Reflexiones de Esperanza: Alabanzas para el alma: Oraciones que nos hacen cantar “La vida ante los perfectos que provee Dios.” (Parte 10)

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5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. (Sal 23:5)

El Salmo 23 posee una cantidad de aseveraciones que garantizan la transformación de cualquier creyente en Cristo Jesús. Ya sabemos que el escritor de este salmo utiliza los primeros cuatro (4) versos para hablarnos acerca del Buen Pastor. Los últimos dos (2) versos son utilizados para hablarnos del Pastor como anfitrión.

Una de las aseveraciones más inquietantes de este salmo es la que cierra el verso número cinco (5): “…mi copa está rebosando.”

Para poder validar esta expresión tenemos la necesidad de analizar los conceptos que ofrece esta frase. El primer concepto es la copa. El segundo concepto es la acción de rebosar.

¿Qué significado puede tener la copa? ¿Qué significado posee la copa en las tradiciones de los judíos? ¿Qué significado posee la copa en la Teología Cristiana?

Para empezar, hay que comprender que en algunas ocasiones la Biblia utiliza este concepto para describir la suerte o el final de algunas personas:

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Sobre los malos hará llover calamidades; Fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos. (Sal 11:6, RV 1960)
Hará llover sobre los malvados ardientes brasas y candente azufre;¡un viento abrasador será su suerte!  (NVI)

En otras ocasiones, la Biblia utiliza este concepto para describir la fuente de la que tomamos de la vida de Dios. Esto es, de donde proviene nuestro futuro:

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5 Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte. (Sal 16:5, RV 1960)
SEÑOR, tú eres mi alimento, lo único que poseo de valor y la copa de la que bebo. ¡Mi futuro está en tus manos!  (PDT)

Esta aplicación es muy interesante porque el salmista la usa para luego hacernos saber que en esa fuente, en la presencia del Señor, hay plenitud de gozo, delicias a su diestra para siempre y hay dirección para la vida.

Ese concepto es muy importante para nosotros los Cristianos porque Jesucristo parece estar “bebiendo” de este en algunas de sus expresiones; particularmente antes de ir a enfrentar su muerte y su resurrección:

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41 Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, 42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Lcs 22:41-42)
11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber? 12 Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron,   (Jn 18:11-12)

Ese concepto (cáliz) también es utilizado para identificar la fuente de la disciplina que aplica el Señor:

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7 Mas Dios es el juez; A éste humilla, y a aquél enaltece. 8 Porque el cáliz está en la mano de Jehová, y el vino está fermentado, Lleno de mistura; y él derrama del mismo; Hasta el fondo lo apurarán, y lo beberán todos los impíos de la tierra. (Sal 75:7-8, RV 1960)

En el Salmo 116 se utiliza ese concepto para describir la fuente de la salvación que nos ofrece Dios:

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13 Tomaré la copa de la salvación, E invocaré el nombre de Jehová. (Sal 116:13, RV 1960)

Tomar de esa copa implica en ese salmo celebración y provoca la alabanza. Esa expresión también es la respuesta a una pregunta: ¿cómo demostrarle la gratitud al Señor por todo el bien que nos ha hecho?

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¿Qué puedo ofrecerle al Señor por todo lo que ha hecho a mi favor? 13 Levantaré la copa de la salvación y alabaré el nombre del Señor por salvarme. (PDT)

En el Nuevo Testamento la copa es símbolo de bendición, porque la copa representa la comunión de la sangre de Cristo:

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16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?   (1 Cor 10:16)

Hablar de la copa en el contexto del Nuevo Testamento es hablar del nuevo pacto que el Señor ha hecho con nosotros mediante su sangre derramada en la Cruz:

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25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. 26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. (1 Cor 11:25-26)

Hay que desatacar que esos versos no dicen que la copa es la copa del nuevo pacto. Estos versos de la Primera Carta a los Corintios dicen que la copa es el nuevo pacto. O sea, que ella representa ese nuevo pacto con el Señor. Hay que señalar que Pablo le dice esto a una Iglesia plagada de divisiones (“schismata”, G4978; 1 Cor 1:10) y de conflictos (“machē”, G3163; 2 Cor 7:5). O sea, que esa Iglesia poseía muchos dones y muchos ministerios, predicaba el mensaje correcto, pero le faltaba unidad. Hasta había desorden en sus reuniones públicas, había desorden en la práctica de las liturgias y había confusión en el uso de los dones dados por el Espíritu Santo.

La Cena del Señor, en este contexto, es también un llamado a la unidad de la Iglesia. La copa es el sello de esa unidad mediante el pacto sellado en la Cruz del Calvario. No olvidemos que esa copa y ese pan señalan hacia la muerte de Cristo.

La Cena del Señor nos invita a repasar nuestros tiempos y nuestros entornos existenciales. La Cena nos invita a mirar hacia atrás, hacia el pasado, al sacrificio de Cristo, cómo murió, cómo fue enterrado, mirar lo que Él hizo por nosotros. Es por ese pasado glorioso de Cristo que tenemos comunión con Dios.

