Reflexiones de Esperanza: Efesios: el poder de la oración (Parte XXVI)

“15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,,”  (Efesios 1:15-18, RV 1960)
           
La oración como una herramienta para vencer las tentaciones se ha convertido en el centro de nuestras reflexiones más recientes. La oración nos ayuda a vencer lo que el Padre Nuestro ha llamado “peirasmos” (G3986).  Hemos visto que en la oración puede ser utilizada para que no nos quedemos atrapados ni estancados en aquellos “peirasmos” por los que atravesamos para afinar nuestro carácter. Al mismo tiempo, la oración sirve para evitar aquellos “peirasmos” en los que no debemos caer.
           
Jesucristo lo enseñó así y estas instrucciones aparecen en dos (2) ocasiones en el Evangelio:

“41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”  (Mateo 26:41)

“46 y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.” (Lucas 22:46)
 
En nuestra reflexión anterior echamos mano de una de las historias de José. La historia de este joven en la casa de Potifar (Gén 39:7-12) fue utilizada como modelo de los resultados extraordinarios que se obtienen cuando mantenemos una relación sólida con Dios. Nuestra reflexión anterior nos permitió examinar superficialmente los elementos de ese pasaje y nos condujo a algunas conclusiones. El orden que presentamos a continuación es uno orgánico y no jerárquico.

En primer lugar, José debía gozar de una espiritualidad sana y madura. La relación con Dios de este joven de 20 años tenía que ser una muy sólida e intensa. Solo así podía él ser capaz de vencer la tentación que se describe en ese pasaje bíblico.

En segundo lugar, el Dios de José, nuestro Dios, está en todas partes. Egipto y sus ambientes nefastos e inicuos no podían excluirlo. Ningún ambiente es lo suficientemente hostil e inhóspito como para que Dios esté ausente y por lo tanto Sus ojos siempre están atentos a las realidades y a las necesidades de sus hijos. José sabía esto y ese conocimiento le conducía a querer ser leal a Dios estando en Egipto.

En tercer lugar, las bendiciones y los éxitos son imanes que atraen las tentaciones. José era un joven exitoso, aun siendo esclavo, y esto lo colocaba en un escenario de altos riesgos. Repetimos que en muchas ocasiones el éxito puede desarrollar en nosotros la tendencia, la inclinación de hasta querer manipular a Dios. Una “vida exitosa” puede convertirse en un escenario para la manipulación, para la necesidad de controlarlo todo, incluyendo a Dios.Este es uno de esos riesgos. Otro de los riesgos surge a menudo de algunos de aquellos que nos rodean.

En cuarto lugar, las condiciones y necesidades biológicas, así como la soledad y el distanciamiento de su familia no podían ser utilizados como una excusa para caer en la tentación. Este joven había definido sus prioridades de forma correcta. Estas eran inquebrantables y él no admitiría negociaciones con las mismas.

En quinto lugar, esta clase de experiencias sirve para que Satanás, el acusador, procure retar si estamos vestidos, camuflajeados con ropajes religiosos y espirituales, o si nuestra relación con Dios es genuina y sólida. Esto último requiere mucha oración y comunión con Dios.

En sexto lugar, esta clase de experiencias confirma que no podemos ignorar lo dicho por Dietrich Bonhoeffer:

“The powers of clear discrimination and of decision are taken from us.” [
1]
 
Esto es, las tentaciones son momentos en los que los poderes que tenemos para discriminar (discernir) y tomar decisiones (correctas) nos son quitados.
 
Es por esto que tenemos que ser conscientes de obedecer las instrucciones que nos dio nuestro Señor  y Salvador Jesucristo:

“……y orad para que no entréis en tentación.”(Lucas 22:46b)
  
“9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, Santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” (Mateo 6:9-13)
 
En séptimo lugar, la vida de oración nos ayuda a discernir todas estas cosas y a hacerlo desarrollando la capacidad de escuchar la voz de Dios. La oración nos ayuda en los procesos para silenciar nuestra voces, incluyendo la de nuestra propia sabiduría. Reiteramos que no podemos oir la voz de Dios sin antes haber renunciado a esa voz. Es por esto que hay que orar intensamente. La Biblia dice que el uso de nuestra propia sabiduría y entendimiento solo conseguirá entenebrecer el consejo de Dios (Rom 1:22). No se trata de que nuestra sabiduría sea mala, pero esta terminará entenebreciendo el consejo divino si no está depositada en las manos de Dios.
 
Sabemos que la Biblia no lo dice de manera explícita, pero es obvio José poseía unas herramientas extraordinarias para enfrentar este escenario. Esto es, el escenario ensamblado por la esposa de Potifar. La oración era la más importante de todas estas herramientas.
 
