827 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 19 de diciembre de 2021

El mensaje de la Navidad
Reflexión por el Pastor/Rector: Mizraím Esquilín-García
827 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 19 de diciembre de 2021


“6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. 7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” (Isa 9:6-7)

La historia de la Navidad es la historia de la irrupción de la encarnación de la gracia divina. Dios
se hizo carne para intervenir en la historia del ser humano. Tal y como decía el Rdo. Dr. Cecilio Arrastía: la irrupción de la vertical divina en la horizontal humana. En el lenguaje del Dr. Wolfhart Pannenberg, la historia del ser humano es el horizonte abarcador de la teología cristiana. Todas las preguntas y respuestas teológicas tienen sentido solamente dentro del marco de la historia. 1 Pannenberg lo definió así porque él entendió que la historia no puede ser separada de la revelación de Dios 2.

El mensaje de la Navidad es el mensaje de la salvación. Es Dios cumpliendo la promesa que le
había hecho a los primeros seres humanos que Él había creado.

“15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” (Gén 3:15)

Los seres humanos disfrutaban de un ambiente utópico en el Jardín del Edén. Ese era un ambiente de paz, de comunión con Dios y de comunión entre ellos mismos. No había diferencias entre ellos en ese lugar y en ese ambiente. Ambos habían sido creados por Dios y de hecho, Dios los había llamado a ambos de la misma manera:
“2 Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron
creados.” (Gén 5:2)


La libertad que Dios les había otorgado para decidir en la vida la utilizaron para escoger
convertirse en actores independientes de Dios. Ellos escogieron pecar: rebelarse contra Dios.
La Biblia dice que los seres humanos trataron de enmendar esta situación a través de sus obras: cosieron hojas de higuera para hacerse delantales (Gén 3:7). Lo que ellos no sabían era que esos delantales no serían capaces de cubrir su pecado. Como decía San Ambrosio, la cobertura protectora de la virtud los había abandonado. Es más, tampoco sabían que estos delantales cubrirían su desnudez temporalmente. Las hojas se secarían y tendrían que ser remplazadas. Sus delantales eran una metáfora de su pecado. Las hojas se secarían porque estaban separadas de la fuente que les daba vida. Así lo afirmaba Agustín de Hipona: Adán y Eva estaban separados de Dios. Agustín añadía a esto que el pasaje bíblico que dice que Jesús vio a Natanael bajo la higuera (Jn 1:46-49), realmente dice que Jesús vio a Natanael bajo el pecado.

La Biblia dice que Adán y Eva decidieron esconderse cuando escucharon la voz de Dios mientras el Todopoderoso se paseaba en el huerto (Gn 3:8). Ese pasaje bíblico dice que ellos trataron de esconderse en medio de las cosas creadas que seguían dando fruto: los árboles. Esas costumbres nunca las hemos perdido. Algunas de las reacciones instintivas del pecado son enmascararse y esconderse.

Escuchar la voz de Dios activó en ellos la fe que activa la conciencia, que convence al ser
humano de que está en pecado (Jn 16:7-8). Esto es así porque la Biblia dice que la fe viene por el oír (Rom 10:17).
Este escenario, el del Edén, se presenta como un dilema teológico. 3 Por un lado, un Dios de

1 HG: "Heilsgeschehen und Geschichte" (1959), in Grundfragen systematischer Theologie. Gesammelte Aufsätze, t.1, Göttingen 1967, pp. 22-79.
2 ST: Systematische Theologie, t.1, Göttingen 1988, pp. 186.
3 https://www.whatifurwrong.com/gods-delemma/.


Amor debe ser capaz de perdonar a sus criaturas sin mediar palabra alguna. Por el otro, un Dios de Justicia tendría la obligación de castigarlos y la paga del pecado es la muerte. 4 El dilema era el siguiente: si Dios decidía perdonar a Adán y a Eva, estaría amando aquello que Él aborrece: el pecado. Si Dios decidía destruir a Adán y a Eva, estaría destruyendo aquello que Él ama: nosotros.
“It would, of course, have been unthinkable that God should go back upon His word and that man, having transgressed, should not die; but it was equally monstrous that beings which once had shared the nature of the Word should perish and turn back again into non-existence through corruption.” –San Atanasio 5

La Biblia dice que Dios resolvió este dilema con el sacrificio de un animal del que hizo túnicas de pieles para cubrir la desnudez de Sus criaturas (Gén 3:21). O sea, que hubo derramamiento de sangre, porque sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado (Heb 9:22). Claro está, este sacrificio sólo cubriría el pecado que habían cometido.

