January 14th, 2024
935 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 14 de enero del 2024
Una iglesia dirigida por el Espíritu de Dios (Pt. 2)
“24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. 26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” (Rom 8:24-27 RVR1960)
Nuestra reflexión anterior nos permitió comenzar a analizar el significado y el alcance que posee ser una Iglesia dirigida por el Espíritu Santo. Nuestro análisis inicial nos permitió considerar algunas de las características del Espíritu de Dios que la Biblia define y conectar estas a las descripciones que la Biblia presenta acerca de la influencia de estas características en el creyente y en la Iglesia. Estamos conscientes de que estos análisis son sólo el comienzo de una tarea educativa extensa que tenemos que desarrollar. Hay muchos datos y mucha información bíblica y teológica que aún no han sido compartidos. Tenemos que presentarlos como parte de nuestros esfuerzos para que los lectores puedan contar con varias herramientas bíblicas y teológicas que les permitan llegar a conclusiones sólidas y serias acerca de quién es el Espíritu Santo y qué significa ser una Iglesia dirigida por la Tercera persona de la Trinidad.
Ya hemos presentado evidencias de que el Espíritu Santo es Dios; co-igual, coeterno y coexistente con el Padre y con el Hijo. La Biblia le adscribe las mismas características y reconocimientos que a las otras dos (2) personas de la Trinidad. Un diagrama conocido como el “escudo de la fe” (“scutum fidei”) fue preparado a partir de los datos que encontramos en el credo que preparó Atanasio, un Obispo del cuarto siglo de la era Cristiana y en el que se describe lo que es la Trinidad.[1] Del análisis histórico de este documento se desprende que podemos verlo por primera vez en una publicación que fue escrita por Peter of Poitiers (1130–1205); un documento titulado “Compendium Historiae in Genealogia Christi.”[2]
Una iglesia dirigida por el Espíritu de Dios (Pt. 2)
“24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. 26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” (Rom 8:24-27 RVR1960)
Nuestra reflexión anterior nos permitió comenzar a analizar el significado y el alcance que posee ser una Iglesia dirigida por el Espíritu Santo. Nuestro análisis inicial nos permitió considerar algunas de las características del Espíritu de Dios que la Biblia define y conectar estas a las descripciones que la Biblia presenta acerca de la influencia de estas características en el creyente y en la Iglesia. Estamos conscientes de que estos análisis son sólo el comienzo de una tarea educativa extensa que tenemos que desarrollar. Hay muchos datos y mucha información bíblica y teológica que aún no han sido compartidos. Tenemos que presentarlos como parte de nuestros esfuerzos para que los lectores puedan contar con varias herramientas bíblicas y teológicas que les permitan llegar a conclusiones sólidas y serias acerca de quién es el Espíritu Santo y qué significa ser una Iglesia dirigida por la Tercera persona de la Trinidad.
Ya hemos presentado evidencias de que el Espíritu Santo es Dios; co-igual, coeterno y coexistente con el Padre y con el Hijo. La Biblia le adscribe las mismas características y reconocimientos que a las otras dos (2) personas de la Trinidad. Un diagrama conocido como el “escudo de la fe” (“scutum fidei”) fue preparado a partir de los datos que encontramos en el credo que preparó Atanasio, un Obispo del cuarto siglo de la era Cristiana y en el que se describe lo que es la Trinidad.[1] Del análisis histórico de este documento se desprende que podemos verlo por primera vez en una publicación que fue escrita por Peter of Poitiers (1130–1205); un documento titulado “Compendium Historiae in Genealogia Christi.”[2]
Escudo de la fe
Sabemos que este diagrama no pretende esquematizar la Trinidad. Sin embargo, sirve el propósito de presentar un esquema visual de las relaciones que encontramos en la Trinidad. Por ejemplo, este documento presenta las siguientes relaciones:
"El Padre es Dios" "El Hijo es Dios" "El Espíritu Santo es Dios"
"Dios es el Padre" "Dios es el Hijo" "Dios es el Espíritu Santo"
"El Padre no es el Hijo" "El Padre no es el Espíritu Santo"
"El Hijo no es el Padre" "El Hijo no es el Espíritu Santo"
"El Espíritu Santo no es el Padre" "El Espíritu Santo no es el Hijo"
Tal y como dice el credo antes citado:
“Y en esta Trinidad, ninguno es antes o después, mayor o menor que el otro; sino que las tres personas son, en sí mismas, coeternas y co-iguales; y por ello debemos adorar la Trinidad en unidad y al único Dios en tres personas.” Añadimos a esto ejemplos de algunos de los datos que aún no hemos considerado acerca de las características y las funciones del Espíritu Santo:
Nos guía a toda la Verdad
“13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.”
