Reflexiones de Esperanza: Efesios: el poder de la oración (Parte XIX)

“15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,”  (Efesios 1:15-18, RV 1960)

La oración del Padre Nuestro nos ha conducido al análisis de las tentaciones que todos los seres humanos tenemos que enfrentar. Se trata de la tercera petición  acerca de nuestras necesidades humanas que aparecen en esa oración. Esta nos lleva a pedir la ayuda de Dios para que Él no permita que nos quedemos atrapados, anquilosados en medio de las pruebas, y de las tentaciones.

Adelantamos que el concepto que se traduce aquí como tentación (“peirasmos”, G3986) se utiliza en 20 ocasiones en la Biblia. Ya hemos visto que este concepto se puede traducir como prueba, como adversidad, como examen del carácter, tentación, plaga, o disciplina. En otras palabras, que este concepto no está limitado a describir tentaciones. Dentro de algunos ejemplos de esto encontraremos que Pablo utiliza este concepto para describir una enfermedad, una prueba que él tenía en su cuerpo. (Nos hemos ocupado de subrayar y ennegrecer la traducción que se le da a este concepto es esos pasajes bíblicos).

“13 Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; 14 y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.” (Gálatas 4:13-14, RV 1960)

Santiago utiliza este concepto para describir una herramienta que sirve para producir en nosotros  paciencia y para perfeccionarnos, sin que nos falte cosa alguna.

“2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.”  (Santiago 1:2-4)

Pedro lo utiliza para describir una herramienta que sirve para que nuestra fe pueda ser hallada en alabanza. O sea, que sea una fe digna de aprobación, además de que sea capaz de alcanzar su finalidad: la salvación de nuestras almas.

“6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, 8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.”  (1 Pedro 1:6-9)

Pablo lo utiliza para describir las pruebas a las que había sido sometido por causa del evangelio. Esto es, por medios de las asechanzas de los judíos que no querían que él predicara el mensaje del Evangelio.

“18 Cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia, 19 sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos;” (Hechos 20-18-19)

Estos son solo algunos ejemplos que sirven para comprobar que el concepto que se traduce como “tentación” en la oración del Padre Nuestro, es también utilizado para hablar de pruebas y de enfermedades. En otra de las ocasiones en las que encontramos este concepto en la Biblia, es Pablo el que lo utiliza para alertarnos acerca de lo siguiente:

“13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1 Corintios 10:13)

Estas aseveraciones confirman que no es Dios el que nos mete en las tentaciones. Por lo tanto, se confirma que la petición que aparece en la oración del Padre Nuestro no está diciendo que no queremos que Dios nos meta en tentación. Ya sabemos, y este pasaje bíblico lo confirma, que no existe una sola tentación que no sea humana. O sea, que todas son producidas por nosotros mismos, en el entorno y en las dimensiones de nuestra humanidad.

Este pasaje añade que Dios ha hecho provisión de gracia y misericordia para que nosotros tengamos las herramientas necesarias para vencer cualquier “peirasmos” que encontremos en el camino.

Dios no nos mete en tentaciones. Este es un principio bíblico incuestionable. Por lo tanto, la frase “no nos metas en tentación” (en “peirasmos”, G3986) tiene que ser interpretada de otra manera. Lo que hemos visto hasta aquí nos permite parafrasear la petición acerca de las tentaciones que estamos analizando aquí:

“haz que no nos quedemos atrapados en las pruebas, en las adversidades, en las tentaciones, en las enfermedades o en los exámenes de carácter que encontraremos en la vida.”

Insistimos en que una de las buenas noticia es que este pasaje de Primera de Corintios dice que Dios ha prometido que no seremos llevados más allá de lo que podemos resistir. Una vez más, este pasaje dice que Dios nos dará las herramientas para salir de estos “peirasmos”. Una vez más, para no quedarnos estancados allí.

“13 Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir.”  (1 Corintios 10:13, NVI)

Estas palabras son gloriosas y están impregnadas de gracia: “él les dará también una salida a fin de que puedan resistir.” Esto es lo que pedimos en esa oración.Compartimos lo siguiente acerca de este tema en El Heraldo del 16 de mayo de 2015:

“Las complicaciones aumentan cuando la persona en cuestión ha sido llamada por Dios para asumir posiciones como líder del pueblo. Sobre esto último habla un poco Eugene Peterson en un ensayo titulado “The Jonah Syndrome.”  Peterson argumenta por lo bajo en este ensayo que las mayorías de las crisis que se enfrentan en el ejercicio de ser líderes no traen consigo confrontaciones con experiencias tan sencillas como escapar de las tentaciones de robar, adulterar o matar.  Estas crisis traen consigo puertas que se abren para que seamos víctimas de “pecados más altos,” los del espíritu. Es esa pasión o celo que nos han puesto por la tarea la que en medio de una crisis se mezcla con las insatisfacciones que no se han resuelto (“los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida”). ¿Cuántas historias ha escuchado usted acerca de gente que “Dios ha enviado” a casarse, a mudarse, a comprar o a vender, a hacer una Iglesia, a independizar su ministerio, y que luego resultan en problemas de terror y/o monumentales?