El mensaje de la Navidad es que la voz que se escuchó en el jardín del Edén ahora podía ser vista, contemplada, palpada, además de ser escuchada.
“1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida 2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); 3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.” (1 Jn 1:1-3)

Esa voz que preguntaba en Edén “¿Dónde estás tú?”, se había encarnado para venir a buscar lo
que se había perdido. El mensaje del Edén revelaba que Dios había interrumpido su “sabbath”, su séptimo día, su descanso (Gén 2:2), para venir a buscar al ser humano. El mensaje de la Navidad es que Dios dejó su trono y corona de gloria al venir a Belén a nacer.
“6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;” (Fil 2:6-7)
El mensaje del Edén presenta a Dios caminando a la luz del día, de un día que se había vestido de tragedia, de separación, de tristeza, de dolor y de olor a muerte. El mensaje de la Navidad presenta a Dios irrumpiendo en la alborada del día, rompiendo las vigilias de la noche (Lcs 2:8-12), anunciando las misericordias de Dios. No olvidemos que estas son nuevas cada mañana (Lam 3:23). EL mensaje de la Navidad es que ha llegado un nuevo día, de salvación, de esperanza, de alegría, de comunión con Dios.

Esta es una de las razones por las que el mensaje de la navidad es llamado el mensaje de la aurora de la salvación:
“78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, 79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz.” (Lcs 1:78-79).
La irrupción de Dios en el Edén vino acompañada del sacrificio de un animal inocente para
remediar así de manera temporal la separación que había ocurrido entre Dios y los seres humanos. La encarnación que se completa en la Navidad (luego del embarazo de la virgen) vino acompañada del sacrificio del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo de forma permanente.

Es por esto que el profeta Isaías tenía que decir que niño nacería, pero el Hijo tendría que ser
dado, regalado por Dios (Isa 9:6) El mensaje de la Navidad es el mensaje del regalo más grande que Dios.

4 https://creation.com/dawkins-dilemma.
5 https://unbearablycatholic.com/2018/05/03/the-divine-dilemma/.

podía hacer a los seres humanos. El niño que nació en el pesebre ocuparía el púlpito más alto que ha tenido la humanidad: la cruz. La cancelación del pecado vendría acompañada de la dádiva celestial de la vida y del proyecto de nuestra santificación:
“22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. 23 Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Rom 6:22-23)
Atanasio decía que Dios no podía mantener a los seres humanos en corrupción perpetua, pero
tampoco podía ir hacia atrás a la condenación de muerte a la que había sentenciado a todo el aquél que peca. Por otro lado, el pecado de Adán produjo que todos los seres humanos nazcamos en pecado (Sal 51:5) y esta es una de las razones por las que no podemos salvarnos a nosotros mismos. Nosotros necesitábamos un ser humano que no tuviera pecado que pudiera ofrecerse por nosotros. Algo similar al sacrificio del animal inocente ofrecido por Dios mismo en el Edén, pero con resultados permanentes. El profeta Isaías dijo que Dios Padre repitió el procedimiento del Edén, cargando en Cristo el pecado de todos nosotros
“6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” (Isa 53:6)

Cristo sufrió así las consecuencias que nosotros debimos sufrir, el castigo y la sentencia por
nuestros pecados. Su resurrección de la muerte nos garantiza que podemos enfrentar la vida y la muerte sin temor y celebrando la esperanza y la vida eterna que Él nos ha regalado. Todo esto forma parte del mensaje de la Navidad.

