July 5th, 2020
Entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida: “Un modelo de educación transformativa” [Parte V]
Reflexión por Pastor/Rector: Mizraim Esquilín-García
“
La peregrinación del pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida describe una nueva fase en la historia de Israel. El profesor Nahum Sarna añade a estas expresiones que las acciones redentoras de Dios a favor de Israel requerían una respuesta recíproca de parte de ese pueblo. La multitud liberada de aquellos que antes habían sido esclavos tenía que estar unida no solo por un sentido vital provocado por las tragedias compartidas y las experiencias comunes de emancipación, sino por los lazos de nuevos ideales.
La visión de un nuevo orden de vida, el establecimiento de una sociedad diferente a todas las que habían existido, les obligaba a trabajar con unas precondiciones establecidas por el Libertador: Dios. Sarna añade que las precondiciones para satisfacer estas metas, algo que él llama mediación (“instrumentality”), tenía que ser forjada y desarrollarse a base de una relación especial entre Dios e Israel. [1] Esta relación tenía que ser sellada con un pacto que establecería que Israel es un tesoro especial que Dios posee.
Esta expresión hebrea que se traduce como “especial tesoro” (“segulla”) [2]es descrita por Sarna como una que contiene implicaciones políticas y legales. El análisis de tabletas de cerámica y de barro encontradas en el medio oriente[3] (ej.: la ciudad de Ugarit, una carta en Acadio enviada por los Hititas) y correspondientes a 1500 años A.C., nos permite ver el uso de sus equivalentes; particularmente por los monarcas de la zona en esa época.
La segunda descripción, la de ser un reino de sacerdotes y una nación santa, alude a las consecuencias que fluyen de esa relación especial que ese pueblo tiene con Dios. En otras palabras, la auto-imagen que Dios quiere que Israel tenga de sí mismo está moldeada por sus roles como sacerdotes entre las naciones.
Esta aseveración es tan importante que necesita ser repetida. La imagen que Dios quería que Israel pudiera tener de sí mismo como nación, tenía que estar moldeada por sus roles dentro del plan divino. Esto es lo mismo que le ocurre a la Iglesia. La imagen que la Iglesia debe tener de sí misma tiene que estar moldeada por los roles que Dios le ha asignado como Cuerpo de Cristo, como Novia del Cordero y como Familia de Dios. Así también como linaje escogido, como real sacerdocio, como nación santa, pueblo adquirido por Dios, etc.
Es obvio que Israel no satisfizo esto último. Las discusiones entre las escuelas rabínicas acerca de esto son milenarias. Es por esto que Dios inserta en este plan a la Iglesia, el nuevo Israel de Dios.
El Apóstol Pablo describe con precisión lo que le sucedió a Israel y a la Iglesia en la carta a los Romanos:
“
Este pasaje comunica al menos 7 verdades muy importantes. En primer lugar dice que la Iglesia fue injertada (“egkentrizō”, G1461) en este plan porque Israel rechazó la propuesta de Dios: porque Israel no creyó. Repetimos, ese rechazo “provocó” que Dios nos injertara en ese plan. Todos sabemos que esto estaba diseñado así en el plan divino. En segundo lugar, Pablo dice aquí que Dios ha utilizado esto para conseguir la reconciliación entre Él y el mundo (v. 15b). En tercer lugar, él dice aquí que la Iglesia (nosotros) tenemos la misma bendición de los hijos de Abraham. Pablo dice que si el primer trozo de pan fue dedicado a Dios, entonces todo el pan está dedicado a Él (Dios Habla Hoy) (vv. 16-17). En cuarto lugar, él dice que los Cristianos no nos podemos creer mejores que el pueblo de Israel (v. 18). En quinto lugar, él dice que tampoco podemos dejar de creer porque si lo hacemos seremos arrancados del lugar en el que fuimos injertados (vv. 20-22). En sexto lugar, Pablo añade aquí que todo esto que le ha sucedido a la Iglesia, ser injertado en el olivo silvestre o un árbol cultivado, puede ser interpretado como un acto en contra de la naturaleza (v. 24). Esto, dice él, valida el que Dios esté dispuesto a injertar a las ramas originales. En séptimo y último lugar, Pablo declara que hay una día separado en el calendario de Dios en el que todo Israel será salvo (vv. 25-26).
