Reflexiones de Esperanza: Efesios: el cumplimiento de los tiempos.

“9 Ahora Dios nos ha dado a conocer su misteriosa voluntad respecto a Cristo, la cual es llevar a cabo su propio buen plan. 10 Y el plan es el siguiente: a su debido tiempo, Dios reunirá todas las cosas y las pondrá bajo la autoridad de Cristo, todas las cosas que están en el cielo y también las que están en la tierra.”  (Efe 1:9-10, NTV)

Los versos del epígrafe constituyen una de las mejores declaraciones bíblicas para lidiar con los tiempos difíciles que nos trae la vida. En estos versos el Apóstol Pablo nos enseña que Dios ha revelado el misterio de Su voluntad respecto a Cristo. Esa revelación afirma que Dios ha señalado el tiempo en el que Él reunirá todas las cosas de los cielos y la tierra para ponerlos bajo la autoridad de Cristo. La satisfacción o el beneplácito de Dios (“eudokia”, G2107) es que Su voluntad, su “thelēma ”(G2307), su determinación o Su propósito es ese. Esto, dice Pablo, ocurrirá como parte de la dispensación o la administración, la economía (“oikonomia”, G3622) del pleroma (cumplimiento) del “kairós”  de Dios: “la dispensación del cumplimiento de los tiempos” (RV 1960).

El concepto, “kairós” significa literalmente el momento crucial o decisivo.[1]  O sea, que en el “kairós” de Dios, todas las cosas estarán sometidas a la autoridad de Cristo.

Todo esto puede ser resumido de la siguiente manera: no existe pandemia, amenaza, militar, o económica que pueda dominar el mundo porque el Padre ha puesto toda esa autoridad sobre Cristo, Su Hijo. Es Cristo quien tiene asignada la última palabra. Es allí que se cumplirá lo dicho por el salmista:

“7 Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. 8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra. 9 Los quebrantarás con vara de hierro; Como vasija de alfarero los desmenuzarás.”  (Sal 2:7-9, RV 1960)

El Apóstol Pablo es sin duda alguna uno de los escritores más estudiados de todos los tiempos, por no decir el más estudiado, ya que Cristo no dejó nada escrito por su puño y letra. En los escritos paulinos encontramos una cantidad increíble de conceptos extraordinarios que a su vez son utilizados por este Apóstol con una maestría que solo puede ser explicada por la intervención del Espíritu Santo. Esto es, en el proceso de la inspiración de las Escrituras.

Uno de esos conceptos es el concepto “misterio” (“musterion”:G3466), palabra que el Apóstol Pablo también usa en Efesios 3:4; 6:19; Rom 16:25 y Colosenses 1:25-26. Uno de los aspectos más interesantes detrás de este concepto es que el Apóstol no lo usa para describir una “codificación secreta del Evangelio” ni cosa que se parezca. Pablo lo usa para describir una verdad que había estado oculta a través de todas las generaciones hasta que fue dada a conocer por Jesucristo. Esa verdad es poderosa; Dios había decidido darnos salvación, perdonar nuestros pecados, adoptarnos como sus hijos y regalarnos el poder del Espíritu Santo. Esa verdad también incluye que todo lo que existe en los cielos y en la tierra será sujetado a la autoridad de Cristo.

Estas son noticias excelentes, particularmente cuando atravesamos por uno de los períodos de incertidumbre más grandes de la historia de la humanidad. Por ejemplo, incertidumbre política: Estados Unidos y los países industrializados están atravesando por unos períodos de transición socio-política nunca antes visto. Incertidumbre socio cultural: el reto a las instituciones y a la lectura e interpretación de la historia amenaza al planeta con un nuevo avivamiento de la izquierda socialista. Incertidumbre climática: sabemos que están ocurriendo cambios significativos en el planeta, pero creemos que no nos están diciendo toda la verdad, ni lo que en realidad está ocurriendo. Incertidumbre en la salud: la pandemia ha demostrado la fragilidad de nuestros sistemas de salud y ha provocado más preguntas que respuestas.

Los creyentes en Cristo confiamos en la Palabra de Dios y creemos que esta promesa paulina, la que encontramos en esta carta, se va a cumplir en el plano escatológico (del final de los tiempos). Así también en el tiempo de cada uno de nosotros. Nuestro problema es otro: ¿qué hacemos con la incertidumbre y con los tiempos de incertidumbre en los que vivimos? Este pasaje nos brinda la oportunidad de encontrar respuestas a esta y a otras preguntas similares:

  • ¿qué hacemos en tiempos de incertidumbre?
  • ¿qué debemos hacer cuando tenemos miedo de lo que ocurre y de lo que puede ocurrir?
  • ¿qué debemos hacer cuando tenemos temor o dudamos de las decisiones que tomamos y de las que tendremos que tomar?
     
