802 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVI • 27 de junio del 2021

Entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida “¿Se puede perder la salvación?” (Pt. III)
 Reflexión por el Pastor/Rector: Mizraím Esquilín-García
802 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVI • 27 de junio del 2021


Las reflexiones más recientes han sido dedicadas a análisis de las primeras tres (3) letras de un acrónimo llamado T.U.L.I.P. Este acrónimo sintetiza las cinco (5) posturas teológicas que el calvinismo ha refrendado a través de los siglos. Las letras del T.U.L.I.P. representan las siguientes aseveraciones:

-“Total depravity” (Depravación Total)
-“Unconditional election” (Elección Incondicional)
-“Limited atonement” (Expiación Limitada)
-“Irresistible grace” (Gracia Irresistible)
-“Perseverance of the saints” (Perseverancia de los santos: la salvación no se pierde)

Sostenemos que estas posturas teológicas no se sostienen bíblicamente.
En la reflexión más reciente acerca de este tema (salvo el paréntesis para celebrar el día de los padres) concluimos el análisis de la tercera letra: “L”, que corresponde al “Limited atonement” o expiación limitada.
Creemos que es necesario presentar algunos argumentos adicionales. Es cierto que Dios puede hacer lo que desee hacer sin tener que dar explicaciones por ello. La Biblia lo postula así.

“15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” (Rom 9:15-16)

También es cierto que Dios se le revela a todos los seres humanos. De esto tampoco hay duda y es por eso que ningún ser humano tiene excusa para no aceptar el mensaje.

“19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. 20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Rom 1:19-20)

Existen varios problemas cuando se trata de utilizar estos textos bíblicos para sustentar la teología calvinista. El primero de ellos es que no se puede hilvanar una tesis separando los textos bíblicos de sus contextos. En ese contexto, los capítulos nueve al once (9 al 11) de la Carta a Los Romanos, Pablo nos deja saber que él estaba hablando aquí de la elección del pueblo de Israel. Veamos algunos versos adicionales del capítulo nueve (9) de la carta a Los Romanos para comprobar lo antes dicho:

“19 Pero me dirás: «Siendo así, ¿de qué puede Dios culpar al hombre, si nadie puede oponerse a su voluntad?» 20 Y tú, hombre, ¿quién eres para pedirle cuentas a Dios? ¿Acaso la olla de barro le dirá al que la hizo: «Por qué me hiciste así?» 21 El alfarero tiene el derecho de hacer lo que quiera con el barro, y del mismo barro puede hacer una olla para uso especial y otra para uso común. 22 Dios, queriendo dar un ejemplo de castigo y mostrar su poder, soportó con mucha paciencia a aquellos que merecían el castigo e iban a la perdición.”  (Rom 9:19-23, Dios Habla Hoy)

Hasta aquí podemos desarrollar la impresión de que existe una elección predestinada y que nadie puede objetarla porque Dios lo decidió así. Sin embargo, basta seguir leyendo este pasaje para encontrarse con una sorpresa.

“23 Al mismo tiempo quiso dar a conocer en nosotros la grandeza de su gloria, pues nos tuvo compasión y nos preparó de antemano para tener parte en ella. 24 Así que Dios nos llamó, a unos de entre los judíos y a otros de entre los no judíos. 25 Como se dice en el libro de Oseas: «A los que no eran mi pueblo, los llamaré mi pueblo; a la que no era amada, la llamaré mi amada. 26 Y en el mismo lugar donde se les dijo: “Ustedes no son mi pueblo”, serán llamados hijos del Dios viviente.» 27 En cuanto a los israelitas, Isaías dijo: «Aunque los descendientes de Israel sean tan numerosos como la arena del mar, solamente un resto de ellos alcanzará la salvación, ”  (Rom 9:19-27, DHH)

Es obvio que estos versos tratan acerca del pueblo de Dios, el pueblo de Israel. Pero hay más; continuemos leyendo los próximos versos:

“30 ¿Qué diremos a esto? Que, por medio de la fe, Dios ha hecho justos a los paganos, que no buscaban la justicia. 31 En cambio, los israelitas, que querían basar su justicia en la ley, no lo lograron. 32 ¿Por qué? Porque no se basaban en la fe, sino en sus propios hechos. Por eso tropezaron con la «piedra de tropiezo» 33 que se menciona en la Escritura: «Yo pongo en Sión una roca, una piedra con la cual tropezarán; el que confíe en ella, no quedará defraudado.»” (Rom 9:30-33, DHH)

La frase final del verso 33 abre el mensaje de salvación para todos y declara algo muy importante: “el que confíe en ella, no quedará defraudado.” Esta es la traducción al español de las siguientes expresiones en griego: “kai ó pisteuōn èp autó où kataisxunthesetai.”
El concepto “pisteuōn” es la conjugación en presente participio activo, nominativo masculino singular del verbo “pisteuō” (G4100). Lo que esto significa es que la primera parte de esa frase puede ser traducida “y el que se mantenga creyendo.” La parte final de esa frase dice que este, el que se mantenga creyendo, “nunca será puesto en vergüenza.”
Esta frase es una cita de un pasaje del profeta Isaías (Isa 28:16) y Pablo la vuelve a utilizar en el capítulo 10 de la carta a Los Romanos. O sea, el capítulo que sigue al que estamos analizando aquí (Rom 10:11). Es entonces que Pablo inserta la siguiente frase:

“12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; 13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” (Rom 10:12-13)

He aquí el segundo problema: el contexto nos grita que para creer solo hace falta invocar a Dios y el texto dice que todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo. No se trata de algunos que hayan sido seleccionados. Y no solo esto, sino que Pablo dice esto en un contexto en el que él establece que no hay diferencia entre gentiles y judíos.
Ahora bien, sabemos que podemos chocar con una frase muy complicada en el verso siete (7) del próximo capítulo de esta carta; el capítulo 11:

“7 ¿Entonces qué? Los israelitas no consiguieron lo que buscaban, pero los que Dios escogió sí lo consiguieron. Los otros fueron endurecidos” (Rom 11:7, DHH).

