July 31st, 2022
859 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 31 de julio 2022
La segunda oración paulina en la Carta a los Efesios
“14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. 20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” (Efe 3:14-21)
El capítulo tres (3) de la Carta a los Efesios forma parte de la descripción del entendimiento paulino de lo que es el plan del Padre para toda la humanidad. Esta descripición comienza en el capítulo dos (2) y culmina en el verso 13 del capítulo tres (3) de esta carta. Pablo presenta los siguientes datos en esos 35 versos (22 versos del capítulo 2 y 13 versos del capítulo 3):
Es luego de estos planteamientos que Pablo inserta su segunda oración a favor de la Iglesia (Efe 3:14-21).
El apóstol señala, como parte de este plan, que existe un misterio revelado por Dios:
“3 que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente,” (Efe 3:3)
También dice que la revelación de ese misterio ha venido acompañada de varias responsabilidades. Una de ellas, ser administrador, mayordomo (“oikonomia”, G3622, v.2) de la gracia. Otra, ser convertido o hecho un siervo, un ministro (“diakonos”, G1249, v.7). La última, ser un heraldo de esta (“anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo”, v.8).
Pablo enfatiza en este capítulo que todo esto debe llegar por revelación del cielo:
“5 misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu:” (Efe 3:5).
Sin duda alguna que esta es una de las razones por las que el apóstol decide orar por esa iglesia.
Ahora bien, el apóstol Pablo comienza el capítulo tres de la Carta a los Efesios señalando que sus próximas aseveraciones estarán basadas en lo que él ya ha compartido en el capítulo anterior. O sea, en el capítulo dos (2) de esta carta. Es por eso que él comienza el capítulo tres (3) con la siguiente expresión: “Por esta causa yo Pablo…” (Efe 3:1a).
¿Cuál es la causa (“charin”, G5920), el propósito, con qué motivo es que este apóstol procede a presentarnos los fundamentos bíblicos que comparte en el capítulo tres (3) de esta carta?
Algunos exégetas bíblicos han señalado que esa causa son las obras de Cristo identificadas en el capítulo anterior. Debemos entender que el capítulo dos (2) de la Carta a los Efesios muy bien puede ser resumido destacando las obras de Cristo. Veamos lo que dicen los versos 13 – 18 de ese capítulo, para luego ofrecer un resumen de esas obras:
“13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.”
Sin duda alguna, estas diez obras son la causa que mueve al apóstol Pablo a presentar las tesis
bíblicas que encontramos en el capítulo tres (3) de la Carta a los Efesios. Este prisionero (Efe 3:1; 4:1, este embajador encadenado (Efe 6:20), nos dice que él fue reclutado por Dios para ser ministro (v.7) de ese misterio. Ese misterio es que los gentiles también han sido invitados a ser coherederos y copartícipes de la promesa que Dios nos ha hecho en Cristo Jesús su Hijo.
Repetimos que Pablo dice que Dios le dio a él la administración, fue hecho mayordomo (“oikonomia”, G3622) de ese mensaje de gracia divina (v. 2). El apóstol Pablo fue escogido por Dios para tener el privilegio de dar a conocer ese regalo de gracia inclusiva (v. 9). Es inclusiva porque el verso nueve (9) dice que la aclaración es a todos. Pablo tiene que sacar a la luz ese plan misericordioso. Él señala que todo esto ocurre como un don de gracia y por medio de la operación del poder de Dios (v. 7).
Como si esto fuera poco, el apóstol señala que la Iglesia ha sido llamada a predicar este mensaje, mensaje que tiene que ser anunciado a las autoridades y gobernantes espirituales (v. 10). O sea, que esas autoridades y esos gobernantes no sabían que esto habría de ocurrir.
Esta verdad bíblica nos revela que los ángeles y demás seres celestiales poseen unas limitaciones. Una de estas es que no son omniscientes, no conocen todas las cosas.
Es entonces que Pablo señala que todo esto facilita que podamos presentarnos delante de Dios, con toda libertad y confianza: “en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él;” (v. 12).