Arnold Toynbee (“Traditional Attitudes towards death” en Man’s Concerns about Death,
McMillan, 1968 p.63 ) decía que el ser humano es la única criatura consciente de su muerte y ese previo conocimiento le provee la oportunidad de ponderar su destino final, pensar con capacidad si se enfrentará a ésta con dignidad. Él añadía que es por eso que debemos procurar que la vida tenga sentido, perspectiva, y propósito. Y el único que le puede dar perspectiva a la vida es Cristo Jesús, el Hijo de Dios, dado a los hombres en Navidad. Esto es así porque solo Cristo Jesús es el vencedor de la muerte y con eso, solo Cristo Jesús pudo cancelar la sentencia que pesaba sobre nosotros a causa de nuestra desobediencia.

Arrastía decía que el mensaje de la Navidad, Emanuel, “Dios con nosotros,” no trata de la oferta
divina para que nosotros, los seres humanos, tengamos la oportunidad de ajustar el mensaje de Cristo y su ética a las nuestras 6 . Esto es, acomodarlo a nosotros, a lo que queremos, a lo que opinamos. Es por esto que una navidad sin el verdadero mensaje de Cristo es como un océano sin agua, o un cuerpo sin cerebro y sin corazón.

El mensaje de la Navidad afirma que lo correcto es lo contrario: tenemos que ajustarnos a Cristo.

Arrastía presentaba algunos ejemplos de esto último. Él decía que Nicodemo quiso limitar a Cristo a una discusión biológica. Él terminó confrontado con la Vida Eterna. La mujer Samaritana quiso limitar a Cristo a una discusión geográfica. Ella terminó confrontada con el espíritu de la adoración. Un hombre llamado Saulo de Tarso quiso limitarlo a una discusión político religiosa. Es hombre terminó confrontado con su ceguera. Zaqueo quiso limitarlo a un análisis de propiedades y riquezas. Él terminó confrontado con la multiforme riqueza de la gracia.

Arrastía concluyó diciendo que Cristo termina diciéndole a Nicodemo que el mensaje cristo-
céntrico, el de la Navidad, no se trata de una transformación gradual hasta que uno alcance ser lo que debe ser. No se trata de pensamiento positivo enmendando nuestra manera de vivir. No se trata de prestigio y abolengo (“¿eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?…” Jn 3:10b). No se trata de remiendos culturales o de frases religiosas. ¡Hay que nacer de nuevo! Solo el niño del pesebre puede 6 Arrastía, Cecilio. 1995. Jesucristo, Señor del Pánico. Miami: Unilit, p. 108.

conseguir que cualquier Adán que le acepte y le confiese como Señor y como Salvador pueda nacer de nuevo.
Es por esto que el mensaje de la Navidad proclama que el Niño que nació en el pesebre es el
Admirable Consejero, el Dios fuerte, el Padre eterno, el Príncipe de paz. Es por esto que el mensaje de la Navidad se anuncia con canciones de ángeles. Es por esto que el mensaje de la navidad se anuncia con estampas en las que los reyes de la tierra se unen a los pastores de los campos para adorar al Rey, al Niño Dios.

El mensaje de la Navidad no culmina en el pesebre, en la Cruz, ni en la tumba vacía. El mensaje
de la Navidad culminará en el cielo. Los seres humanos comenzamos escuchando la voz de Dios en el Jardín del Edén. Luego de esto recibimos el regalo de Dios de ver esa palabra encarnada:
“14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.” (Jn 1:14-16)

La Biblia dice que esto culminará cuando seamos arrebatados al cielo para la celebración de las
bodas del Cordero. Ese día veremos al Niño Dios como el León de la Tribu de Judá y el Rey de reyes y Señor de señores.
Un corolario celestial: la Biblia dice que escuchamos Su voz en el Edén. La Biblia dice que en el
cielo seremos capaces de ver Su voz:
“12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,” (Apoc 1:12)
Las luces de las estrellas que vemos en los cielos son mucho mas que luz; son música. 7 , 8 , 9 Si
algunas de las cosas creadas pueden permitirnos ver sonidos, no debe haber duda de que en el cielo seremos capaces de ver la Voz que habló en el Edén y que habló en el Calvario.
Los regalos de la Navidad no han terminado.
¡Feliz Navidad!

7 https://www.youtube.com/watch?v=IzeJq3CbiZM
8 https://www.youtube.com/watch?v=ZCDM9KSLWyA&list=RDLVIzeJq3CbiZM&index=4
9 https://www.iflscience.com/space/you-can-now-listen-to-the-eerie-music-stars-make/
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