December 26th, 2021
La adoración en la navidad
Reflexión por el Pastor/Rector: Mizraím Esquilín-García
828 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 26 de diciembre de 2021
La reflexión que sigue a continuación fue publicada el 16 de diciembre del 2016. Esta trata acerca del mensaje que nos comunica el Evangelio de Lucas a través de la vida de una anciana venerable llamada Ana (Lcs 2:36-38). La Biblia dice que esta mujer rondaba los 100 años de vida cuando tuvo el privilegio de ver al Niño Jesús.
Sólo Dios sabe cuántas experiencias difíciles enfrentó esta mujer durante ese siglo de vida. De lo poco que conocemos acerca de ella sabemos que sufrió el dolor provocado por la viudez. Además, sufrir la experiencia de que la tribu de Israel de la que ella provenía había desaparecido a causa del pecado de ese pueblo como parte del cautiverio babilónico.
Ninguna de estas experiencias, y otras tantas que desconocemos impidieron que esta mujer pudiera dedicarse a servir y a adorar a Dios. Dios la premió permitiéndole ver al Salvador del mundo.
Es nuestra oración que Dios provoque en ustedes ese mismo deseo y esa misma resiliencia. Oramos para que el regalo más grande que reciban sea la capacidad de imponerse a todo aquello que les quiera restar el deseo deservir y de adorar a Dios. El Señor que recompensó a Ana, también les recompensará. ¡Feliz Navidad!
“Las reflexiones de navidad nos han llevado a considerar el génesis de la hermosura de esta: las experiencias de adoración en las que ella nos inserta. Los análisis anteriores nos han permitido llegar a algunas conclusiones sobre este tema. En primer lugar, que la efectividad de la adoración no puede ser medida por la música, las palabras o el lugar en el que se adora. En segundo lugar, que la verdadera y buena adoración (eusebia en griego) siempre es medida por las respuestas que Dios recibe desde el corazón del que le adora. O sea, que la verdadera adoración no se mide por la intensidad de las palabras que se puedan usar, y sí por la transformación que experimentan aquellos que adoran. En tercer lugar, que la verdadera adoración no permite que el adorador permanezca siendo la misma persona que comenzó en la peregrinación de la adoración. Los modos y modelos de adoración no son necesariamente lo más importante. Aquél al que adoramos es el que tiene toda la importancia. Al final del camino descubrimos que la verdadera adoración no cambia; somos nosotros, los que adoramos, los que experimentamos los cambios.
La navidad nos regala muchas experiencias de adoración. Una de ellas es la experiencia de adoración que vive una anciana llamada Ana. En Lucas 2:36-38 leemos lo siguiente:
36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, 37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
Esta historia que nos regala Lucas, en tan solo 3 versos, se convierte sin duda alguna en
una de las experiencias de adoración más sublimes, intensas y poderosas que encontramos en la Palabra de Dios. Para llegar a estas conclusiones solo basta tomar en consideración que en ella nos regalan la historia de una mujer que debió estar rondando los 100 años y que está viva y en acción constantemente.
Además, Lucas nos regala el dato de que Ana es reconocida como profetisa en un mundo dominado por los hombres. Ella es la hija de un Israelita llamada Fanuel, nombre que proviene del hebreo Phanuel o Peniel, que significa “rostro de Dios.” Es interesante que el concepto “profetisa” no solo se usaba para identificar a aquellas que comunicaban mensajes de Dios, sino que también se usaba para identificar a los poetas. Sabemos que Ana era profetisa por su testimonio con Jesús. Pero no debe haber mucha discusión que en el Evangelio de Lucas, conocido como el Evangelio de las mujeres, también la identifican como una mujer que hablaba con inspiración y alma de profeta.
La experiencia de adoración de Ana es singular porque aunque no incluye cánticos ni expresiones de alabanza, se convierte en una de las respuestas más sublimes que podemos encontrar a la presencia de Dios en Cristo Jesús, el Salvador del mundo. Nunca olvidemos que una de las definiciones de la adoración Cristiana es responder a la presencia de Dios en Cristo. Una de las enseñanzas detrás de esta aseveración es que la invitación a la adoración se puede desarrollar hasta con canción y hasta con palabras.