Concluimos nuestra reflexión anterior señalando que cuando el Profesor Charles R. Swindoll visitó este tema aprovechó la oportunidad para destacar algunas de estas herramientas.
  • No permitir ser dominado por la debilidad en medio de esa situación.
  • No dejarse engañar por la persuasión.
  • No ser amables con nuestras emociones.
  • No dejarse confundir por los resultados inmediatos.[2]
 
¿Cuáles eran los elementos constitutivos de la situación de José? Swindoll resume esto en su libro dicendo lo siguiente:
  • José era hermoso y se encontraba económicamente seguro en casa de Potifar.
  • José poseía el respeto vocacional de sus pares y gozaba de la confianza de su amo.
  • José tenía ante sí la “oportunidad de su vida.”
 
Estos elementos podían convertirse en fuentes o promotores de debilidad. José no podía permitir que esto sucediera. José se había encontrado manejando situaciones complejas en otras ocasiones. La situación de enfrentar a su familia con las revelaciones que Dios le había dado. La situación de sufrir el ataque de sus hermanos y terminar siendo vendido como un esclavo. La situación de ser arrancado de la “estabilidad” familiar para ser insertado en un país con otra cultura, otro idioma y otro conjunto de valores religiosos y sociales. Ninguna de estas situaciones había podido conseguir que menguara sus lealtad a Dios y su confianza en los planes y los propósitos del Eterno.
 
El primer escenario que hemos identificado pudo haber promovido tentaciones y retos en el campo de la convicción de sus llamados ante su familia. El segundo escenario pudo haber promovido tentaciones y retos en los escenarios de sus emociones y las relaciones familiares. Esto es, la fragmentación de esa relación filial pudo haber provocado odio y rencor. El tercer escenario pudo haber promovido tentaciones y retos a su estabilidad emocional y a su capacidad para creer y confiar en Dios. El cuarto escenario, el que se describe en el capítulo 39 del libro de Génesis trata acerca de la tentación y los retos provocados por sus instintos y su sexualidad. Los creyentes experimentamos ataques continuos en todas las áreas identificadas aquí.
 
Sabemos que Dios trabajó con el corazón de José en algunos de estos escenarios. De hecho, él fue capaz de darle gracias a Dios cuando reconoció que Dios lo había hecho olvidar, lo había hecho perdonar la casa de sus padres (Gén 41:51-52). Sin embargo, mucho antes de que se produjeran esas expresiones, José nos sorprende diciendo que no podía pecar contra Dios. En otras palabras, José no se permitía a sí mismo ser débil ante las situaciones por las que podía estar atravesando.
 
¿Cómo trabajó José con los niveles de persuasión a los que fue sometido en esta historia que nos regala el capítulo 39 del libro de Génesis? El texto bíblico nos deja saber que los ataques que José experimentaba eran muy intensos: “10 Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella,” (Gén 39:10).
 
Estas experiencias no han cambiado. Expresiones como las que siguen a continuación son muy comunes.
  
  • “Mi esposo(a) no llena mis expectativas como lo puedes hacer tú.”
  • “Haciendo esto pruebas, me demuestras que realmente estás interesado(a) en mí; que te intereso de verdad.”
  • “¿Quién se va a enterar? Estamos completamente solos y en un lugar seguro.”
  • “Pero, ¿de qué te preocupas? Nosotros nos vamos a casar ya mismo. ¿Por qué esperar si Dios ya nos confirmó que somos el uno para el otro?”
  • “Me siento terriblemente solo(a). Dios es un Dios entendido…. Es por eso que trajo a mi vida en este momento.”
  • “Es tan sólo una vez. Esto nunca, nunca más volverá a pasar.”
  • “¿De qué trata la Gracia divina si no puede cubrir algo tan natural como esto, que es en sí un instinto natural?” [3]
 
Todo esto nos obliga a admitir que tenemos la necesidad de aprender a discernir los tiempos en los que vivimos. En estos tiempos nos inclinamos a extender la Gracia hasta extremos de caer en la herejía. ¿Recuerda los planteamientos que compartimos de Dietrich Bonhoeffer acerca de la gracia barata?
 
Los novios y las novias que comienzan relaciones sentimentales deben entender que el mayor regalo que se le puede hacer a nuestra pareja es la pureza; nuestra fidelidad. Los esposos y las esposas también tienen que entenderlo y nunca olvidarlo. Swindoll apuntó en el libro que hemos citado acerca de José que el mejor y mayor indicador de nuestro carácter se define con estas dos frases: moral y autocontrol ético.  Además, no podemos olvidar que las tentaciones no solo llegan de individuos. Esta pueden llegar a través del internet, de revistas, de la radio y/o de la televisión. En otras palabras, como dice Swindoll, la Sra. Potifar se hace escuchar diariamente.
 
José decidió no dejarse engañar por la persuasión de Mrs. Potifar. Mr. Potifar parece haber tenido experiencias previas con esta clase de situación porque no mandó a matar a José.
 
¿Cómo manejamos nuestras emociones en medio de estas situaciones? El Dr. Swindoll propone que no podemos ser amables con nuestras emociones. Él añade que nuestras emociones internas gritan constantemente para ser satisfechas. En otras palabras, que las tentaciones que llevamos en el interior buscan ser “comprendidas.” Es por esto que no podemos escuchar esas emociones ni ser amables con ellas. La oración, la oración intensa, es vital para evitar que estas se enseñoreen de nosotros.
 
