877 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 4 de diciembre 2022

877 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 4 de diciembre 2022
Análisis de las peticiones de la segunda oración de Pablo en la Carta a los Efesios (Pt. 17)

14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. 20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.”   (Efe 3:14-21)

Hemos estado analizando la segunda oración que el Apóstol Pablo incluye en su Carta a los Efesios (Efe 3:14-21). Ese análisis nos ha conducido a enfocarnos en la segunda petición que este Apóstol  incluye en esta oración: “17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones,” (Efe 3:17a). Las habitaciones del corazón en la que se guardan los pensamientos, las actitudes, las emociones, y las cosas ocultas han capturado nuestra atención durante las semanas anteriores. Nos queda una habitación adicional que debemos analizar: la de las decisiones.

La Biblia dice que la confianza necesaria para la toma de decisiones reside en nuestros corazones (Prov 3:5-6). Debemos entender que el libro de Proverbios posee consejos y aseveraciones extraordinarias sobre esos procesos. Un ejemplo de esto lo encontramos en el capítulo 16 del libro antes mencionado. Examinemos algunos de sus versos.

Podemos hacer nuestros propios planes, pero la respuesta correcta viene del Señor.2 La gente puede considerarse pura según su propia opinión, pero el Señor examina sus intenciones.3 Pon todo lo que hagas en manos del Señor,  y tus planes tendrán éxito….” (Pro 16:1-3, PDT).
 
7 Cuando al Señor le agrada la conducta de un hombre, hasta a sus enemigos los pone en paz con él. 8 Vale más lo poco ganado honradamente, que lo mucho ganado en forma injusta. 9 Al hombre le toca hacer planes, y al Señor dirigir sus pasos….16 Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale entendimiento que plata. 17 La norma de los justos es apartarse del mal; cuidar la propia conducta es cuidarse uno mismo. 18 Tras el orgullo viene el fracaso; tras la altanería, la caída…. 24 Las palabras dulces son un panal de miel: endulzan el ánimo y dan nuevas fuerzas. 25 Hay caminos que parecen derechos, pero al final de ellos está la muerte…. 31 Las canas son una digna corona, ganada por una conducta honrada. 32 Más vale ser paciente que valiente; más vale vencerse uno mismo que conquistar ciudades. 33 El hombre echa las suertes, pero el Señor es quien lo decide todo.” (Pro 16:7-9, 16-18, 24-25, 31-33, DHH)

El primer verso de ese capítulo describe algo que en hebreo se conoce como “maʽărâk” (H4633). Este concepto significa planes, reflexiones del corazón;[1] las disposiciones y consejos del corazón.[2] En otras palabras, que nuestros corazones pueden tomar decisiones, desarrollar planes, pero la respuesta correcta viene del Señor. Esta es la garantía de que nuestros planes han de tener éxito a largo plazo (v.3). El proverbista lo enfatiza una vez más cuando dice que a nosotros nos toca hacer (“châshab”, H2803) los planes (“derek”, H1870): literalmente, hacer los caminos por donde queremos andar. (v.9) La Biblia no critica esa acción, la de hacer[3] planes o caminos. Lo que este capítulo afirma es que la ruta correcta a seguir es permitir que el Señor dirija nuestros pasos.  El último verso de este capítulo dice que debemos ser conscientes de que las decisiones (“mishpâṭ”, H4941), el veredicto final le corresponde a Dios.

Conocer estas verdades bíblicas nos coloca en posición de afirmar que lo que es entonces correcto es pedir dirección al Señor antes de tomar alguna decisión. Sabemos que esta aseveración es de todos conocida, pero la realidad es que también es ignorada por muchos creyentes en Cristo.

En el caso del Nuevo Testamento, uno de los conceptos que más se utiliza para describir las decisiones (“gnōmē”, G1106) está supeditado al conocimiento  (“ginōskō”, G1097). La perspectiva Cristiana de ambos es ampliamente determinada por las aseveraciones que encontramos en el Antiguo Testamento. Esto es, la obediencia y el reconocimiento de las obras y de las demandas de Dios están enlazados con el conocimiento de Dios, lo que Él ha hecho y lo que Él demanda. Las expresiones bíblicas acerca de esto nos llevan a la conclusión de que este conocimiento no es una posesión fija sino algo que se obtiene durante el desarrollo de la vida Cristiana, en obediencia a Dios y reflexionando acerca de quién es Él para nosotros. Es por esto que la inmensa mayoría de los recursos académicos que analizan el conocimiento concluyen que este es un don de gracia que marca la vida de los creyentes en Cristo.[4]  A continuación algunos versos bíblicos que nos pueden servir como referentes:
 
5 porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia;” (1 Cor 1:5)

8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;” (1 Cor 12:8)

7 Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia.” (2 Cor 8:7)

Es muy importante subrayar que varias cartas paulinas destacan la edificación de la comunidad de fe por encima de la adquisición de conocimiento. No es que conocer y adquirir conocimiento sea malo, y muchos menos condenado, pero la edificación del Cuerpo de Cristo está por encima de ello. Podemos decir que esta meta, la edificación de la comunidad de fe, coloca el conocimiento (gnosis) como una herramienta o una fuente para conseguir que seamos edificados.