¿Por qué va a suceder esto? Porque Dios no se puede mudar de opinión. Dios pactó con Israel en Sinaí y como parte de su convenio Él aceptó a Israel como su “especial tesoro sobre todos los pueblos”: “segulla mikol haamin.” No olvidemos que el análisis bíblico revela que este pueblo es entonces propiedad legal y propiedad política de Dios. Israel no cumplió su parte del pacto, pero Dios no invalida el suyo.
Veamos unas expresiones paulinas que son fundamentales en toda esta discusión:
“
Estas expresiones son medulares para la teología Cristiana. Sabemos que Dios es un Dios de planes y de propósitos. Ya sabemos que Dios le prometió a Abraham a Isaac y a Jacob que no se detendría hasta que se cumpliera lo que Él había prometido (Gn 28:13). Ya hemos visto que Pablo reconoce que la bendición a estos patriarcas santifica a sus descendientes: “16 Y dado que Abraham y los otros patriarcas fueron santos, sus descendientes también serán santos, del mismo modo que toda la masa de pan es santa porque la porción que se da como ofrenda es santa. Pues, si las raíces del árbol son santas, las ramas también lo serán” (Rom 11:16, NTV). Todo esto convierte a Israel en un asunto especial que sólo Dios puede manejar.
Pablo también reconoce en este capítulo de su carta a los Romanos que hay una parte del pueblo de Israel que ha sido desgajada: “17 Algunas ramas del árbol de Abraham —algunos del pueblo de Israel— han sido arrancadas” (Rom 11:17, NTV). Él también reconoce que hay endurecimiento en ese pueblo, pero que esto tiene un propósito: “Parte del pueblo de Israel tiene el corazón endurecido, pero eso solo durará hasta que se complete el número de gentiles que aceptarán a Cristo” (Rom 11:25b, NTV). O sea, que el endurecimiento de ese sector permite que el nuestro crezca hasta que se cumpla el plan perfecto de Dios.
La declaración con la que Pablo cierra estas declaraciones teológicas es monumental: “26 Y entonces todo Israel será salvo” (Rom 11:26a).
Hay que aceptar que no se puede preparar un pueblo así de la nada y mucho menos cuando están en juego asunto procesos transformativos que hay que aceptar y que hay que aprender.
Una nota al calce; un proceso es transformativo porque posee la virtud o fuerza para transformar. Una escuela transformativa posee potenciales para la transformación de una situación.
El propósito de Dios era el de transformar al pueblo de Israel en una escuela de maestros, de sacerdotes. El mundo entero tendría la capacidad de ser enseñado y acercado al único y Eterno Dios. La escuela que Dios ensamblaría tenía que poseer un potencial de transformación nunca antes visto. De este pueblo saldrían sacerdotes a educar a todo el planeta.
¿Cómo se debe preparar a un educador? ¿Cuáles deben ser los procesos para la formación pedagógica de aquellos que van a ser profesores? El proceso debe ser uno de aprendizaje transformativo.
Roberto Espejo Leupin y José González-Suárez analizan esto en una publicación dirigida a la formación pedagógica de los profesores universitarios.[4] Reconocemos que esta publicación es una pedagógica y académica: no es teológica ni bíblica. Sin embargo, creemos que el trabajo realizado por Espejo Leupin y González-Suárez describen gran parte de los procesos de aprendizajes teóricos y prácticos a los que Israel fue sometido entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida.
Espejo Leupin y González-Suárez, utilizando la teoría del aprendizaje transformativo de Jack Mezirow, destacan que esta propone un modelo donde el individuo actúa con dos tipos de supuestos para dar significado a su experiencia: perspectivas y esquemas de significado. Dichos supuestos corresponden a conjuntos generalizados de expectativas que condicionan el actuar, sentir y pensar de la persona.
Ellos apuntan a que la formación pedagógica entendida como desarrollo docente, involucra lo siguiente:
Es en este ámbito en el que usualmente vemos aparecer el tema de un cambio paradigmático (del modelo o la teoría a seguir) en la docencia universitaria, asociado a los procesos sociales mencionados anteriormente y que tienen repercusión directa en el rol del profesor y su desempeño.
