931 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 17 de Diciembre de 2023

931 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII •  17 de Diciembre de 2023
La canción que escuchamos en esta navidad

 
Ha comenzado la época más linda del año; la temporada de la navidad. La liturgia cristiana ha decidido llamar esta temporada con el nombre de la temporada de adviento. Ese nombre identifica las cuatro semanas previas a la noche buena y a la navidad. Es una época de mucha algarabía, mucha música y celebración. Las listas e invitaciones a comer y a celebrar son interminables.

Sin embargo, es también una época en la que se nos invita a reflexionar sobre el año que hemos tenido y mucho más aún, meditar, reflexionar y orar por aquellos que no parecen tener muchas razones para celebrar la navidad. Esta reflexión postula que son precisamente estos últimos los más agraciados con el plan perfecto de Dios para la temporada más bella del año.

Si decidiéramos remontarnos 2000 años en la historia para vivir la temporada, el ambiente y los escenarios en los que Dios insertó la natividad, encontraríamos que estaríamos viviendo en unas condiciones políticas, sociales, económicas y espirituales muy parecidas a las nuestras. Es cierto que escucharíamos mucha algarabía, muchas celebraciones y mucho ruido. Sin embargo, es también cierto que escucharíamos acerca de reinos (naciones) cayendo ante la inestabilidad política y económica, provocada por los efectos de la expansión imperial romana. Habríamos de escuchar de familias desintegradas por los efectos directos de las diferentes clases de esclavitud y servilismo imperantes. Estaríamos escuchando acerca de las preocupaciones provocadas por los conflictos bélicos que se habían desatado cerca de nosotros y acerca de la incapacidad del pueblo para creer en muchos de sus líderes: fueran estos políticos, educativos y/o religiosos.

Escucharíamos o seríamos testigos de historias de madres llorando, hijos desesperados, padres desorientados, jóvenes atrapados por las ofertas novedosas de un imperio a la vez oscuro e interesante. Escucharíamos el llanto de miles de madres que lloraban ante las muertes violentas sufridas por sus hijos y patrocinadas por los Herodes de ese tiempo. Escucharíamos acerca de mucha gente desesperada, desplazada, desamparada y desposeída. Escucharíamos historias de miles de soldados desplazados y sirviendo como actores en varios teatros de guerra. Escucharíamos o presenciaríamos la devastación de muchos de esos territorios en guerra a causa de la ambición desmedida de algunos de los poderosos de la época. Escucharíamos de la ineptitud de muchos líderes políticos y religiosos y los anhelos y suspiros provocados por la esperanza de que sucediera algo que cambiara el curso de la historia. ¿Le suena familiar? ­Es en ese escenario que Dios decidió insertar la navidad.

Hay muchas canciones que identifican la época de la navidad, pero luego de lo antes expuesto, me parece correcto hablar un poco de la canción que yo escucho en esta navidad. ¿Qué dice esa canción? ¿De qué me habla? ¿Cuál es el mensaje de alegría y esperanza que me comunica?

Es posible que usted se sorprenda por la canción que hemos seleccionado. Se trata de una que encontramos en el Evangelio de Mateo. El Evangelista Mateo hace suya una profecía hecha canción (Mt 2:18) que él toma de los labios del profeta Jeremías y que utiliza para identificar la época en la que Dios decidió insertar la natividad. He aquí esa cita bíblica:

15 Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. 16 Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo. 17 Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra. (Jer 31:15-17)

Lo más poderoso de esa canción no es que pueda describir con precisión la época en la que
nace el niño Jesús, una de muerte de infantes y de grandes dolores en los corazones maternales. Lo más poderoso de esa canción es que le receta una palabra de esperanza a aquellas que lloraban con llanto amargo y que no quisieron ser consoladas. Esta palabra le dice que repriman del llanto su voz porque hay recompensa para el sacrificio y los dolores que ellas han experimentado y que hay esperanza para su porvenir. Esta es la canción que yo escucho en esta navidad.

Esta canción posee tres estrofas y un coro celestial. La primera estrofa afirma que es cierto, hay sufrimiento en el mundo:

“Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo”,

Hay experiencias que nos hacen llorar y a hacerlo con amargura. No obstante, Dios encarnado en el niño de Belén decidió acompañarnos mientras lloramos.

Esta canción no ha pasado de moda. Es cierto que hay reinos (naciones) cayendo ante la inestabilidad política y económica patrocinada por los efectos de la expansión imperial romana de hoy día, pero Dios ha decidido no dejarnos solos frente a esto. Es cierto que hay guerras y rumores de guerra que desconciertan hasta a los más fuertes y sabios de la tierra, pero Dios ha decidido no dejarnos solos frente a esto. Es cierto que hay familias desintegradas por los efectos directos de las diferentes clases de esclavitud imperantes en nuestro tiempo, pero Dios ha decidido no dejarnos solos frente a esto. Es cierto que hay madres llorando, hijos desesperados, padres desorientados, jóvenes atrapados por las ofertas novedosas de un imperio que es a la vez oscuro e interesante, pero Dios ha decidido no dejarnos solos frente a esto. Es cierto que hay madres que lloran ante las muertes violentas sufridas por sus hijos, muertes que han sido patrocinadas por los Herodes de este tiempo, pero Dios ha decidido no dejarnos solos frente a esto.

