hace posible lo que el verbo base (“phanerōo”) nos describe. Veamos cómo lo utiliza Pablo en la Primera Carta a Los Corintios:
“7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.” (1 Cor 12:7)
La frase “…manifestación (“phanerōsis”) del Espíritu” describe que no hay un intermediario
para poder entregar, para hacer visible la revelación de lo que el Espíritu Santo le está regalando al creyente. El Espíritu Santo es el Agente, es el Actor que pone en acción, el que hace visible lo que Él nos está obsequiando.
Estas aseveraciones son muy profundas. Tan profundas que el Diccionario Teológico del Nuevo Testamento (Kittel) concluye este análisis señalando que el uso de estos conceptos sirve para que la revelación rompa el silencio eterno. Esto permite que se adopten conceptos eclesiológicos que subyacen en Efe. 5:31[8], conceptos que se refieren a la revelación de la “ekklesía” celestial y pneumática que ha tenido lugar en la carne, en el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario. Así lo entendieron los Padres de la Iglesia, los discípulos de los Apóstoles de Cristo. Ellos vieron en esas expresiones la revelación de la misericordia y el poder de Dios después de que la maldad del hombre fue completamente expuesta en el altar de la cruz del Monte Gólgota.[9]
Todo lo que hemos visto hasta aquí apunta a que la manifestación de los dones que regala el Espíritu Santo operan en la dimensión de la revelación de Dios. Cabe entonces una pregunta: ¿qué revela Dios al creyente y a la Iglesia a través de los dones del Espíritu Santo? La respuesta a esta pregunta ha sido extraída de las páginas del libro “El Despertar de la Adoración.
“Luego de esta problematización intencional, cuya intención es la de iniciar discusiones teológicas,[10] debemos decir que todo aquel que concuerda con la declaración que señala que la Iglesia es producto del Espíritu, está diciendo que no existe una iglesia que no sea carismática. Si el Espíritu de Dios está allí en donde está la iglesia, allí también estarán los carismas y por lo tanto la iglesia será carismática. Uno de los grandes problemas que tenemos con este término es que generalmente lo asociamos con un sin número de elementos que no son necesariamente carismáticos. Por ejemplo, decimos que un líder es carismático cuando tiene la habilidad de mover las masas. La respuesta a esto es la siguiente; en primer lugar, las habilidades y los carismas son dos cosas distintas en la Palabra de Dios. En segundo lugar, Dios no ha hecho carismáticos a los cristianos con otro propósito que no sea el de perfeccionar a los santos, edificar la iglesia, darle cohesión, unidad en el conocimiento de Dios y que ella pueda crecer. Para esto, no necesariamente hay que poder mover las masas.
Ya hemos adelantado parte de la discusión sobre el propósito de los carismas del Espíritu. El primero de ellos lo es la perfección de los adoradores. Esta finalidad es vital para el funcionamiento de la iglesia como ente corporativo. La Biblia dice que los que temen, lo hacen porque no han sido perfeccionados en el amor (1 Juan 4:17-18). En otras palabras, alcanzar la perfección bíblica requiere de dosis masivas de amor. Entonces, uno de los grandes propósitos de los carismas del Espíritu es el de lograr que los santos brinden y reciban mucho amor hasta alcanzar que sus temores se hayan disipado. Al mismo tiempo, una iglesia que hace buen uso de sus carismas no se fragmenta, porque los adoradores que allí se congregan están constantemente perfeccionándose con amor de Dios a manos llenas. Esa iglesia no podrá ser doblegada por el enemigo, porque los adoradores que allí se congregan han descubierto el valor de esa iglesia a base del amor de Dios que se respira allí. Ese amor provocará el deseo de confesión, de reconciliación y de oración profunda.
Cuando el apóstol Pablo le escribe acerca de esto a la iglesia de Corinto, le señala que ha llegado el momento de perfeccionarse; buscar ser del mismo sentir (2 Corintios 13:11). A esto le llamamos unidad integral, la que se observa en una iglesia en la que sus miembros han logrado un balance entre ellos que patrocina el crecimiento de todos y anula la fragmentación del pueblo de Dios.
Es notable que en la carta a los Efesios (Efe 4:7-13) se nos señala que esta perfección tiene el propósito de servir de capacitación para los ministerios de los adoradores. Permítame parafrasear esta oración; esta oración implica que todos los adoradores tienen un ministerio de parte de Dios y con su iglesia, por vías de ser recipientes de por lo menos un carisma del Espíritu. O sea, no existe un cristiano que no tenga al menos un ministerio (1 Cor 12:7).