Cuando aplicamos esto al pueblo de Israel encontramos que Dios quería transformar sus perspectivas como pueblo, así como los esquemas que el daban significado a este pueblo. Para esto había que transformar sus expectativas como pueblo, su forma de actuar, de sentir y de pensar como nación.
Ellos deseaban llegar a la Tierra Prometida para disfrutar de la libertad. Esas eran sus expectativas como pueblo. Dios quería que llegaran a la Tierra Prometida como una nación de sacerdotes, preparados para educar al mundo en lo que respecta a quién es Dios y a la relación que debemos tener con Él. Sólo así serían capaces de disfrutar la libertad en ese lugar: cumpliendo el propósito divino. Las perspectivas y los esquemas de significado de este pueblo tenían que ser transformados.
Es aquí que Dios decide confrontarlos con factores del problema del conocimiento pedagógico, con los de su naturaleza como pueblo, con los de su apropiación y los de su crecimiento.
Espejo Leupin y González-Suárez señalan que la teoría de Mezirow destaca que el aprendizaje transformativo (transformative learning) describe cómo los adultos integran nueva información, perspectivas, o práctica en sus visiones de mundo al comprometerse en el aprendizaje. O sea, que esto requiere estar comprometido con estos procesos: “5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis” (Éxo 19:5a).
Ellos añaden lo siguiente: “Cuando los aprendices se comprometen con las oportunidades para reflexionar sobre el significado de lo que están aprendiendo, pueden comprometerse en la evaluación de sus valores familiares, creencias y supuestos.”[5] O sea, que además, se requiere compromiso con las oportunidades que se ofrecen y se requiere reflexionar sobre el significado del aprendizaje. Esto último explica por qué es que hay tantas instrucciones bíblicas acerca de la meditación reflexiva sobre lo que dice la Santa Palabra.
“
En esta publicación se describe que existen unos requisitos de trabajos académicos (“scholarship”)[6] con los que tienen que cumplir todos aquellos que quieren someterse a este modelo de educación transformativa. Los estudiantes Israelitas que fueron matriculados en la Universidad del Desierto vivieron la misma experiencia. Espejo Leupin y González-Suárez los resumen de la siguiente manera:[7]
Israel descubrió en el desierto quién es Dios. Es allí que fue adiestrado como país para integrar todas las actividades de la vida como un servicio a Dios. Es más, la integración y la aplicación del conocimiento estaban ligados hasta a los procesos disciplinarios. Veamos un ejemplo:
“30 Mas si Jehová hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron a Jehová.” (Nm 16:30)
Sobre el tema de la enseñanza hay que destacar que la Biblia hace énfasis en que esta es una empresa dinámica, que establece la construcción de puentes intergeneracionales. Además, que establece procedimientos pedagógicos que han sido cuidadosamente planeados, examinados y relacionados directamente al tema que se enseña: Dios
“
Todo esto apunta a que el resultado final de estos procesos transformativos procuraba cambios en la personalidad de este pueblo, la restructuración de su forma de pensar, de aprender, de sentir. Además, que la mayoría de estas transformaciones tendrían que ocurrir en medio de crisis o que estas provocarían algunas crisis.
Repetimos que la Biblia enseña que este pueblo es propiedad legal y propiedad política de Dios.
Norman K. Gottwald publicó en 1979 un libro titulado “The Tribes of Yaweh”[8]. En ese libro Gottwald describe que el título de “Pueblo Escogido” (Dt 7:6-7) es el distintivo o la característica autoconsciente de una sociedad de iguales creada entre un orden tribal y delimitada desde un mundo circundante principalmente centralizado y estratificado. “Pacto” es la unión de esos grupos sociales descentralizados convertidos en una sociedad de iguales, comprometidos con la cooperación, sin un liderazgo autoritario o déspota y una forma de simbolizar o representar el locus de la soberanía en esa sociedad de iguales.
Esta es la creación de una sociedad de iguales bajo la soberanía de Dios. Esta creación requería y sigue requiriendo el compromiso entre sus partes.
