Reflexiones de Esperanza: El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Parte IX)

(Análisis de Isaías 49:8)

“8 El SEÑOR dice esto: «En el momento que yo te mostré mi bondad, respondí a tus oraciones. El día de salvación, te ayudé. Te protegí y te designé como mediador de un pacto con la humanidad, para reconstruir el país y devolver las tierras arrasadas.” (PDT)
           
Estamos acercándonos al final del análisis del verso ocho (8) del capítulo 49 del libro del profeta Isaías. Las promesas que el Señor nos regala en ese verso bíblico a través de este profeta culminan con unas expresiones muy intensas y poderosas:

“para reconstruir el país y devolver las tierras arrasadas.” (PDT)

“para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades;” (RV 1960)
           
Cristo como Mediador del Nuevo Pacto en su sangre (Heb 9:15; 12:24) tiene como parte de su programa de trabajo el desarrollo de una agenda de restauración; una agenda de reconstrucción y de la devolución de la herencia que habíamos perdido. Así mismo, los creyentes en Cristo, participamos y formamos parte de esa agenda, porque hemos sido transformados en pueblo del Nuevo Pacto en la sangre derramada en la cruz del Calvario por el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo de Cristo.

El alcance de estas promesas aumenta de manera exponencial cuando desarrollamos un conocimiento informado acerca del significado que posee el vocabulario que utiliza Isaías.

Comenzamos preguntándonos qué es lo que quiere decir Isaías cuando nos habla acerca de la restauración. El concepto que se traduce aquí como “restaurar” o “reconstruir” es “qûm” (H6965). Este concepto es utilizado en 588 ocasiones en el Antiguo Testamento. El mismo es usado para describir acciones tales como levantarse (Gén 23:3; 24:54; Sal 139:2), indicar el inicio de una acción (Gén 19:35) y el surgimiento de un líder o de un profeta (Det 13:1). También es utilizado para describir la acción de moverse de un lugar (Éxo 10:23), de levantarse en contra, de rebelarse (Jue 9:18; 2 Sam 18:31) o de pasar a ser propiedad de otro (Gén 23:17, 18). Es utilizado para describir la acción de recuperarse (Éxo 21:19), de levantar las ruinas, de reconstruir (Isa 44:26) y de erigir (Amós 3:11; 1 Rey 7:21). Es utilizado para describir la acción de despertar a alguien (Gén 49:9) y de hacer que alguien se levante, ayudarle a levantarse (Deut 22:4; 2 Sam 2:8; 2 Rey 9:2; Isa 14:9).[1]
             
En otros casos es utilizado para asumir una posición victoriosa (Job 19:25), establecer y/o confirmar (Rut 4:7; Est 9:21, 27, 29, 31,32; Sal 119:106; Eze 13:6), cumplir o llevar un evento a su cumplimiento (Det 9:5; 1Sam 3:12) y animar o sustentar a alguien (Sal 119:28).[2]

Otros recursos académicos identifican su uso para describir la acción de testificar en contra o a favor, de vindicar y de bendecir. Así mismo, es utilizado para describir la acción de solucionar, hacer que algo o alguien sea exitoso, confirmar, ratificar y construir algo. En otros escenarios es utilizado para describir la acción de levantar jueces, sacerdotes, reyes, profetas y pastores. Por último, pero reconociendo que esto no agota las alternativas hermenéuticas que posee este concepto, este puede ser traducido como ordenar, hacer planes, establecer un pacto y lograr que algo o alguien se mantenga de pie.[3]

Es obvio que nuestras interpretaciones acerca de lo que es una agenda de restauración bíblica cambian completamente cuando aplicamos estas traducciones. Considerar que todas estas alternativas pueden ser utilizadas por Dios para restaurar y/o para reconstruir, tiene que ampliar las dimensiones de nuestra fe y de nuestras responsabilidades ministeriales, sacerdotales y proféticas. Basta considerar lo que implica la restauración de la familia, de la Iglesia y/o de una nación sabiendo todo lo que el Señor puede utilizar para conseguir la restauración de estas. Basta conocer que el Señor puede utilizarnos como Cuerpo de Cristo para la restauración mediante cualquiera de estas acciones.

Invitamos a los lectores a que consideren que el Señor nos asigna la responsabilidad de la restauración de familias desoladas o arrasadas. Sabemos que a base de estas definiciones, esta noble tarea se puede llevar a acabo levantando un líder o un profeta en el seno de cada uno de esos hogares. Esta tarea puede ser desarrollada mediante la acción de ayudarles a levantarse en contra, a rebelarse contra los poderes de las tinieblas que amenazan sus vidas y su estabilidad. Otra tarea podría ser la acción de despertar a sus miembros y ayudarles a levantarse.

El Señor nos conmina a restaurar Iglesias que están decaídas, familias de la fe que están alicaídas y cabizbajas. Esta noble tarea, para la que el Señor se convierte en nuestra fuerza (Isa 49:5), puede ser desarrollada confirmando la palabra profética que Dios le ha dado a cada una de esas Iglesias, llevando eventos proféticos y ministeriales a su cumplimiento, animándoles y sustentándoles.[4]

El Señor nos conmina a reconstruir naciones y que lo hagamos según esta palabra profética y los conceptos que aquí se utilizan. Esta tarea puede entonces ser llevada a cabo mediante la acción de encontrar e implantar soluciones dictadas por Dios. Esta tarea puede ser desarrollada mediante la acción de levantar jueces, sacerdotes, reyes, profetas y pastores que dirijan esas naciones con corazones conforme al corazón de Dios.

