June 4th, 2023
903 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 4 de junio 2023
El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro y el propósito de Dios para nuestras vidas
(Análisis de Isa 49:8)
“8 Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades;”
(Isa 49:8, RVR1960)
“8 El SEÑOR dice esto: «En el momento que yo te mostré mi bondad, respondí a tus oraciones. El día de salvación, te ayudé. Te protegí y te designé como mediador de un pacto con la humanidad, para reconstruir el país y devolver las tierras arrasadas.” (PDT)
Las expresiones proféticas que recoge Isaías en el capítulo 49 de su libro nos han sumergido en un proceso de estudio y de análisis muy particular. En nuestra reflexión anterior analizamos la descripción del rechazo y el desprecio al que sería sometido el Mesías que aparece descrito en el verso siete (7) de esta profecía. Un dato significativo es que vimos en esa reflexión que tanto el pueblo de Israel, como la Iglesia del primer siglo hicieron suyos esas expresiones. Por lo tanto, no debe haber duda alguna de que la Iglesia posmoderna, le guste o no, vive el desarrollo y el cumplimiento de esas expresiones. En otras palabras, que hemos sido diseñados como pueblo de Dios para operar contra las sogas.
En esa reflexión puntualizamos que esa temporada es transitoria y que la victoria prometida por el Señor es segura. Es por esto que reconociendo esa verdad bíblica, decidimos abrazar las características de Aquél que nos habla en esta palabra profética. Él es Jehová, el Dios que habla, el Redentor de Israel, el Santo suyo, aquél que es fiel. Él es el Santo de Israel.
Este énfasis exegético, de análisis e investigación, es validado con los énfasis que Isaías realiza en los próximos versos bíblicos de esta profecía. Isaías presenta un cambio de dirección en la palabra profética que Dios le dio para comenzar a declarar los planes futuros de Dios para su pueblo Israel así como para su Iglesia. Veamos cómo lo describe el verso ocho (8) del capítulo 49 del libro de Isaías:
“8 Esto dice el Señor: «En el momento preciso, te responderé; en el día de salvación te ayudaré. Te protegeré y te daré a las naciones para que seas mi pacto con ellas. Por medio de ti restableceré la tierra de Israel y la devolveré a su propio pueblo.” (Isa 49:8 NTV)
“8 Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades;”
(Isa 49:8, RVR1960)
Este verso da inicio a la presentación de las promesas de restauración para Israel. Jerusalén será reconstruida. El pueblo del Señor será afirmado. Pero este verso también da inicio a la presentación de las promesas de restauración para los creyentes en Cristo. Los creyentes en Cristo recibirán recompensas gloriosas del cielo.
La expresión “Esto dice el Señor” describe a Dios haciendo algo que en hebreo se conoce como “ʼâmar” (H559). Ese concepto describe que aquél que habla está diciendo, respondiendo, nombrando o designando algo. Ese concepto describe que la persona que habla está ordenando, determinando, que lo que va a expresar es su deseo, su promesa y lo que es.[1] El concepto hebreo “ʼâmar” incluye algo que va más allá de decir algo. Incluye la promesa (2 Rey 8:19; Neh 9:15), la acción de llamar por un nombre (Isa 5:20), planear (Éxo 2:14), decir en el corazón, ordenar (Est 1:17; Sal 105:31) y proclamar (Deut 26:17). [2]
El concepto también es utilizado para describir la autoridad profética que posee aquél que habla [3] Tenemos un ejemplo de este uso en el Salmo 105.
“31 Habló, y vinieron enjambres de moscas, Y piojos en todos sus términos. 32 Les dio granizo por lluvia, Y llamas de fuego en su tierra. 33 Destrozó sus viñas y sus higueras, Y quebró los árboles de su territorio. 34 Habló, y vinieron langostas, Y pulgón sin número;” (Sal 105:31-34)
Es interesante el nombre de Dios que Isaías utiliza aquí para decir “el Señor habló”. Se trata de “Yavé” (H3068), el Dios que se revela, el Eterno y siempre presente. En otras palabras que el Dios que se revela, el Eterno habla, dice y responde a las crisis de Sus hijos y de Su pueblo. El Dios que se revela nombra y designa un futuro esperanzador para aquellos que confían en Él. El Dios que se revela hace “ʼâmar”, desea y promete y sus deseos y sus promesas son órdenes y determinaciones. El Dios que se revela hace “ʼâmar”, llama a las cosas por sus nombres. Es lo mismo que Él hace con las estrellas del cielo.
