June 16th, 2021
“1 El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. 2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. 3 Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora. 4 Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. 5 No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, 6 Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. 7 Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará. 8 Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos. 9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, 10 No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. 11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. 12 En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra. 13 Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón. 14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. 15 Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. 16 Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.” (Sal 91:1-16)
Las últimas reflexiones acerca del Salmo 91 procuran resumir los acercamientos que hemos realizado a este salmo durante más de seis (6) meses. Hemos dividido este resumen en tres partes:
- La primera parte describe un lugar seguro y perdurable (vv.1-2).
- La segunda parte describe la confianza segura y perdurable que poseemos los creyentes en Cristo (vv.3-13).
- La tercera parte describe la proclamación segura y perdurable y la transformación segura y perdurable (vv.14-16).
En esta reflexión pretendemos sintetizar algunos de los hallazgos significativos de la segunda
parte y presentar el resumen de la tercera.
De entrada propusimos que el tema principal de este salmo no es el manejo del sufrimiento, de las tragedias y de los dolores que estas pueden causar. Uno de los temas centrales de este salmo es la propuesta divina para que desarrollemos una visión de la vida que trascienda a los dolores y a los sufrimientos. Hay que aprender que hay esperanza más allá del dolor y de las angustias.
Aprendimos que lo que el Salmo 91 nos dice es que las tragedias que pueden y suelen ocurrir en ambos lados del camino no nos van a paralizar (Sal 91:7). Además, que Dios nos invita a mirar la vida con certeza (v. 8). Las tragedias que enfrentamos, las pandemias, cuando sufrimos dolores inenarrables; estas cosas, casi siempre complican este ejercicio. Por un lado, podemos caer en la trampa de solo poder mirar la prueba, las fuentes de nuestros dolores y de nuestras lágrimas. Por otro, podemos dedicar ese espacio de tiempo en el que decidimos evaluar nuestras situaciones para descargar nuestras agendas legalistas y condenar a aquellos que no la han pasado bien durante esas temporadas del alma. También podemos decidir que anestesiaremos ese ejercicio ingiriendo y utilizando sustancias que en nada ayudan al ser humano. Aprendimos que el escritor del Salmo 91 nos dice que podemos hacer algo distinto y diferente. Él nos invita a “mirar” y a “ver”; a evaluar mientras contemplamos el horizonte de esperanza que Dios ha dibujado para aquellos que buscan Su rostro.
Aprendimos que esta tarea produce escenarios para el desarrollo de grandes testimonios cuando decidimos habitar bajo el abrigo del Altísimo. Esto es, vivir la vida estando tan cerca del Señor como para poder ser cubiertos por Su sombra (Sal 63:4-8; Isa 49:1-6).
Aprendimos que el salmo no dice que nos seremos atacados por las tribulaciones y por el dolor. El salmo enseña que estos no nos sobrevendrán; no nos causarán contracción por angustia y/o que no vendrán sin que hayamos sido avisados (Sal 91:10). Aprendimos también que es cierto que hay un ejército celestial a nuestra disposición, pero que este es superado por la misma presencia de que Aquél que es nuestro refugio.
Aprendimos que al final del camino, los últimos versos de este salmo aseveran que hay no menos de ocho (8) bendiciones garantizadas para aquellos que habitan al abrigo del Altísimo. Aprendimos que este salmo también dice que todos los procesos que se describen aquí sirven para desarrollar unas características muy particulares en aquellos que confían en el Señor. Esta es la tercera parte del Salmo 91, la que describe la proclamación segura y perdurable y la transformación segura y perdurable.
Este salmo subraya que la resolución divina que comunican los versos 14 al 16 del mismo, presentan ocho (8) bendiciones que tenemos garantizadas, que emanan de la misma boca de Dios. Estas bendiciones proclaman que Dios ha prometido lo siguiente:
- librarnos (poder escapar) - ponernos en alto (v. 14)
- responder a nuestra oración- acompañarnos en la angustia
- librarnos (tercera agenda de liberación) - honrarnos (v.15)
- saciarnos de larga vida- mostrarnos Su salvación (v.16)
La primera bendición trata con la agenda de poder recibir herramientas para escapar de aquellas cosas que nos producen dolores y angustias y poder recibir lo que sale de la boca de Dios (v.14). Dios ha prometido librar a aquellos que le aman. Tal y como decíamos en una reflexión anterior, no está en nuestra potestad decidir cómo es que Dios desarrollará ese proceso de liberación. Lo que sí está en nuestras manos es decidir amar al Señor sin importar cuál sea la situación por la que estemos atravesando.