Sabemos que los primeros 13 versos de este capítulo requieren de un análisis cuidadoso y exhaustivo. Esto es algo que estaremos realizando de manera segmentada en nuestras próximas reflexiones. No obstante, estamos convencidos que este pequeño resumen sirve muy bien como pie de amigo, como introducción a la segunda oración que Pablo nos regala en esa carta.
También sabemos que la primera, el primer ruego, la primera plegaria que Pablo ofrece en esta carta la encontramos en Efesios 1:15-23. Esta es una oración que está dedicada a pedir que el Señor ilumine la Iglesia, que le de revelación de aquello que es realmente importante. Esta clase de oración subraya que Pablo estaba pidiendo que el Señor le concediera a la Iglesia una revelación que le permitiera madurar en la fe. Esto es, madurar en el conocimiento de Dios y por ende, en el testimonio entre ellos mismos, así como en la comunidad en la que servían. Esta es otra clara invitación que nos hace el Espíritu de Dios para que revisemos nuestra vida de oración.
La segunda oración (Efe 3:14-21) está dedicada a pedir que la Iglesia sea empoderada, que sea capaz de ser cimentada, arraigada, de que sea capaz de comprender y de conocer lo profundo de Dios.
En reflexiones anteriores hemos destacado que la oración es una expresión de lo que somos. Así lo ha afirmado Phillip Yancey en uno de sus libros acerca de la oración. Por lo tanto, las oraciones que encontramos en esta carta nos permiten adentrarnos en el corazón paulino. O sea, que analizar estas oraciones es similar a analizar lo que había en el corazón del apóstol; realizar una radiografía de su alma.
Una manera sencilla de analizar la estructura de esta oración es señalando que esta posee una invocación (vv. 14-15), una batería de peticiones (vv. 16-19) y una bendición o una doxología (vv.20-21). Sin embargo, aquellos que llevamos algún tiempo analizando los escritos paulinos sabemos que no existen cosas simples ni sencillas en el mensaje de este apóstol. Tan solo considere lo siguiente: el apóstol comienza la presentación de esa oración diciendo cómo es que él oraba: de rodillas (v. 14).
“14 Por esta causa doblo mis rodillas…”
La Biblia presenta varias formas de orar. Los gigantes de la fe que ella nos presenta utilizaban formas variadas y diferentes para hablar con Dios. Por ejemplo, Daniel oraba postrado sobre su rostro (Dan 8:17) o de rodillas (Dan 6:10). Abraham hablaba con Dios de pie; por lo menos así lo describen cuando intercedía por Lot, por Sodoma y Gomorra (Gén 18:22). En cambio, David oraba acostado en tierra (2 Sam 12:16) o sentado (1 Cró 17:16, “yâshab”, H3427). Al mismo tiempo, tenemos que señalar que los Evangelios nos presentan a Cristo orando de rodillas (Lcs 22:41), o postrado sobre su rostro (Mat 26:39).
Podemos continuar presentando ejemplos acerca de los estilos de oración que utilizaban los personajes bíblicos. Sin embargo, creemos que estos ejemplos son más que elocuentes.
El capítulo tres (3) de la Carta a los Efesios dice que Pablo oraba de rodillas. ¿Cuál es la importancia que posee esta expresión? La respuesta a esta pregunta solo requiere que imaginemos las reacciones de los soldados romanos que se encontraban custodiando la cárcel Mamertina en Roma cuando lo vieron arrodillarse para hablar con Dios mientras estaba encadenado. Basta imaginar sus reacciones cuando escucharon la oración de este siervo de Dios. Para empezar, el apóstol no incluye en esta oración una sola petición por su libertad. Añada a esto que cuando el apóstol comienza a dictar este capítulo le hace saber a los soldados romanos que no es Roma la que lo mantiene preso: Cristo lo había escogido para estar preso para bendecir a los gentiles.