En primer lugar, la adoración de Ana nos describe que no existe limitación alguna, ni siquiera de edad para adorar Dios. Nadie puede tomar como excusa para no adorar, o para no dirigir la adoración, decir que ya está muy viejo y que le debe tocar a otros más jóvenes desarrollar esa tarea. En segundo lugar, la adoración de Ana se desarrolla como el resultado que se obtiene cuando uno anda buscando constantemente la presencia de Dios. El verso 37 de ese capítulo lucano nos dice que esta anciana de casi 100 años no se apartaba del templo.
Esto nos lleva a presentar algunos de las ratificaciones de mensajes bíblicos iniciales que esa mujer nos ofrece:
-Hay virtud en buscar a Dios en espíritu y verdad (Jn 4:23)
“22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la
salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren.”
-Hay recompensa en buscarle mientras pueda ser hallado (Isa 55:6).
“6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. 7
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual
tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. 8 Porque
mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo
Jehová. 9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que
vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. 10 Porque como
desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la
hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, 11 así será mi
palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será
prosperada en aquello para que la envié. 12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis
vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los
árboles del campo darán palmadas de aplauso.”
- Hay vida en buscar las cosas de arriba (Col 3:1-10)
“1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando
Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él
en gloria. 5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría; 6 cosas por las cuales la ira de
Dios viene sobre los hijos de desobediencia, 7 en las cuales vosotros también anduvisteis
en otro tiempo cuando vivíais en ellas. 8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas
cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9 No mintáis
los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y
revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta
el conocimiento pleno,”
-Es un honor buscar el poder y el rostro de Dios (1 Cro 16:7-12)
“7 Entonces, en aquel día, David comenzó a aclamar a Jehová por mano de Asaf y de sus
hermanos: 8 Alabad a Jehová, invocad su nombre, Dad a conocer en los pueblos sus
obras. 9 Cantad a él, cantadle salmos; Hablad de todas sus maravillas. 10 Gloriaos en su
santo nombre; Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. 11 Buscad a Jehová y su
poder; Buscad su rostro continuamente. 12 Haced memoria de las maravillas que ha
hecho, De sus prodigios, y de los juicios de su boca,”
-Es un honor buscarle en buscarle en todo tiempo (Sal 34:1-8).
“1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. 2 En
Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. 3 Engrandeced a Jehová
conmigo, Y exaltemos a una su nombre. 4 Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de
todos mis temores. 5 Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron
avergonzados. 6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.
7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende. 8 Gustad, y
ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él.”
-La Biblia dice que aquellos que buscan a Dios le hallarán (Lcs 11:9-13)
“9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 10 Porque
todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 11 Qué
padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de
pescado, le dará una serpiente? 12 O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si
vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
Es obvio que Dios recompensó a Ana al darle la oportunidad de ver al Salvador del mundo.
En tercer lugar, la experiencia que Ana tiene con la adoración gira alrededor de la intensidad con la que ella decide adorar. Si tomamos en consideración que el ayuno y la oración forman parte del catálogo de respuestas con las que respondemos a la presencia de Dios, entonces Ana adoraba con intensidad. El verso 37 del capítulo dos (2) del Evangelio de Lucas dice que ella estaba sirviendo de noche y de día en ayunos y oraciones.
Ese texto lucano dice que Ana sirve con oraciones, “deésis” (G1162), que proviene del griego suplicar o humillarse para pedir. La Biblia dice que los que se humillan serán enaltecidos (Mt 23:12). Dios enaltece a Ana porque ella se sabe humillar. Ana sirve además con ayunos; ella se abstiene de comer. ¿Estará esta costumbre ligada a su longevidad?
En cuarto lugar, el mismo verso 37 nos dice que la adoración de Ana no se detenía; era constante, día y noche. Una forma aleatoria para entender esto es considerar el concepto “liturgia” (G3011), concepto griego neo-testamentario que se usa para describir la adoración. Este concepto proviene de la combinación de dos vocablos griegos. El primero, “laos” (G2922), que significa pueblo y “ergon” (G2041), que significa trabajo, servicio o labor. O sea, que la adoración tiene que poseer una dimensión de servicio.
Lucas nos dice que Ana hace “latreuo” (G300), que ella ministra, rinde homenaje religioso. Una de las definiciones del concepto “religión” es la forma y manera con la que articulamos nuestra fe. Siendo esto así, Ana nos deja saber que ella utiliza su articulación de la fe para adorar y servir intensamente. Es muy interesante que esta mujer sirva rompiendo todas las curvas de longevidad, no solo para su época (el largo de vida de la gente en esa época no era mucho), sino para cualquier época. Y Ana sigue sirviendo-adorando-sirviendo y lo hace sin parar. En otras palabras, Ana nos dice que ¡no hay excusas que podamos utilizar para no servir!