Esa Cena nos invita a mirar esto en el presente, aquí y ahora (1 Cor 11:23-26a). En cada ocasión que celebramos la Cena del Señor lo hacemos mirando nuestro presente, nuestra realidad con Él aquí y ahora.

Esa Cena nos invita a mirar hacia el futuro, y a hacerlo con esperanza porque el Señor regresa (v. 26b). Ella posee la copa que simboliza el nuevo pacto y que garantiza todo esto.
Esa Cena nos invita a mirarnos por dentro (vv. 27-28, 31-32).

Pablo no dice allí que tenemos que tomar la Cena del Señor siendo dignos de ella; nadie podría hacerlo. Pablo dice allí que tenemos que tomarla dignamente. Esto es, sabiendo quiénes somos realmente y que nos hemos arrepentido de nuestros pecados.

Por último, esa Cena nos invita a mirar alrededor (vv. 29, 33-34) para ser capaces de discernir el Cuerpo de Cristo (la Iglesia), y que podamos cuidar de los demás, evitando los juicios, las contiendas, y las divisiones. La copa está en el medio de todo esto

Los Judíos practican muchas ceremonias en los que la copa posee un papel preponderante. Una de las más interesantes es la de la celebración del Havdaláh. Esa es la ceremonia con la que se termina la celebración del Sabbath o el día de reposo. El concepto Havdaláh que significa separación, es aplicado aquí porque los invitados a celebrar el Sabbath saben que la fiesta se acabó y tienen que regresar a su vida regular durante los próximos seis (6) días. Con esa ceremonia, ellos procuran decir que están separando lo santo de lo profano y que pretenden que los otros seis (6) días sean llenos de las mismas bondades que encontraron en el día de reposo.

Para esta ceremonia, se repiten unas oraciones, se enciende una vela trenzada,[1] roja y blanca o azul y blanca, que procura simbolizar lo que dice el Sal 19:9 acerca de la Palabra, y luego se repiten unas bendiciones.[2] Todo esto se realiza en el hogar, a nivel familiar.

¿Por qué destacamos esa ceremonia? ¿Los Cristianos tenemos que celebrarla? Los Cristianos no tenemos que celebrar ninguna de estas ceremonias. Destacamos el Havdaláh porque como parte de esa ceremonia los asistentes pasan una copa rebosante de vino, vino que se derrama, y la dejan derramar sobre sus platos. Para algunas sociedades orientales esto era una señal de protección contra los espíritus malignos. Para los Judíos esta es una señal de la abundancia que los va a seguir durante el resto de la semana.

Hay mucho más que podemos compartir acerca del significado bíblico e histórico de la copa. No obstante, creemos que lo antes expuesto permite que los lectores posean una idea mucho más amplia y clara de este concepto. A base de esto tenemos que formular la pregunta una vez más: ¿qué significado puede tener la copa?  ¿Qué significado puede tener la frase “mi copa está rebosando”?

A base de lo antes expuesto, el salmista puede estar diciendo que su destino, su final no es uno que está hueco, no está vacío. Gracias a la unción de Dios su vida posee tanto contenido que hasta se derrama. El salmista puede estar señalando que la fuente de la que él toma de la vida de Dios, de donde proviene su futuro, lo ha llenado tanto que se está derramando (Sal 16:5, RV 1960). El salmista pude estar diciendo que su copa, su vida, rebosa de la vida de Dios.
Reiteramos que esa fuente garantiza plenitud de gozo, delicias a su diestra para siempre y hay dirección para la vida.

El salmista ha podido estar diciendo que la copa que está rebosando es la copa de la voluntad de Dios (Lcs 22:41-42; Jn 18:11-12). Él ha decidido hacer suya la voluntad de Dios; “hágase Tu voluntad

(Mat 6:10b). O sea, que la voluntad de Dios está derramándose desde su interior. Él ha podido estar diciendo que aquellos que se sientan en esa mesa poseen un futuro rebosante de la voluntad de Dios.

Este dato se va a revestir de mucha importancia cuando analicemos otras posibilidades acerca de qué es que rebosa nuestra copa.

El salmista ha podido estar comunicando que la copa de la salvación está tan llena que se está derramando. Hay gozo por esa salvación. Hay paz por esa salvación. Hay comunión por esa salvación, Hay esperanza por esa salvación. Hay vida abundante y eterna por esa salvación. La copa de mi salvación está rebosante.

Para los Cristianos, decir que la copa está rebosando tiene que incluir rebosar de bendiciones y de la comunión de la sangre de Cristo (1 Cor 10:16). Esa copa está rebosando porque se están derramando las bendiciones que emanan del nuevo pacto que el Señor ha hecho con nosotros mediante su sangre derramada en la Cruz (1 Cor 11:25-26). La copa está rebosando porque podemos mirar hacia atrás con gratitud; hemos sido perdonados. La copa está rebosando porque podemos mirar hacia atrás, al sacrificio de Cristo, podemos repasar cómo murió, cómo fue enterrado, sabiendo lo que Él hizo por nosotros. Podemos mirar hacia atrás con gratitud porque Él venció la muerte. Es por ese pasado glorioso de Cristo en la Cruz que tenemos comunión con Dios.

