756 • Entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida: “ La revelación de Dios en la Tormenta ” – Parte X • El Heraldo Institucional del 9 de agosto del 2020 • Volumen XV

Entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida: “La revelación de Dios en la tormenta” Parte X • 756 • Vol XV • 9 de agosto del 2020

Reflexión por el Pastor/Rector: Mizraim Esquilín-García
16 Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. 17 Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. 18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera.” (Éxo 19:16-18)

El Pacto que Dios establece con el pueblo de Israel en el Monte Sinaí describe una relación formal, legal y vinculante entre Dios y Su pueblo. Para que este Pacto pudiera ser inteligible, comprensible, tenía que ser expresado en términos contextuales y contemporáneos. O sea, en un lenguaje de la época que el pueblo de Israel pudiera entender.

Este pacto refuerza el Pacto que el Señor hizo con Abraham, y sus afirmaciones a Isaac y a Jacob. De hecho, en todas y cada una de esas revelaciones el Señor inicia la conversación con la frase “Yo soy”, seguida de su intervención en la historia:

7 Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra.”(Gn 15:7)
“13 Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.”(Gn 28:13)
“11 También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos. 12 La tierra que he dado a Abraham y a Isaac, la daré a ti, y a tu descendencia después de ti daré la tierra.” (Gn 35:11)
“6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.” (Éxo 3:6)
“2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.” (Éxo 20:2)

Jonathan Sacks ha explicado que Dios pudo muy bien haberse revelado como el Creador de los cielos y de la Tierra. Sin embargo, Dios escoge revelarse como el Dios que se manifiesta en la historia de los seres humanos; nuestra historia.[1] Él es el Dios que sacó a Abraham de Ur de los Caldeos. Él es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Él es el Dios que le dio la tierra a esos patriarcas. Él es el Dios que sacó a Israel de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. ¡Él es! Él es!

Él es el Dios que se revela en la historia; en nuestra historia. Lo hizo ayer, lo hace hoy y continuará haciéndolo por los siglos de los siglos.

Sacks argumenta que los procesos que el pueblo de Israel experimentó para llegar a este pacto son recogidos como un bosquejo desde el libro del Génesis. O sea, que a base de esta óptica, los primeros dos (2) libros de la Biblia sirven inicialmente para establecer el dominio de Dios sobre la historia, desde la creación, y para definir la relación que Él tiene con su pueblo. No olvidemos que es de este pueblo que nace Jesucristo, el Salvador del mundo.

Veamos ese bosquejo, que es en sí una imagen de espejo o un arreglo quiral:

  • Creación del universo (Génesis 1–2)
  • La humanidad y sus caídas (Génesis 3-6)
  • Los juicios: el diluvio (Génesis 7-10)
  • El orgullo y sus efectos: la torre de Babel (Génesis 11)
  • El desarrollo de la familia del Pacto (Génesis 12-50)
  • El pueblo del Pacto (Éxodo 1-4)
  • El orgullo y sus efectos: Faraón (Éxodo 5-6)
  • Los juicios: las plagas (Éxodo 7-11)
  • El pueblo y sus caídas (Éxodo 12-18; 32-33)
  • La Creación del Santuario (Éxodo 25-31; 34-40)[2]

Este arreglo del material bíblico como una imagen de espejo es extraordinario y muy revelador.

A base de lo formulado por Sacks, hay que concluir que el encuentro de Israel en el Monte de Sinaí es mucho más que un Pacto. Ese encuentro es la descripción de la creación de una nueva humanidad, de la creación de la relación entre Dios y Su pueblo. En otras palabras, esto es también una imagen de espejo de lo que sucede en el Nuevo Testamento con la Iglesia.

La Biblia dice que un modelo similar es lo que nos sucede a aquellos que aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y como nuestro Salvador. La salvación que ofrece Jesús nos convierte en parte de la  nueva creación que Dios ha formado en su Hijo.

17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Cor 5:17)
“15 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.”  (Gal 6:15)
“10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”  (Efe 2:10)

Es de esto que trata el tema de la regeneración en el Nuevo Testamento (Tito 3:5); de un nuevo génesis.

Ahora bien, hay que destacar que el texto bíblico dice que el pueblo de Israel abandonó el campamento en el que se encontraba para acudir al lugar de reunión; la base del Monte Sinaí (Éxo 19:17). El pueblo marchó allí en respuesta a la invitación que Dios le extendió y porque Dios ya había descendido El texto bíblico dice que Dios le había advertido esto a Moisés: “He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová” (Éxo 19:9).

