Reflexiones de Esperanza: Damos Gracias

“15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos.” (Efesios 1:15-18)

Hacemos hoy un alto en las reflexiones acerca de las estructuras de la oración que encontramos en la Carta a Los Efesios. La celebración de un día tan especial como el de Acción de Gracias es más que suficiente para hacer este paréntesis. Además, hay que añadir a estas razones las demostraciones de la misericordia y de la bondad de Dios en una temporada tan intensa y complicada como la que hemos vivido a causa de la pandemia provocada por el COVID-19.

Sabemos que la Biblia está llena de muchas expresiones de gratitud. Esto es así porque la acción de gracias es uno de los productos aleatorios a la transformación que Dios provoca en nosotros. En otras palabras, que esta es una de las características inmediatas que uno puede destacar en aquellos que han sido transformados por Dios.

Algunos ejemplos extraordinarios de esto son las expresiones de gratitud que utiliza el Apóstol Pablo. Mencionamos aquí uno extraído de la Carta a Los Efesios. Esto, con el fin de no perder de vista la ruta de las reflexiones de esta temporada.

“15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,”  (Efesios 1:15-16)

Es interesante el dato de que Pablo hace estas expresiones destacando que ha escuchado de las relaciones verticales (la fe) y las horizontales (el amor) que esa Iglesia posee. Él dice allí que no cesa de dar gracias por esto. El Apóstol ha descrito esta Iglesia en los versos anteriores y ha dicho que esta ha sido sellada por el Espíritu Santo. Ahora añade que es una Iglesia que posee una fe que empodera (“pistis”, G4102) y que obliga a la acción, así como con un amor que da en vez de querer poseer (“agapē”, G26). Todo esto forma parte de las bendiciones que hemos recibido de los lugares celestiales (Efe 1:3).

Pablo alaba a Dios porque los creyentes han sido enriquecidos por el Señor con todos los beneficios espirituales en los lugares celestiales. Estos beneficios incluyen la elección del Padre (v.4), la redención del Hijo (v.7) y el sello del Espíritu Santo (v. 13).[1] Pablo no cesa de dar gracias a Dios por esto.

Las expresiones paulinas implican que la fe en Cristo, puesta en práctica, progresa de manera natural hacia el amor y que el amor que esa fe produce y empodera no es un concepto abstracto. Se trata de un amor que se enfoca en dar y no en recibir.

Examinemos estas aseveraciones a la luz de lo que dice la Palabra de Dios:
 
“1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.” (1 Corintios 13:1-2)

“6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.”  (Galatas 5:6 )

“23 Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo.” (Efesios 6:23)

“3 acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.”  (1 Tesalonicenses 1:3)

“5 Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida,” (1Timoteo 1:5).

Puntualizamos que todos estos versos bíblicos señalan la importancia de la fe relacionada al amor que esta produce y que le acompaña. Hemos visto en estos versos bíblicos que el amor que describe el Evangelio no es un sentimiento tierno y caluroso. El amor que describe el Evangelio se expresa de manera deliberada, voluntaria, en acciones prácticas por todos los demás: “con todos los santos” (v. 15): sin importar si lo merecen o no. Recordemos que nosotros no merecemos el amor de Dios y aun así Dios decidió amarnos. Se trata entonces de que ese amor que busca el bien más alto sea dirigido hacia todos los santos y no a aquellos que nos parecen más dignos de ser amados. Veamos lo que Pablo dice acerca de esto en la Carta a Los Efesios:

“Hace tiempo ustedes estaban espiritualmente muertos a causa de sus pecados y sus ofensas contra Dios. 2 Antes vivían pecando, igual que todo el mundo, y se dejaban guiar por el que gobierna las fuerzas de maldad que están en el aire y que todavía actúa por medio de los que desobedecen a Dios. 3 Todos nosotros vivíamos así antes. Nuestra forma de vida era complacer los deseos perversos de nuestra naturaleza carnal. Hacíamos cualquier cosa que la naturaleza carnal deseara o que la mente pudiera imaginar. Tal como los demás, merecíamos que Dios nos castigara con su enojo. 4 Pero la compasión de Dios es muy grande, y él nos amó con un inmenso amor.” (Efesios 2:1-4, PDT)

Hay que destacar que Pablo describe varias manifestaciones de ese amor en esta carta. Lo vemos en el amor que el Padre Celestial tiene con el Hijo a quien llama el Amado (Efe 1:6). Lo vemos en el amor que Dios tiene por Su pueblo (1:4; 2:4) y de la manera en que Cristo ama a la Iglesia (5:2, 25). Lo vemos en el reclamo que Pablo hace de que es así que debemos amarnos como Cristianos (5:2). Y lo vemos en el reclamo que Pablo hace de que es así que el marido debe amar a su esposa (5:25)[2]. Pablo felicita a esta Iglesia y da gracias a Dios porque esto es lo que él ha visto en los miembros de esa comunidad de fe.