Es muy importante destacar que el uso del concepto liberación implica que experimentaremos la prisión, el dolor, la fuente de la aflicción. El uso de este verbo implica que veremos el horno de fuego, y el foso de los leones (Dan 6:1-25). La promesa del Dios que nos ama es que los leones no nos podrán hacer daño. Ese foso se convertirá en lugar para parir grandes testimonios, para recibir palabra profética, para ser transformados en portadores de un mensaje de esperanza que hemos encarnado. La promesa de Dios es que el horno de fuego (Dan 3:1-30) será el momento más oportuno para poder contemplar y disfrutar de la Presencia del Amado que murió por nosotros en la Cruz del Calvario.
La segunda bendición que se encuentra en la resolución que el Señor nos entrega en el verso 14 del Salmo 91 es la de ser puestos en alto. Esta expresión es similar a decir que seremos colocados en un lugar seguro (“śâgab”, H7682). Esto es, un lugar inaccesible, elevado, alto y majestuoso. Además, que podemos conseguir esto siendo productivos. El salmista dice en el verso 14 del Salmo 91 que aquellos que reciben la revelación de Dios, aquellos que han decidido conocerle, aquellos que han decidido amar al Señor, tienen garantizado que serán colocados en un lugar seguro.
Dentro de las conclusiones a las que arribamos analizando esa bendición encontramos que las características que Dios destaca en la vida del escritor del Salmo 91 son las mismas que el Señor anhela encontrar en cada uno de nosotros. Cristo nos ha hecho mucho más fácil acceder al conocimiento de Dios. La invitación que se desprende del inicio de esa resolución divina es que anhelemos amar y conocer a Dios. Dios ha prometido darnos un nuevo corazón para esto. Dios nos ha cubierto con su amor en la Cruz del Calvario. Dios ha regalado Su Santa Palabra para conducirnos a esa perfección. Lo único que hace falta es acercarse al Señor, de manera personal, convencidos de que lo que dice la Palabra de Dios nunca deja de ser verdad.
La tercera bendición gira alrededor del desarrollo de unas disciplinas espirituales tales como la oración, el estudio de la Palabra, la meditación y la alabanza (v. 15). Estas nos llevan a ser totalmente dependientes de Dios. Las experiencias que producen dolores se convierten en escuelas que nos acercan más a Dios y a sostener diálogos intensos con Él. Es por esto que aprendemos a invocar el nombre del Señor; porque sabemos que Él siempre responde (Jer 33:3).
La cuarta bendición gira alrededor de la compañía celestial en medio de las angustias (v.15). Dios ha prometido estar con nosotros en las dificultades, en los problemas, en las situaciones que nos producen aflicción, angustia (Sal 120:1) o sufrimiento. Esa expresión está diciendo que Dios ha prometido estar con nosotros cuando estamos en peligro, en medio de los desastres que podemos experimentar y las calamidades que nos atacan. Esta expresión del verso 15 dice que Dios ha prometido que estará con nosotros en todas aquellas circunstancias que son desfavorables para nosotros. Dios ha prometido que estará con nosotros en todas aquellas situaciones que nos hacen sufrir y nos agotan. Utilizando la variante que nos ofrece uno de estos recursos, Dios ha prometido que estará con nosotros en todas aquellas situaciones que nos hacen chillar, gritar (Sof 1:14) o quejarnos de dolor.
