776 • Navidad: símbolos y señales que predican la Gracia “12 Esto os servirá de señal…”[Lucas 2:12b] • El Heraldo Institucional del 27 de diciembre del 2020 • Volumen XVI

Navidad: símbolos y señales que predican la Gracia
Reflexión por el Pastor Rector: Mizraim Esquilín-García.

12 Esto os servirá de señal…..” (Lcs 2:12a)

La Biblia nos describe varias maneras que Dios utiliza para comunicarse con la humanidad. Se trata de maneras, estilos, y/o formas que Dios utiliza para comunicar Sus palabras de amonestación o el mensaje de salvación y de esperanza. En algunas ocasiones Dios decide comunicar su mensaje a través de señales. Estas señales también aparecen en la Biblia para comunicar la protección divina, la dirección de Dios para el pueblo y la seguridad de la presencia de Dios. Todo esto, en medio de cualquier circunstancia que los pueblos puedan estar experimentando.

Hay una disciplina dedicada al estudio de esta forma de comunicación. Esta disciplina se llama Semiótica, la investigación académica de cómo el significado-sentido es creado, cómo es comunicado y los comportamientos que esto puede producir. Esta investigación académica tiene su origen en el estudio de cómo es que las señales y los símbolos (visuales y lingüísticos) crean el significado[1]. Esto incluye estudiar el impacto consciente e inconsciente que las señales y los símbolos tienen en nosotros. Ver e interpretar estas señales nos permite navegar en nuestros contextos y en nuestras sociedades.

Un ejemplo muy simple de todo esto es el signo de “Pare” (STOP) que encontramos en las calles. El letrero que identifica esa instrucción comunica que hay que detenerse, aun cuando uno no sea capaz de leer el idioma en el que está escrito. Ese letrero comunica su mensaje sin palabras. Lo mismo sucede con los símbolos que identifican corporaciones tales como Amazon, McDonalds, NIKE, FaceBook, etc. Los logos de estas corporaciones no solo las identifican, sino que comunican mensajes acerca de lo que representa cada una de ellas.[2]

El concepto “semiótica” se deriva del concepto griego “sēmeion” (G4592) que significa señal, milagro, indicación, (ceremonial o sobrenatural), “token” (muestra o prueba) o maravilla. La raíz de donde sale ese concepto es “sēma”,  que significa marca o significado. El concepto hebreo que más se asemeja  a este concepto griego es “ʼôth” (H226). Este concepto puede ser traducido como señal, bandera, faro, monumento, presagio, evidencia, marca o milagro.

Repetimos, la Biblia nos regala varios ejemplos, muy poderosos por cierto, en los que encontramos que Dios decide utilizar las señales para comunicarse con la humanidad. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en los relatos de la creación. La Biblia dice que una de las razones por las que Dios puso cada estrella en su lugar es para que estas sirvan de señales para identificar las estaciones, los días y los años (Gn 1:14). La Biblia dice que la vara de Moisés era una herramienta para producir señales  (Éxo 4:9, 17, 30). Encontramos en la Biblia que las plagas de Egipto eran señales del poder de Dios para ese pueblo, así como testimonios para las generaciones futuras de Israel (Éxo 10:1-2).

Podemos continuar ofreciendo ejemplos y evidencias acerca de cómo se utilizan las señales en la Biblia. El ejemplo de la profecía de la virgen concibiendo un hijo que se llamaría Emanuel fue ofrecido como una señal de la llegada del tiempo de la esperanza y de la salvación (Isa 7:14). En ocasiones, el Señor le hablaba a su pueblo a través de señales proféticas. Ezequiel es uno de los profetas que experimentó con mayor frecuencia este reclamo de Dios (Eze 4:3; 9:4; 12:6; 14:8).

Hay que desatacar que las señales no salvan; no poseen poder para salvar. También hay que puntualizar que hay que aprender a discernir las señales que encontramos en la vida porque estas pueden ser utilizadas de manera incorrecta. Esto es, las señales pueden ser utilizadas para engañarnos (Mat 24:24; Mcs 13:22).