El concepto que se utiliza para describir esa acción de gracias (“eucharisteō”, G2168) representa la expresión externa, en palabra o en hecho de un sentimiento de gratitud por un favor recibido.[3] O sea, que primero está dentro de nosotros antes de estar en nuestros labios.

Debemos entender que la Iglesia ha recibido el privilegio de servir al Señor en el siglo 21 y de hacerlo siguiendo este mismo ejemplo. La Biblia nos conmina a mantener esa fe y ese amor puestos en acción. Nosotros operamos sobre las bases de ese amor inmerecido que Dios ha derramado sobre nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rom 5:5).

De hecho, creemos que es ese amor el que ha producido una cantidad incontable de héroes durante esta pandemia. Es cierto que ha habido ocasiones en las que estos héroes no se han percatado de que es el amor de Dios el que los ha movido a hacer lo que han hecho.

Por un lado, tenemos a los profesionales de la salud que decidieron arriesgar su salud y sus vidas con el fin de conseguir frenar los efectos de este virus y el desplome de los sistemas de salud a nivel mundial. Por otro lado están todos los miembros de un ejército innumerable de hombres y mujeres que se colocaron en la brecha para que pudiéramos tener supermercados abiertos y operando, de modo que pudiéramos tener con qué alimentarnos. Así mismo los empleados de las farmacias, de las gasolineras, los empleados de las corporaciones que nos sirven las utilidades (agua, electricidad, teléfono), los que hacen las medicinas, los que transportan todos estos bienes de consumo y los profesionales que cuidan la seguridad de nuestro país. Todos estos fueron movidos a mantener “el barco a flote” en medio de esta crisis arriesgándose mientras enfrentaban ambientes y escenarios desconocidos y hostiles. El amor de Dios se manifestó a través de estos y de muchos otros que no hemos mencionado en esta reflexión. Damos gracias a Dios por todos ellos.

Hay que añadir a esta lista a un ejército de fieles que han mantenido las Iglesias abiertas, operando, sirviendo, transmitiendo, orando, dirigiéndonos en oración, en alabanza y en la entrega de la Palabra adecuada para cada momento. Hay que dar gracias por ellos.

La Biblia dice que ese amor ha producido y nos ha investido con beneficios que son innumerables e insondables. Un ejemplo de esto es lo que nos dice el salmista. Él decía que ese amor nos ha investido con cinco (5) beneficios, bendiciones que están vestidas de gracia y de eternidad.

“1 Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. 2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. 3 Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; 4 El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; 5 El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila. 6 Jehová es el que hace justicia Y derecho a todos los que padecen violencia. …... 11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen. 12 Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. 13 Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen.” (Salmo 103:1-5, 11-13)
               
Este salmo describe algunos de los beneficios (“gemûl”, H1576 ) que Dios nos provee por Su amor. Uno de ellos es el perdón: “…Él es quien perdona todas tus iniquidades…,” (Sal 103a). Este beneficio es el cumplimiento de la promesa del Padre en el Libro de Génesis (Gn 3:15), la provisión del Hijo (Hch 4:12) y el resultado de la intervención del Espíritu Santo (Jn 16:7-11). Hay que darle gracias  Dios por el perdón de nuestros pecados, de nuestras iniquidades, de nuestra perversidad (“âvôn”, H5771).

El segundo beneficio que este salmo describe es la salud: “…El que sana todas tus dolencias …” (Sal 103b). El concepto hebreo que se utiliza aquí para describir el proceso de sanar (“râphâʼ”, H7495) implica intervención divina y al mismo tiempo mismo sutura, intervención de medicina, reparación y devolvernos la integridad.  Es cierto que no existe enfermedad alguna que pueda vencer a Dios. Sin embargo, estos versos bíblicos no dicen que Dios cura a todo el mundo. Estos versos dicen que Dios es el que dirige nuestra salud. Hay que dar gracias a Dios por nuestra salud y por todos aquellos que Él utiliza para mantenerla o para recuperarla.  