“4 Él cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres.” (Sal 147:4, RVR1960)
Ese salmo comienza diciendo lo siguiente:
“1 Alabad a JAH, Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; Porque suave y hermosa es la alabanza. 2 Jehová edifica a Jerusalén; A los desterrados de Israel recogerá. 3 Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas. 4 Él cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres. 5 Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; Y su entendimiento es infinito.” (Sal 147:1-5)
El Dios que se revela habla con una autoridad insuperable e insustituible. Cuando Dios habla las cosas suceden. Él envía Su Palabra y los enfermos sanan (Sal 107:20). Él dice la palabra y los milagros ocurren a la distancia (Mat 8:8; Lcs 7:7). El Dios que nos presenta Isaías es el Todopoderoso. La Biblia dice que Él sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder (Heb 1:3). La Biblia dice que el universo fue constituido por Su palabra (Heb 11:3). Esa palabra provocó que lo que se ve fuera hecho de lo que no se veía. Es el Dios que habla, que promete y cumple, que ordena, que determina, y que se revela con poder. Saber que nuestro Dios conoce lo nombres de todas las estrellas es conocer que Dios sabe el propósito de cada una de estas. Ese es el Dios que nos habla y al que servimos.
La máxima revelación de Dios se llama Cristo. Es en Cristo y sólo en Él que podemos ser capaces de conocer al Padre (Jn 14:9). Es en Cristo y sólo a través de Cristo que podemos recibir la revelación de la majestad, de la santidad, de la gracia y de la bondad de Dios.
Ahora bien, ¿qué dice aquí el Dios que se revela? Isaías afirma que el Dios que se revela dice lo siguiente:
“En tiempo aceptable te oí” (Isa 49:8b)
Esa expresión revela que en el programa de Dios hay un tiempo aceptable, un tiempo que Isaías describe como “râtsôn” (H7522). Ese concepto puede ser traducido como el tiempo del deleite, del deseo (Sal 145:19; Est 1:8), tiempo que es agradable (Prov 10:32), del favor, del placer voluntario, de la buena voluntad (Sal 69:13; Isa 49:8). [4] En este caso, de la aprobación de Dios. [5] Es el tiempo agradable a Dios (Isa 58:5). Este concepto también se utiliza para describir la voluntad de aquél que habla.
Veamos algunos de sus usos en el Antiguo Testamento. Hemos subrayado la traducción del concepto “râtsôn” en esos versos:
“12 Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; Como con un escudo lo rodearás de tu favor.” (Sal 5:12)
“5 Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría.” (Sal 30:5)
“8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.” (Sal 40:8)
“18 Haz bien con tu benevolencia a Sion; Edifica los muros de Jerusalén.” (Sal 51:18)
“13 Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad; Oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, Por la verdad de tu salvación, escúchame.” (Sal 69:13)
“15 Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro. 16 En tu nombre se alegrará todo el día, Y en tu justicia será enaltecido. 17 Porque tú eres la gloria de su potencia, Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.” (Sal 89:17)
No podemos perder la oportunidad de señalar que el Apóstol Pablo hace suyas las expresiones del profeta Isaías cuando el escribe a la Iglesia que estaba localizada en la ciudad de Corinto:
“2 Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.” (2 Cor 6:2)
“1 Ahora pues, como colaboradores en la obra de Dios, les rogamos a ustedes que no desaprovechen la bondad que Dios les ha mostrado. 2 Porque él dice en las Escrituras: «En el momento oportuno te escuché; en el día de la salvación te ayudé.» Y ahora es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación!” (DHH)
Lo que esto significa es que este es el tiempo aceptable. Este es el tiempo de la buena voluntad de Dios. Este es el tiempo del favor y de la bondad de Dios. Este el tiempo del cumplimiento de los planes de Dios. Este es el tiempo oportuno. Este es el tiempo agradable de Dios, el tiempo de la aprobación de Dios. El profeta Isaías dice en el verso ocho (8) de esta profecía que Dios no se limita a hablar: Dios oye: Él escucha. Inspirado por el Espíritu Santo, el vocablo seleccionado por Isaías para describir esta acción es el concepto hebreo “ʽânâh” (H6030). Este concepto significa prestar atención, pero también puede ser traducido como testificar, anunciar, responder, y cantar. [6] O sea, que la revelación de Dios que nos regala Isaías nos permite ver a Dios escuchándonos porque Él es el Dios que escucha. El salmista decía que buscó al Señor y que Él le escuchó:
“4 Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.” (Sal 34:4).