La tarea de reconstruir o de restaurar en todos estos escenarios puede ser traducida como utilizar la autoridad profética para ordenar diciendo “así ha dicho el Señor”, para hacer planes cónsonos con el reino, para lograr que se establezcan pactos con el Señor y lograr que esas instituciones se mantengan de pie.

La Biblia nos presenta la agenda de la restauración como una petición central, de primer orden en la vida del pueblo de Dios. Por ejemplo, este era uno de los clamores más relevantes, centrales e importantes del salmista.

“3 Oh Dios, restáuranos; Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos……7 Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos…..19 ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos! Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.” (Salmos 80:3, 7,19)

“4 Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, Y haz cesar tu ira de sobre nosotros.” (Salmos 85:4)

El Antiguo Testamento está repleto de testimonios de restauración. Por ejemplo, el escritor del libro de Eclesiastés señala que Dios ha prometido restauración.

“14 Aprendí que todo lo que Dios hace dura para siempre. Los seres humanos no le pueden agregar ni quitar nada al trabajo de Dios, pues lo hizo así para que la gente lo respete. 15 Lo que sucede ahora, ya había sucedido y lo que va a suceder, ya sucedió. Dios se encargará de lo que está más allá de la comprensión de los seres humanos.” (Ecleciastes 3:14-15, PDT)
           
Es interesante el dato de que la versión Reina Valera de 1960 traduzca la última frase del verso 15 diciendo que “Dios restaura lo que pasó.”
           
Encontramos otro ejemplo de la agenda de restauración en la historia de Booz y de Rut.

“9 Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón. 10 Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois testigos hoy.” (Rut 4:9-10, RV 1960)
             
La Biblia dice que la sanidad de Naamán, el general del ejército del rey de Siria, es una restauración de su salud física.

“9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. 10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.” (2 Reyes 5:9-10)

Es importante señalar que todos los pasajes bíblicos del Antiguo Testamento que hemos citado aquí utilizan el concepto “qûm” (H6965); el mismo que utiliza el profeta Isaías en el capítulo 49 y verso ocho (8) de sus profecía.

Debemos entender que el pueblo de Israel vivía esperando el cumplimiento de esa promesa, la de la restauración. El Apóstol Pablo nos habla acerca de esto último cuando dice lo siguiente en su Carta a los Romanos:

“11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. 12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?”
(Romanos 11:11-12)
           
De hecho, este tema se convirtió en parte de las últimas conversaciones que los discípulos tuvieron con nuestro Señor antes de que este ascendiera a los cielos.

“6 Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”  (Hechos 1:6)

La respuesta de Jesucristo no se hizo esperar. Esta respuesta dice que la agenda de restauración siempre ha estado en los planes de trabajo del Señor. Jesucristo respondió a esta pregunta señalando que hay dos (2) cosas que se le requieren a la Iglesia que quiere estar preparada para insertarse en esta agenda: confianza en la voluntad divina y ser investidos del poder Dios.

“7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:7-8)

Debemos confiar que los “chronos” (G5550) y los “kairós” (G2540) están las manos del Señor; los tiempos y las sazones. Debemos procurar la investidura del Espíritu de Dios.

No nos debe extrañar, conociendo estos datos, que esta agenda haya formado parte de los sermones de la Iglesia del primer siglo. Veamos un ejemplo de esto:

“19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20 y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21 a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” (Hechos 3:19-21)
             
Concluimos esta reflexión señalando que a Isaías, el profeta evangélico, le gustaba utilizar el concepto “qûm” (H6965). De hecho, lo utiliza en no menos de 35 ocasiones para afirmar y alentar, así como para emitir palabra de juicio y sentencias divinas. En algunas de estas nos permite ver en pleno la agenda de restauración del cielo:

“24 Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; 25 que deshago las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría. 26 Yo, el que despierta la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros; que dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Reconstruidas serán, y sus ruinas reedificaré; 27 que dice a las profundidades: Secaos, y tus ríos haré secar; 28 que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado.” (Isaías 44:24-28)
           
A base de esta palabra profética, Dios había señalado que su agenda de restauración incluía hasta a un inconverso como Ciro, rey de Persia.
           
El énfasis que Isaías hace en el capítulo 49 de su libro es de conocimiento público; el uso de la palabra “qûm” en los versos seis (6) y ocho (8).

Sin embargo, es una de sus profecías más queridas la que nos abre las puertas de manera absoluta para participar en la agenda de restauración como instrumentos de esta en las manos del Señor.

“8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. 9 Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad; 10 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. 11 Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. 12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar.” (Isaías 58:8-12)
Referencias

[1] Chávez, M. (1992). En Diccionario de hebreo bı́blico (1. ed., pp. 596–598). Editorial Mundo Hispano.
   
[2] Swanson, J. (1997). En Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains : Hebrew (Old Testament) (electronic ed.). Logos Research Systems, Inc.

[3] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). En The Abridged Brown-Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Houghton, Mifflin and Company.

[4] Swanson, J. (1997). En Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains : Hebrew (Old Testament) (electronic ed.). Logos Research Systems, Inc.

1 Comment


Vanessa Torres - March 8th, 2023 at 6:28pm

El versículo 11 me hace muy feliz y me anima en este momento que estoy viviendo. Doy gracias a Dios por Su palabra y por los instrumentos que escoge para ayudarnos a comprenderla. Dios le siga bendiciendo y usando.

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