El tercer beneficio que se describe en este salmo es el de la redención, el del rescate: “…El que rescata del hoyo tu vida…” (Sal 103:4a). El concepto bíblico del rescate (“gâʼal”, H1350) describe la acción de redimir, la de pagar el precio. Hay que dar gracias a Dios porque Cristo Jesús pagó en la cruz del calvario el precio de nuestro rescate, de nuestra redención (Mcs 10:45; 1 Tim 2:6).

El cuarto beneficio del amor de Dios que este salmo describe es el de la compasión: “… El que te corona de favores y misericordias…” (Sal 103:4b). Reconocemos que hay personas que se han esforzado y han corrido la milla extra durante esta pandemia. No obstante, tenemos que decir que ninguna de las bendiciones que hemos recibido ha sido producida por nuestros méritos. Tenemos que dar gracias a Dios porque tenemos para comer, techo para protegernos, una que otra persona a la que podemos acudir, una Iglesia en la que podemos servir y adorar. Todo esto es producido por el amor de Dios y tenemos que dar gracias al Eterno por ello.
             
El quinto beneficio que describe el Salmista es el de la satisfacción y el de la renovación: “…El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila” (Sal 103:5).

Nuestra Isla, la Isla de Puerto Rico, ha sido bendecida de una manera asombrosa. La pandemia amenazó en varias ocasiones con salirse control y no lo logró. Los alimentos y las medicinas no han escaseado. Los precios han subido, pero siempre hemos tenido la bendición de poder llevar a la mesa algo para comer. Dios ha saciado nuestras bocas con muchos bienes que trascienden los alimentos. No ha faltado la Palabra de vida y no ha escaseado la alabanza. La fe se ha visto amenazada en muchas ocasiones, pero no nos ha faltado la esperanza.  Esta pandemia ha servido para rejuvenecer la fe de muchos. Hay que dar gracias a Dios por este beneficio.

Pablo señala que lo único que le faltaba a esa Iglesia era la esperanza (“elpis”, G1680) y el reconocimiento de la gloria de Dios que nos ha sido prometida. Es por esto que Pablo dedica mucho espacio en esta carta para orar pidiendo que esa Iglesia pudiera saber “cuál es la esperanza a que él [Dios] os ha llamado.” (Efe 1:18b). Pedimos al Señor que esto sea lo que Él derrame sobre nuestros pueblos. ¡Qué no falte la esperanza! ¡Que no nos falte el hambre por procurar la gloria de Dios!

Concluimos esta reflexión con la letra de un himno que escribimos hace muchos años. Este himno surgió justo cuando el Pastor Fundador de nuestra Iglesia, el Rdo. Jacinto Esquilín estaba por primera vez  al borde mudarse a las mansiones celestiales, en los años 90.

“Gracias”® (Mizraim Esquilín García)[4]
Gracias damos por la vida
Por el llanto y la canción
Por las penas y las risas
Damos gracias por el sol
Damos gracias por las pruebas
Porque nunca habrá un dolor
Que pueda surcar el alma
Sin alzar una canción
Damos gracias por el cielo
Por Tu muerte en una cruz
Gracias por vencer la tumba
Gracias por mi salvación
Gracias por darnos consuelo
Cuando llega la aflicción
Y si es que parte alguien nuestro,
Gracias por ser resurrección
Por calmar del alma el llanto
Con el arrullo de Tu voz
Gracias doy por Tu Presencia
Gracias doy por Tu Presencia
Gracias doy por Tu Presencia
Que produce esta canción
Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya
Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya.”

Hay que dar gracias a Dios por su don inefable (2 Corintios 9: 15)
Referencias
 
[1] Stott, John. The Message of Ephesians (The Bible Speaks Today Series) (p. 52). InterVarsity Press. Kindle Edition

[2] Klein, William W.. Ephesians, Philippians, Colossians, Philemon (The Expositor's Bible Commentary) (p. 97-98). Zondervan Academic. Kindle Edition.

[3] Ledogar, Robert J.  Acknowledgment: Praise –Verbs in the Early Greek Anaphora (Rome: Casa Editrice Herder, 1968, p.92]. Citado por Hoehner, Harold W.. Ephesians (pp. 253-254). Baker Publishing Group. Kindle Edition.

[4] Incluida en el Disco “Por Su Sangre”, 33DC, N.C Music/ASCAP

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