Reflexiones de Esperanza: Efesios: el cumplimiento de los tiempos (Parte II)

“9 Ahora Dios nos ha dado a conocer su misteriosa voluntad respecto a Cristo, la cual es llevar a cabo su propio buen plan. 10 Y el plan es el siguiente: a su debido tiempo, Dios reunirá todas las cosas y las pondrá bajo la autoridad de Cristo, todas las cosas que están en el cielo y también las que están en la tierra.”  (Efesios 1:9-10, NTV)

Estos versos de la carta del Apóstol Pablo a la Iglesia de Éfeso nos han abierto las puertas para comenzar a analizar varios temas. Uno de ellos es el del manejo de los tiempos de incertidumbre. Dentro de los otros temas a los que este pasaje bíblico le abrió las puertas encontramos el de la autoridad de Jesús. Este tema necesita ser ampliado en nuestras próximas reflexiones.

El tema del manejo de los tiempos de incertidumbre surgió como respuesta a la declaración paulina acerca del “thelēma ”(G2307) de Dios, de su voluntad o determinación. Pablo dice aquí que la voluntad de Dios es poner bajo la autoridad de Cristo todas las cosas que están en los cielos (“ouranos”, G3772), así como las que están en la tierra (“gēs”, G1093). El primer concepto, (“ouranos”), se utiliza para describir los cielos físicos y para describir la eternidad. El segundo, (“gēs”), se utiliza para describir el suelo, el terreno y el globo terráqueo. Pablo añade que esto ha de suceder como parte de la dispensación o la administración, la economía (“oikonomia”, G3622) del cumplimiento (“plērōma,” G4138) del “kairós”  de Dios: “la dispensación del cumplimiento de los tiempos” (RV 1960).

No tenemos duda de que el plan del Señor será desarrollado así y que veremos el cumplimiento de la palabra profética que aparece en el libro de Apocalípsis:

“11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, 12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.”  (Apoc 5:11-13)

Afirmamos lo que dicen estas declaraciones bíblicas: esto sucederá en el cumplimiento de los tiempos, del “kairós” (G2540) de Dios. Ya hemos visto que ese concepto es definido como “el momento decisivo.” Lo que no hemos mencionado es que este concepto posee un componente ético porque demanda una decisión ética de parte de aquellos que lo reciben. O sea, que nos asigna un alto grado de responsabilidad que incluye el desarrollo del carácter necesario para cumplir con las demandas de ese “kairós.” [1]
 
“When the καιρός is manifested (phané), then in a self-conquering battle against (edoné), or desire, one must obey its claim” [2]

En otras palabras, no habrá excusas cuando esto sea manifestado.

Esto nos colocó ante la necesidad de analizar cómo debemos comportarnos ante los retos que surgen entre esa palabra y su cumplimiento. En otras palabras, ¿qué hacemos con la incertidumbre y con los tiempos de incertidumbre en los que vivimos?

Sabemos que nada de lo que sucede en el planeta posee la última palabra ni la autoridad para dominar al mundo de forma permanente. Sabemos que el único que posee esa autoridad es Cristo. La economía del Padre Eterno lo ha determinado así. No existe amenaza política, social, de salud, militar o espiritual que pueda cancelar esta promesa. Esto está meridianamente claro.

También sabemos que todas estas cosas ocurren dentro de la soberanía y la suficiencia de Dios para formar nuestro carácter. Esto es, para que estemos preparados para cumplir con las demandas del “kairós” divino.

Tenemos la necesidad de aprovechar bien el tiempo que nos han concedido. Es nuestra opinión que ese tiempo está a punto de agotarse.

Lo otro que tenemos que preguntarnos es ¿qué hacemos mientras ocurre el cumplimiento de los tiempo de los que habla Pablo en esos versos. En otras palabras, ¿cómo redimimos bien el tiempo? O como dice el Apóstol Pablo, cómo aprovechamos bien el tiempo, ya que sabemos que los días son malos (Efe 5:16).

Nuestra reflexión anterior dejó en el tintero una expresión de Laurence D. Ackerman[3], uno de los consultores de estrategias de gerencia y liderazgo más reconocidos del planeta. Ackerman ha sido consultor de firmas tales como AARP, Aetna, The American Academy of Family Physicians, Baxter Healthcare, Boise Cascade, Dow Chemical, EDS, Fidelity Investments, Gates Corporation, Interbrew, Lockheed Martin, Maytag, National Australia Bank, Norsk Hydro, State Farm Insurance, Ernst & Young, y Westinghouse, entre otras.