La quinta bendición es otra agenda de liberación divina (v.15). “Sabemos que Dios ha prometido que estará con nosotros en medio de la angustia. Inmediatamente después prometió que nos librará, no solo de la angustia, sino de todo aquello que aparece descrito en los versos anteriores de este salmo. Lo que esta aseveración implica es que si vamos a necesitar liberación de estas cosas es porque vamos a tener que enfrentar los ataques y los intentos de aprisionarnos que estas amenazas presentan.”[1]
Vimos que esta agenda de liberación es mucho más complicada que las dos (2) anteriores (v.3, y v. 14). Algunos exégetas nos enseñaron que el concepto que se traduce aquí como “libraré” puede ser usado para identificar la acción de quitarse el calzado, ser arrancado de algún lugar, ser retirado, hacer que uno parta de algún lugar, ser libertado, ser despojado de algo, estropear algo, estar preparado, estar equipado o haber sido desplegado en formación para una batalla (Num 32:21). También incluye armar a uno para esto (Nm 31:3), ser vigoroso, ser rescatado o halado de algo o del algún lugar. Todos estos procesos forman parte de esa bendición.
La sexta bendición trata con la acción de honrarnos (glorificarnos) haciéndonos desparecer dentro de la gloria de Dios y convirtiéndonos en instrumentos para la gloria del Eterno (v.15). Las palabras paulinas resuenan en nuestro corazones: “16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2 Cor 4:16-18).
La séptima bendición trata con el desarrollo de vidas productivas; saciadas de la vida de Dios (v. 16). Aprendimos que en ocasiones no es necesario vivir mucho para poder vivir una vida saciada de la eternidad de Dios. El testimonio de la vida de Jesucristo es el modelo más extraordinario acerca de esto. Esta es una promesa que garantiza un futuro esperanzador. Es cierto que Dios bendice con longevidad a algunas personas, pero no es menos cierto que una vida saciada por Dios no necesariamente tiene que ser extensa. ¿Qué significa para el salmista vivir una vida saciada? Aprendimos que cuando el salmista señala ese “Órech yamin asbiéhu” (lo saciaré de larga vida) está diciendo con esto que los deseos de nuestros ojos son sustituidos por los deseos que Dios pone ante nuestra mirada. Aprendimos que una vida larga que es saciada así se convierte en una vida que es capaz de ver más allá de lo que es evidente. El análisis del concepto que él utiliza (“śâbaʽ”, H7646) lo explica de una manera simple. Ese concepto se traduce entre otras cosas como tener lo suficiente, estar lleno, estar saciados. Además, es utilizado para identificar la fuente de lo que uno es saciado o lleno.[2]
La octava bendición trata con la revelación de la salvación (v.16). La revelación de la salvación en este salmo, tiene que ver con la capacidad que Dios le ha concedido al creyente para conocer el significado que esta posee. Esta revelación incluye la develación de las promesas que hemos recibido de parte de Dios. Vimos que el análisis del concepto hebreo utilizado aquí puede hacer que esa frase diga lo siguiente acerca de la salvación que Dios ofrece:
- Nos hará contemplarla, considerarla, discernirla, disfrutarla, experimentarla, mirarla fijamente.
- Prestarle atención, considerarla con certeza y con gozo, señalarla, percibirla.
- Conocerla, clavar la mirada en ella, tener una visión de ella, verla, pensar en ella.
“Esta frase predica que podemos enfrentar el lazo del cazador y la peste destructora con los ojos puestos en la salvación que Dios nos ha prometido; contemplando esa salvación y considerando lo que ella ofrece. Esa frase predica que el terror nocturno que nos lleva a estar cubiertos por las plumas del Eterno y bajo las alas del Omnipotente, no sabe que se ha convertido en una herramienta, un canal para que nosotros aprovechemos la oportunidad para discernir lo que es la salvación. Esa frase predica que podemos enfrentar la saeta que vuela de día disfrutando la salvación que Dios nos ofrece. Esa frase predica que podemos enfrentar la pestilencia que anda en oscuridad experimentando el gozo de la salvación. Esa frase predica que podemos enfrentar la mortandad que destruye a la luz del día mirando fijamente al Autor de eterna Salvación (Heb 5:9) y al Consumador de nuestra fe (Heb 12:2).” [3]
Por si esto fuera poco, aprendimos que los versos 14 al 16 del Salmo 91 también sirven para describir las características que se desarrollan en aquellos que enfrentan las tragedias y las vicisitudes que describe este salmo, pero desde el abrigo del Altísimo y desde la sombra del Omnipotente. Las características que poseen aquellos creyentes que describen los versos finales del Salmo 91 son:
- Son creyentes que aman a Dios y que conocen quién es Dios (v.14).
