933 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 31 de diciembre del 2023

933 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 31 de diciembre del 2023
Receta para un nuevo año extraordinario

48 Y vosotros sois testigos de estas cosas. 49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.”  (Lcs 24:48-49)
 
Nos preparamos para escuchar las últimas campanadas del año 2023. Debemos concluir que este ha sido un año glorioso, intenso y al mismo tiempo un tanto melancólico.  Ha sido un año glorioso porque el Señor nos concedió en este el privilegio de ser testigos presenciales de muchos milagros y prodigios. Hemos visto sanidades milagrosas de hermanos sentenciados por la ciencia a mudarse a la eternidad o a quedar aprisionados convaleciendo en sus camas hasta que les llegara la invitación de irse al cielo para a ver a nuestro Señor. Solo por mencionar algunos de ellos, tales son los casos de Zoraida Serrano, Enrique Castillo y Pedro Vidal.  

Ha sido un año glorioso porque el Señor nos ha permitido ser testigos presenciales de un avivamiento sin precedentes en la juventud de nuestra iglesia.  Los jóvenes que pertenecen a 24/7 (11-14 años), Teen Worship (15-17años), Per Gratiam (Universitarios) y Ven y Ve (Jóvenes adultos) han experimentado la visitación del Señor con señales y prodigios de lo alto. Los llamados que el Señor les ha estado haciendo a muchos de ellos para participar en las áreas de Educación Cristiana, de Evangelización, Misiones y la Adoración parecen indicar que el Espíritu Santo está reclutando una camada de nuevos servidores y de nuevos ministros del Evangelio.

Ha sido un año glorioso porque hemos visto la niñez de nuestra iglesia florecer en este año, crecer en el conocimiento de la Palabra e integrarse con frecuencia en la vida y el quehacer de la congregación.

Ha sido un año glorioso e intenso porque el programa de desarrollo de los gremios de trabajo camina a paso firme, con muchas evidencias del poder y de la bondad de nuestro Señor. Recordemos que esta es una variante del modelo de los grupos pequeños, pero enfocado en áreas de trabajo, de servicio y/o de profesión. Así también ha acontecido con la vida discipular y de servicio de nuestra Iglesia. Los programas de discipulado, de educación cristiana, de capellanía, de ujieres y del diaconado, decidieron aceptar los retos que el Señor colocó en nuestro camino durante el año que está a punto de concluir. Los testimonios de todos estos ministerios han sido maravillosos y en muchos casos hasta históricos.  

Todo esto nos conmina a vivir de rodillas dando gracias al Señor por el honor que nos concede de poder recibir tantos regalos inmerecidos. ¡A Dios sea la gloria por su don inefable! (2 Cor 9:15).  No obstante, tenemos que hacer un alto para reconocer a los líderes y los miembros de los equipos que conforman todos estos ministerios. El nivel de compromiso exhibido por cada uno de ellos no tiene parangón. ¡A Dios sea la gloria por lo que Él ha hecho a través de ellos!

Ha sido un año intenso porque el 2023 nos ofreció la oportunidad de iniciar la tercera fase del programa de transición de nuestra iglesia. Es de todos conocido que el que escribe estas líneas va encaminado a convertirse en el Obispo de esta organización, con responsabilidades locales, nacionales e internacionales. Hemos estado orando para que un hombre de Dios pudiera venir a asumir las responsabilidades de nuestra iglesia como nuevo Pastor Rector. Sabemos que esta persona debe ser capaz de trabajar mano a mano con el nuevo Obispo de nuestra organización durante esta fase de transición de modo que pueda tener el tiempo y la exposición necesaria para conocer bien nuestra iglesia.  Este año el Pastor Mizraim E. Esquilín Carrero aceptó el reto que le extendió la iglesia para venir a servir a tiempo completo en sus funciones como nuestro Pastor Ejecutivo. La intensidad y la presteza que este siervo del Señor le ha añadido a nuestros programas pastorales, a los de servicio en el laicado, así como a los procesos estructurales y programáticos de nuestra iglesia han comenzado a producir unos resultados extraordinarios. ¡A Dios sea la gloria por su gracia inefable!

El comité de transición que ha sido convocado para trabajar con estos procesos comenzará a hacerse sentir intensamente durante el próximo año. Sus miembros tienen a cargo la facilitación de todos los procesos aleatorios a los escenarios que componen esta fase. Los roles de este comité requieren, entre otras cosas, que estos se inserten en la vida de la congregación con los siguientes objetivos:  identificar necesidades específicas de nuestra iglesia, validar los planes de trabajo que se han desarrollado para esta transición, el control de calidad y el cuidado de la unidad y el propósito de nuestra amada congregación, asegurar que haya oración e intercesión constante por todos estos procesos.