El problema con esto es que somos nosotros los últimos en darnos cuenta de que el celo por obedecer y “hacer la voluntad de Dios” en medio de la crisis, mezclado con esas insatisfacciones, no nos permite ejercer un buen discernimiento. Es que en medio de esa crisis [en muchas ocasione] no somos capaces de discernir que lo que “sentimos de parte de Dios” puede ser un ataque de arrogancia ante nuestra incapacidad para aceptar que aquello que procuramos no es una prioridad para Dios. Peterson se pregunta si es inspiración divina o si es un ego ansioso.”

El concepto traducido como “tentación” (“peirasmos”), proviene del griego “peira” (G3984) y del griego “peirō” (concepto obsoleto) que significan  traspasar con una espada o perforar con un objeto punzante. O sea, que el uso de este concepto implica que la prueba, la experiencia, la disciplina, la adversidad o la tentación de la que se hace referencia son punzantes.

Hemos comprobado que este concepto trasciende el tema de las tentaciones. Sin embargo, no podemos perder esta oportunidad para señalar algunas cosas acerca de las tentaciones. El Nuevo Testamento insiste en que existen no menos de tres (3) condiciones que nos hacen vulnerables a la tentación. Es cierto que la Carta de Santiago dice que nosotros somos tentados por los deseos que llevamos por dentro. No obstante, no es menos cierto que existen unas condiciones que nos permiten ser más vulnerables ante estas.

Veamos lo que dice acerca de esto el Apóstol Pablo en su carta a Los Romanos:

“13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” (Romanos 6:13)

De estos versos bíblicos se deprende que una condición que nos hace vulnerables a las tentaciones es la accesibilidad. Nosotros podemos hacernos accesibles a la tentación.

John Steinbeck, laureado escritor Norteamericano le escribió una carta acerca de esto a Adlai Stevenson cuando este último era el embajador de los Estados Unidos en la Naciones Unidas. Esta carta es citada en uno de los libros escritos por Billy Graham: “World Aflame” [“El Mundo en llamas”][1].  En esa carta, Steinbeck le dice a Stevenson que los seres humanos somos una especie extraña. Él dice que somos capaces de enfrentar cualquier cosa que Dios y la naturaleza nos lancen excepto la abundancia. Decía Steinbeck que si él quisiera destruir una nación, le daría demasiado, demasiadas cosas. Esto la pondría sobre sus rodillas, miserable, codiciosa, enferma[2].

Para Billy Graham esto era un tipo de idolatría y por lo tanto de soberbia. Sustituimos a Dios por los dioses que queremos y terminamos convirtiéndonos en dioses, como dueños y señores de lo que somos y de lo que hacemos.

Graham añadía que uno de los problemas más grandes que tenemos con esto es que antes esto solía comenzar deseando lo que veíamos. En el tiempo en que Graham escribió ese libro habíamos comenzado a desear lo que podíamos imaginar. Nuestra generación está mucho más asediada porque ahora la internet nos permite ver lo que imaginamos. Por ejemplo, las fantasías sobre la mujer o el hombre perfecto ya no se imaginan: se adquieren por internet. Así mismo, las fantasías acerca de la casa, del automóvil,  del  banquete gastronómico que anhelamos, etc. El proceso de fantasear nos conduce a rechazar la verdad y esto nos lleva cada vez más lejos de la realidad. A todo esto, nos justificamos creyendo que las fantasías no nos harán daño. ¿Recuerda usted estas palabras Juaninas?:

“16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:16-17)

Un agravante a todo esto es que los deseos secretos en una sociedad “airbrushed” (sin faltas) se han lacerado ante las crisis provocadas por unas imágenes en HD (alta definición). O sea, que vemos tantas imágenes perfectas que nos acondicionamos para solo aceptar lo que es perfecto. El resultado de esto es que todo aquello que está a nuestro alrededor pierde su lustre porque no es perfecto. ¡Accesibilidad!

La segunda condición es la operación en secreto (“secretividad”): “nadie se va a enterar.” Veamos lo que dice Pablo a este respecto en su Carta a Los Romanos:

“12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.”  (Romanos 13:12-14)

Muchas de las tentaciones que eventualmente dan a luz, paren el pecado, comienzan como una semilla que crece mejor en la oscuridad. Estas perderán sus capacidades para vencernos si las traemos a la luz. El consejo bíblico es este: tráigalos a la luz y perderán su poder. En otras palabras, acostúmbrese a rendir cuentas (“accountability”) y deje de operar en lo secreto.

La tercera condición son los deseos pecaminosos. Sobre esto último debemos leer el consejo que nos ofrece Pedro en una de sus cartas:

“11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,” (1 Pedro 2:11)

Es obvio que estas condiciones no son fáciles de vencer. Admitir esto coloca en otro nivel la petición que encontramos en la oración el Padre Nuestro acerca del manejo de las tentaciones. Jesucristo sabía que nosotros llevamos por dentro todas estas luchas. Es por esto que Él nos enseñó a que viniéramos ante el Padre celestial para pedir que no queremos quedarnos atrapados en estas luchas. No queremos quedarnos atrapados en las pruebas, en las adversidades, en las enfermedades o en los exámenes de carácter que encontraremos en la vida. No queremos quedarnos atrapados en las luchas contar las tentaciones. Es por eso que hay que pedir en oración lo siguiente:

“No nos dejes caer en tentación…..”
Referencias

[1]World Aflame” [“El Mundo en llamas”].:Garden City, NY: Doubleday and Co. Inc.  1965, p.25.

[2] https://www.goodreads.com/quotes/510754-a-strange-species-we-are-we-can-stand-anything-god.

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