“3 Así que yo, Pablo, soy prisionero de Jesucristo para bien de ustedes que no son judíos.” (Efe 3:3, PDT)
“3 Cuando pienso en todo esto, yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por el bien de ustedes, los gentiles.” (NTV)
“3 Por esta razón yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por el bien de ustedes los gentiles, me arrodillo en oración.” (NVI)
La expresión griega utilizada aquí es “desmios Christou Iesou”, frase que declara que Pablo es prisionero de Cristo y no del imperio romano. Esta aseveración altera gran parte del uso de nuestras herramientas de fe para analizar este y cualquier otro pasaje bíblico. Esto es así porque el Apóstol Pablo está señalando que hay cárceles que Dios puede recetar, prisiones recetadas por Dios, privaciones del ejercicio de nuestra libertad que Dios permite para que seamos capaces de convertirnos en instrumentos de bendición para otros. Son eventos translógicos y transracionales que Dios permite para que podamos convertirnos en intercesores de otros. Se trata de eventos que pueden parecer hasta injustos y ser muy dolorosos, que el Señor puede permitir para hacernos brillar como instrumentos de Su gracia. Esto es, para que comuniquemos a otros una versión encarnada del mensaje de salvación.
Al mismo tiempo, las declaraciones teológicas y doctrinales que Pablo hace en los primeros 13 versículos de este capítulo, se convierten en la razón de su oración: “por esta causa” (v.14a). Conociendo este dato, entonces tenemos que concluir que la oración de Pablo trata entonces con la necesidad de que la Iglesia conozca estas verdades eternas y que lo haga más allá de la razón. La Iglesia, entiende Pablo, necesita revelación del cielo para poder comprender estas manifestaciones del amor redentor de Dios. Una vez más, Pablo está hablando acerca de la Iglesia como un misterio de la gracia de Dios en la que los gentiles están incluidos. Inmediatamente después decide orar para que Dios se le revele a la Iglesia y que la Iglesia pueda entender este misterio.
Esa oración es dirigida al Padre que está en los cielos, a quien Pablo identifica como el “pater” (G3962) de quien toma nombre toda “patria” (G3965), o sea familia, en los cielos y en la tierra. O sea, que cada vez que hablamos de la patria, en realidad estamos hablando de la familia.
Ahora bien, ¿por qué se incluyen los cielos? Se incluyen porque los ángeles son identificados en la Biblia como hijos de Dios
“4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. 5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? 6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, 7 Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios?” (Job 38:4-7)
“34 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; 35 más los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. 36 Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.” (Lcs 20:34-36)
Pablo está diciendo en el capítulo tres (3) de esta carta que Dios es Padre de los seres celestiales y de los terrenales. O sea, que ambos escenarios, el celestial como el terrenal, tienen en común que hay un solo Padre para ambos. Lo que esto significa es que Dios Padre no se limita a ser el Creador de ambos. Esta aseveración nos coloca de cara a muchas preguntas. Una de estas es cómo entonces podemos describir a aquellos que no conocen al Señor?
Sabemos que los hijos de Dios de este lado de la eternidad somos hijos por haber creído en en Cristo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;” (Jn 1:12). En cambio, los ángeles no necesitan la sangre de Cristo. Ellos han decidido, sin haber pecado, servir y honrar al Hijo de Dios, reconociendo que Él es el Cordero que fue inmolado.
“11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, 12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.” (Apoc 5:11-12).
Esta introducción “simple” que hace Pablo asegura que su oración está dirigida a la intervención de la única fuente de poder que puede conseguir que la Iglesia entienda estas cosas. No olvidemos que hemos dicho que la Palabra nos enseña a ver la oración desde la perspectiva de esta como una herramienta, una fuente que Dios utiliza para manifestar su poder. Pablo está pidiendo en oración la manifestación del poder de Dios en unas dimensiones distintas a las formuladas en su primera oración.
La segunda oración paulina en la Carta a los Efesios
“14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. 20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” (Efe 3:14-21)
El capítulo tres (3) de la Carta a los Efesios forma parte de la descripción del entendimiento paulino de lo que es el plan del Padre para toda la humanidad. Esta descripición comienza en el capítulo dos (2) y culmina en el verso 13 del capítulo tres (3) de esta carta. Pablo presenta los siguientes datos en esos 35 versos (22 versos del capítulo 2 y 13 versos del capítulo 3):
- la necesidad que presenta la naturaleza pecaminosa del ser humano.