- Son creyentes que poseen una vida de oración eficaz; dependencia absoluta de Dios (v. 15), y que saben que el Señor les acompaña en medio de los procesos que producen angustia (v. 15).
- Son creyentes liberados, vestidos, adiestrados para recibir y seguir instrucciones celestiales (v. 15).
- Son creyentes que Dios honra, cuyos egos han desaparecido dentro de la gloria de Dios y que Él exhibe como hijos en los cuales Él tiene contentamiento (v. 15).
- Son creyentes que viven vidas productivas y llenas de satisfacción porque el Todopoderoso se los ha prometido (v.16)
- Son creyentes que aman, conocen, respetan, disciernen, cuidan y que han recibido revelación de la salvación que Dios nos ha regalado (v.16).
La primera característica es que ellos aman al Señor. ¿Cómo aprendieron estos a amar a Dios así? Aprendimos que los salmistas responden a esta pregunta de muchas maneras (Sal 116:1-7). Aprendimos que amar al Señor facilita la obediencia. ¡Qué fácil se nos hace amar a Dios cuando la tragedia azota!
La segunda característica que el Salmo 91 promueve es que son creyentes que conocen a Dios: conocen el nombre de Dios. Ya hemos dicho que esta clase de conocimiento eleva el alma por encima de los anhelos, de las pruebas, de las tribulaciones, de las tentaciones y de las necesidades que podemos enfrentar en la vida. Vimos que esta clase de conocimiento trasciende el conocimiento intelectual. Los creyentes que describe el Salmo 91 conocen que Dios es el Refugio contra el turbión (Isa 25:4) porque lo han experimentado. Ellos conocen que Dios es el Testigo Fiel y verdadero (Apoc 3:14) porque le han visto dando testimonio a favor de ellos. Ellos saben que Él es el Admirable Consejero (Isa 9:6) porque han recibido su consejo en medio de la prueba. Ellos saben que Él es la Puerta de las ovejas (Jn 10:7-9) porque han encontrado salvación y salida en Él en el día de la angustia. Ellos saben que Él es el Emanuel (Isa 7:14) porque han experimentado que Él está con nosotros. Ellos saben que Él es el León de la Tribu de Judá (Apoc 5:5) porque ha peleado por ellos. Ellos saben que Él es la Estrella de la mañana (Apoc 22:16) porque han visto la llegada del nuevo día prometido luego de la noche de la tormenta. Ellos saben que Él es el Señor (Fil 2:5-11) porque están sometidos a Su señorío. Ellos saben qué Él es el Alfa y la Omega (Apoc 1:11) porque en medio del dolor les ha revelado que Él es antes y después de todas las cosas.
La tercera característica que predica el Salmo 91 es que los escenarios de dolor y de aflicción sirven para desarrollar un creyente que conoce el valor de la oración y de las otras disciplinas espirituales. Hay que admitir que existen muy pocos escenarios que nos conminan a orar con la misma intensidad y la misma frecuencia que los caminos del dolor. Esos escenarios sirven para desarrollar creyentes con dependencia absoluta de Dios.
La cuarta característica que se desarrolla en las tribulaciones que describe el Salmo 91es la capacidad para confiar en las promesas de Dios. El Emanuel, Dios con nosotros, siempre está presente; especialmente en los tiempos que nos atacan los procesos que producen angustia.
La quinta característica que se desarrolla cuando enfrentamos el terror nocturno y la saeta que vuela de día morando bajo la sombra del Omnipotente, es la capacidad para someternos a la agenda de liberación que Dios decida ensayar con nosotros. Lo hacemos sabiendo que ésta siempre servirá para liberarnos, vestirnos, y para adiestrarnos para recibir y seguir instrucciones celestiales. Esa agenda nos podrá demoler y descalzar, pero los resultados serán gloriosos.