Hemos visto que Israel le falló a Dios y que Dios utilizó esto para insertar a la Iglesia en Su plan maestro.
La Iglesia es concebida en la Cruz del Calvario, empoderada por el Espíritu en el Aposento Alto y sometida a un modelo similar de educación transformativa. La finalidad de la Iglesia es la de anunciar las virtudes de Aquél que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Ped 2:9b).
Los procesos de esta educación transformativa poseen una fecha de expiración: “hasta que hayan entrado todos los que no son de Israel” (Dios Habla Hoy). Ese tiempo está por expirar.
4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. 5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.” (Éxo 19:4-6)
La peregrinación del pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida describe una nueva fase en la historia de Israel. El profesor Nahum Sarna añade a estas expresiones que las acciones redentoras de Dios a favor de Israel requerían una respuesta recíproca de parte de ese pueblo. La multitud liberada de aquellos que antes habían sido esclavos tenía que estar unida no solo por un sentido vital provocado por las tragedias compartidas y las experiencias comunes de emancipación, sino por los lazos de nuevos ideales.
La visión de un nuevo orden de vida, el establecimiento de una sociedad diferente a todas las que habían existido, les obligaba a trabajar con unas precondiciones establecidas por el Libertador: Dios. Sarna añade que las precondiciones para satisfacer estas metas, algo que él llama mediación (“instrumentality”), tenía que ser forjada y desarrollarse a base de una relación especial entre Dios e Israel. [1] Esta relación tenía que ser sellada con un pacto que establecería que Israel es un tesoro especial que Dios posee.
Esta expresión hebrea que se traduce como “especial tesoro” (“segulla”) [2]es descrita por Sarna como una que contiene implicaciones políticas y legales. El análisis de tabletas de cerámica y de barro encontradas en el medio oriente[3] (ej.: la ciudad de Ugarit, una carta en Acadio enviada por los Hititas) y correspondientes a 1500 años A.C., nos permite ver el uso de sus equivalentes; particularmente por los monarcas de la zona en esa época.
La segunda descripción, la de ser un reino de sacerdotes y una nación santa, alude a las consecuencias que fluyen de esa relación especial que ese pueblo tiene con Dios. En otras palabras, la auto-imagen que Dios quiere que Israel tenga de sí mismo está moldeada por sus roles como sacerdotes entre las naciones.
Esta aseveración es tan importante que necesita ser repetida. La imagen que Dios quería que Israel pudiera tener de sí mismo como nación, tenía que estar moldeada por sus roles dentro del plan divino. Esto es lo mismo que le ocurre a la Iglesia. La imagen que la Iglesia debe tener de sí misma tiene que estar moldeada por los roles que Dios le ha asignado como Cuerpo de Cristo, como Novia del Cordero y como Familia de Dios. Así también como linaje escogido, como real sacerdocio, como nación santa, pueblo adquirido por Dios, etc.
Es obvio que Israel no satisfizo esto último. Las discusiones entre las escuelas rabínicas acerca de esto son milenarias. Es por esto que Dios inserta en este plan a la Iglesia, el nuevo Israel de Dios.