Hay unas narrativas bíblicas que describen una época que Dios llenó de señales de gracia. Esa es la época de la Navidad o del nacimiento de Jesucristo, el Salvador del mundo.

Hay que reconocer que a través de los siglos los seres humanos han “cargado” esta temporada con sus propios símbolos festivos. Estos símbolos han tratado de convertirse en señales de la navidad. Entre ellos encontramos algunos que son muy simpáticos, tales como el árbol de navidad, Santa Claus, la nieve, las campanas, las postales navideñas, los regalos, las comidas típicas de la época, etc. No obstante, ninguno de estos puede superar ni sustituir los símbolos, las señales que la Biblia identifica que fueron puestos por Dios para comunicar su mensaje de gracia en la navidad.

Hay cinco (5) símbolos que Dios insertó en las narrativas bíblicas acerca de la navidad:
-   la estrella de Belén.               -   los pastores.              -   los ángeles.
-   los sabios de oriente.             -   el pesebre
 
La estrella de Belén: una señal de la dirección hacia Cristo

La Estrella de Belén ha sido un misterio para todas las generaciones que se han desarrollado después del nacimiento, la muerte y la resurrección de Cristo. Cómo podemos definir ese fenómeno astronómico, qué ocurrió  y cómo ocurrió, son solo algunas de las preguntas que continuamos formulándonos. Sabemos que no fue un cometa, porque los cometas siempre fueron vistos en la antigüedad como portadores de mensajes de destrucción y de tribulación. Sabiendo que la navidad comunica todo lo opuesto, podemos estipular que no fue un cometa. Ya sabemos que hay por los menos dos (2) conjunciones planetarias que ocurrieron muy cerca una de la otra en los años 6 AC y 2 BC. Venus, Marte y Saturno se “juntaron” en el año 6 BC, mientras que Venus y Júpiter lo hicieron en el 2 BC.

Se podría especular que los sabios de oriente vieron la primera de estas y llegaron a Jerusalén algunos años más tarde. Esto colocaría Cristo naciendo en cualquier momento entre esas dos fechas. Esto explicaría porqué es que Herodes envía a matar a todos los niños menores de dos (2) años de edad. Claro está, esto nos obligaría a tener que revisar la fecha de la muerte de ese rey sanguinario.

En fin, siempre tendremos más preguntas que respuestas en cuanto a esos datos astronómicos se refiere. De lo que no queda duda alguna es que la estrella de Belén es una señal de la navidad que comunica varios mensajes. En primer lugar, predica la dirección divina. Dios decidió utilizar ese fenómeno astronómico para hacerlo. La Biblia comunica esto con claridad: los sabios de oriente no necesitaron regresar a buscar la dirección de las estrellas después de haber encontrado a Jesús (Mt 2:12).

La Biblia dice que esa estrella identificaba en dónde encontrar a Jesús (Mat 2:8-11). Esa estrella invitaba a adorar a Jesús (Mat 2:1-2). O sea, que esa estrella era una señal que daba dirección, identificaba a un rey, apuntaba hacia el futuro porque ese bebé sería un Rey y producía entusiasmo y alegría. La Biblia dice que los sabios de oriente se regocijaron con “muy grande gozo” (Mat 2:10). Repetimos que la estrella, así como ninguna otra señal puede darnos salvación. Solo Cristo Jesús puede hacerlo. Es por esto que la estrella de Belén es una señal de la Gracia de Dios.