“14 Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros.”  (Rom 15:14)
             
Es por esto que los procesos para la toma de decisiones (“gnōmē”, G1106), son vistos como algo más que una intención, un propósito, una opinión, o un consentimiento basado en el conocimiento.[5]  Las decisiones son vistas como disposición para hacer la voluntad de Dios.[6] Esta es una de las razones por las que encontramos enseñanzas bíblicas como las siguientes:

“16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. 17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” (Col 3:16-17) “23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; 24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. 25 Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.” (Col 3:23-25)

El énfasis de estos pasajes bíblicos es que no podemos vivir una vida Cristiana que agrade a Dios  seleccionando cuáles acciones, decisiones y tareas las haremos para el Señor y cuáles no. Estos versos afirman que todo lo que hacemos, todo lo que abrazamos, lo que señalamos, lo que designamos, y/o ejecutamos tenemos que hacerlo para el Señor. La recompensa preparada, la paz que queremos experimentar, depende de esta decisión. Examinemos otros pasajes bíblicos sobre este tema.

20 Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, 21 os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (Heb 13:20-21)

15 Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; 16 como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.”  (1 Ped 2:15-16)

Sabemos que hay un componente ético subyacente al proceso de la toma de decisiones. Es más, reconocemos los acercamientos filosóficos, de los sistemas normativos para esto. En otras palabras, que no podemos hablar acerca de la ética en la toma de decisiones sin hablar acerca de estos sistemas. Uno de ellos es el sistema utilitario. Este sistema normativo o teoría ética, promueve el mayor bien para la mayor cantidad posible de personas.[7] Otra teoría ética es la deontológica. Esta promueve que las personas deben ser tratadas con dignidad y respeto.[8]

Otra teoría ética o sistema normativo es el de las virtudes. Este sistema opera desde la consideración de las virtudes que poseen las personas cuando toman sus decisiones.[9] Todos estos sistemas normativos poseen puntos positivos y puntos en contra.[10] Por ejemplo, ¿cómo podemos predecir el resultado de una acción? ¿Qué sucede cuando no podemos ponernos de acuerdo con cuáles serán los principios rectores de esas decisiones? No obstante, el modelo bíblico para la toma de decisiones opera sobre las bases de que la presencia de Dios, y la autoridad normativa de Su Palabra son principios fundamentales, inequívocos e irremplazables para poder tomarlas. Debemos considerar algunos ejemplos bíblicos que afirman este principio.

8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. 9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti.”  (Sal 32:8-9)

Estos versos bíblicos afirman que el Señor anhela poder participar en nuestros procesos decisionales. Este modelo de “supervisión” que se describe aquí posee como uno de sus principios normativos que nosotros no dejemos de ser racionales en esos procesos. Lo sabemos porque el verso nueve (9) de este salmo lo afirma así. Aquellos que no se dejan dirigir por el Señor se convierten en seres irracionales. Esto implica que Dios ha dispuesto darnos sabiduría para estos procesos, particularmente cuando no contamos  con esta.

5 Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará. Dios es generoso y nos da todo con agrado. 6 Pero debe pedirle a Dios con fe, sin dudar nada. El que duda es como una ola del mar que el viento se lleva de un lado a otro. 7 No sabe lo que quiere, por lo tanto no debe esperar nada del Señor, 8 pues el que duda es inestable en todo lo que hace.” (Stgo 1:5-8, PDT)

De estos versos bíblicos se desprende otro principio normativo que la Biblia promueve acerca de los procesos para la toma de decisiones: la confianza que hemos puesto en el Señor. Las dudas no nos ayudan. Es esa confianza la que nos conduce a afirmar que confiamos que Dios nos va a dirigir a puerto seguro aún en aquellas ocasiones en las que nos hemos equivocado. Esto no significa que no tendremos que enfrentar algunas consecuencias, pero confiamos en lo que dice Pablo en su Carta a los Romanos:

28 Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.” (Rom 8:28, DHH)

Ahora bien, otro principio normativo es el de evitarnos fracasos y problemas innecesarios. Así lo afirma el proverbista cuando dice lo siguiente:

14 Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; Mas en la multitud de consejeros hay seguridad.” (Prov 11:14)

Podemos continuar esgrimiendo pasajes bíblicos que afirman todo lo que hemos compartido hasta aquí. Algunos de estos afirman la grandeza de los planes de Dios.