- la provisión de gracia del Padre.
- la necesidad del ser humano de responder al pacto que Dios ofrece.
- la revelación del plan del Padre.
Es luego de estos planteamientos que Pablo inserta su segunda oración a favor de la Iglesia (Efe 3:14-21).
El apóstol señala, como parte de este plan, que existe un misterio revelado por Dios:
“3 que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente,” (Efe 3:3)
También dice que la revelación de ese misterio ha venido acompañada de varias responsabilidades. Una de ellas, ser administrador, mayordomo (“oikonomia”, G3622, v.2) de la gracia. Otra, ser convertido o hecho un siervo, un ministro (“diakonos”, G1249, v.7). La última, ser un heraldo de esta (“anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo”, v.8).
Pablo enfatiza en este capítulo que todo esto debe llegar por revelación del cielo:
“5 misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu:” (Efe 3:5).
Sin duda alguna que esta es una de las razones por las que el apóstol decide orar por esa iglesia.
Ahora bien, el apóstol Pablo comienza el capítulo tres de la Carta a los Efesios señalando que sus próximas aseveraciones estarán basadas en lo que él ya ha compartido en el capítulo anterior. O sea, en el capítulo dos (2) de esta carta. Es por eso que él comienza el capítulo tres (3) con la siguiente expresión: “Por esta causa yo Pablo…” (Efe 3:1a).
¿Cuál es la causa (“charin”, G5920), el propósito, con qué motivo es que este apóstol procede a presentarnos los fundamentos bíblicos que comparte en el capítulo tres (3) de esta carta?
Algunos exégetas bíblicos han señalado que esa causa son las obras de Cristo identificadas en el capítulo anterior. Debemos entender que el capítulo dos (2) de la Carta a los Efesios muy bien puede ser resumido destacando las obras de Cristo. Veamos lo que dicen los versos 13 – 18 de ese capítulo, para luego ofrecer un resumen de esas obras:
“13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.”
- Nos acercó (v.13)
- vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos (Fil 4:5: el Señor está cerca.)
- Murió por nosotros (v. 13)
- habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo
- Se convirtió en nuestra paz (v. 14)
- Porque él es nuestra paz
- Hizo un solo pueblo de los judíos y los gentiles (v. 14)
- de ambos pueblos hizo uno
- Derribó la pared que separaba a los judíos y a los gentiles (v. 14)
- derribando la pared intermedia de separación
- Abolió la Ley de Moisés (v.15)
- aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas
- Creó un nuevo ser humano en Él (v.15)
- para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre
- Reconcilió a los seres humanos con Dios en la cruz (v.16)
- mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos
- Anunció el mensaje de paz (v. 17)
- Y vino y anunció las buenas nuevas de paz
- Consiguió acceso a la presencia de Dios para todos nosotros (v. 18)
- por medio de él los unos y los otros tenemos entrada
Sin duda alguna, estas diez obras son la causa que mueve al apóstol Pablo a presentar las tesis
bíblicas que encontramos en el capítulo tres (3) de la Carta a los Efesios. Este prisionero (Efe 3:1; 4:1, este embajador encadenado (Efe 6:20), nos dice que él fue reclutado por Dios para ser ministro (v.7) de ese misterio. Ese misterio es que los gentiles también han sido invitados a ser coherederos y copartícipes de la promesa que Dios nos ha hecho en Cristo Jesús su Hijo.
Repetimos que Pablo dice que Dios le dio a él la administración, fue hecho mayordomo (“oikonomia”, G3622) de ese mensaje de gracia divina (v. 2). El apóstol Pablo fue escogido por Dios para tener el privilegio de dar a conocer ese regalo de gracia inclusiva (v. 9). Es inclusiva porque el verso nueve (9) dice que la aclaración es a todos. Pablo tiene que sacar a la luz ese plan misericordioso. Él señala que todo esto ocurre como un don de gracia y por medio de la operación del poder de Dios (v. 7).
Como si esto fuera poco, el apóstol señala que la Iglesia ha sido llamada a predicar este mensaje, mensaje que tiene que ser anunciado a las autoridades y gobernantes espirituales (v. 10). O sea, que esas autoridades y esos gobernantes no sabían que esto habría de ocurrir.