En quinto lugar, Ana adora de manera circunstancial. El verso 38 nos dice que ella
Llegó al templo en la misma hora que llegaron José y María con Jesús en sus brazos. El texto en inglés dice así: “and she coming in that instant.” Ella llevaba cerca de 100 años esperando ese momento; poder ver con sus ojos lo que Simeón ha llamado en este mismo pasaje “la salvación de Dios,” la “Luz que sirve como revelación a los gentiles” (ya Simeón sabía que los gentiles se van a salvar), “la gloria del pueblo de Dios.” Ella debió escuchar a Simeón decir estas cosas. Ella había “chocado” con la “Esperanza de Israel” (Jer 14:8). La experiencia puede ser circunstancial, pero no deja de ser una cita divina. Ana sabía que su “instante” había llegado y que ella se tendría que insertar en este. Esta partícula describe con precisión que Dios puede manifestarse en “un instante” y los que le buscan deben estar preparados para reconocerlo y responder.
En sexto lugar, Ana adora dando gracias. En el verso 38 nos dicen que ella daba gracias a Dios. La adoración no es genuina sino posee un gran componente de acción de gracias y de gratitud. Y es que cuando un ser humano se encuentra con Dios no puede dejar de dar gracias por haber sido tenido por digno de experimentar la cercanía de la santidad, la majestad, el resplandor, el poder y la gracia del Todopoderoso.
En séptimo lugar, Ana adora comunicando su experiencia con el niño Dios a todos los que esperaban la manifestación de la redención prometida por Dios. No existe manera alguna en que un ser humano que haya tenido un encuentro con Dios pueda mantenerse en silencio. Aquellos que chocan con Jesús reciben en su corazón la imposición de la necesidad de hablar de Cristo (1 Cor 9:16).
En tres versos muy cortos. Lucas el Evangelista nos deja conocer otra dimensión de la adoración que provoca el personaje central de la historia de la navidad.”
Reflexión por el Pastor/Rector: Mizraím Esquilín-García
828 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 26 de diciembre de 2021
La reflexión que sigue a continuación fue publicada el 16 de diciembre del 2016. Esta trata acerca del mensaje que nos comunica el Evangelio de Lucas a través de la vida de una anciana venerable llamada Ana (Lcs 2:36-38). La Biblia dice que esta mujer rondaba los 100 años de vida cuando tuvo el privilegio de ver al Niño Jesús.
Sólo Dios sabe cuántas experiencias difíciles enfrentó esta mujer durante ese siglo de vida. De lo poco que conocemos acerca de ella sabemos que sufrió el dolor provocado por la viudez. Además, sufrir la experiencia de que la tribu de Israel de la que ella provenía había desaparecido a causa del pecado de ese pueblo como parte del cautiverio babilónico.
Ninguna de estas experiencias, y otras tantas que desconocemos impidieron que esta mujer pudiera dedicarse a servir y a adorar a Dios. Dios la premió permitiéndole ver al Salvador del mundo.
Es nuestra oración que Dios provoque en ustedes ese mismo deseo y esa misma resiliencia. Oramos para que el regalo más grande que reciban sea la capacidad de imponerse a todo aquello que les quiera restar el deseo deservir y de adorar a Dios. El Señor que recompensó a Ana, también les recompensará. ¡Feliz Navidad!
“Las reflexiones de navidad nos han llevado a considerar el génesis de la hermosura de esta: las experiencias de adoración en las que ella nos inserta. Los análisis anteriores nos han permitido llegar a algunas conclusiones sobre este tema. En primer lugar, que la efectividad de la adoración no puede ser medida por la música, las palabras o el lugar en el que se adora. En segundo lugar, que la verdadera y buena adoración (eusebia en griego) siempre es medida por las respuestas que Dios recibe desde el corazón del que le adora. O sea, que la verdadera adoración no se mide por la intensidad de las palabras que se puedan usar, y sí por la transformación que experimentan aquellos que adoran. En tercer lugar, que la verdadera adoración no permite que el adorador permanezca siendo la misma persona que comenzó en la peregrinación de la adoración. Los modos y modelos de adoración no son necesariamente lo más importante. Aquél al que adoramos es el que tiene toda la importancia. Al final del camino descubrimos que la verdadera adoración no cambia; somos nosotros, los que adoramos, los que experimentamos los cambios.