Los pastores de Belén: un señal de la gracia; símbolo de fidelidad y obediencia

¿Usted se puede imaginar una decoración de navidad que no posea pastores? El Dr. Elmer. L. Towns presentó hace varios años unas conferencias acerca de la navidad y en ellas nos dijo por qué es que los pastores son tan importantes. Este renombrado educador teológico destacó en estas conferencias algunas características de los pastores que la Biblia identifica en el Evangelio de Lucas  (Lcs 2:8-21). En primer lugar, Dios se revela a esos pastores en medio de su cotidianeidad. Ellos estaban realizando su trabajo cuando el ángel se les apareció. Esto representa la presencia de una ética de trabajo correcta. En segundo lugar, ellos supieron escuchar con atención en medio de la revelación y las manifestaciones atípicas que estaban experimentando. Esto es, ellos no dejaron de prestar atención a las instrucciones mientras escuchaban voces, eran rodeados de gran resplandor de la gloria de Dios, veían ángeles y escuchaban un concierto angelical. Hay muchos creyentes que saben gozarse un buen servicio de adoración, pero no son capaces de describir cuál fue el mensaje específico que el Señor les dio en medio de esa celebración. En tercer lugar, ellos obedecieron las instrucciones específicas que recibieron y fueron al lugar que se les había indicado. En cuarto lugar, se convirtieron en testigos de lo que habían visto y oído. En quinto lugar, se convirtieron en evangelistas que comunicaban la buena noticia de que Cristo Jesús el Señor había nacido.

Todo esto es un testimonio de fidelidad, una señal de la gracia y un símbolo de fidelidad y obediencia. Los pastores culminaron su participación en la primera fiesta navideña alabando y glorificando a Dios (Lcs 2:20).

Los ángeles: una señal de testimonio celestial

El Evangelio de Lucas nos describe la noche de la navidad como una noche muy activa. (Lcs 2:8-20). Es una noche de conciertos angelicales. ¿Por qué cantaban los ángeles? ¿Qué cosas sabían ellos que nosotros debemos conocer? Más allá de la obediencia, ¿qué les condujo a comunicar el mensaje navideño y a testificar delante de los pastores?

Estamos convencidos de que cualquier respuesta que esgrimamos para estas preguntas tiene que estar matizado por la revelación del amor de Dios. Juan 3:16 nos habla de ese amor. Decíamos en una reflexión publicada en el año 2012 que ese verso nos dice que Jesús, siendo igual al Padre y al Espíritu Santo en naturaleza y sustancia, es regalado a la humanidad por el amor de Dios. Ese verso nos dice esto cuando describe que uno de los nombres de Jesús es “Unigénito” (“monogenés”, G3439). Esto es, el único que ha salido de adentro de la Trinidad de Dios. Esto significa que Jesús el Unigénito de Dios posee una relación con el Padre que nadie más ha tenido. Jesús posee la gloria del Padre (Jn 1:14), es la imagen misma de sus sustancia y el resplandor de su gloria (Heb 1:3). Siendo esto así, Jesús es entonces el único que puede mediar entre nosotros y Dios y tenemos que creer a su mensaje. Los ángeles conocen esto.
Decíamos en esa reflexión que ese verso apunta a la navidad porque nos valida la historia del unigénito del Padre encarnándose en el vientre de la Virgen María. El amor de Dios decide que la virgen daría a luz un niño (Lcs 2:12). Jesús, que existe desde ante de la eternidad, se hizo carne (Jn 1:14) como un bebé. La Biblia dice que el Padre introdujo al Primogénito al mundo y envió a los ángeles a adorarle, adoración que solo Dios puede recibir (Heb 1:6). Los ángeles saben esto.

Jesús el niño de Belén ha inspirado miles de himnos, canciones, poemas y toda suerte de obras literarias. ¡Cuánta ensoñación ha provocado en los niños de todas las naciones escuchar acerca del Niño de Belén; del Niño Dios! Los primeros en cantarle fueron aquellos que le conocían desde la eternidad.

La navidad es un testimonio fehaciente de la Encarnación de Cristo el Señor. Dios se encarna, por gracia se inserta en la historia de la humanidad, se vacía de su gloria, sufre “kenosis” para parecerse a nosotros los humanos: se viste de mortalidad y en este evento revela Gracia salvadora para todos los hombres y mujeres.