Es muy interesante saber que Cristo Jesús ascendió a los cielos y una nube lo ocultó (Hch 1:9). Es mucho más interesante saber que la Biblia dice que Cristo regresará de la misma manera en que se fue a los cielos (Hch 1:11).

30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.”  (Mzt 24:30)
“26 Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria.” (Mcs 14:26)

Continuando con el análisis de la cita que el pueblo de Israel tenía con Dios, este se aglomeró  alrededor del Monte como respuesta a la presencia del Dios que invita y que desciende. Es por esto que podemos definir esta acción como adoración. Adoración es respuesta a la presencia de Dios. Los Cristianos creemos que adorar es responder a la presencia de Dios en Cristo Jesús. No adoramos para que Dios esté: adoramos porque Él está.

La localización de esa revelación es muy importante. El Monte Sinaí ha quedado grabado en la historia de la humanidad como uno de los lugares en los que Dios se reveló al ser humano. El Monte Calvario es el más excelso de esos lugares. Estos montes superan la importancia de lugares tales como las siete (7) colinas de Roma, el Monte Olimpo de los griegos, etc. Son más importantes porque poseen algo que va más allá del testimonio de la historia; se trata de la revelación del favor de Dios y de Su justicia a los seres humanos de todas las épocas.

En otras reflexiones examinaremos que ese monte fue seleccionado para darle forma a un propósito moral en esta revelación. En esta reflexión también tenemos que apuntalar que el pueblo aposentado allí estaba al descubierto y expuesto. Todas sus necesidades tenían que ser suplidas porque no había un lugar a donde acudir para satisfacerlas. Dios estaba reclamando con esto toda la atención de ese pueblo. Estaremos abundando en estos elementos en nuestras próximas reflexiones.

Ahora bien, Dios decidió llamar la atención de este pueblo de una manera muy particular para el desarrollo de esta teofanía; la manifestación de la divinidad. Dios decidió utilizar una tormenta para captar la atención de todos los presentes. Hombres, mujeres, niños, gente joven, gente anciana, sanos  enfermos, todos fueron convocados a esta cita divina. Una nación emplazada por el Señor a través de una tempestad. ¿Le suena familiar?

16 Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento” (Éxo 19:16)

Esta clase de manifestación de Dios es muy común en los relatos de la revelación de Dios que encontramos en el Antiguo Testamento. El libro del Éxodo nos dice que Dios utilizó una tormenta con granizo para aleccionar al Faraón de Egipto y a ese pueblo (Éxo 9:13-26). Hay un dato muy interesante en ese pasaje: el pueblo de Israel no fue afectado por esa tormenta (v. 26).

El libro de Primera de Reyes nos dice  que Dios utilizó una tormenta para llamar la atención del profeta Elías cuando este se encontraba huyendo de Jezabel.

11 Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. 12 Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. 13 Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?” (1 Rey 19:11-13)

La Biblia dice que Dios utilizó una tormenta para arrebatar a Elías al cielo.

11 Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. 12 Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes.” (2 Rey 2:11-12)

La Biblia dice que Dios le respondió a Job desde una tormenta para iniciar la batería de respuestas que le ofrecería a ese patriarca en crisis (Job 38:1).

1 Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo: 2 ¿Quién es ése que oscurece el consejo Con palabras sin sabiduría? 3 Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me contestarás.”

La Biblia dice que Dios le repitió esa dosis a Job.

 “
6 Volvió el Señor a hablarle a Job de en medio de la tempestad. El Señor 7 Muéstrame ahora tu valentía, y respóndeme a estas preguntas:” (Job 40:6, Dios Habla Hoy)

La Biblia dice que Dios se le reveló así al profeta Ezequiel cuando este se encontraba apesadumbrado por haber sido llevado cautivo a Babilonia.

4 Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, 5 y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre.”   (Eze 1:4-5)

La Biblia dice que Dios decidió levantar una tormenta para conseguir que Jonás pudiera ser devuelto a los propósitos divinos.

4 Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. 5 Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir……15 Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor. 16 Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.”  (Jon 1:4-5, 15-16)

La Biblia dice que Dios marcha en la tempestad y el torbellino.