La navidad nos regala muchas experiencias de adoración. Una de ellas es la experiencia de adoración que vive una anciana llamada Ana. En Lucas 2:36-38 leemos lo siguiente:
36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, 37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
Esta historia que nos regala Lucas, en tan solo 3 versos, se convierte sin duda alguna en
una de las experiencias de adoración más sublimes, intensas y poderosas que encontramos en la Palabra de Dios. Para llegar a estas conclusiones solo basta tomar en consideración que en ella nos regalan la historia de una mujer que debió estar rondando los 100 años y que está viva y en acción constantemente.
Además, Lucas nos regala el dato de que Ana es reconocida como profetisa en un mundo dominado por los hombres. Ella es la hija de un Israelita llamada Fanuel, nombre que proviene del hebreo Phanuel o Peniel, que significa “rostro de Dios.” Es interesante que el concepto “profetisa” no solo se usaba para identificar a aquellas que comunicaban mensajes de Dios, sino que también se usaba para identificar a los poetas. Sabemos que Ana era profetisa por su testimonio con Jesús. Pero no debe haber mucha discusión que en el Evangelio de Lucas, conocido como el Evangelio de las mujeres, también la identifican como una mujer que hablaba con inspiración y alma de profeta.
La experiencia de adoración de Ana es singular porque aunque no incluye cánticos ni expresiones de alabanza, se convierte en una de las respuestas más sublimes que podemos encontrar a la presencia de Dios en Cristo Jesús, el Salvador del mundo. Nunca olvidemos que una de las definiciones de la adoración Cristiana es responder a la presencia de Dios en Cristo. Una de las enseñanzas detrás de esta aseveración es que la invitación a la adoración se puede desarrollar hasta con canción y hasta con palabras.
En primer lugar, la adoración de Ana nos describe que no existe limitación alguna, ni siquiera de edad para adorar Dios. Nadie puede tomar como excusa para no adorar, o para no dirigir la adoración, decir que ya está muy viejo y que le debe tocar a otros más jóvenes desarrollar esa tarea. En segundo lugar, la adoración de Ana se desarrolla como el resultado que se obtiene cuando uno anda buscando constantemente la presencia de Dios. El verso 37 de ese capítulo lucano nos dice que esta anciana de casi 100 años no se apartaba del templo.
Esto nos lleva a presentar algunos de las ratificaciones de mensajes bíblicos iniciales que esa mujer nos ofrece:
-Hay virtud en buscar a Dios en espíritu y verdad (Jn 4:23)
“22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la
salvación viene de los judíos. 23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren.”
-Hay recompensa en buscarle mientras pueda ser hallado (Isa 55:6).
“6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. 7
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual
tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. 8 Porque
mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo
Jehová. 9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que
vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. 10 Porque como
desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la
hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, 11 así será mi
palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será
prosperada en aquello para que la envié. 12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis
vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los
árboles del campo darán palmadas de aplauso.”
- Hay vida en buscar las cosas de arriba (Col 3:1-10)
“1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando
Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él
en gloria. 5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría; 6 cosas por las cuales la ira de
Dios viene sobre los hijos de desobediencia, 7 en las cuales vosotros también anduvisteis
en otro tiempo cuando vivíais en ellas. 8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas
cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9 No mintáis
los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y
revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta
el conocimiento pleno,”
-Es un honor buscar el poder y el rostro de Dios (1 Cro 16:7-12)
“7 Entonces, en aquel día, David comenzó a aclamar a Jehová por mano de Asaf y de sus
hermanos: 8 Alabad a Jehová, invocad su nombre, Dad a conocer en los pueblos sus
obras. 9 Cantad a él, cantadle salmos; Hablad de todas sus maravillas. 10 Gloriaos en su
santo nombre; Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. 11 Buscad a Jehová y su
poder; Buscad su rostro continuamente. 12 Haced memoria de las maravillas que ha
hecho, De sus prodigios, y de los juicios de su boca,”
-Es un honor buscarle en buscarle en todo tiempo (Sal 34:1-8).
“1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. 2 En
Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. 3 Engrandeced a Jehová
conmigo, Y exaltemos a una su nombre. 4 Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de
todos mis temores. 5 Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron
avergonzados. 6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.
7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende. 8 Gustad, y
ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él.”