El Apóstol Pablo describe con precisión lo que le sucedió a Israel y a la Iglesia en la carta a los Romanos:
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13 Menciono todo lo anterior especialmente para ustedes, los gentiles. Dios me designó apóstol a los gentiles. Pongo énfasis en esto 14 porque, de alguna manera, quiero hacer que los hijos de Israel sientan celos de lo que tienen ustedes, los gentiles, y entonces yo pueda salvar a algunos de ellos. 15 Pues, si el rechazo de ellos hizo que Dios ofreciera la salvación al resto del mundo, la aceptación de ellos será algo aún más maravilloso. ¡Será vida para los que estaban muertos! 16 Y dado que Abraham y los otros patriarcas fueron santos, sus descendientes también serán santos, del mismo modo que toda la masa de pan es santa porque la porción que se da como ofrenda es santa. Pues, si las raíces del árbol son santas, las ramas también lo serán. 17 Algunas ramas del árbol de Abraham —algunos del pueblo de Israel— han sido arrancadas; y ustedes, los gentiles, que eran ramas de un olivo silvestre, fueron injertados. Así que ahora ustedes también reciben la bendición que Dios prometió a Abraham y a sus hijos, con lo cual comparten con ellos el alimento nutritivo que proviene de la raíz del olivo especial de Dios. 18 Así que no se jacten de haber sido injertados para reemplazar a las ramas que fueron arrancadas. Ustedes son solo una rama, no son la raíz. 19 Tal vez digas: «Bueno, esas ramas fueron arrancadas para darme lugar a mí». 20 Es cierto, pero recuerda: esas ramas fueron arrancadas porque no creyeron en Cristo, y tú estás allí porque sí crees. Así que no te consideres tan importante, más bien teme lo que podría suceder. 21 Pues, si Dios no perdonó a las ramas originales, tampoco te perdonará a ti. 22 Fíjate en que Dios es bondadoso pero también es severo. Es severo con los que desobedecen, pero será bondadoso contigo si sigues confiando en su bondad. En cambio, si dejas de confiar, tú también serás arrancado por completo. 23 Y si el pueblo de Israel abandona su incredulidad, volverá a ser injertado, pues Dios tiene poder para volver a injertarlo en el árbol. 24 Tú, por naturaleza, eras una rama cortada de un olivo silvestre. Por lo tanto, si Dios estuvo dispuesto a ir en contra de la naturaleza al injertarte en un árbol cultivado, él estará mucho más dispuesto a injertar las ramas originales en el árbol al que pertenecen. 25 Mis amados hermanos, quiero que entiendan este misterio para que no se vuelvan orgullosos de ustedes mismos. Parte del pueblo de Israel tiene el corazón endurecido, pero eso solo durará hasta que se complete el número de gentiles que aceptarán a Cristo. 26 Y entonces todo Israel será salvo. ” (Rom 11:13-26a), Nueva Traducción Viviente)
Este pasaje comunica al menos 7 verdades muy importantes. En primer lugar dice que la Iglesia fue injertada (“egkentrizō”, G1461) en este plan porque Israel rechazó la propuesta de Dios: porque Israel no creyó. Repetimos, ese rechazo “provocó” que Dios nos injertara en ese plan. Todos sabemos que esto estaba diseñado así en el plan divino. En segundo lugar, Pablo dice aquí que Dios ha utilizado esto para conseguir la reconciliación entre Él y el mundo (v. 15b). En tercer lugar, él dice aquí que la Iglesia (nosotros) tenemos la misma bendición de los hijos de Abraham. Pablo dice que si el primer trozo de pan fue dedicado a Dios, entonces todo el pan está dedicado a Él (Dios Habla Hoy) (vv. 16-17). En cuarto lugar, él dice que los Cristianos no nos podemos creer mejores que el pueblo de Israel (v. 18). En quinto lugar, él dice que tampoco podemos dejar de creer porque si lo hacemos seremos arrancados del lugar en el que fuimos injertados (vv. 20-22). En sexto lugar, Pablo añade aquí que todo esto que le ha sucedido a la Iglesia, ser injertado en el olivo silvestre o un árbol cultivado, puede ser interpretado como un acto en contra de la naturaleza (v. 24). Esto, dice él, valida el que Dios esté dispuesto a injertar a las ramas originales. En séptimo y último lugar, Pablo declara que hay una día separado en el calendario de Dios en el que todo Israel será salvo (vv. 25-26).
¿Por qué va a suceder esto? Porque Dios no se puede mudar de opinión. Dios pactó con Israel en Sinaí y como parte de su convenio Él aceptó a Israel como su “especial tesoro sobre todos los pueblos”: “segulla mikol haamin.” No olvidemos que el análisis bíblico revela que este pueblo es entonces propiedad legal y propiedad política de Dios. Israel no cumplió su parte del pacto, pero Dios no invalida el suyo.