Es imposible mirar al misterio de la Encarnación sin darse uno cuenta de que contemplar la gracia divina revelada allí, nos conmina a hacer algo al respecto. La Encarnación del Señor, establece las bases para que la formación del carácter del ser humano y la “remodelación” de su vida de impiedad a una piadosa, formen parte del propósito divino y del misterio que le envuelve. La navidad y la Cruz se nos revelan como agentes dinámicos de Dios para transformarnos y convertirnos en mejores personas. Esa Gracia nos impulsa, nos adiestra, capacita y conmina a vivir conforme a las expectativas del Emanuel, del Verbo Encarnado. La Biblia dice que el Hijo de Dios encarnado ha prometido volver de forma gloriosa a buscar los frutos de su encarnación, de su muerte y de su resurrección. Los ángeles saben esto y es por ello que adoran en la navidad.

No podemos ocultar que Cristo Jesús nació en uno de los peores momentos de la historia de la humanidad. Lo confirman las convulsiones observadas en casi todas las áreas de la vida de esa época en la historia. Su Encarnación transformó esa época y el resto de la historia. La posibilidad de llamar ese tiempo tan terrible y nefasto como el mejor de los tiempos se hace real gracias al misterio de la Encarnación. De estas verdades toma prestado Charles Dickens para decirnos que podemos vivir de manera simultánea en el peor de los tiempos y en el mejor de los tiempos.

Sin duda alguna esto nos hace expresar con alegría una paráfrasis invertida de la prosa parida desde el corazón de Dickens. Ciertamente aquel fue quizás el peor de los momentos de la historia de la humanidad; matamos al Verbo encarnado de Dios. Pero  también, sin duda alguna, el mejor momento de la historia de la humanidad: alcanzamos la salvación y la vida eterna.

La Gracia manifestada en el Verbo Encarnado aseguró la victoria sobre la muerte y sobre nuestros pecados. A esto hay que añadir la garantía de Su regreso y su manifestación gloriosa para recoger los frutos de esa Epifanía de Gracia; el misterio de su Encarnación para la Redención.

Es por eso que celebramos su nacimiento: el cumpleaños del Redentor del mundo es significativo por su obra redentora en el Calvario. Los pastores y los ángeles cantan por su nacimiento. Los ángeles deciden celebrar ese nacimiento porque al hacerlo sirven como señal de que la parte final del plan de salvación había sido puesta en acción.

Todo esto es una señal una señal de un testimonio celestial; de la gracia de Dios en la navidad.

Los sabios de oriente: un símbolo de conversión y adoración

El Evangelio de Mateo nos regala la historia de los sabios de oriente que fueron a ver a Jesús cuando este tenía un poco menos de dos (2) años (Mat 2:1-12). Estos especialistas en las ciencias de los cielos decidieron peregrinar desde tierras lejanas para encontrar al Niño Dios y para adorarle. Hemos visto que el pasaje del capítulo dos (2) del Evangelio de Lucas describe la adoración en la navidad con cánticos, himnos y alabanzas. El pasaje navideño que nos regala Mateo define la adoración con ofrendas; los regalos que ofrecen los Sabios de Oriente.

Estoy convencido de que el pasaje del Evangelio de Mateo que hemos citado nos ofrece algunas pistas para conocer mejor a estos sabios. Decíamos en una reflexión publicada en el 2014 que la tradición nos ha hecho creer equivocadamente que la cantidad los regalos descritos aquí representa la cantidad de sabios que llegaron al hogar de José y de María. O sea, tres (3) sabios. La verdad es que el estudio exhaustivo de la historia nos permite encontrar que fue en Ravena, Italia, el primer lugar en el que se le dieron nombres a estos sabios (siglo 9 DC). Es en la Basílica de San Apolinario el Joven que encontramos los murales en los que estos nombres fueron escritos. Sin embargo, al observar el mural con detenimiento se puede uno percatar que hay tres (3) nombres, pero hay muchos personajes en la visita que se le hace al hogar de la familia de José, María y el Niño Dios.