La revelación de Dios que ofrece Isaías nos dice que Dios presta atención:
“17 Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé.” (Isa 41:17).
La revelación de Isaías afirma que nuestro Dios responde:
“Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.”
(Sal 91:15).
La revelación de Isaías dice que Dios testifica a favor nuestro; anuncia que somos suyos.
La revelación de Isaías valida las palabras de la profecía de Sofonías:
“16 En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se debiliten tus manos. 17 Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. 18 Reuniré a los fastidiados por causa del largo tiempo; tuyos fueron, para quienes el oprobio de ella era una carga. 19 He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra. 20 En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os pondré para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová.” (Sof 3:16-20)
¡Hermoso! ¡Una palabra profética que afirma que nuestro Dios nos arrulla con canciones de esperanza!: “se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”
El profeta Isaías dice que este es el tiempo de la buena voluntad de Dios para que esto ocurra.
“En tiempo aceptable te oí.” (Isa 49:8b)
[1] Strong, J. (2009). En A Concise Dictionary of the Words in the Greek Testament and The Hebrew Bible (Vol. 2, p.14). Logos Bible Software.
[2] Chávez, M. (1992). En Diccionario de hebreo bı́blico (1. ed., pp. 51–52). Editorial Mundo Hispano.
[3] Holladay, W. L., & Köhler, L. (2000). En A concise Hebrew and Aramaic lexicon of the Old Testament (p. 21). Brill.
[4] Chávez, M. (1992). En Diccionario de hebreo bı́blico (1. ed., pp. 664–665). Editorial Mundo Hispano.
[5] Swanson, J. (1997). En Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains : Hebrew (Old Testament) (electronic ed.). Logos Research Systems, Inc.
[6] Strong, J. (2009). En A Concise Dictionary of the Words in the Greek Testament and The Hebrew Bible (Vol. 2, p. 90). Logos Bible Software.
El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro y el propósito de Dios para nuestras vidas
(Análisis de Isa 49:8)
“8 Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades;”
(Isa 49:8, RVR1960)
“8 El SEÑOR dice esto: «En el momento que yo te mostré mi bondad, respondí a tus oraciones. El día de salvación, te ayudé. Te protegí y te designé como mediador de un pacto con la humanidad, para reconstruir el país y devolver las tierras arrasadas.” (PDT)
Las expresiones proféticas que recoge Isaías en el capítulo 49 de su libro nos han sumergido en un proceso de estudio y de análisis muy particular. En nuestra reflexión anterior analizamos la descripción del rechazo y el desprecio al que sería sometido el Mesías que aparece descrito en el verso siete (7) de esta profecía. Un dato significativo es que vimos en esa reflexión que tanto el pueblo de Israel, como la Iglesia del primer siglo hicieron suyos esas expresiones. Por lo tanto, no debe haber duda alguna de que la Iglesia posmoderna, le guste o no, vive el desarrollo y el cumplimiento de esas expresiones. En otras palabras, que hemos sido diseñados como pueblo de Dios para operar contra las sogas.
En esa reflexión puntualizamos que esa temporada es transitoria y que la victoria prometida por el Señor es segura. Es por esto que reconociendo esa verdad bíblica, decidimos abrazar las características de Aquél que nos habla en esta palabra profética. Él es Jehová, el Dios que habla, el Redentor de Israel, el Santo suyo, aquél que es fiel. Él es el Santo de Israel.
Este énfasis exegético, de análisis e investigación, es validado con los énfasis que Isaías realiza en los próximos versos bíblicos de esta profecía. Isaías presenta un cambio de dirección en la palabra profética que Dios le dio para comenzar a declarar los planes futuros de Dios para su pueblo Israel así como para su Iglesia. Veamos cómo lo describe el verso ocho (8) del capítulo 49 del libro de Isaías:
“8 Esto dice el Señor: «En el momento preciso, te responderé; en el día de salvación te ayudaré. Te protegeré y te daré a las naciones para que seas mi pacto con ellas. Por medio de ti restableceré la tierra de Israel y la devolveré a su propio pueblo.” (Isa 49:8 NTV)
“8 Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades;”
(Isa 49:8, RVR1960)
Este verso da inicio a la presentación de las promesas de restauración para Israel. Jerusalén será reconstruida. El pueblo del Señor será afirmado. Pero este verso también da inicio a la presentación de las promesas de restauración para los creyentes en Cristo. Los creyentes en Cristo recibirán recompensas gloriosas del cielo.