-La Biblia dice que aquellos que buscan a Dios le hallarán (Lcs 11:9-13)
“9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 10 Porque
todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 11 Qué
padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de
pescado, le dará una serpiente? 12 O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si
vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
Es obvio que Dios recompensó a Ana al darle la oportunidad de ver al Salvador del mundo.
En tercer lugar, la experiencia que Ana tiene con la adoración gira alrededor de la intensidad con la que ella decide adorar. Si tomamos en consideración que el ayuno y la oración forman parte del catálogo de respuestas con las que respondemos a la presencia de Dios, entonces Ana adoraba con intensidad. El verso 37 del capítulo dos (2) del Evangelio de Lucas dice que ella estaba sirviendo de noche y de día en ayunos y oraciones.
Ese texto lucano dice que Ana sirve con oraciones, “deésis” (G1162), que proviene del griego suplicar o humillarse para pedir. La Biblia dice que los que se humillan serán enaltecidos (Mt 23:12). Dios enaltece a Ana porque ella se sabe humillar. Ana sirve además con ayunos; ella se abstiene de comer. ¿Estará esta costumbre ligada a su longevidad?
En cuarto lugar, el mismo verso 37 nos dice que la adoración de Ana no se detenía; era constante, día y noche. Una forma aleatoria para entender esto es considerar el concepto “liturgia” (G3011), concepto griego neo-testamentario que se usa para describir la adoración. Este concepto proviene de la combinación de dos vocablos griegos. El primero, “laos” (G2922), que significa pueblo y “ergon” (G2041), que significa trabajo, servicio o labor. O sea, que la adoración tiene que poseer una dimensión de servicio.
Lucas nos dice que Ana hace “latreuo” (G300), que ella ministra, rinde homenaje religioso. Una de las definiciones del concepto “religión” es la forma y manera con la que articulamos nuestra fe. Siendo esto así, Ana nos deja saber que ella utiliza su articulación de la fe para adorar y servir intensamente. Es muy interesante que esta mujer sirva rompiendo todas las curvas de longevidad, no solo para su época (el largo de vida de la gente en esa época no era mucho), sino para cualquier época. Y Ana sigue sirviendo-adorando-sirviendo y lo hace sin parar. En otras palabras, Ana nos dice que ¡no hay excusas que podamos utilizar para no servir!
En quinto lugar, Ana adora de manera circunstancial. El verso 38 nos dice que ella
Llegó al templo en la misma hora que llegaron José y María con Jesús en sus brazos. El texto en inglés dice así: “and she coming in that instant.” Ella llevaba cerca de 100 años esperando ese momento; poder ver con sus ojos lo que Simeón ha llamado en este mismo pasaje “la salvación de Dios,” la “Luz que sirve como revelación a los gentiles” (ya Simeón sabía que los gentiles se van a salvar), “la gloria del pueblo de Dios.” Ella debió escuchar a Simeón decir estas cosas. Ella había “chocado” con la “Esperanza de Israel” (Jer 14:8). La experiencia puede ser circunstancial, pero no deja de ser una cita divina. Ana sabía que su “instante” había llegado y que ella se tendría que insertar en este. Esta partícula describe con precisión que Dios puede manifestarse en “un instante” y los que le buscan deben estar preparados para reconocerlo y responder.
En sexto lugar, Ana adora dando gracias. En el verso 38 nos dicen que ella daba gracias a Dios. La adoración no es genuina sino posee un gran componente de acción de gracias y de gratitud. Y es que cuando un ser humano se encuentra con Dios no puede dejar de dar gracias por haber sido tenido por digno de experimentar la cercanía de la santidad, la majestad, el resplandor, el poder y la gracia del Todopoderoso.
En séptimo lugar, Ana adora comunicando su experiencia con el niño Dios a todos los que esperaban la manifestación de la redención prometida por Dios. No existe manera alguna en que un ser humano que haya tenido un encuentro con Dios pueda mantenerse en silencio. Aquellos que chocan con Jesús reciben en su corazón la imposición de la necesidad de hablar de Cristo (1 Cor 9:16).
En tres versos muy cortos. Lucas el Evangelista nos deja conocer otra dimensión de la adoración que provoca el personaje central de la historia de la navidad.”
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AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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1 Comment
Buenos dÃas, Dtb. Me interesa recibir el boletÃn El Heraldo todos los domingo.
Los boletines no sale semanal. El material escrito es importante pues lo puedo estudiar
Varias veces. Los busco en página iglesia y YouTube y no están al dÃa con las predicaciones. Gracias