La copa está rebosando porque podemos mirar hacia el futuro con alegría: Cristo viene.
La copa está rebosando porque podemos mirarnos por dentro con esperanza: podemos ser transformados y renovados cada día por la sangre del Señor y por su Santo Espíritu.

La copa está rebosando porque la presencia del Señor abre las puertas para cancelar las divisiones, los conflictos y el mal uso de los dones que hemos recibido.

La copa está rebosando porque el Señor nos ha llamado a la unidad como Iglesia y como familia. La copa está rebosando porque cada vez que levantamos la copa del nuevo pacto, no nos avergonzamos de decirle al mundo que nuestras vidas apuntan hacia la muerte de Cristo con la copa y con el pan.

La copa está rebosando porque la sangre de Cristo nos hace aceptos para tomar dignamente la Cena del Señor. La copa está rebosando porque Él nos ha enseñado que no estamos solos en esa mesa. Cristo nos ha invitado a mirar alrededor (1 Cor 11: 29, 33-34) para ser capaces de discernir el Cuerpo de Cristo (la Iglesia), para que podamos cuidar de los demás, y hacerlo con alegría. ¡La copa está rebosando!

La copa está rebosando porque esto nos permite derramar sobre nuestros platos lo que Él ha puesto en nuestro interior. Los seres humanos tenemos muchos platos sobre la mesa y algunos  tenemos demasiado en estos. Se trata de los platos del trabajo diario, de nuestras responsabilidades como seres humanos, como integrantes de una familia, de nuestras responsabilidades ministeriales, etc. Estos platos tienen que ser salpicados por lo que se derrama de esa copa que está rebosando.

La copa está rebosando de esa sangre carmesí derramada en la cruz. La copa está rebosando de esos ríos de agua viva que corren en el interior de aquellos que creemos que Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, es nuestro Salvador y es nuestro Señor.

Hoy hay que repetir varias veces que cuando nos levantamos de la mesa que el Buen Pastor ha aderezado, lo hacemos diciendo: “mi copa está rebosando.”

¿De qué más puede rebosar nuestra copa? ¿Qué significado posee la palabra rebosar? El concepto hebreo que se usa en el verso cinco (5) del Salmo 23 es “revâyâh” (H7310). Las fuentes consultadas dicen que este concepto puede ser traducido como alivio, como un lugar de abundancia, como un estado o una condición de alivio de dificultades o de circunstancias gravosas, o como una extensión figurada de un lugar que provee abundancia, puede significar derramarse y/o tener más de lo que se necesita. Este recurso señala que su equivalente en griego es “pleonazō” (G4121), que significa súper abundante o hacer que sobreabunde.[3] Otra fuente consultada, el Driver-Brigss, dice que este concepto significa saturación.[4]

El diccionario de la Real Academia provee algunas definiciones para este concepto. Entre ellas encontramos que el verbo rebosar puede ser la acción de derramarse por encima de los bordes del recipiente que la contiene. También dice que puede ser definido como exceder de su capacidad hasta derramarse su contenido, abundar mucho, estar exageradamente lleno, y/o estar invadido por un sentimiento o estado de ánimo con manifiesta intensidad.

O sea, que rebosar es mucho más que derramarse porque incluye la fuente que lo provoca, la condición y el estado anímico de alivio y de llenura que patrocina y la saturación que predica.
¿Cuál es la importancia que poseen estas aseveraciones? Veamos algunos ejemplos bíblicos que seguramente nos obligarán extender la discusión y el análisis de este tema. La primera es provista por el salmista:

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Rebosa mi corazón palabra buena; Dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero. (Sal 45:1)

La segunda es provista por el proverbista:

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4 Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; Y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría.   (Prov 18:4)

La tercera es provista por el Apóstol Pedro cuando éste utiliza el equivalente griego que hemos señalado:

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8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.    (1 Ped 1:8)

¿Qué significa rebosar palabra buena? ¿Qué significa rebosar de la fuente de la sabiduría? ¿De qué cosas dice Pedro que hay que estar rebosantes para no estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor?

Las respuestas a estas preguntas formarán parte de nuestra próxima reflexión. Mientras tanto les invito a azar la voz y decir como el salmista: “mi copa está rebosando.”
Referencias

[1] Gates of Prayer: the New Union prayerbook. 1975. Publicado por el Central Conference of American Rabbis, New York (pp. 633-641).
[2] Kolatach, Alfred J. The Jewish Book of Why. Middle Village, NY: Jonatan David Publishers, Inc.(p 178-181)
[3] Swanson, J. (1997). Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains : Hebrew (Old Testament) (electronic ed.). Oak Harbor: Logos Research Systems, Inc.
[4] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). The Abridged Brown-Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Boston; New York: Houghton, Mifflin and Company.

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