La expresión “Esto dice el Señor” describe a Dios haciendo algo que en hebreo se conoce como “ʼâmar” (H559). Ese concepto describe que aquél que habla está diciendo, respondiendo, nombrando o designando algo. Ese concepto describe que la persona que habla está ordenando, determinando, que lo que va a expresar es su deseo, su promesa y lo que es.[1] El concepto hebreo “ʼâmar” incluye algo que va más allá de decir algo. Incluye la promesa (2 Rey 8:19; Neh 9:15), la acción de llamar por un nombre (Isa 5:20), planear (Éxo 2:14), decir en el corazón, ordenar (Est 1:17; Sal 105:31) y proclamar (Deut 26:17). [2]
El concepto también es utilizado para describir la autoridad profética que posee aquél que habla [3] Tenemos un ejemplo de este uso en el Salmo 105.
“31 Habló, y vinieron enjambres de moscas, Y piojos en todos sus términos. 32 Les dio granizo por lluvia, Y llamas de fuego en su tierra. 33 Destrozó sus viñas y sus higueras, Y quebró los árboles de su territorio. 34 Habló, y vinieron langostas, Y pulgón sin número;” (Sal 105:31-34)
Es interesante el nombre de Dios que Isaías utiliza aquí para decir “el Señor habló”. Se trata de “Yavé” (H3068), el Dios que se revela, el Eterno y siempre presente. En otras palabras que el Dios que se revela, el Eterno habla, dice y responde a las crisis de Sus hijos y de Su pueblo. El Dios que se revela nombra y designa un futuro esperanzador para aquellos que confían en Él. El Dios que se revela hace “ʼâmar”, desea y promete y sus deseos y sus promesas son órdenes y determinaciones. El Dios que se revela hace “ʼâmar”, llama a las cosas por sus nombres. Es lo mismo que Él hace con las estrellas del cielo.
“4 Él cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres.” (Sal 147:4, RVR1960)
Ese salmo comienza diciendo lo siguiente:
“1 Alabad a JAH, Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; Porque suave y hermosa es la alabanza. 2 Jehová edifica a Jerusalén; A los desterrados de Israel recogerá. 3 Él sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas. 4 Él cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres. 5 Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; Y su entendimiento es infinito.” (Sal 147:1-5)
El Dios que se revela habla con una autoridad insuperable e insustituible. Cuando Dios habla las cosas suceden. Él envía Su Palabra y los enfermos sanan (Sal 107:20). Él dice la palabra y los milagros ocurren a la distancia (Mat 8:8; Lcs 7:7). El Dios que nos presenta Isaías es el Todopoderoso. La Biblia dice que Él sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder (Heb 1:3). La Biblia dice que el universo fue constituido por Su palabra (Heb 11:3). Esa palabra provocó que lo que se ve fuera hecho de lo que no se veía. Es el Dios que habla, que promete y cumple, que ordena, que determina, y que se revela con poder. Saber que nuestro Dios conoce lo nombres de todas las estrellas es conocer que Dios sabe el propósito de cada una de estas. Ese es el Dios que nos habla y al que servimos.
La máxima revelación de Dios se llama Cristo. Es en Cristo y sólo en Él que podemos ser capaces de conocer al Padre (Jn 14:9). Es en Cristo y sólo a través de Cristo que podemos recibir la revelación de la majestad, de la santidad, de la gracia y de la bondad de Dios.
Ahora bien, ¿qué dice aquí el Dios que se revela? Isaías afirma que el Dios que se revela dice lo siguiente:
“En tiempo aceptable te oí” (Isa 49:8b)
Esa expresión revela que en el programa de Dios hay un tiempo aceptable, un tiempo que Isaías describe como “râtsôn” (H7522). Ese concepto puede ser traducido como el tiempo del deleite, del deseo (Sal 145:19; Est 1:8), tiempo que es agradable (Prov 10:32), del favor, del placer voluntario, de la buena voluntad (Sal 69:13; Isa 49:8). [4] En este caso, de la aprobación de Dios. [5] Es el tiempo agradable a Dios (Isa 58:5). Este concepto también se utiliza para describir la voluntad de aquél que habla.