No existe una mejor manera de entender los dones que aquella que los coloca en función de permitirnos o facilitarnos conocer mejor al Señor, al mismo tiempo en que nos permite conocernos mejor a nosotros mismos. Creo que es necesario explicar que nadie puede llegar a conocer completamente a Dios, esto lo convertiría en un ser semejante a Dios y eso, es imposible. Pero es el Espíritu Santo el que nos puede ayudar a tener una idea más completa de lo que es Dios, de lo que es su revelación y de lo que son sus propósitos (1 Corintios 2:9-12). Por otro lado, afirmamos que ningún don estará por encima del fruto del Espíritu, pues los dones estarán ausentes en el cielo; no así el fruto del Espíritu, que sabemos estará presente en la fiesta eterna.[11]
Si me permite partir de una premisa muy bautista que señala que cada iglesia, o congregación local ha sido capacitada por Dios con todo lo que ella necesita para operar, entonces es muy fácil concluir que Dios le ha facilitado este conocimiento a toda su iglesia; o lo que es más apropiado, Dios le ha dado a cada iglesia la capacidad para poseer este conocimiento.
Es este capítulo 4 de la carta a los Efesios el que nos subraya que los carismas del Espíritu sirven esta función en la iglesia. Me parece importante hacer un paréntesis aquí para anotar que estoy consciente de que muchos de aquellos que no quieren comulgar con la presencia activa de estos carismas en la vida y la esencia de la iglesia, recurren a la desacreditación de pasajes como estos, aludiendo entre otras cosas, algunos resultados del análisis crítico de los pasajes bíblicos. Con toda humildad quiero señalar que soy graduado de un seminario evangélico cuyos currículos están catalogados entre los más altos que existen en términos pedagógicos, teológicos y de la alta crítica. Allí aprendí que la autoridad canónica de un pasaje bíblico trasciende los análisis de autor, lugar de redacción y tiempo. Lo que dice la Biblia en esta carta a los Efesios, lo dice de igual modo y manera, por su autoridad canónica, a la iglesia de todas las edades. Es por esto que las notas exegéticas no suben al púlpito, suben allí los resultados de la exégesis, mirados a la luz de la autoridad canónica que tiene la Biblia. Los predicadores que olvidan esto, convierten sus púlpitos en cátedras secas y áridas que "no ungen con aceite, ni vendan a los heridos."
Un buen ejemplo de un predicador carismático lo es el apóstol Pablo en 1 Corintios 15: 1-11. Allí el apóstol nos señala que el mensaje que él le predicó a esa iglesia no era un mensaje sacado de debajo de una manga, sino un mensaje con autoridad apostólica. Un evangelio aprendido, un evangelio por el que no necesitaba presentar excusas, que todo aquél que creyera y perseverara en el mismo, se salvaría y el que no perseverara, habría creído en vano. Inmediatamente después nos presenta lo que es para él el evangelio del reino, que Cristo murió, fue sepultado y resucitó; todo esto según las Escrituras. Lo que hace a renglón seguido, es probar que la resurrección es un evento histórico.
Traigo este ejemplo con toda la intención, pues es necesario observar en el mismo, cómo un predicador carismático declara que se expuso a un proceso de aprendizaje (Gálatas 1: 15-18), que puede enumerar los postulados básicos de su teología y que está seguro de que puede presentar evidencias que sustenten las mismas. Algo más, este predicador carismático, tiene bosquejada su presentación, cada palabra usada tiene una intención particular, el Espíritu de Dios que está en él no le permite margen alguno para improvisar. Esto es el resultado de la operación de los carismas en la vida de todo adorador. Los carismas del Espíritu agilizan nuestro conocimiento de Dios. Es realmente notable, el que este apóstol simplifique el mensaje del evangelio como lo hace aquí; los carismas del Espíritu no han sido dados sino para simplificarnos el acercamiento a Dios. Ver a Dios a través de los ojos del Espíritu nos simplifica la visión de su plan de salvación.
