Notas del Pastor MJ: Cuan privilegiados

¿Alguna vez has tenido la oportunidad de conocer a alguien famoso o a una persona a la cual admiras grandemente?  Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer a dos músicos de calibre mundial a los cuales he admirado desde pequeño.  Ellos vinieron a Puerto Rico para una actividad que estábamos organizando y tuve la oportunidad de compartir con ellos e inclusive ir a cenar con ellos a un restaurante en San Juan.  Yo me sentía la persona más privilegiada del mundo porque luego de tantos años admirándoles a la distancia finalmente pude conocerlos de cerca.  Hay uno de ellos con el cual todavía mantengo comunicación a través de las redes sociales.  Cuento esta historia a manera de introducir una experiencia bíblica, la historia de una mujer que conoció a alguien admirable, en una cita divina.  Ella de primera instancia no sabía lo dichosa que era.  No obstante, terminó dándose cuenta de lo grandioso de su experiencia.

“Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” (Juan 4:10)

La historia de la mujer samaritana es una de las más hermosas de los evangelios.  Es tan impactante que el desenlace de este relato presenta a esta mujer convirtiéndose en una de las primeras evangelistas de la historia.  Solo bastó un encuentro con Jesús para cambiar el curso de la vida de esta mujer.  Pero de entrada, ella no tenía idea de quien había salido a su encuentro.  Ella no estaba enterada, no tenía el insumo, los detalles, no conocía de aquel hombre; que realmente no era un hombre cualquiera.  Este hombre que había salido a su encuentro era el Dios encarnado, el creador de los cielos y la tierra, el Rey del reino de Dios, el hacedor del pacto y el que cumple el pacto.  Aquel que había salido a su encuentro era más poderoso y relevante que todos sus antepasados y era el único capaz de atender la necesidad imperante que había en su corazón.  Pero ella no sabía.  Tristemente son muchos los que no saben.  La historia de la mujer samaritana se repite muchas veces hoy en día y se repite no solamente en aquellos que no han recibido a Jesús como su salvador, sino también en creyentes.  Son muchas las personas que dicen conocer a Jesús y asisten a la iglesia pero en sus vidas no hay una evidencia palpable de la bendición que brinda un conocimiento pleno del altísimo.  Hoy Jesús quiere sentarse junto a todos aquellos que no están enterados y como lo hizo con la mujer samaritana decirles con ternura “Si supieras quién es el que te habla”.
 
Estoy convencido de que si activamente hacemos el ejercicio de reconocer con quién es que contamos, no llevaríamos tantas cargas a cuestas.  Si realmente conociéramos quién es aquel que está a nuestro lado no habría espacio para el temor.  Si tuviéramos un conocimiento pleno de quién es el que nos habla no habría espacio para tanto dolor y angustia.  Si tuviéramos un conocimiento activo, profundo y cada vez más íntimo de nuestro salvador, no habría espacio para la frustración, la insatisfacción, la tristeza, la duda y ese sentido de desesperanza que tantas personas llevan a flor de piel.  Todo comienza con ese conocimiento, con ese encuentro, con esa experiencia de entrar en razón y darnos cuenta de que contamos con el más poderoso salvador.

Jesús se reveló a esta mujer y le hizo una oferta transformadora, una oferta que cambió su rumbo de vida y le dio propósito.  Lo mismo puede hacer contigo.  Es tiempo de conocerle de cerca y de descubrir cuan privilegiados somos de contar con el amor y la compañía del más grande, del Dios eterno.

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