En primer lugar, Mateo comienza describiendo esos personajes que la Biblia describe como “magos,” llegando a Jerusalén desde el Oriente. En realidad, este nombre, que describe un grupo de hombres compuesto por al menos medio centenar de ellos, es la “interpretación” al castellano del concepto “magi.” Este concepto describe a un grupo de estudiosos de las ciencias, la agricultura, las matemáticas, las ciencias ocultas y la astronomía y a quienes se les consideraba como seres superdotados.

Este pasaje dice que estos hombres se acercaron a Jerusalén como parte de una búsqueda que llevaban realizando probablemente por unos 2 años. Ellos conocían de muchas cosas y eran expertos en muchas disciplinas, pero saben que hay algo que no conocen aún y que cambiaría la historia de todos ellos. En adición al conocimiento y a la sabiduría, estos hombres poseían muchas riquezas. En la época en la que ellos vivían era imposible desarrollar una peregrinación de esa naturaleza si no se contaba con grandes sumas de dinero para costear los gastos de esa empresa. Ninguna de estas cosas parece haber satisfecho los corazones y las mentes privilegiadas de estos sabios de oriente. Ellos sabían que necesitaban encontrar la única respuesta correcta que pondría punto final a su búsqueda.

Es por esto que ellos se han convertido en una señal de la Gracia de Dios. Ellos predicaron con sus acciones que para que cualquier navidad pueda ser extraordinaria, se necesita buscar en esta lo que es correcto. ¿Qué cosas queremos conseguir en esta navidad? ¿Queremos que la familia esté unida y poder celebrar todos juntos? ¿Queremos que se “nos pegue” un poco del “Holiday Spirit?

Decíamos en el 2014 que son muchos los que se han desilusionado con la navidad porque ella no trajo consigo el regalo esperado. La dificultad que sirve de trasfondo a esta aseveración es que presupone que el problema es la navidad. El problema no es la navidad. El problema son nuestras expectativas. Esa aseveración predica que hemos estado buscando lo incorrecto en la navidad. Los sabios de oriente sabían lo que venían a buscar como parte de su navidad. El verso dos (2) del capítulo dos (2) de Mateo señala que la búsqueda de los sabios de oriente tenía dos (2) propósitos. En primer lugar encontrar al Rey de todos los reyes, al Señor de todos los señores. En segundo lugar, adorarle.

Es importante enfatizar el hecho de que su búsqueda había sido realizada utilizando todos los medios que tenían disponibles. Sin embargo, ellos no habían sido capaces de buscar en una de las únicas fuentes que provee respuestas a todas las preguntas que puede formular el ser humano: la Palabra de Dios. La otra es el Espíritu Santo. Los versos cinco (5) y seis (6) de este pasaje describe que fue la Palabra de Dios la que resolvió el misterio, y proveyó la alternativa para darle un final feliz a su búsqueda.

4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: 6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.”  (Mat 2:4-6)

Lo que esto significa es que estos sabios de oriente, no solo estaban buscando lo que es correcto, sino que buscaron en el sitio correcto. Si queremos que esta navidad sea extraordinaria tenemos que buscar lo que es correcto y buscarlo en el sitio correcto. La Biblia argumenta sobre esta clase búsqueda cuando nos dice lo siguiente en Jeremías 29:13-14:

13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. 14 Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.”

El pasaje de Evangelio de Mateo que hemos citado nos describe que los sabios de oriente llegaron a la casa en la que se encontraba el Niño Dios con presentes en sus manos. Lo importante aquí es que estos sabios reconocieron que no hay navidad sin regalos. Pero esta vez no se trata de regalos que se reciben y sí de regalos que se obsequian.