Un testimonio vivo que hemos disfrutado en este siglo lo es el ministerio del Dr. Billy Graham; un ministerio singular en la historia de la humanidad. Que no quede duda alguna, el Dr. Graham es un profeta carismático. Es profeta porque sabe interpretar y exponer la Palabra de Dios y es carismático, entre otras cosas, porque es la mejor manera de explicar cómo un mensaje tan sencillo logra la conversión de millones de personas. El carisma que Dios ha puesto en este siervo del Señor permite hacer sencilla la ruta hacia el cielo. Nuestra generación ha sido testigo del ministerio de un profeta en el espíritu.
Cuando enumeramos los propósitos de los carismas, presentamos el elemento de la edificación de la iglesia. Todos los carismas deben ser puestos en operación sin obviar esta finalidad ni un sólo instante. Es más, cada manifestación carismática debe ser filtrada a través de este principio; que la iglesia sea edificada. La unidad en el conocimiento y la unidad en la fe, predican un propósito carismático unificador y anti-elitista. Los carismas del Espíritu no han sido dados para dividir la iglesia entre los espirituales y los no espirituales. Después de todo, es importante recordar que todos los adoradores tenemos al menos uno de ellos. por lo tanto, todos estamos embarcados en la misma expedición y con los mismos privilegios y responsabilidades. Por otro lado, el que usted no haya hecho "sus asignaciones" para descubrir cuáles son sus carismas y como deben ser usados, no le da a usted licencia para oponerse a que otros los usen. Es más, ni siquiera Dios esperará por usted para que la iglesia sea edificada, perfeccionada, unida y lanzada a sus respectivos ministerios. Es usted quien debe darse prisa.”[12]
[1] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). En Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 70). United Bible Societies.
[2] Büchsel, F. (1964–). δίδωμι, δῶρον, δωρέομαι, δώρημα, δωρεά, δωρεάν, ἀπο-, ἀνταποδίδωμι, ἀνταπόδοσις, ἀνταπόδομα, παραδίδωμι, παράδοσις (didōmi, dōron, dōreomai dōrēma, dōrea, dōrean, apo-, antapodídōmi, antapodosis, antapódoma, paradídōmi, parádosis). En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 2, p. 166). Eerdmans.
[3] Warfield, Benjamin B.. The Holy Spirit (p. 13). Ravenio Books. Kindle Edition.
[4] Op. cit. pp.71-72.
[5] Bultmann, R., & Lührmann, D. (1964–). φαίνω, φανερός, φανερόω, φανέρωσις, φαντάζω, φάντασμα, ἐμφανίζω, ἐπιφαίνω, ἐπιφανής, ἐπιφάνεια (phainō, phanerós, phaneroō, phanerosis, phantázo, phántasma, emphanízō,epiphaínō, epiphanēs, epipháneia). En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary ofthe New Testament (electronic ed., Vol. 9, pp. 3–6). Eerdmans.
[6] Bultmann, R., & Lührmann, D. (1964–). φαίνω, φανερός, φανερόω, φανέρωσις, φαντάζω, φάντασμα, ἐμφανίζω, ἐπιφαίνω, ἐπιφανής, ἐπιφάνεια (phainō, phanerós, phaneroō, phanerosis, phantázo, phántasma, emphanízō,epiphaínō, epiphanēs, epipháneia)…Op.cit, Vol. 9, p.6). Eerdmans.
[7]https://www.christianlehmann.eu/ling/sprachen/maya/gramatica/semas/nom/nom_tema/index.html https://www.christianlehmann.eu/ling/sprachen/maya/gramatica/semas/nom/nom_tema/nomen_agentis.html
[8] La Iglesia como la esposa de Cristo.
[9] Bultmann, R., & Lührmann, D. (1964–). φαίνω, φανερός, φανερόω, φανέρωσις, φαντάζω, φάντασμα, ἐμφανίζω, ἐπιφαίνω, ἐπιφανής, ἐπιφάνεια (phainō, phanerós, phaneroō, phanerosis, phantázo, phántasma, emphanízō,epiphaínō, epiphanēs, epipháneia)…Op.cit, Vol. 9, p.6). Eerdmans.
[10] Recuerde siempre que no tiene que estar de acuerdo con el escritor; el deseo de éste es provocar la reflexión teológica y que usted arribe a sus conclusiones, iluminado siempre por el marco doctrinal que distingue su fe.
[11] He aquí parte de la revelación que facilitan los dones del Espíritu.
[12]Esquilín, Mizraim. (1995). El Despertar de la Adoración. Miami: Editorial Caribe, (pp. 176-177).
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