3 Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pie”  (Nah 1:3)

Creemos que las referencias bíblicas compartidas hasta aquí son evidencia robusta y convincente de que a Dios le gusta manifestarse en medio de las tormentas o a través de ellas. ¿Qué nos puede hacer pensar que el Todopoderoso ha cambiado sus maneras de revelarse?

Dios sigue manifestándose en medio de las tormentas. Sus revelaciones a través de las tempestades son transformadoras. Dios continua manifestando su poder para los poderes de los Egiptos de hoy y de todos los tiempos; el poder de Dios a través de tormentas que pueden ser selectivas. Dios continúa llamando a los Elías de todas las generaciones para que reciban la dirección del Señor a través de una tormenta. Dios continúa revelándose a los seres humanos como Job en todas las épocas, en medio de sus crisis, de sus pérdidas, de sus propias tormentas. Dios sigue revelándose a través de las tormentas a los seres humanos como Ezequiel, siervos de Dios que se encuentran desesperanzados por los dolores y las opresiones de este tiempo. Dios continúa usando las tormentas para re- encausar a aquellos profetas como Jonás que se han separado del centro de la voluntad divina.

Tal y como dice el profeta Nahum: el Señor “Camina en el huracán y en la tormenta; las nubes son el polvo de sus pies.….” (Nahum 1:3, Nueva Versión Internacional).

Esas tormentas que Dios usa para revelar su gloria, en muchas ocasiones poseen nombres contextuales y contemporáneos. O sea, son tormentas que Dios utiliza para hablarnos en el lenguaje de la época en la que vivimos. Esas tormentas se pueden llamar cáncer u otras crisis de salud, divorcio, crisis económicas, desastres ministeriales, depresión, ansiedad, COVID-19 y otras tantas que nos asaltan a diario. No podemos olvidar lo que dice un himno escrito por uno de nuestros hijos espirituales: Dios permite las tormentas siempre para bendecir.

Dios descendió en una tempestad para pactar con su pueblo. O sea, que el entorno que Dios utilizó para establecer Su Pacto con Israel no era necesariamente uno estable, silencioso o quieto. Israel estuvo enfrentando ese ambiente tormentoso por espacio de 11 meses y 20 días. Los israelitas habían llegado a ese lugar alrededor de 90 días después de haber salido de Egipto (Éxo 19:1), y salieron de allí el día 20 del segundo mes del segundo año de haber salido de allí (Nm 10:11). O sea, que hay tormentas que Dios permite que se extiendan por mucho tiempo. Estos ambientes pueden parecer irracionales y hasta irreales para aquellos que no conocen al Señor. En cambio, los creyentes en Cristo creemos que son escenarios para hacer pactos con el Señor y para ver Su gloria.

¡Este es un tiempo para pactar con el Señor!
A continuación una palabra de esperanza: parte del himno “Calma”, escrito por Ricardo Rodríguez:
“Yo sé que piensas que tu historia acaba,
y que al final no ha sido cuento de hadas
Que tu sueño no verá la realidad.
Oh, pero no, no te rindas ten confianza
Que la última palabra, Dios es quien la escribirá.
-0-
Calma, que la vida no se acaba
Con el sol de la mañana volverás a sonreír
Calma, nunca pierdas la esperanza
Dios permite las tormentas siempre para bendecir.”
Referencias:

[1] Sacks, Jonathan. Exodus: The Book of Redemption (Covenant & Conversation 2) (p. 67). Kindle Edition
[2] Sacks, Jonathan. Exodus….Ibid (p. 335).
Colaboradores:

Reflexión pastoral: Rev.  Mizraim Esquilín-García, PhD.  /  Pastor de Comunicaciones: Mizraim Esquilín-Carrero, Jr. / Webmaster: Hno. Abner García  /  Social-Media : Hna. Frances González /  Montaje reflexión-web/curadora Heraldo Digital Institucional-WordPress: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria  /  Diseñadora El Heraldo Institucional Edición Impresa Interactiva en InDesign CC: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria  /  Fotografías gratuitas: Recuperadas de Unsplash.com por: Nong Vang / David Boca / Diego PH / Benwhite/Priscilla Du Preez /Mathew-Schwartz /Monika Grabkowska. Imagen editada en Photoshop CC: Dra. Eunice Esquilín López – voluntaria 9 de agosto del 2020.

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