(Jn 16:13)
Glorifica a Cristo
“14 Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Jn 16:14-15)
Es maestro
“26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Jn 14:26, RVR1960)
Da testimonio de que somos hijos de Dios
“16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. El mismo espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.” (Rom 8:16).
Nos guía
“14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Rom 8:14-15)
Intercede por nosotros
“26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” (Rom 8:26-27)
Nos llena
“31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.” (Hch 4:31)
Habla y comisiona los ministerios de la Iglesia
“2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. 3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. 4 Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.” (Hch 13:2-4)
“10 Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, 11 quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.” (Hch 21:10-11)
Nos permite participar de procesos de toma de decisiones
“28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias...” (Hch 15:28)
Bautiza con poder de lo alto
“15 Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. 16 Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. 17 Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? 18 Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hch 11:15-18)
Se revela
“25 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 Él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: 29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvación, 31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; 32 Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.”
(Lcs 2:25-32)
Reparte carismas (dones) a todos los creyentes como Él quiere
“7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros; a otro profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.” (1 Cor 12:7-11)
Levanta y mueve profetas
“27 En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. 28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. 29 Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; 30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.” (Hch 11,27-30)
Da órdenes
“12 Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón, 13 quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; 14 Él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa.” (Hch 11:12-14)
Sobre estos datos es que tenemos que desarrollar el significado de lo que es una Iglesia dirigida por el Espíritu Santo. En otras palabras, debemos entender que estas características y estas funciones operan en la dirección de la Iglesia del Señor. Estas aseveraciones validan las primeras conclusiones a las que llegamos en nuestra reflexión anterior, mientras analizábamos el pasaje del epígrafe Romanos 8:24-27: "Una Iglesia impulsada por el Espíritu camina expectante del cumplimiento de las promesas que Dios nos ha hecho".
Una Iglesia dirigida por el Espíritu aprende a tener hupomoné: no se quita, no se deja mover por las tormentas. Hace algo más que respirar: está viva: no rehuye el combate. Hay otras conclusiones que se desprenden de ese pasaje bíblico. Algunas de estas están directamente relacionadas a la oración. Pero antes de verlas, debemos considerar que Pablo dice en estos versos que los creyentes no sabemos cómo debemos orar como conviene. Es por esto que una de las funciones del Espíritu es la de interceder por nosotros y que lo hace con algo que Pablo llama “gemidos indecibles.” Esa expresión, gemidos imposibles de expresar con palabras es la traducción de la frase “stenagmois alalētois”[3] (“stenagmos”, G4726; “alalētos”, G215). El concepto que se traduce aquí como gemidos, (“stenagmos”) literalmente significa gemir o suspirar como resultado de una profunda preocupación o estrés.[4] Es interesante que esta sea exactamente la misma acción que Jesucristo realiza antes de sanar al sordo y tartamudo que le trajeron al salir de la región de Tiro.
“34 y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. 35 Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien.” (Mcs 7:34-35)
Al mismo tiempo, esta acción provocada por la profunda preocupación que Dios tiene por nosotros también la encontramos en el Padre. En el Libro del profeta Isaías encontramos lo siguiente acerca de esto último:
“9 En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad.” (Isa 63:9)
Nos parece que la versión Palabra de Dios para Todos recoge estas expresiones de un modo más intenso:
“Así que él se convirtió en el Salvador de todas sus angustias. Él mismo los salvó, no un mensajero ni ningún ángel. Los rescató como haría un familiar porque él los amó y les tuvo misericordia. Los llevo entre los brazos tal como lo hacía mucho tiempo atrás.” (PDT)
Hay dos conclusiones que se desprenden del análisis de estos versos. La primera es que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se afligen por nosotros. La segunda es que esa aflicción es el producto del amor que el Dios Trino tiene por nosotros. Es sobre estas bases que se desarrolla el misterio de la oración. Las implicaciones de estas aseveraciones serán analizadas en nuestra próxima reflexión.
[1] https://www.rca.org/about/theology/creeds-and-confessions/the-athanasian-creed/el-credo-de-atanasio/
[2] https://collections.library.yale.edu/catalog/15761199
[3] https://biblehub.com/text/romans/8-26.htm
[4] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). En Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 304). United Bible Societies
"El Padre es Dios" "El Hijo es Dios" "El Espíritu Santo es Dios"
"Dios es el Padre" "Dios es el Hijo" "Dios es el Espíritu Santo"
"El Padre no es el Hijo" "El Padre no es el Espíritu Santo"
"El Hijo no es el Padre" "El Hijo no es el Espíritu Santo"
"El Espíritu Santo no es el Padre" "El Espíritu Santo no es el Hijo"
Tal y como dice el credo antes citado:
“Y en esta Trinidad, ninguno es antes o después, mayor o menor que el otro; sino que las tres personas son, en sí mismas, coeternas y co-iguales; y por ello debemos adorar la Trinidad en unidad y al único Dios en tres personas.” Añadimos a esto ejemplos de algunos de los datos que aún no hemos considerado acerca de las características y las funciones del Espíritu Santo:
Nos guía a toda la Verdad
“13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.”