Él ha escrito dos (2) libros:
  1. Identity Is Destiny: Leadership and the Roots of Value Creation (Berrett-Koehler, 2000).
  2. The Identity Code: The 8 Essential Questions for Finding Your Purpose and Place in the World (Random House, 2006)
 
Estas publicaciones trabajan con el impacto que nuestra identidad tiene sobre el liderazgo y la gerencia de aquello que administramos.

Creemos que las contribuciones de este autor secular son muy pertinentes a la vida de la Iglesia y a la de los creyentes en Cristo. Aquellos que hemos recibido a Cristo como nuestro Señor y nuestro Salvador poseemos una identidad que nos ha sido dada por la gracia de Dios. Somos hijos de Dios por virtud del sacrificio en la Cruz (Jn 1:12-13). Somos santos y fieles (Efe 1:1-2, 4, 15, 18; 2:19). Somos la nueva humanidad creada en Cristo Jesús (Efe 2:10) para andar en la luz de Cristo (Efe 5:8). Somos el Cuerpo de Cristo (Efe 4:1-7). Somos miembros de la familia de Dios (Efe 2:19). Somos el templo del Espíritu Santo (Efe 2:20-22).

Hace algunos años fuimos invitados a participar como exponentes en un congreso que se celebró en el World Harvest Center (Centro para la Cosecha Mundial), en la 7ma avenida del BayRidge, en Brooklyn, NY. Esta organización es dirigida por una leyenda del Evangelio Hispanoamericano: el Rdo. Dr. Luciano Padilla. Esta actividad se celebró sólo meses después de la tragedia del 11 de septiembre del 2001. El tema de ese congreso era “Desarrollo de una pastoral en tiempos de terror.” Una de nuestras presentaciones fue desarrollada utilizando como base estas declaraciones paulinas. Apuntalamos que no importa lo que pueda suceder en el planeta, la Iglesia posee una identidad que nadie le puede arrebatar.

El COVID-19 no le puede arrebatar la identidad a la Iglesia. Los problemas sociopolíticos que enfrentamos en nuestros países no pueden hacerlo. Las luchas e injusticias con los inmigrantes y las condiciones socioeconómicas de sus países de procedencia no pueden lograrlo. El infierno y todos los principados de las tinieblas no pueden quitarle la identidad a la Iglesia.

Nos solo esto sino que tal y como dice Ackerman, nuestra Identidad es destino. La Iglesia peregrina hacia las bodas del Cordero. Este evento seguirá al rapto de la Iglesia. Ese es nuestro destino. La Iglesia comprada por la sangre derramada en el Calvario ha recibido como promesa que será tenida por digna de escapar de las grandes tormentas que se acercan sobre la humanidad (Lcs 21:36). Así como la Iglesia del primer siglo pudo escapar de la destrucción de la ciudad de Jerusalén, así también la Iglesia escapará, pero esta vez para ir al cielo con Su Señor. No olvidemos que la Biblia dice que nosotros no hemos sido puestos para experimentar la ira y los juicios que sucederán después de esto:

 “9 Porque Dios no nos ha elegido para sufrir su castigo, sino que nos eligió para tener salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. 10 Jesús murió por nosotros para que vivamos junto con él. Así que no importa si estamos vivos o muertos cuando él regrese. 11 Por eso, anímense y fortalézcanse unos a otros, así como lo están haciendo ahora.” (1 Tes 5:9-11, PDT)

La identidad de la Iglesia le garantiza su destino; la bodas del Cordero luego del rapto de la Iglesia.

Ahora bien, Ackerman afirma que hay unos valores y unos elementos que le dan forma y sustancia a la identidad que son vitales. Estamos convencidos de que estos valores y estos elementos son fundamentales para que la Iglesia pueda cumplir con sus roles en tiempos de crisis. Dicho de otra manera: “El rol o el papel de la Iglesia en tiempos de crisis antes de la Venida del Señor.”

Una de las cosas que Ackerman destaca son los Valores Instrumentales de la estructura de una organización exitosa. Estos son:

  • Identidad básica.
  • Valores centrales.
  • Las estrategias que se siguen.

