Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro y el propósito de Dios para nuestras vidas

“1 Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. 2 Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba; 3 y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré. 4 Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios. 5 Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza); 6 dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra. 7 Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de las naciones, al siervo de los tiranos: Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió.”  (Isaías 49:1-7, RV 1960)
             
El análisis del capítulo 49 del libro del profeta Isaías nos conduce a otras avenidas para identificar el propósito de Dios para nuestras vidas. El libro del profeta Isaías es tan voluminoso que ha sido dividido en dos (2) secciones. Los primeros 39 capítulos son considerados como el Libro del Juicio o de la Condenación, mientras que los capítulos 40 al 66 son conocidos como el Libro de la Consolación. El capítulo 49 pertenece a este último.
           
El arreglo del segundo libro o la segunda sección del libro de Isaías es uno que respira precisión e intencionalidad. El Libro de la Consolación está dividido en varias secciones (3). Cada una de estas está enfocada en una de las Personas de Dios y de sus atributos. Los capítulos 40-48 exaltan la grandeza de Dios Padre. Los capítulos 49-57 destacan la gracia del Hijo de Dios y el sufrimiento del Siervo Sufriente. Los capítulos 58-66 destacan la gloria del reino futuro. Por cierto, hay menciones de la operación del Espíritu Santo en Isa 40:13; 42:1; 44:3; 48:16; 59:19, 21; 61:1 y 63:10-11.[1]
 
El capítulo 49 también pertenece a lo que se conoce como los cantos acerca del siervo del Señor que nos regala este profeta. Los estudiosos de este libro nos han ayudado a entender que el profeta Isaías es inspirado por el Espíritu Santo para escribir cuatro (4) cantos acerca de Cristo, como el Siervo del Señor. Estos son:
  •  el primer canto: Isaías 42:1-4.
  •  el segundo canto: Isaías 49:1-6.
  •  el tercer canto: Isaías 50:4-10.
  •  el cuarto canto: Isaías 52:13-53:12.
 
En esos versos Isaías describe varias cosas acerca del Siervo del Señor. Esto es, ¿para qué viene el Siervo del Señor?, ¿cuál es su misión, su obra?; ¿cuál es su propósito?
 
En primer lugar, el siervo del Señor (Jesucristo) viene para acercarnos a la justicia de Dios (Isa 42:1-4; 53:11), para restaurarnos y salvarnos (49:1-6) y para hacer expiación por nuestros pecados y nuestras transgresiones (53:1-12).
 
En segundo lugar, Isaías describe el alcance, la extensión de la obra de este Siervo. La obra de este no se limita a la salvación y la restauración del pueblo de Israel (49:6). Su obra salvífica incluye a los gentiles, a las naciones de la tierra (42:1,4; 49:1,6; 52:15).
 
En tercer lugar, Isaías describe el sufrimiento del Siervo del Señor y lo hace con una precisión profética y matemática que es indiscutible. Veamos algunos ejemplos de esto.
 
“6 Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos. 7 Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. 8 Cercano está de mí el que me salva; ¿quién contenderá conmigo? Juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí.” (Isaías 50:6-8)
 
“2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. 3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. 9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. 10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. 11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. 12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.” (Isaías 53:2-12: el Siervo Sufriente)
 
Algunos puristas han identificado no menos de 36 profecías que se cumplieron durante la pasión y el sacrificio de Cristo en la cruz que esos 12 versos bíblicos describen. La probabilidad de que todas estas se cumplieran es de 1 en 68,719,476,736 oportunidades. Asombroso, ¿no lo cree? Todas estas profecías se cumplieron al pie de la letra.
 
En cuarto lugar, Isaías describe el carácter del Siervo del Señor. Cristo es profetizado como humilde y compasivo, completamente confiado en la obra del Padre y obediente a su propósito (42:2-3; 49:1-4; 50:4-5, 7; 53:7,12).
 
En quinto lugar, Isaías describe que el Padre sostendría al Siervo del Señor (42:1; 49:2, 50:7-8) y lo exaltaría (49:6; 52:10-13).
 
Nunca deja de ser impresionante encontrar tanta precisión y tantos detalles en la descripción profética de algo que ocurriría 8 siglos más tarde.
 