Esta verdad bíblica nos revela que los ángeles y demás seres celestiales poseen unas limitaciones. Una de estas es que no son omniscientes, no conocen todas las cosas.
Es entonces que Pablo señala que todo esto facilita que podamos presentarnos delante de Dios, con toda libertad y confianza: “en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él;” (v. 12).
Sabemos que los primeros 13 versos de este capítulo requieren de un análisis cuidadoso y exhaustivo. Esto es algo que estaremos realizando de manera segmentada en nuestras próximas reflexiones. No obstante, estamos convencidos que este pequeño resumen sirve muy bien como pie de amigo, como introducción a la segunda oración que Pablo nos regala en esa carta.
También sabemos que la primera, el primer ruego, la primera plegaria que Pablo ofrece en esta carta la encontramos en Efesios 1:15-23. Esta es una oración que está dedicada a pedir que el Señor ilumine la Iglesia, que le de revelación de aquello que es realmente importante. Esta clase de oración subraya que Pablo estaba pidiendo que el Señor le concediera a la Iglesia una revelación que le permitiera madurar en la fe. Esto es, madurar en el conocimiento de Dios y por ende, en el testimonio entre ellos mismos, así como en la comunidad en la que servían. Esta es otra clara invitación que nos hace el Espíritu de Dios para que revisemos nuestra vida de oración.
La segunda oración (Efe 3:14-21) está dedicada a pedir que la Iglesia sea empoderada, que sea capaz de ser cimentada, arraigada, de que sea capaz de comprender y de conocer lo profundo de Dios.
En reflexiones anteriores hemos destacado que la oración es una expresión de lo que somos. Así lo ha afirmado Phillip Yancey en uno de sus libros acerca de la oración. Por lo tanto, las oraciones que encontramos en esta carta nos permiten adentrarnos en el corazón paulino. O sea, que analizar estas oraciones es similar a analizar lo que había en el corazón del apóstol; realizar una radiografía de su alma.
Una manera sencilla de analizar la estructura de esta oración es señalando que esta posee una invocación (vv. 14-15), una batería de peticiones (vv. 16-19) y una bendición o una doxología (vv.20-21). Sin embargo, aquellos que llevamos algún tiempo analizando los escritos paulinos sabemos que no existen cosas simples ni sencillas en el mensaje de este apóstol. Tan solo considere lo siguiente: el apóstol comienza la presentación de esa oración diciendo cómo es que él oraba: de rodillas (v. 14).
“14 Por esta causa doblo mis rodillas…”
La Biblia presenta varias formas de orar. Los gigantes de la fe que ella nos presenta utilizaban formas variadas y diferentes para hablar con Dios. Por ejemplo, Daniel oraba postrado sobre su rostro (Dan 8:17) o de rodillas (Dan 6:10). Abraham hablaba con Dios de pie; por lo menos así lo describen cuando intercedía por Lot, por Sodoma y Gomorra (Gén 18:22). En cambio, David oraba acostado en tierra (2 Sam 12:16) o sentado (1 Cró 17:16, “yâshab”, H3427). Al mismo tiempo, tenemos que señalar que los Evangelios nos presentan a Cristo orando de rodillas (Lcs 22:41), o postrado sobre su rostro (Mat 26:39).
Podemos continuar presentando ejemplos acerca de los estilos de oración que utilizaban los personajes bíblicos. Sin embargo, creemos que estos ejemplos son más que elocuentes.
El capítulo tres (3) de la Carta a los Efesios dice que Pablo oraba de rodillas. ¿Cuál es la importancia que posee esta expresión? La respuesta a esta pregunta solo requiere que imaginemos las reacciones de los soldados romanos que se encontraban custodiando la cárcel Mamertina en Roma cuando lo vieron arrodillarse para hablar con Dios mientras estaba encadenado. Basta imaginar sus reacciones cuando escucharon la oración de este siervo de Dios. Para empezar, el apóstol no incluye en esta oración una sola petición por su libertad. Añada a esto que cuando el apóstol comienza a dictar este capítulo le hace saber a los soldados romanos que no es Roma la que lo mantiene preso: Cristo lo había escogido para estar preso para bendecir a los gentiles.