El 2023 también ha sido un año con unos matices melancólicos porque varios hermanos de nuestra iglesia se adelantaron a las moradas celestiales. Quedan en nuestros recuerdos vivos experiencias poderosas y muy gratas de todos ellos. Gigantes que sirvieron entre nosotros por muchas décadas forman parte de este grupo. Entre ellos, Elma Vélez, Noemí Cordero, Mercedes Esquilín, María Socorro Rosario (“Cocó”), Jesús Cordero y Antonio Salas: sólo por mencionar algunos de ellos. Los legados que estos hermanos nos han dejado trascienden a sus participaciones en la formación y el desarrollo de esta grey. Sus legados se extienden a sus capacidades para incentivar el desarrollo y el crecimiento de la fe entre las generaciones subsiguientes. ¡A Dios sea la gloria por el testimonio que nos dejan y porque sus obras con ellos siguen! (Apo 14:13).

Ahora bien, ¿qué nos depara el año 2024? Sí: ¿qué nos depara a cada uno de nosotros como individuos, como familias y como iglesia? El año pasado nos preguntábamos cuál sería la agenda de Dios para nuestras vidas en el nuevo año, para nuestras familias, para nuestra Iglesia y para nuestro país. Repetimos estas preguntas añadiendo a estas cómo podemos tener acceso a ella ¿Cómo podemos hacer realidad esa agenda en nuestras vidas? Las respuestas para estas preguntas están vestidas de gracia y de eternidad.  Todos en nuestra congregación sabemos que el tema “de batalla” para nuestra iglesia en el año 2024 es el siguiente:

“Una Iglesia dirigida por el Espíritu de generación en generación: año de transiciones, de señales, de milagros y prodigios".

Hablar acerca de la dirección que ofrece el Espíritu Santo nos coloca de frente a la necesidad de trabajar con el libro de Los Hechos de los Apóstoles, o como muchos han decidido llamarlo: el libro de Los Hechos del Espíritu Santo. Como dice A. T. Piersen, en ese libro se nos enseña que el Espíritu Santo, o el Espíritu de Dios, es para los discípulos y para la Iglesia todo lo que Cristo habría sido si Él se hubiera quedado físicamente entre nosotros, siendo el compañero y el consejero personal de cada uno de nosotros. Piersen añade a esto que mediante la operación en y a través del creyente y de la Iglesia, los creyentes son para el mundo, en la medida del creyente, lo que el Espíritu es para ellos.[1]
 
En otras palabras, si la gente que no conoce al Señor va a creer en la presencia y en la operación del Espíritu Santo, el primer marco referencial para esto es lo que pueden ver del Espíritu Santo en nosotros. Si el mundo va a creer en el mensaje de Cristo, nosotros somos el primer marco de referencia que ellos tienen para esto. Tenemos que añadir que estamos convencidos que un sector muy grande de la Iglesia del siglo 21 no conoce al Espíritu Santo.  Pero: ¿quién es el Espíritu Santo? La teología Cristiana lo describe como la Tercera Persona de la Trinidad, distinto de, pero consustancial, co-igual y co-eterno con el Padre y el Hijo y en el sentido más pleno, es Dios.[2]

A continuación, una tabla que compartimos por primera vez en El Heraldo del 19 de febrero del 2006. En esta podemos encontrar ejemplos que nos permitirán ver cómo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tratados en la Biblia como una sola persona (con las mismas características) y al mismo tiempo como tres personas. Hacemos énfasis en varias referencias bíblicas en las que encontramos al Espíritu Santo descrito con las mismas características del Padre y del Hijo.