Veamos algunos de sus usos en el Antiguo Testamento. Hemos subrayado la traducción del concepto “râtsôn” en esos versos:
“12 Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; Como con un escudo lo rodearás de tu favor.” (Sal 5:12)
“5 Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría.” (Sal 30:5)
“8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.” (Sal 40:8)
“18 Haz bien con tu benevolencia a Sion; Edifica los muros de Jerusalén.” (Sal 51:18)
“13 Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad; Oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, Por la verdad de tu salvación, escúchame.” (Sal 69:13)
“15 Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro. 16 En tu nombre se alegrará todo el día, Y en tu justicia será enaltecido. 17 Porque tú eres la gloria de su potencia, Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.” (Sal 89:17)
No podemos perder la oportunidad de señalar que el Apóstol Pablo hace suyas las expresiones del profeta Isaías cuando el escribe a la Iglesia que estaba localizada en la ciudad de Corinto:
“2 Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.” (2 Cor 6:2)
“1 Ahora pues, como colaboradores en la obra de Dios, les rogamos a ustedes que no desaprovechen la bondad que Dios les ha mostrado. 2 Porque él dice en las Escrituras: «En el momento oportuno te escuché; en el día de la salvación te ayudé.» Y ahora es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación!” (DHH)
Lo que esto significa es que este es el tiempo aceptable. Este es el tiempo de la buena voluntad de Dios. Este es el tiempo del favor y de la bondad de Dios. Este el tiempo del cumplimiento de los planes de Dios. Este es el tiempo oportuno. Este es el tiempo agradable de Dios, el tiempo de la aprobación de Dios. El profeta Isaías dice en el verso ocho (8) de esta profecía que Dios no se limita a hablar: Dios oye: Él escucha. Inspirado por el Espíritu Santo, el vocablo seleccionado por Isaías para describir esta acción es el concepto hebreo “ʽânâh” (H6030). Este concepto significa prestar atención, pero también puede ser traducido como testificar, anunciar, responder, y cantar. [6] O sea, que la revelación de Dios que nos regala Isaías nos permite ver a Dios escuchándonos porque Él es el Dios que escucha. El salmista decía que buscó al Señor y que Él le escuchó:
“4 Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.” (Sal 34:4).
La revelación de Dios que ofrece Isaías nos dice que Dios presta atención:
“17 Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé.” (Isa 41:17).
La revelación de Isaías afirma que nuestro Dios responde:
“Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.”
(Sal 91:15).
La revelación de Isaías dice que Dios testifica a favor nuestro; anuncia que somos suyos.
La revelación de Isaías valida las palabras de la profecía de Sofonías:
“16 En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se debiliten tus manos. 17 Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. 18 Reuniré a los fastidiados por causa del largo tiempo; tuyos fueron, para quienes el oprobio de ella era una carga. 19 He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra. 20 En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os pondré para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová.” (Sof 3:16-20)
¡Hermoso! ¡Una palabra profética que afirma que nuestro Dios nos arrulla con canciones de esperanza!: “se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”
El profeta Isaías dice que este es el tiempo de la buena voluntad de Dios para que esto ocurra.
“En tiempo aceptable te oí.” (Isa 49:8b)
[1] Strong, J. (2009). En A Concise Dictionary of the Words in the Greek Testament and The Hebrew Bible (Vol. 2, p.14). Logos Bible Software.
[2] Chávez, M. (1992). En Diccionario de hebreo bı́blico (1. ed., pp. 51–52). Editorial Mundo Hispano.
[3] Holladay, W. L., & Köhler, L. (2000). En A concise Hebrew and Aramaic lexicon of the Old Testament (p. 21). Brill.
[4] Chávez, M. (1992). En Diccionario de hebreo bı́blico (1. ed., pp. 664–665). Editorial Mundo Hispano.
[5] Swanson, J. (1997). En Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains : Hebrew (Old Testament) (electronic ed.). Logos Research Systems, Inc.
[6] Strong, J. (2009). En A Concise Dictionary of the Words in the Greek Testament and The Hebrew Bible (Vol. 2, p. 90). Logos Bible Software.
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February
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March
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April
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AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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