Veamos unas expresiones paulinas que son fundamentales en toda esta discusión:
“
11 Entonces yo pregunto: ¿cayó Israel hasta destruirse? ¡De ninguna manera! Pero el error que cometieron trajo la salvación a los que no son judíos para que los judíos sientan celos. 12 El error de Israel ha traído muchas bendiciones a todo el mundo; el fracaso de su misión, sirvió para traer muchas bendiciones a los que no son judíos. Y con toda seguridad habrá aún más bendiciones cuando cumplan la misión que Dios les dio.” (Rom 11:11-13, Palabra de Dios para Todos)
Estas expresiones son medulares para la teología Cristiana. Sabemos que Dios es un Dios de planes y de propósitos. Ya sabemos que Dios le prometió a Abraham a Isaac y a Jacob que no se detendría hasta que se cumpliera lo que Él había prometido (Gn 28:13). Ya hemos visto que Pablo reconoce que la bendición a estos patriarcas santifica a sus descendientes: “16 Y dado que Abraham y los otros patriarcas fueron santos, sus descendientes también serán santos, del mismo modo que toda la masa de pan es santa porque la porción que se da como ofrenda es santa. Pues, si las raíces del árbol son santas, las ramas también lo serán” (Rom 11:16, NTV). Todo esto convierte a Israel en un asunto especial que sólo Dios puede manejar.
Pablo también reconoce en este capítulo de su carta a los Romanos que hay una parte del pueblo de Israel que ha sido desgajada: “17 Algunas ramas del árbol de Abraham —algunos del pueblo de Israel— han sido arrancadas” (Rom 11:17, NTV). Él también reconoce que hay endurecimiento en ese pueblo, pero que esto tiene un propósito: “Parte del pueblo de Israel tiene el corazón endurecido, pero eso solo durará hasta que se complete el número de gentiles que aceptarán a Cristo” (Rom 11:25b, NTV). O sea, que el endurecimiento de ese sector permite que el nuestro crezca hasta que se cumpla el plan perfecto de Dios.
La declaración con la que Pablo cierra estas declaraciones teológicas es monumental: “26 Y entonces todo Israel será salvo” (Rom 11:26a).
Hay que aceptar que no se puede preparar un pueblo así de la nada y mucho menos cuando están en juego asunto procesos transformativos que hay que aceptar y que hay que aprender.
Una nota al calce; un proceso es transformativo porque posee la virtud o fuerza para transformar. Una escuela transformativa posee potenciales para la transformación de una situación.
El propósito de Dios era el de transformar al pueblo de Israel en una escuela de maestros, de sacerdotes. El mundo entero tendría la capacidad de ser enseñado y acercado al único y Eterno Dios. La escuela que Dios ensamblaría tenía que poseer un potencial de transformación nunca antes visto. De este pueblo saldrían sacerdotes a educar a todo el planeta.
¿Cómo se debe preparar a un educador? ¿Cuáles deben ser los procesos para la formación pedagógica de aquellos que van a ser profesores? El proceso debe ser uno de aprendizaje transformativo.
Roberto Espejo Leupin y José González-Suárez analizan esto en una publicación dirigida a la formación pedagógica de los profesores universitarios.[4] Reconocemos que esta publicación es una pedagógica y académica: no es teológica ni bíblica. Sin embargo, creemos que el trabajo realizado por Espejo Leupin y González-Suárez describen gran parte de los procesos de aprendizajes teóricos y prácticos a los que Israel fue sometido entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida.
Espejo Leupin y González-Suárez, utilizando la teoría del aprendizaje transformativo de Jack Mezirow, destacan que esta propone un modelo donde el individuo actúa con dos tipos de supuestos para dar significado a su experiencia: perspectivas y esquemas de significado. Dichos supuestos corresponden a conjuntos generalizados de expectativas que condicionan el actuar, sentir y pensar de la persona.
Ellos apuntan a que la formación pedagógica entendida como desarrollo docente, involucra lo siguiente:
- el problema del conocimiento pedagógico,
- su naturaleza,
- su apropiación y crecimiento.
Es en este ámbito en el que usualmente vemos aparecer el tema de un cambio paradigmático (del modelo o la teoría a seguir) en la docencia universitaria, asociado a los procesos sociales mencionados anteriormente y que tienen repercusión directa en el rol del profesor y su desempeño.
Cuando aplicamos esto al pueblo de Israel encontramos que Dios quería transformar sus perspectivas como pueblo, así como los esquemas que el daban significado a este pueblo. Para esto había que transformar sus expectativas como pueblo, su forma de actuar, de sentir y de pensar como nación.