(Jn 16:13)
Glorifica a Cristo
“14 Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Jn 16:14-15)
Es maestro
“26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Jn 14:26, RVR1960)
Da testimonio de que somos hijos de Dios
“16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. El mismo espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.” (Rom 8:16).
Nos guía
“14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Rom 8:14-15)
Intercede por nosotros
“26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” (Rom 8:26-27)
Nos llena
“31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.” (Hch 4:31)
Habla y comisiona los ministerios de la Iglesia
“2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. 3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. 4 Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.” (Hch 13:2-4)
“10 Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, 11 quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.” (Hch 21:10-11)
Nos permite participar de procesos de toma de decisiones
“28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias...” (Hch 15:28)
Bautiza con poder de lo alto
“15 Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. 16 Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. 17 Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? 18 Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hch 11:15-18)
Se revela
“25 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. 27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 Él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: 29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvación, 31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; 32 Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.”
(Lcs 2:25-32)
Reparte carismas (dones) a todos los creyentes como Él quiere
“7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros; a otro profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.” (1 Cor 12:7-11)
Levanta y mueve profetas
“27 En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. 28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. 29 Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; 30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.” (Hch 11,27-30)
Da órdenes
“12 Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón, 13 quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; 14 Él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa.” (Hch 11:12-14)
Sobre estos datos es que tenemos que desarrollar el significado de lo que es una Iglesia dirigida por el Espíritu Santo. En otras palabras, debemos entender que estas características y estas funciones operan en la dirección de la Iglesia del Señor. Estas aseveraciones validan las primeras conclusiones a las que llegamos en nuestra reflexión anterior, mientras analizábamos el pasaje del epígrafe Romanos 8:24-27: "Una Iglesia impulsada por el Espíritu camina expectante del cumplimiento de las promesas que Dios nos ha hecho".
Una Iglesia dirigida por el Espíritu aprende a tener hupomoné: no se quita, no se deja mover por las tormentas. Hace algo más que respirar: está viva: no rehuye el combate. Hay otras conclusiones que se desprenden de ese pasaje bíblico. Algunas de estas están directamente relacionadas a la oración. Pero antes de verlas, debemos considerar que Pablo dice en estos versos que los creyentes no sabemos cómo debemos orar como conviene. Es por esto que una de las funciones del Espíritu es la de interceder por nosotros y que lo hace con algo que Pablo llama “gemidos indecibles.” Esa expresión, gemidos imposibles de expresar con palabras es la traducción de la frase “stenagmois alalētois”[3] (“stenagmos”, G4726; “alalētos”, G215). El concepto que se traduce aquí como gemidos, (“stenagmos”) literalmente significa gemir o suspirar como resultado de una profunda preocupación o estrés.[4] Es interesante que esta sea exactamente la misma acción que Jesucristo realiza antes de sanar al sordo y tartamudo que le trajeron al salir de la región de Tiro.
“34 y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. 35 Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien.” (Mcs 7:34-35)
Al mismo tiempo, esta acción provocada por la profunda preocupación que Dios tiene por nosotros también la encontramos en el Padre. En el Libro del profeta Isaías encontramos lo siguiente acerca de esto último:
“9 En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad.” (Isa 63:9)
Nos parece que la versión Palabra de Dios para Todos recoge estas expresiones de un modo más intenso:
“Así que él se convirtió en el Salvador de todas sus angustias. Él mismo los salvó, no un mensajero ni ningún ángel. Los rescató como haría un familiar porque él los amó y les tuvo misericordia. Los llevo entre los brazos tal como lo hacía mucho tiempo atrás.” (PDT)
Hay dos conclusiones que se desprenden del análisis de estos versos. La primera es que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se afligen por nosotros. La segunda es que esa aflicción es el producto del amor que el Dios Trino tiene por nosotros. Es sobre estas bases que se desarrolla el misterio de la oración. Las implicaciones de estas aseveraciones serán analizadas en nuestra próxima reflexión.
[1] https://www.rca.org/about/theology/creeds-and-confessions/the-athanasian-creed/el-credo-de-atanasio/
[2] https://collections.library.yale.edu/catalog/15761199
[3] https://biblehub.com/text/romans/8-26.htm
[4] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). En Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 304). United Bible Societies
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