“3 Así que yo, Pablo, soy prisionero de Jesucristo para bien de ustedes que no son judíos.” (Efe 3:3, PDT)
“3 Cuando pienso en todo esto, yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por el bien de ustedes, los gentiles.” (NTV)
“3 Por esta razón yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por el bien de ustedes los gentiles, me arrodillo en oración.” (NVI)
La expresión griega utilizada aquí es “desmios Christou Iesou”, frase que declara que Pablo es prisionero de Cristo y no del imperio romano. Esta aseveración altera gran parte del uso de nuestras herramientas de fe para analizar este y cualquier otro pasaje bíblico. Esto es así porque el Apóstol Pablo está señalando que hay cárceles que Dios puede recetar, prisiones recetadas por Dios, privaciones del ejercicio de nuestra libertad que Dios permite para que seamos capaces de convertirnos en instrumentos de bendición para otros. Son eventos translógicos y transracionales que Dios permite para que podamos convertirnos en intercesores de otros. Se trata de eventos que pueden parecer hasta injustos y ser muy dolorosos, que el Señor puede permitir para hacernos brillar como instrumentos de Su gracia. Esto es, para que comuniquemos a otros una versión encarnada del mensaje de salvación.
Al mismo tiempo, las declaraciones teológicas y doctrinales que Pablo hace en los primeros 13 versículos de este capítulo, se convierten en la razón de su oración: “por esta causa” (v.14a). Conociendo este dato, entonces tenemos que concluir que la oración de Pablo trata entonces con la necesidad de que la Iglesia conozca estas verdades eternas y que lo haga más allá de la razón. La Iglesia, entiende Pablo, necesita revelación del cielo para poder comprender estas manifestaciones del amor redentor de Dios. Una vez más, Pablo está hablando acerca de la Iglesia como un misterio de la gracia de Dios en la que los gentiles están incluidos. Inmediatamente después decide orar para que Dios se le revele a la Iglesia y que la Iglesia pueda entender este misterio.
Esa oración es dirigida al Padre que está en los cielos, a quien Pablo identifica como el “pater” (G3962) de quien toma nombre toda “patria” (G3965), o sea familia, en los cielos y en la tierra. O sea, que cada vez que hablamos de la patria, en realidad estamos hablando de la familia.
Ahora bien, ¿por qué se incluyen los cielos? Se incluyen porque los ángeles son identificados en la Biblia como hijos de Dios
“4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. 5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? 6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, 7 Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios?” (Job 38:4-7)
“34 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; 35 más los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. 36 Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.” (Lcs 20:34-36)
Pablo está diciendo en el capítulo tres (3) de esta carta que Dios es Padre de los seres celestiales y de los terrenales. O sea, que ambos escenarios, el celestial como el terrenal, tienen en común que hay un solo Padre para ambos. Lo que esto significa es que Dios Padre no se limita a ser el Creador de ambos. Esta aseveración nos coloca de cara a muchas preguntas. Una de estas es cómo entonces podemos describir a aquellos que no conocen al Señor?
Sabemos que los hijos de Dios de este lado de la eternidad somos hijos por haber creído en en Cristo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;” (Jn 1:12). En cambio, los ángeles no necesitan la sangre de Cristo. Ellos han decidido, sin haber pecado, servir y honrar al Hijo de Dios, reconociendo que Él es el Cordero que fue inmolado.
“11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, 12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.” (Apoc 5:11-12).
Esta introducción “simple” que hace Pablo asegura que su oración está dirigida a la intervención de la única fuente de poder que puede conseguir que la Iglesia entienda estas cosas. No olvidemos que hemos dicho que la Palabra nos enseña a ver la oración desde la perspectiva de esta como una herramienta, una fuente que Dios utiliza para manifestar su poder. Pablo está pidiendo en oración la manifestación del poder de Dios en unas dimensiones distintas a las formuladas en su primera oración.
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2023
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March
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