11 Sé muy bien lo que tengo planeado para ustedes, dice el Señor, son planes para su bienestar, no para su mal. Son planes de darles un futuro y una esperanza.” (Jer 29:11, PDT)

Otros pasajes bíblicos afirman la necesidad de aprender a escuchar la voz de Dios para poder caminar sin tropiezos.

21 Y si te desvías a la derecha o a la izquierda, oirás una voz detrás de ti, que te dirá: «Por aquí es el camino, vayan por aquí.” (Isa 30:21 DHH)

Afirmamos sin duda alguna que estas promesas nos ofrecen confianza y seguridad. Cuando el Apóstol Pablo pide que Cristo habite en nuestros corazones está pidiendo que la presencia del Señor esté a cargo de la habitación del corazón en la que surgen y se toman las decisiones. El apóstol reconocía que la sabiduría necesaria para tomar decisiones que honren al Señor tiene que venir de arriba.

17 Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” (Stg 3:17, RV 1960).

Ese mismo escritor, el de la Carta de Santiago, es el que nos anuncia que la sabiduría que necesitamos para los procesos decisionales, proviene del Padre de las luces, de donde proviene todo don perfecto (Stg 1:17).

Hasta aquí hemos expuesto las razones teológicas y bíblicas que debemos tener en cuenta para desarrollar nuestros procesos para la toma de decisiones. No obstante, no hemos considerado las advertencias que hacen las Sagradas Escrituras cuando no seguimos esa ruta. Esta fase es la que debe haber motivado al apóstol Pablo a orar pidiendo la participación de Cristo en ese lugar del corazón del creyente. Unos ejemplos bíblicos de esto último servirán para concluir esta reflexión, así como para dar inicio a la próxima.

1 El que ama la disciplina, ama el conocimiento; el ignorante detesta que lo corrijan. 2 El SEÑOR aprueba al hombre bueno, pero condena al intrigante. 3 Nadie se afirma mediante la maldad, pero la raíz de los justos quedará bien firme.” (Prov 12:1-3, PDT)

1 El egoísta sólo busca su interés, y se opone a todo buen consejo. 2 El necio no tiene deseos de aprender; sólo le importa presumir de lo que sabe. 3 Con la maldad viene la vergüenza; con el orgullo, la deshonra. 4 Las palabras del hombre son aguas profundas, río que corre, pozo de sabiduría.” (Prov 18:1-4, DHH)

7 Las palabras del necio son su propia ruina; con sus labios se echa la soga al cuello.” (Prov 18:7, DHH)

20 Tu forma de hablar te alimentará, lo que digas te saciará. 21 Lo que uno habla determina la vida y la muerte; que se atengan a las consecuencias los que no miden  sus palabras.” (Prov 18: 20-21, PDT)
                               
[1] Chávez, M. (1992). In Diccionario de hebreo bı́blico (1. ed., pp. 373–374). Editorial Mundo Hispano.
[2] Gesenius, W., & Tregelles, S. P. (2003). In Gesenius’ Hebrew and Chaldee lexicon to the Old Testament  Scriptures (p. 497). Logos Bible Software.
[3] Chávez, M. (1992). En Diccionario de hebreo bı́blico (1. ed., pp. 218–219). Editorial Mundo Hispano.
[4] Bultmann, R. (1964–). γινώσκω, γνῶσις, ἐπιγινώσκω, ἐπίγνωσις, καταγινώσκω, ἀκατάγνωστος, προγινώσκω, πρόγνωσις, συγγνώμη, γνώμη, γνωρίζω, γνωστός  (ginskoo, gnosis, epiginosko, epignosis, kataginósko,   akatágnostos, proginósko, prognosis, sungnóme, gnōmē, gnopízo, gnostós). In G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 1, pp. 689–719). Eerdmans.
[5] Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo Testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software.
[6] Bultmann, R. (1964–)….Op. cit.
[7] Algunos de sus proponentes son John Stuart Mill, Jeremy Bentham, Peter Singer y Henry Sidgwick.
 [8] Esta teoría está asociada con Immanuel Kant y sus imperativos categóricos.
 [9] Esta teoría es Aristotélica.
 [10] https://pagecentertraining.psu.edu/public-relations-ethics/introduction-to-public-relations-ethics/lesson-1/ethical-theories/
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