Es cierto que hay mucha gente desesperada, desplazada, desamparada y desposeída provocada por las crisis que han enfrentado, pero Dios ha decidido no dejarlos solos frente a estas. Es cierto que hay miles de soldados desplazados en varios teatros de guerra, pero Dios ha decidido no dejarlos solos frente a esto. Es cierto que hemos vivido la devastación de muchos de esos territorios a causa de la ambición desmedida de algunos de los poderosos de nuestra época, pero Dios ha decidido no dejarnos solos frente a estos. Es cierto que sufrimos la ineptitud de muchos líderes políticos y religiosos y que hay anhelos y suspiros provocados por la esperanza de que suceda algo que cambie el curso de la historia, pero Dios ha decidido no dejarnos solos frente a esto. Dios ha llegado encarnado en su Hijo Cristo y con este milagro de la gracia ha prometido cambiar el curso de nuestra historia y de la del planeta. Es cierto, con mucha frecuencia experimentamos escenarios tristes y despiadados que nos hacen presas del sufrimiento, del dolor, y del llanto amargo, pero hay uno que no nos deja solos. Su nombre es Emanuel: Dios con nosotros.

Ese Emanuel ha prometido que aquellos que lloran recibirán consolación (Mat 5:4).
La segunda estrofa de esa canción dice que hay tanta incertidumbre y desasosiego en el mundo que esto provoca que muchos hayan decidido vivir lamentándose.

“Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron.”

La buena noticia es que Emanuel, Dios con nosotros, ha decidido dirigirnos a través de esos valles de incertidumbre y de desasosiego.

El concepto “lamento” ha sido definido por el Diccionario de la Lengua Española publicado por la Real Academia de la siguiente manera:

“1. f. queja (‖ expresión de dolor o pena).
Sin.:    
lamento, queja, quejido, plañido, gemido, gimoteo, clamor, llanto, lloro, sollozo, suspiro.
2. f. Queja dolorosa con llanto, suspiros u otras muestras de aflicción.
Sin.:    
lamento, queja, quejido, plañido, gemido, gimoteo, clamor, llanto, lloro, sollozo, suspiro.
3. f. Cada una de las partes del canto lúgubre de Jeremías.”[1]

Es muy interesante el hecho de que la Real Academia incluya el canto lúgubre del profeta Jeremías como una de las definiciones de este concepto.

No podemos negar que es cierto que el lamento, la queja, el gemido y el clamor parecen ser la orden del día, pero Dios ha decidido dirigirnos a pesar de estos. Es cierto que hay cantos lúgubres en los labios de muchos ancianos y de muchas mujeres, provocados por el pesimismo que han generado los eventos acaecidos en los años más recientes, pero Dios ha decidido dirigirnos a través de esto. Él ha prometido que nuestros lamentos serán cambiados en danza (Sal 30:11).

Es cierto que hay muchas personas que han sufrido embates tan dolorosos que parece que no hay manera en la que puedan hallar consuelo. Sin embargo, el Emanuel, Dios con nosotros, ha decidido dirigirnos en medio de esos embates y de los resultados que estos han provocado. Es en el Emanuel que se cumplen las palabras dichas por el profeta Isaías cuando afirmó lo siguiente:

“18 He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados; 19 produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré.” (Isa 57:18-19)

La Biblia dice que el imperio que reina entre nosotros es el de la muerte. La Biblia dice que el Emanuel, Dios con nosotros, vino para vencer ese imperio (Heb 2:14). Él es el Señor de paz (2 Tes 3:16) y de la vida. Dios ha decidido dirigirnos a través de todos estos valles de lágrimas y darnos la autoridad para cambiarlos en fuente (Sal 84:6-7). Emanuel, Dios con nosotros, ha llegado encarnado. Cristo, el Hijo del Dios viviente, ha nacido y con su muerte en la cruz del Calvario ha vencido al mundo. Este milagro de la gracia ha prometido cambiar el curso de nuestra historia y de la del planeta.

Es cierto que hay incertidumbre y desasosiego ante la incapacidad de las Marías y de los José de este tiempo para encontrar sus lugares en la vida, en el propósito de Dios, pero Dios ha decidido dirigirlos a través de todo esto. Se trata de familias que hacen lo imposible por agradar a Dios, procurando hacer la voluntad del Eterno y sirviéndole con devoción. Muchas de estas familias se sienten atrapadas y marginadas por los poderes de un imperio tenebroso que quiere dañar a los hijos de las Marías y de los José de este tiempo. Esto lo hacen obligando a las estructuras políticas, educativas y económicas a que establezcan estrategias para que esos padres y esas madres no puedan intervenir en esos procesos. Es en ese contexto que la segunda estrofa coloca a Raquel lamentándose por sus hijos.