El proceso de investigación desarrollado por Swindoll para escribir acerca de esto lo llevó a estudiar un documento escrito por Dag Hammaskjöld (Dag Hjalmar Agne Carl Hammarskjöld, 1905 – 1961), un célebre economista y diplomático sueco que fue el Segundo Secretario General de las Naciones Unidas, entre 1953 y 1961. Ese fue el año en el que murió, en un accidente de aviación, mientras realizaba una misión de paz en la República del Congo[4].  Hammaskjöld recibió el premio nobel de la paz en 1961.[5] En Suecia hay una fundación que lleva su nombre.[6] Esta fundación se dedica a establecer y a fortalecer política de lazos de cooperación internacional, de desarrollo y de construcción de paz a través de diálogos, reuniones y publicaciones.
 
En 1953 Hammaskjöld escribió lo siguiente acerca del tema que nos compete:
 
“Usted no puede jugar con el animal que está dentro de usted sin convertirse por completo en animal, jugar con la falsedad sin perder el derecho a la verdad, jugar con la crueldad sin perder la sensibilidad de su mente. Aquel que desea mantener su jardín limpio y en orden no reserva un espacio para la mala hierba.” (“Markings”; traducido al inglés por Lief Sjoberg y WH Auden. 1965, pg 15. Traducción libre al español para esta reflexión.)[7]
 
Repetimos que no podemos ser amables con nuestras emociones. José debía estar experimentando una tormenta de emociones. No obstante, él decidió que su lealtad a Dios y su relación con Dios eran más importantes que sus emociones. Esto lo condujo a alcanzar el propósito que Dios había diseñado para él.
             
El cuarto y último punto que Swindoll presenta acerca de cómo debemos manejar las tentaciones gira alrededor de una aseveración muy interesante. Además de orar intensamente, y de todo lo antes dicho, no podemos dejarnos confundir por los resultados inmediatos que obtengamos al hacer lo que es correcto. La decisión correcta que José tomó le condujo a la prisión. Este joven de cerca de 20 años de edad terminó en la cárcel acusado y condenado por un crimen que él no había cometido. Repetimos que las reacciones de Potifar indican que él sabía que su esposa estaba mintiendo. Quizás fue su orgullo, o la necesidad de defender su imagen como hombre fuerte lo que le condujo a condenar a José. No obstante años más tarde, un José maduro declararía que todo esto formaba parte del plan de Dios para colocarlo como el segundo hombre más imporante del imperio. Hasta Potifar tenía que obedecerle.
 
Swindoll puntualiza aquí que hacer la voluntad de Dios en ocasiones nos puede hacer perder el trabajo, o hasta esa persona que amamos. Hacer la voluntad de Dios y no ceder ante la tentación puede provocar que nos quedemos solos. Es más, podemos exponernos a perder la aceptación del grupo y/o a ser ridiculizados. Podemos ser echados de ese círculo de relaciones sociales, de ese “club” al que pertenecemos porque somos los únicos que no practicamos lo que ellos practican.
 
La invitación que nos hace el Espíritu de Dios es que si hemos decidido invocar el nombre de Cristo debemos hacerlo por completo, con sus responsabilidades y con sus privilegios. Si hacer esto impone un costo alto, bien lo vale nuestro carácter, nuestros testimonios y nuestras familias. Y después de todo, se lo debemos a Dios. Él pagó un precio inigualable por nosotros; puso a su Hijo en la cruz del Calvario para darnos salvación.

¿Cómo conseguimos poner en orden estas cuatro máximas o reglas? Orando intensamente para no caer en tentación. La oración nos permitirá asirnos de la autoridad y de la unción del Espíritu Santo para no permitir ser dominados por la debilidad en medio de esa situación. La oración abrirá las ventanas de los cielos para ser llenos del discernimiento y de la entereza necesaria para no dejarse engañar por la persuasión. La oración nos proveerá la disciplina necesaria para no ser amables con nuestras emociones.La oración conseguirá que se alumbre nuestro entendimiento para que no nos dejemos confundir por los resultados inmediatos. La oración conseguirá que no caigamos en el “peirasmos”, no caigamos en la tentación.
Referencias
   
[1] Bonhoeffer, Dietrich. 1953. New York: Macmillan Publishing Co., Collier Books.
   
[2] Swindoll, Charles R. 1998. Joseph: A Man of Integrity and Forgiveness. Thomas Nelson: Nashville, pp 34-38.
   
[3] Ibid.
   
[4] https://www.un.org/depts/dhl/dag/bio.htm.
   
[5] https://www.nobelprize.org/prizes/peace/1961/hammarskjold/biographical/.
   
[6] https://www.daghammarskjold.se/.
   
[7] Citado por Charles R. Swindoll en las páginas 34-35 de su libro Joseph: A Man of Integrity and Forgiveness.  Thomas Nelson: Nashville. (1998).

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