Notas del Pastor MJ: Dios aviva tu obra.

Uno de los pasatiempos que he adoptado en este tiempo es hacer carnes a la barbacoa. No me considero un maestro (“pitmaster”) pero el público que ha consumido de mis experimentos me ha dado buenas calificaciones. La realidad es que es algo que disfruto hacer y lo hago a modo de terapia. Hacer carnes a la barbacoa puede ser un proceso artístico, particularmente si se usa un combustible como el carbón o la madera. Este tipo de combustible, a diferencia del gas o de la electricidad, hay que encenderlo de acuerdo a un proceso particular. También hay que asegurar que una vez encendido se puede alcanzar la temperatura de cocción aplicable al tipo de carne que se está cocinando. Hay carnes que se cocinan relativamente rápido y en contacto directo con el fuego. Pero hay carnes que se deben cocinar de forma indirecta y a través de largas horas. Es ahí cuando se vuelve muy importante que el fuego se mantenga avivado. Para que el proceso sea efectivo no podemos dejar que el fuego se consuma.

Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; (Habacuc 3:2)

El término que se traduce como "aviva" en este pasaje se puede traducir como revivir, restaurar, sostener la vida y continuar viviendo; entre otros significados. Por definición, un avivamiento ocurre en algo que una vez estuvo vivo pero que ha perdido su vigor o su vitalidad. Eso es precisamente lo que desea hacer el Señor con nosotros. Es muy cierto que necesitamos un avivamiento, a título personal y a título colectivo. Pero lo necesitamos no porque sea algo bonito y extraordinario que Dios desea derramar de lo alto. Lo necesitamos porque una vez hubo un fuego en nuestro corazón que hoy en día se ha debilitado o tal vez se ha apagado por completo. Cuando los carbones de la barbacoa se han apagado, el fuego disminuye y por ende el calor también. Para poder avivar ese fuego, siempre va a hacer falta incluir combustible adicional porque los carbones nunca van a revivir por si mismos. Lo mismo sucede a nivel espiritual. Un avivamiento requiere que algo del cielo sea puesto sobre nuestras vidas. No son nuestras capacidades, nuestras agendas, nuestros cultos ni nuestras actividades lo que provocará el avivamiento. No son nuestros coros, ni las muchas repeticiones, ni los acordes, ni las luces ni el humo; sino algo que no es nuestro y que lo tienen que poner desde el cielo para que el fuego de nuestro interior sea avivado.

Al igual que sucede en el proceso de hacer barbacoa, cuando el fuego se apaga se pierde la efectividad para completar la tarea. Esa es la razón por la cual hemos estado atravesando por momentos difíciles en los cuales nos ha faltado la autoridad, la unción, la gracia y la sabiduría para atender aquello que Dios nos ha puesto a la mano. Necesitamos un avivamiento y la única manera de conseguirlo es que Dios avive su obra en medio nuestro. ¿Quieres pedir eso a título personal, a nombre de los tuyos y para tu pueblo?

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