Es cierto que hay incertidumbre y desasosiego ante la inestabilidad de muchos de los jóvenes de esta época, si se graduarán o no, si podrán encontrar empleo o no, pero Dios ha decidido dirigirlos a través de todo esto. Es cierto que hay incertidumbre y desasosiego ante la inseguridad de aquellos que se acercan a la edad de retiro, preguntándose si tendrán lo suficiente para vivir con dignidad y tranquilidad en los años de la edad dorada, pero Dios ha decidido dirigirlos a través de todo esto. Puede haber incertidumbre y desasosiego, pero hay uno que ha prometido dirigirnos a través del valle de sombra de muerte y hacerlo de tal manera que no temamos mal alguno (Sal 23).

La tercera estrofa de esta canción es impresionante.

“16 Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos;”

Esta estrofa nos recuerda que ciertamente hay amenazas de muerte en el mundo, en todas y cada una de las áreas antes mencionadas, pero Dios decidió vencerla y comenzó a hacerlo con el regalo de la vida que Él nos hizo en la navidad. Los cristianos tenemos la ventaja que sabemos que, aunque no podamos tener idea de lo que habrá de suceder mañana, nuestra fe nos dice que ese es precisamente el momento para agarrarnos de las manos de Aquél que diseño e insertó la navidad entre nosotros. Puede haber muerte en las calles del planeta, pero hay uno que se insertó en la navidad para que tengamos vida y que la tengamos en abundancia (Jn 10:10).

Ahora bien, el coro de ese himno canta acerca de nuestra esperanza, del llamado que nos hace el Señor para que reprimamos el llanto y las lágrimas. La versión bíblica Palabra de Dios para Todos recoge esa expresión de la siguiente manera:

“Deja de llorar. No derrames más lágrimas,”

Ese coro declara que hay recompensa dispuesta desde el cielo para resarcir, para pagar, para recompensar todos los esfuerzos que hemos realizados para combatir las estratagemas de las tinieblas. Ese coro afirma que cada lágrima derramada será recompensada.

Esa canción continúa diciendo lo siguiente:

“porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová”

La Nueva Versión Internacional de la Biblia enfatiza que se trata de una recompensa (“śâkâr”, H7939).

“pues tus obras tendrán su recompensa:”

El concepto utilizado por Jeremías y citado por el Evangelista describe un salario, una recompensa, un galardón dado por Dios (Gén 15:1). Ese concepto también describe un pasaje, el costo del viaje (Jon 1:3) y los gastos para el mantenimiento (Zac 8:10).[2] En otras palabras, nuestros esfuerzos y nuestras lágrimas no pasan desapercibidas en el cielo. Ese coro parece estar afirmando que la “Administración celestial” lleva un récord de todo lo que nos sucede. Nuestras penas, nuestros esfuerzos y nuestras penas tendrán su recompensa. Es importante afirmar que somos salvos por gracia: nadie se salva por obras, pero nuestras lágrimas y nuestros esfuerzos serán recompensados. Esa es una de las buenas nuevas que comunica la canción de navidad.

Ese coro continúa afirmando que nuestros ya no serán víctimas de la opresión del “país enemigo:”

tus hijos volverán del país enemigo, dice el SEÑOR.” (PDT)

Estas noticias bíblicas se revisten de una importancia sin par en medio de una temporada en la que hemos estado contemplando en las noticias a familias recibiendo a hijos e hijas que habían sido tomados como rehenes en medio de un conflicto bélico. Esa es una de las buenas nuevas que comunica la canción de navidad. Nuestros hijos no continuarán siendo rehenes de aquellos que los ha querido apresar.

El coro de esta canción continúa con la afirmación de que hay esperanza para nuestro futuro.

“Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra.”
 (RV1960)          

La esperanza (“tiqvâh”, H8615) que describe Jeremías no es la acción de sentarse a esperar a que se cumplan las promesas del Señor. Ese “tiqvâh” es esperanza, pero es también un cordón, como el que utilizó Rahab para identificar su casa cuando los Israelitas tomaron la ciudad de Jericó (Jos 2:21). O sea, que se trata de algo tangible de lo que uno se puede asir, para salvarse, para salvar a los suyos, para ver el cumplimiento de las promesas que hemos recibido.[3]

Ese coro declara que hay esperanza para nuestro porvenir. Ese coro dice que el niño del pesebre es más fuerte que todos los ataques, que todos los sufrimientos, la incertidumbre, los desasosiegos y los dolores de muerte que podamos enfrentar. Ese niño es la manifestación palpable del amor de Dios que ha decidido estar con nosotros en medio de nuestros sufrimientos y nuestras angustias para dirigirnos y darnos la victoria sobre el enemigo postrero.

Hay esperanza para nuestro porvenir. Se vislumbra esperanza en nuestro futuro (NVI). El Emanuel lo ha prometido.

Esta es la canción de navidad que yo escucho. ¿Qué canción escuchas tú?
 


[1] https://dle.rae.es/lamentación
[2] Chávez, M. (1992). En Diccionario de hebreo bíblico (1. ed., p. 711). Editorial Mundo Hispano.
[3] Chávez, M. (1992). Op. Cit. (p. 769).
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