Ellos deseaban llegar a la Tierra Prometida para disfrutar de la libertad. Esas eran sus expectativas como pueblo. Dios quería que llegaran a la Tierra Prometida como una nación de sacerdotes, preparados para educar al mundo en lo que respecta a quién es Dios y a la relación que debemos tener con Él. Sólo así serían capaces de disfrutar la libertad en ese lugar: cumpliendo el propósito divino. Las perspectivas y los esquemas de significado de este pueblo tenían que ser transformados.
Es aquí que Dios decide confrontarlos con factores del problema del conocimiento pedagógico, con los de su naturaleza como pueblo, con los de su apropiación y los de su crecimiento.
Espejo Leupin y González-Suárez señalan que la teoría de Mezirow destaca que el aprendizaje transformativo (transformative learning) describe cómo los adultos integran nueva información, perspectivas, o práctica en sus visiones de mundo al comprometerse en el aprendizaje. O sea, que esto requiere estar comprometido con estos procesos: “5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis” (Éxo 19:5a).
Ellos añaden lo siguiente: “Cuando los aprendices se comprometen con las oportunidades para reflexionar sobre el significado de lo que están aprendiendo, pueden comprometerse en la evaluación de sus valores familiares, creencias y supuestos.”[5] O sea, que además, se requiere compromiso con las oportunidades que se ofrecen y se requiere reflexionar sobre el significado del aprendizaje. Esto último explica por qué es que hay tantas instrucciones bíblicas acerca de la meditación reflexiva sobre lo que dice la Santa Palabra.
“
8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” (Jos 1:8)
“2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.” (Sal 1:2)
En esta publicación se describe que existen unos requisitos de trabajos académicos (“scholarship”)[6] con los que tienen que cumplir todos aquellos que quieren someterse a este modelo de educación transformativa. Los estudiantes Israelitas que fueron matriculados en la Universidad del Desierto vivieron la misma experiencia. Espejo Leupin y González-Suárez los resumen de la siguiente manera:[7]
- “Scholarship” del descubrimiento: corresponde a la investigación y a la producción de conocimiento en la universidad.
- “Scholarship” de la integración del conocimiento: corresponde a dar significado a los hechos aislados de una disciplina poniéndolos en perspectiva a través del trabajo multidisciplinar.
- “Scholarship” de la aplicación del conocimiento: se relaciona con cómo el conocimiento puede ser aplicado a resolver problemas en el contexto social en el que viven los académicos, en cómo puede éste ser útil tanto a los individuos como a las instituciones.
- “Scholarship” de la enseñanza: cuando la enseñanza es vista como una empresa dinámica que permite la construcción de puentes entre la comprensión del profesor y el aprendizaje del estudiante. Los procedimientos pedagógicos deben ser cuidadosamente planeados, continuamente examinados y relacionados directamente al tema que se enseña.
Israel descubrió en el desierto quién es Dios. Es allí que fue adiestrado como país para integrar todas las actividades de la vida como un servicio a Dios. Es más, la integración y la aplicación del conocimiento estaban ligados hasta a los procesos disciplinarios. Veamos un ejemplo:
“30 Mas si Jehová hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres irritaron a Jehová.” (Nm 16:30)
Sobre el tema de la enseñanza hay que destacar que la Biblia hace énfasis en que esta es una empresa dinámica, que establece la construcción de puentes intergeneracionales. Además, que establece procedimientos pedagógicos que han sido cuidadosamente planeados, examinados y relacionados directamente al tema que se enseña: Dios
“
7 Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? 8 Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? 9 Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. 10 El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos;” (Dt 4:7-10)
Todo esto apunta a que el resultado final de estos procesos transformativos procuraba cambios en la personalidad de este pueblo, la restructuración de su forma de pensar, de aprender, de sentir. Además, que la mayoría de estas transformaciones tendrían que ocurrir en medio de crisis o que estas provocarían algunas crisis.
Repetimos que la Biblia enseña que este pueblo es propiedad legal y propiedad política de Dios.