Conocemos la identidad básica de la Iglesia: somos hijos de Dios por virtud del sacrificio en la Cruz (Jn 1:12-13). Somos santos y fieles (Efe 1:1-2, 4, 15, 18; 2:19). Somos la nueva humanidad creada en Cristo Jesús (Efe 2:10) para andar en la luz de Cristo (Efe 5:8). Somos el Cuerpo de Cristo (Efe 4:1-7). Somos miembros de la familia de Dios (Efe 2:19). Somos el templo del Espíritu Santo (Efe 2:20-22).

Conocemos los valores centrales de nuestra fe. La sangre de Cristo es la única que nos limpia de todo pecado. La salvación del alma solo es posible a través de Cristo. Conocemos lo que dice Pablo en la Carta a los Efesios: “4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.” (Efe 4:4-6). El Espíritu Santo dirige la Iglesia y la ha empoderado con dones celestiales. Es por esto que hay sanidad divina. Hay resurrección de los muertos, hay un rapto de la Iglesia que ha sido prometido. Hay vida eterna garantizada (Jn 6:47).

Las estrategias son sencillas:

“19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”  (Mat 28:19-20)
   
El otro elemento que Acekerman destaca es el Modelo Económico que esa organización posee. Para la Iglesia, este es en sí un modelo “oikonómico” porque está basado en la mayordomía  (“nomos”, G3551) de la casa (“oikos,” G3624). La Biblia utiliza este concepto en los versos 9 y 10 del primer capítulo de la Carta a Los Efesios. Es este concepto, “oikonomia” (G3622) el que es traducido como “dispensación.” O sea, que la frase “la dispensación del cumplimiento de los tiempos,” (Efe 1:10b, RV1960) dice literalmente que existe la economía o la mayordomía del cumplimento de los tiempos. O sea, que el Padre Eterno es el encargado de la administración de los tiempos. Es Él el que se encarga de que las cosas se cumplan. La economía del cielo está en las manos de Dios y en ese modelo no hay espacio para equivocaciones.

Por lo tanto, la “oikonomia” de la Iglesia no posee una base de operaciones humanas. Nuestra “oikonomia”, nuestra mayordomía, nuestra “economía” es celestial. Las Iglesias que olvidan esto y confían en sus propios modelos económicos se arriesgan a perder su identidad.

Estas expresiones no significan que la Iglesia no necesite de una sana administración de sus bienes y de una excelente mayordomía de sus recursos. Todo lo contrario. Estas expresiones apuntan y  enfatizan que la Iglesia del Señor está obligada a presentar y mantener el mejor de los testimonios en esas áreas. Esta es la forma más elocuente de testificarle al mundo de que estamos y operamos bajo la sana administración de Dios. El mundo que no conoce al Señor nos ve como un reflejo de lo que es el cielo.

Recordamos las palabras de Jesús acerca de este tema:

“40 Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá. 41 Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos? 42 Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? 43 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. 44 En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. 45 Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, 46 vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. 47 Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48 Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.”(Lcs 12:40-48)

El otro elemento  que conforma esa identidad es la Filosofía y el Estilo del CEO (Chief Executive Officer o Principal Oficial  Ejecutivo). El CEO de la Iglesia se llama Cristo. Su filosofía y estilo de trabajo están descritos en la Palabra:

 “1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.4 Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. 5 Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores. 6 Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes.” (Isa 61:1-6)

“16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor. 20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.”(Lcs 4:16-21)

“25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mat 20:25-28)

Nuestra próxima reflexión será dedicada a la ampliación de este tema. Incluiremos en esta el uso del conocimiento, los procesos de integración, la autodefinición y los campos de batalla en los que la identidad se desenvuelve.
Referencias

[1] Delling, G. (1964–). καιρός, ἄκαιρος, ἀκαιρέω, εὔκαιρος, εὐκαιρία, πρόσκαιρος. G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 3, pp. 456–457). Grand Rapids, MI: Eerdmans.

[2] Ibid. Vol. 3, p.457

[3]  Laurence D. Ackerman es el fundador y presidente de “The Identity Circel LLC”, en Westport Connecticut: una firma de consultoría, educación sobre identidad corporativa. Anteriormente fue el vicepresidente senior de Siegel & Gale, y de Anspach Grossman Portugal, firmas de consultoría internacional especializada en transformaciones de empresas y gerencia de marcas.

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