Desde esta perspectiva podemos aseverar que la navidad será extraordinaria si regalamos lo que es correcto. Y esto es así porque la navidad se trata de dar y no de recibir. El argumento bíblico-teológico que sirve como base a esta aseveración es que esos regalos formaban parte de la adoración que rendirían los sabios de oriente. Adorar es dar; no es recibir. ¿A quién adoramos cuando repartimos el pan y hacemos regalos a otros? La respuesta a esta pregunta depende de quién es el dueño de nuestros corazones. Si nuestro corazón le pertenece a Dios, es al Señor Todopoderoso al que adoramos con esas acciones. Si nuestros corazones no le pertenecen al Señor, entonces son los dioses que ocupan nuestros corazones los que son adorados cuando lo hacemos.

Es muy interesante saber que aún sin saberlo, los sabios de oriente estaban ofreciendo presentes al Niño Dios como respuesta al regalo que habían recibido del cielo: la gracia amorosa de Dios encarnada en Cristo. Ese regalo celestial era, es y seguirá siendo el regalo perfecto que podemos recibir.

Siendo esto así, para que esta navidad sea extraordinaria, es entonces necesario que seamos capaces de regalar lo que es correcto. Sin duda alguna que los regalos más importantes hay que ponerlos a los pies de nuestro Salvador; un corazón contrito y humillado dispuesto a adorarle. Se trata de nuestras vidas rendidas a los pies del Señor de la Eternidad.

Ya sabemos que esos sabios recibieron la revelación de Dios que provocó que cambiaran de rumbo y no pasaran por Jerusalén como parte de su viaje de regreso a casa. Estos hombres entendieron muy bien que su visita había sido extraordinaria cuando descubrieron que no necesitaban mirar a las estrellas para conseguir dirección. La Palabra de Dios y la revelación del Santo Espíritu de Dios les había provisto el único GPS (“God Positioning System”) que garantiza certeza al caminar.

Esta es otra señal de la Gracia de Dios en la navidad: un símbolo de conversión y adoración.

Hay una reflexión anterior que tata con el tema del pesebre como una señal; una señal de la Gracia, del poder de Dios y un anticipo de la eternidad. Invitamos a los lectores a procurarla en nuestra página electrónica. No hay duda alguna de que Dios utiliza las señales para hacernos comprender su mensaje. No hay duda alguna de que las señales destacadas en la historia de la navidad son elocuentes y poderosas.

Ahora bien, no hay un símbolo, una señal más poderosa que la Cruz del Calvario. La cruz como señal de la gracia divina no necesita explicaciones. Los milagros y las señales que Cristo hizo durante su ministerio terrenal son igualmente valiosos (Jn 2:11) Así mismo las señales que tienen que seguir a los que creen en el Jesús como Señor y Salvador de sus almas (Mc 16:7). Es cierto que la cruz no nos puede salvar, pero la sangre derramada allí sí puede hacerlo. La sangre derramada en el Calvario puede salvarnos, puede restaurar nuestra comunión con Dios, puede darnos la paz que tanto anhelamos y asegurarnos la vida eterna.

Es por eso que la Cruz es el símbolo, la señal de la gracia divina más amada por los creyentes en Cristo Jesús.
Referencias:

[1]  https://www.britannica.com/science/semiotics
[2]  https://www.thoughtco.com/semiotics-definition-1692082
Colaboraciones:

Reflexión pastoral: Rev.  Mizraim Esquilín-García, PhD.  /  Pastor de Comunicaciones: Mizraim Esquilín-Carrero, Jr. / Webmaster: Hno. Abner García  /  Social-Media : Hna. Frances González / Adalian Rodríguez. •  Montaje reflexión-web/curadora Heraldo Digital Institucional-WordPress: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria  /  Diseñadora El Heraldo Institucional Edición Impresa Interactiva en InDesign CC: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria  /  Fotografías Recuperadas del internet CC. Imagen editada en Photoshop CC: Dra. Eunice Esquilín López – voluntaria 27 de diciembre del 2020.

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