La sexta característica que se desarrolla cuando enfrentamos el lazo del cazador y la peste destructora desde el abrigo del Altísimo es la capacidad de hacer nuestras las palabras del Apóstol Pablo. Esto es, desaparecemos dentro del fuego de la gloria de Dios: la imagen que se ve en el espejo no es la nuestra (2 Cor 3:18). Aprendemos a decir lo que dijo el salmista en el Salmo 115: “1 No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad.”
La séptima característica que describe el Salmo 91 la desarrollamos cuando aprendemos a pisar sobre el león y el áspid desde la presencia de Dios como nuestro castillo. Aprendemos a vivir vidas productivas y llenas de satisfacción porque el Todopoderoso lo ha prometido (v.16). Los pasajes bíblicos que analizamos (Sal 17:15; 37:18-19; 63:1-6; 90:14-15; 103:5) describen que ser saciados es saber que uno no será dejado en vergüenza y que podrá tener para comer siempre que tenga hambre (Sal 37:18-19). Estos pasajes bíblicos dicen que ser saciados está amarrado a las experiencias que tenemos con el poder, con la gloria y con la misericordia de Dios. Particularmente cuando andamos en tierras secas y áridas. Estas bendiciones celestiales sacian el alma como si fuera el mejor pedazo de carne en una cena opípara (Sal 63:1-5).
Estos pasajes insisten en que es la misericordia de Dios la que nos sacia y que esta acción divina está íntimamente ligada a los niveles de aflicción y de dolor que hemos experimentado (Sal 90:14-15). Estos pasajes bíblicos describen que ser saciados es alimento que nos rejuvenece, nos repara, nos reconstruye (“châdash”, H2318).
Estos pasajes bíblicos dicen que el grado final de satisfacción lo alcanzamos cuando lleguemos a la presencia de Dios (Sal 17:15).
La octava característica tiene que ver con la revelación de la salvación. Ahora bien, no olvidemos que el verso 16 del Salmo 91 dice que esta dimensión que recibimos acerca de la salvación llega así, como revelación, que es Dios el que lo muestra. Para entender el alcance de esto tomamos como ejemplo lo que dice el Apóstol Pedro en una de sus cartas respecto a esta capacidad (2 Ped 1:3). La revelación de la salvación que recibimos en medio de los procesos que producen aflicción nos enseña a amar, conocer, respetar, discernir y cuidar esa salvación.
El Salmo 91 no trata acerca del porqué de las crisis ni el porqué del sufrimiento. Estos versos tampoco tratan con el pasado, no lo revisan, todo lo contrario. Esto versos no procuran dar respuestas a algunas de las preguntas que formula la teodicea: ¿por qué sufren los justos?
Estos versos responden a la tesis que esta plantea. La bondad de Dios y sus cuidados pueden coexistir con los dolores y los sufrimientos que experimentamos en la vida. Estos versos hablan de confianza en el Señor y en Sus promesas. Estos versos afirman un futuro de esperanza para el creyente. Estos versos hacen “reset”, re-inician las relaciones que tenemos con nuestro presente y nuestro futuro a base de nuestra relación con el Señor. Estos versos describen la agenda de trasformación que Dios ha decidido desarrollar con nosotros utilizando nuestros encuentros con la plaga que quiere tocar nuestra morada y con el mal que desea producir contracción por angustia en nuestros corazones.
La clave para todo esto la encontramos en la decisión de habitar al abrigo del Altísimo y morar bajo la sombra del Omnipotente. Los creyentes en Cristo sabemos que la única manera expedita de llegar a ese lugar es a través del sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario. Él es nuestro Redentor, nuestro Salvador y Señor. Es Él el que hace fácil habitar al abrigo del Altísimo y morar bajo la sombra del Omnipotente.
Referencias
[1] Reflexión del 30 de marzo de 2021.
[2] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). The Abridged Brown-Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Boston; New York: Houghton, Mifflin and Company.
[3] Reflexión del 20 de abril de 2021.
[1] Reflexión del 30 de marzo de 2021.
[2] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). The Abridged Brown-Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Boston; New York: Houghton, Mifflin and Company.
[3] Reflexión del 20 de abril de 2021.
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