Es importante subrayar que este pasaje no dice que no vamos a tener temor, pero es un antídoto contra el temor. Cristo tiene la autoridad y por lo tanto no seremos víctimas del temor. Recordamos lo que dice el salmista:

“15 En tu mano están mis tiempos; Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.” (Sal 31:15)

Estas expresiones afirman que nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro están en las manos de Dios: “en las manos desclavadas del Caballero de la Cruz.”[2] Es de aquí que emana la confianza de los creyentes.

Sin embargo, hay que aceptar que el temor es algo real; es algo tan real en nosotros que casi nunca lo  mencionamos. Esto es, damos por sentado que está ahí. La Biblia trabaja con esta realidad. Algunos pasajes bíblicos son muy escuetos en el manejo de esto.

 “25 Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía. 26 No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino turbación.” (Job 3:25-26)

“Terror y temblor vinieron sobre mí, Y terror me ha cubierto. Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; Moraría en el desierto. Selah”
 (Salmo 55:5-7)

Charles R. Swindoll ha dicho que los lentes del temor magnifican, amplían el tamaño de la incertidumbre. James Dobson ha dicho que nuestros pensamientos se nublan cuando permitimos que el temor comience a dictar nuestras acciones. Los ejemplos bíblicos son incisivos.  Adán se escondió (Gn 3:10). El jornalero de la parábola de los talentos escondió lo que Dios le había dado (Mat 25:25). Los discípulos en la barca perdieron la capacidad de ver y de reconocer que era Cristo el que caminaba sobre las aguas en medio de la tormenta (Mat 14:26).

Al mismo tiempo, hay que comprender que la incertidumbre en todos los escenarios de la vida que experimentamos hoy no es otra cosa que el resultado del desvarío de nuestras sociedades.

En el mes de junio del 2015 compartimos unas reflexiones con la Iglesia en las que advertimos que estas temporadas venían de camino. Lo hicimos al filo de la decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos (SCOTUS, por su siglas en inglés) en la que se autorizó el matrimonio entra las parejas del mismo sexo (Obergefell vs Hodges).

Advertimos entonces que esa decisión colocaba nuestra nación en las mismas dimensiones y escenarios de los Imperios Babilónicos, Persas, Griegos y Romanos. Todos estos imperios desaparecieron y solo los conocemos estudiando la historia. Además, advertimos que la Iglesia no debía perder la objetividad profética e institucional que Dios le ha asignado. En ese instante esgrimimos tres (3) razones fundamentales para no perder la objetividad:

  1. En primer lugar, esta decisión es similar a la de Roe vs. Wade (legalizando el aborto) y Lawrence vs. Texas (legalizando la sodomía). Aun así, la Iglesia de Cristo sigue predicando en contra del aborto y a favor de la vida, en contra de la sodomía y a favor de las relaciones que la Biblia y la naturaleza han definido como correctas. ¡Seguimos predicando lo que dice la Biblia!
  2. En segundo lugar, la Iglesia Cristiana fue diseñada desde el cielo para estar “contra las sogas.” Es más, los profetas del Antiguo Testamento lo entendieron así. Recordamos a los lectores que ese día citamos las palabras que el profeta Isaías recibió de Dios:
    “9Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. 10Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. 11Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; 12hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra. 13Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa. ” (Isaias 6:9-13)
  3. En tercer lugar, la Biblia dice que no podemos esperar reacciones Cristocéntricas de los seres humanos que no conocen al Señor. La Biblia lo dice así (Rom 1:21-25).

En esa ocasión señalamos que esa decisión era el preludio para una serie de ataques frontales contra la fe y contra los valores centrales de nuestra sociedad. Además, que teníamos que estar preparados para esto:

  1. Un ataque frontal a la niñez, para procurar que estos abracen las conductas que la Biblia condena. Señalamos que había que aprender a pelear contra esto con estrategias bien estructuradas. Esto incluye reforzar la educación de las escuelas Cristianas. La educación         de la niñez es parte fundamental de la misión de la Iglesia.
  2. Un ataque frontal a la Iglesia para que “atempere” su predicación y su enseñanza. La Iglesia no puede cambiar el mensaje. Señalamos que estos ataques servirían para separar la paja del trigo.

Lo que el Apóstol Pablo afirma en los versos nueve (9) y 10 del primer capítulo de la carta a Los Efesios debe hacernos capaces de renunciar al gobierno del temor y a someternos a la supremacía y a la soberanía de Dios. Sus palabras son como un eco de las palabras proféticas que Dios le reveló a Daniel para que las compartiera con un rey llamado Nabucodonosor.

“21Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la
 ciencia a los entendidos. 22Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz........44 en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo;”  (Dan 2:21-22, 44)

Nabucodonozor pareció quedarse enfocado en la cabeza de oro de la estatua y no le prestó atención al resto del mensaje del profeta Daniel. No olvidemos que hay una piedra que destruye la estatua completa (Dan 2:44-45).

Hay que destacar que el nombre de este monarca es uno muy revelador. “Nabucodonosor” significa “que Nebo proteja la corona”. Nebo era el nombre de una deidad babilónica, así como el de una montaña en Moab y el de una región en Palestina. Nebo era una deidad que presidía sobre el aprendizaje y los documentos. Era un símil razonable de Hermes o de Mercurio; dioses de la mitología griega y romana que velaban por el mensaje. O sea, que ese nombre significaba “que el dios que preside sobre los documentos y los mensajes, proteja la corona.” Esto es, que proteja el poder.

