Notas del Pastor MJ: Tu auxilio

En estos días de verano se hace vital la precaución con respecto a las corrientes marinas. Es común escuchar de accidentes en la playa en esta época, debido al alto volumen de bañistas que suelen visitar las costas en estos meses de verano.  El detalle con las corrientes marinas es que pueden sorprender al más experimentado de los nadadores.  Es un fenómeno que no se ve a simple vista sino que se experimenta desde el suelo.  La persona puede encontrarse de repente siendo halada mar adentro y muy bien su vida puede estar en riesgo si no sabe manejarse en medio de este escenario.  A tales efectos, se hace frecuente ver mensajes en los medios para prevenir este tipo de accidentes.  Precisamente, viendo uno de estos mensajes, vino a mi memoria un salmo que guarda relación con este tipo de eventos:

“Sálvame, oh Dios, Porque las aguas han entrado hasta el alma.  Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie; He venido a abismos de aguas, y la corriente me ha anegado.” (Salmo 69:1-2)

Tal parece que el salmista no recibió aviso alguno acerca de los eventos que estaba experimentando cuando escribía estos versos.  El los compara como una corriente súbita que le estaba anegando.  Con toda probabilidad el salmista utilizaba esa analogía para describir ese tipo de situaciones que nos asedian y que nos hacen sentir como que nos vamos a ahogar. Estoy seguro que has experimentado eso alguna vez en tu vida.  Son esos momentos en los cuales sientes que te halan en todas direcciones y no puedes hallar un lugar firme para apoyarte.  Sientes que por más esfuerzo que hagas no logras salir de esa situación.  Es entonces necesario llamar a aquel que puede sacarte a flote, a aquel que puede rescatar tu vida de las corrientes que amenazan con anegarte.

La noticia de esperanza es que tu y yo contamos con el mejor de los salvavidas.  Dios ha dicho en su Palabra que podemos clamar a él y el nos va a rescatar.  El salmista decía en ese mismo salmo que la salvación de Dios le puso en alto (verso 29).  Eso mismo hace Dios contigo y conmigo.  Nosotros llamamos y él nos pone en alto, nos saca a lugar firme, en donde las corrientes de este tiempo no nos pueden hacer daño.  El consejo principal para salvarse en medio de las corrientes marinas es no pelear con ellas.  Lo mismo ocurre a nivel espiritual.  No te fatigues intentando salir del atolladero por tus propias fuerzas.  Pide ayuda; tu auxilio viene de camino.

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