El texto griego es claro y se utiliza el concepto “èklogé” (G1589) como un nominativo; escogidos o seleccionados. Son muchos los que e se han detenido aquí para postular que Dios tiene elegidos para la salvación. Veamos lo que nos dice el Diccionario Teológico del Nuevo Testamento (Kittel) acerca de este concepto:


“It is possible that the concept of election was somehow influenced by metaphorical understanding along these lines. This is at least a possibility worth further exploration. In the pap. and inscr. ἐκλογή [eklogé] is the function of “seeking out” or “selecting.” The ref. may be to a field, P. Tebt., I, 5, 166 (118 B.C.) or to the bride acc. to the formula of the marriage contract, P. Oxy., III, 496, 15.2 The element of free choice is always emphasised here, cf. BGU, III, 717, 21 (2nd cent. A.D.)”

La fuente académica citada dice que Pablo le da cinco (5) usos a este concepto:

-Para la selección divina en la historia de los patriarcas (Rom 9:11). Lo hace aclarando que no se trata de elección para salvación, y sí para posición histórica: “El mayor servirá al menor” (Gn 25:23, Rom 9:12).
-Para la elección de todo el pueblo de Israel a través de los padres (Rom 11:28).
-Para la elección de toda la comunidad de fe Cristiana (1 Tes 1:4); interpretación que amplía en Col 3:12.
-Para identificar la selección de Dios de una parte de Israel del resto del pueblo (Rom 11:5).
-Para diferenciar una porción elegida de “los demás” (“loipoi”, G3062) de Israel como un todo.  

Hay un dato que hace relevante estas descripciones que necesita ser estudiada por aquellos que
estudian este concepto con rigor académico. Se trata de lo que dicen los versos 25-26 del capítulo 11 de la carta a Los Romanos:

“25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; 26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.”  (Rom 11:25-26, RV 1960)

Hemos subrayado la frase central de esos versos: “todo Israel será salvo”. Lo hemos hecho porque el “èklogé” dentro de Israel no excluye la salvación de todo ese pueblo. No estamos diciendo con esto que todos los gentiles se van a salvar. El punto controvertible de este concepto aquí es que este no delimita a los que se salvan.
A la luz de lo que hemos visto en estos versos no parece lógico que haya una elección de los salvados. Además, esta carta paulina no puede ser leída en el vacío porque ella forma parte del “corpus paulino” (la colección de cartas escritas por Pablo), así como del Nuevo Testamento. Veamos un ejemplo para explicar lo que acabamos de expresar. El Apóstol Pablo le escribe una carta a otra Iglesia, la que estaba localizada en la ciudad de Éfeso. En esa carta le hace saber a esa Iglesia que los creyentes tenemos que estar vestidos con una armadura particular:

“11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.”
(Efe 6:11).

No existe un argumento lógico que pueda demostrar para qué quiere un creyente elegido para salvación tener que defenderse de las asechanzas del diablo. Se supone que si esta ha sido elegido nadie lo puede separar de esa elección. La única respuesta plausible, digna, es que esos creyentes necesitan mantenerse creyendo (Rom 9:33) y esto nos conmina a tener que defender nuestra salvación y nuestros postulados teológicos. Siendo esta es la posición paulina acerca de la salvación, entonces tenemos que preguntarnos qué y quién es lo que ha sido predestinado. A base de lo analizado hasta aquí es obvio que no son los creyentes.  
El concepto Gracia Irresistible, la letra “I” del TULIP, (que corresponde al “Irresistible grace”),
postula que las personas que son elegidas por Dios para la salvación tienen que responder al llamado. Esto es, que no pueden rechazarlo. Un pasaje fundamental que el calvinismo utiliza para intentar validar este punto aparece  en el Evangelio de Juan:

“37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.” (Jn 6:37)

Hay que destacar que este verso no dice que el Padre le da personas al Hijo (Cristo) al azar para que estos crean. Si esto fuera así, estaría contradiciendo varios versos bíblicos que señalan que Dios no hace acepción de personas (Lcs 20:21; Hch 10:34-35; Rom 2:11; Gál 2:6; Efe 6:9; 1 Ped 1:17). Recordemos que la Biblia no puede contradecirse a sí misma. El pasaje citado del Libro de Los Hechos dice lo siguiente:

“34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas,  35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.” (Hch 10:34-35)

El mensaje que este verso juanino presenta es que el Padre es quien invita a los seres humanos a acercarse a Jesús (a través de Su Santo Espíritu; Jn 16:8).
La Biblia define quienes forman parte de este grupo:

“30 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; 31 por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” (Hch 17:30-31)

 Al mismo tiempo, encontramos pasajes en la Biblia en los que encontramos personas rechazando la gracia salvadora. Uno de ellos recoge las expresiones de Jesucristo sobre la ciudad de Jerusalén:

“37 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mat 23:37)

Es muy importante destacar que es Jesucristo, Dios encarnado, el que hace estas declaraciones. El deseo, el anhelo del corazón del Verbo Encarnado era que toda la ciudad fuera salva. Sin embargo, la ciudad rechazó ese llamado de la gracia.
La “I” (gracia irresistible) del acrónimo TULIP no se sostiene ente el análisis bíblico.
mercy toward all His human creatures.

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