Nabucodonozor terminó haciendo una estatua de oro y ordenó que la adoraran. Recordamos
que subrayamos el dato de que había que llegar ante ella al son de la música. Es de aquí que nació un sermón titulado “¿A qué son bailas?” La Biblia dice que Sadrac, Mesac y Abed-nego se negaron a hacerlo.

“16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. 17He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” (Dan 3:16-18)

Estos jóvenes hebreos sabían que la estatua no sería la última palabra. Estos jóvenes hebreos, amigos de Daniel, sabían que el reino de Nabucodonozor tenía fecha de expiración; el rey también.

 Estos jóvenes sabían que Dios es el que muda los tiempos y las edades:

“21 Él controla el curso de los sucesos del mundo; él quita reyes y pone otros reyes. Él da sabiduría a los sabios y conocimiento a los estudiosos. 22 Él revela cosas profundas y misteriosas y conoce lo que se oculta en la oscuridad, aunque él está rodeado de luz........ 44 »Durante los gobiernos de esos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido o conquistado. Aplastará por completo a esos reinos y permanecerá para siempre.”  (Dan 2:21-22, 44, NTV)

En ese sentido, el mensaje paulino es similar al del profeta Daniel. El reino prometido descansa sobre la autoridad plenipotenciaria de Cristo. Este mensaje es también una advertencia a la Iglesia para que no se amilane ante las incertidumbres de los tiempos en los que vivimos, ni ante aquello que las provoca.

Las claves de la victoria de estos jóvenes son las mismas que las nuestras.

  • Estos hombres conocían a Dios Ellos sabían que Dios puede librar (tiene todo el Poder)

(Nabucodonosor pretendía ignorar esto). Ellos sabían que Nabucodonosor era pasajero (Nabucodonosor pretendía ignorar esto). Ellos sabían que los creyentes genuinos no hacen transacciones con los principios que rigen el servicio a Dios (Nabucodonosor pretendía ignorar esto)
 
  • Las convicciones que tenían estos 4 hombres (Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego)

Estas son convicciones que ellos trajeron consigo desde sus hogares en Judá. El capítulo uno (1) del libro de Daniel describe que ellos llegaron a Babilonia siendo unos muchachitos. La educación recibida en el hogar los capacitó, los empoderó para vencer a Babilonia. No hay duda de que ese sistema funciona. Los judíos lo continuaron utilizando aún después del cautiverio Babilónico.

De hecho, los judíos dispersados en el año 70 D.C se reunieron en Jamnia, después de la destrucción de la ciudad de Jerusalén. Allí, ellos acordaron desarrollar un sistema de enseñanza que les permitiera garantizar su identidad como pueblo de Dios a través de todos los sinsabores, persecuciones, naciones hostiles y amenazas de exterminio que pudieran enfrentar. Nadie se atreve a cuestionar la efectividad de ese sistema.

Estos son principios básicos que apuntan a la preservación y al desarrollo de la identidad que hemos adquirido y que hemos desarrollado. En el caso de ellos, la identidad como pueblo escogido por Dios. En el nuestro, la identidad que hemos recibido en Cristo. Como diría Laurence D. Ackerman: “Identidad es destino.” Este tema será el objeto de nuestra próxima reflexión.

Mientras tanto, nos compete repasar el mensaje paulino. La última palabra la tiene nuestro Señor y Salvador Jesús. Los Nabucodonozores de todas las épocas han desaparecido y tendrán que postrarse ante nuestro Señor. Los de este tiempo también desaparecerán. Es Cristo el que concluye el devenir de la historia tomando autoridad sobre todo lo que está en los cielos y en la tierra. El COVID-19 no podrá impedirlo. Las crisis política, socioculturales, climáticas ni salubrista tampoco podrán lograrlo.

Es Cristo el que aparece reinando con poder y gloria sobre todas las cosas. Es la Palabra Sagrada la que termina siendo reconocida como infalible al final de los tiempos. Es la Iglesia que es fiel y verdadera la que concluye disfrutando de esa victoria.

“9 nos ha dado a conocer su plan secreto. Esto fue lo que con gusto Dios quiso hacer por medio de Cristo. 10 El plan de Dios, que se cumplirá a su debido tiempo, es poner bajo el mando de Cristo todo lo que hay en el cielo y en la tierra.”  (Efe 1:9-10, PDT)
Referencias

[1]Delling, G. (1964–). καιρός, ἄκαιρος, ἀκαιρέω, εὔκαιρος, εὐκαιρία, πρόσκαιρος. G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 3, p. 455). Grand Rapids, MI: Eerdmans.

[2] Cita de un documento jurídico escrito por el Licenciado Carlos Irizarry Yunqué, ex -Juez Asociado del Tribunal Supremo de Puerto Rico.

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