Norman K. Gottwald publicó en 1979 un libro titulado “The Tribes of Yaweh”[8]. En ese libro Gottwald describe que el título de “Pueblo Escogido” (Dt 7:6-7) es el distintivo o la característica autoconsciente de una sociedad de iguales creada entre un orden tribal y delimitada desde un mundo circundante principalmente centralizado y estratificado. “Pacto” es la unión de esos grupos sociales descentralizados convertidos en una sociedad de iguales, comprometidos con la cooperación, sin un liderazgo autoritario o déspota y una forma de simbolizar o representar el locus de la soberanía en esa sociedad de iguales.
Esta es la creación de una sociedad de iguales bajo la soberanía de Dios. Esta creación requería y sigue requiriendo el compromiso entre sus partes.
Hemos visto que Israel le falló a Dios y que Dios utilizó esto para insertar a la Iglesia en Su plan maestro.
La Iglesia es concebida en la Cruz del Calvario, empoderada por el Espíritu en el Aposento Alto y sometida a un modelo similar de educación transformativa. La finalidad de la Iglesia es la de anunciar las virtudes de Aquél que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Ped 2:9b).
Los procesos de esta educación transformativa poseen una fecha de expiración: “hasta que hayan entrado todos los que no son de Israel” (Dios Habla Hoy). Ese tiempo está por expirar.
Referencias:
[1] Sarna, Nahum M.. Exploring Exodus. Knopf Doubleday Publishing Group. Kindle Edition.
[2] La frase completa es “segulla mikol haamin” (mi especial tesoro sobre todos los pueblos)
[3] Textos de la ciudad de Ugarit y cartas en Acadio enviada por los Hititas.
[4] “Aprendizaje transformativo y programas de investigación en el desarrollo docente universitario.” Publicado en la Revista de Docencia Universitaria REDU · Vol. 13, Octubre- Diciembre 2015 DOI: 10.4995/redu.2015.5431 escrito por Roberto Espejo Leupin y José González-Suárez, Universidad Andrés Bello, Chile.
[5] Ibid. p. 317.
[6] Ernest L. Boyer los define así en su libro: Scholarship reconsidered: priorities of the professoriate (Boyer, E. (1990). Scholarship reconsidered: priorities of the professoriate. San Francisco:Jossey-Bass. pp. 17-21.
[7] Ibid. p. 314-15
[8] Gottwald, Norman K. 1979. The tribes of Yaweh. Orbis Books.
[1] Sarna, Nahum M.. Exploring Exodus. Knopf Doubleday Publishing Group. Kindle Edition.
[2] La frase completa es “segulla mikol haamin” (mi especial tesoro sobre todos los pueblos)
[3] Textos de la ciudad de Ugarit y cartas en Acadio enviada por los Hititas.
[4] “Aprendizaje transformativo y programas de investigación en el desarrollo docente universitario.” Publicado en la Revista de Docencia Universitaria REDU · Vol. 13, Octubre- Diciembre 2015 DOI: 10.4995/redu.2015.5431 escrito por Roberto Espejo Leupin y José González-Suárez, Universidad Andrés Bello, Chile.
[5] Ibid. p. 317.
[6] Ernest L. Boyer los define así en su libro: Scholarship reconsidered: priorities of the professoriate (Boyer, E. (1990). Scholarship reconsidered: priorities of the professoriate. San Francisco:Jossey-Bass. pp. 17-21.
[7] Ibid. p. 314-15
[8] Gottwald, Norman K. 1979. The tribes of Yaweh. Orbis Books.
Colaboradores:
Reflexión pastoral: Rev. Mizraim Esquilín-García, PhD. / Pastor de Comunicaciones: Mizraim Esquilín-Carrero, Jr. / Webmaster: Hno. Abner García / Social-Media : Hna. Frances González / Montaje reflexión-web/curadora Heraldo Digital-WordPress: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Diseñadora El Heraldo Institucional Edición Impresa Interactiva en InDesign CC: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Fotografías gratuitas: Recuperadas de Unsplash.com por: Nong Vang / David Boca / Diego PH / Benwhite/Priscilla Du Preez /Mathew-Schwartz /Monika Grabkowska. Imagen editada en Photoshop CC: Hna. Eunice Esquilín López – voluntaria 5 de julio del 2020.
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Posted in SERIE: ENTRE EL MAR Y LA TIERRA PROMETIDA, AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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