Repetimos que el capítulo 49 pertenece a estos cantos acerca del Señor.
 
Ahora bien, hay una pregunta muy válida que han hecho estudiantes de la Palabra que son responsables. ¿Cómo podemos atribuirnos, hacer nuestras, muchas de estas palabras proféticas si estas fueron profetizadas acerca de Jesús? Repetimos que la pregunta es muy válida. La respuesta a esta pregunta la ofrece, vez tras vez la misma Palabra de Dios. Veamos un ejemplo de esto proveniente del capítulo del libro de Isaías que estamos analizando: el capítulo 49:
 
“6 dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.” (Isaías 49:6)
             
Esta es una profecía que hace referencia a Cristo Jesús como el Siervo del Señor.
 
Repitiendo la pregunta, ¿cómo podemos hacer nuestras unas palabras que fueron profetizadas para Cristo nuestro Señor y Salvador? Es el Apóstol Pablo junto con Bernabé los que responden a esta pregunta cuando dicen lo siguiente:
  
“46 Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; más puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. 47 Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. 48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. 49 Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.” (Hechos 13:46-48)
             
Es obvio que estos discípulos del Señor hicieron suyas las palabras profetizadas por Isaías. Esto nos lleva a concluir que los escritores del Nuevo Testamento reconocían que muchas de las palabras proféticas que fueron dichas acerca de Cristo tenían que ser encarnadas por la Iglesia.
 
Hay algunas cosas que no están incluidas en esta aseveración. Una de estas son las profecías acerca de la muerte de Jesús. Esto es así porque la Biblia dice que en ningún otro hay salvación fuera de Cristo.
 
“12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:12)
   
Otro renglón son las palabras proféticas que afirman que Cristo posee todos los nombres de Dios. Esas profecías son sólo para Él. Veamos un ejemplo de esto:
 
“6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. 7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” (Isaías 9:6-7)
 
Esto es así porque sólo Él es Dios (Isa 45:14,18,21; 46:9-10; Jl 2:27; Mcs 12:32-33).
 
Ahora bien, necesitamos hacer un alto en esta exposición para considerar alguna que otra aplicación específica que nos regala el libro de Isaías acerca de Cristo. Isaías profetizó lo siguiente en el siglo 8 antes de Cristo:
  • el nacimiento de Cristo (7:14; 9:6; Mat. 1:18–25);
  • el ministerio de Juan el Bautista (Isa. 40:1–6; Mat. 3:1);
  • la unción que Cristo recibió del Espíritu (Isa. 61:1–2; Lcs 4:17–19);
  • el rechazo de la nación Judía al Mesías prometido (Isa. 6:9–11; Jn 12:38);
  • a Cristo, “piedra para tropezar” (Isa. 8:14; 28:16; Rom. 9:32–33; 10:11; 1 Ped 2:6);
  • el ministerio de Cristo entre los gentiles (Isa. 49:6; Lcs 2:32; Hch 13:47);
  • el sufrimiento y la muerte de nuestro Salvador (Isa. 52:13–53:12; Hcs 3:13; 8:32–33; 1 Ped 2:21–25);
  • Su resurrección (Isa. 55:3; Hch 13:34);
  • Su regreso para reinar como el Rey de las naciones (Isa. 9:6–7; 11:1; 59:20–21; 63:1–3; Rom. 11:26–27; Apoc. 19:13–15).

Este libro profético nos conmina a prestar atención al mensaje que Dios ha colocado dentro de sus páginas. No tenemos que enfatizar en la autoridad y la pertinencia de sus profecías ante los retos que experimentamos en esta parte del siglo 21. Es mandatorio acercarnos a este sabiendo que en sus páginas encontraremos la eternidad del Padre en la revelación de la majestad y la santidad del Hijo y la dirección y la comunión que proviene del Espíritu Santo.
 
Además, el capítulo 49 es sin duda alguna una agenda de trabajo para cualquier creyente que quiere enfrentar las luchas de nuestro diario vivir con la garantía de que habrá de alcanzar la victoria.
Referencias

[1] Wiersbe, W. W. (1996). Be Comforted (pp. 9–18). Victor Books.

1 Comment


Pastor Andrés Romero - January 13th, 2023 at 8:01am

Excelente, glorioso de gran bendición, un abrazo fuerte!!

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