Llamado Dios
PADRE
Fil 1:2
HIJO
Jn 1:1,14; Col 2:9
ESPÍRITU SANTO
Hch 5:3-4 
CreadorIsa 64:8Jn 1:3; Col 1:15-17Job 33:4, 26:13
Resucita a otros1 Tes. 1:10Jn 2:19, 10:17Rom 8:11 
Mora en nosotros2 Cor. 6:16 Col 1:27 Jn 14:17 
En todas partes1 Rey 8:27 Mat 28:20 Sal 139:7-10 
Sabe todas las cosas1 Jn 3:20 Jn 16:30; 21:171 Cor 2:10-11
Santifica1 Tes. 5:23 Heb 2:11 1 Ped 1:2 
Da vidaGen 2:7: Jn 5:21Jn 1:3; 5:212 Cor 3:6,8 
Compañerismo1 Jn 1:31 Cor 1:9 2 Cor 13:14; Fil 2:1
EternoSal 90:2 Miq 5:1-2Rom 8:11; Heb. 9:14
Con voluntadLcs 22:42 Lcs 22:42 1 Cor 12:11 
HablaMat. 3:17; Lcs 9:25Lcs 5:20; 7:48Hch 8:29; 11:12; 13:2
AmorJn 3:16 Efe 5:25 Rom 15:30 
Conoce el corazónJer 17:10Apo 2:231 Cor 2:10 

















Los lectores deben comprender que una parte sustancial de nuestras labores durante el próximo año estará enfocada en dar a conocer quién es el Espíritu Santo. Hay que entender que la Biblia reconoce un solo Dios. Para ella solo hay un (1) Dios: Det 6:4; 1 Tim 2:5. Al mismo tiempo, encontramos en la Biblia que el Padre es Dios: 1 Cor 8:6; 2 Cor 1:3; Gal 1:1; Fil 2:11; Col 1:3. En ella encontramos que el Hijo es Dios: Rom 9:5; Col 2:9; Tit 2:13. Además, encontramos en ella que el Espíritu Santo es Dios: 2 Cor 3:17-18. Rom 8:14; 1 Cor 7:40; Efe 4:30.  Este tema también nos permitirá trabajar con las dimensiones estructurales de la iglesia, sus funciones, así como sus características. Las dimensiones estructurales son aquellas que sirven como columnas sobre las que la Iglesia ha sido llamada a operar. Las funciones describen las tareas que nos han sido encomendadas. Las características describen aspectos que nos identifican como un cuerpo y una organización única en su clase.

La Biblia dice que Cristo Jesús es el fundamento de la Iglesia (1 Cor 3:10-11). Las dimensiones estructurales, las columnas sirven como basamento para el desarrollo de la tarea que nos ha sido encomendada por el Señor.

Las dimensiones estructurales de la Iglesia son:
- La Biblia                                               - La oración
- La adoración                                       - El servicio
- La misión                                             - La generosidad
- La persona del Espíritu Santo

Las funciones de la Iglesia son las siguientes:
- La adoración (Hch 2:47)                   - La ministración (Hch 2:45)
- La evangelización (Hch 2:41)           - La comunión (Hch 2:46)
- El discipulado (Hch 2:42)
 
Las definiciones de las características de la Iglesia han sido descritas por muchos teólogos bíblicos y sistemáticos a través de la historia. Estas han sido extraídas del modelo de la Iglesia del primer siglo, la que se describe en el libro de Los Hechos de los Apóstoles. Para esta reflexión hemos echado mano de una provista por la Coalición por el Evangelio. Estas son[3]:

➤ La iglesia primitiva era multiétnica y experimentó una unidad sorprendente a través de las fronteras étnicas.  
Miremos la descripción del liderazgo de la iglesia de Antioquía como un ejemplo (Hechos 13).  A lo largo del libro de Hechos vemos una notable unidad entre personas de diferentes razas. Efesios 2 es testimonio de la importancia de la reconciliación racial como fruto del evangelio entre los cristianos.

➤ La iglesia primitiva era una comunidad de perdón y reconciliación.
“…los cristianos fueron a menudo excluidos y criticados, pero también fueron activamente perseguidos, encarcelados, atacados, y asesinados. Sin embargo, los cristianos enseñaron el perdón y retuvieron represalias contra los oponentes.  Esto era inaudito en una cultura de vergüenza y honor en la que se esperaba venganza. Los cristianos no ridiculizaban ni se burlaban de sus oponentes, y mucho menos respondían con violencia.”

➤ La iglesia primitiva era famosa por su hospitalidad con los pobres y con los que sufren.
 “Aunque se esperaba que cada familia o tribu cuidara de sus pobres, la ayuda indiscriminada de los cristianos a todos los pobres, incluso de otras razas y religiones, como se enseña en la parábola de Jesús del buen samaritano (Lcs 10:25-37), fue sin precedentes. (Ver el ensayo de Gary Ferngren: “La encarnación y la filantropía cristiana temprana”, en inglés[4]). Durante las plagas urbanas, los cristianos no huyeron de las ciudades, sino que se quedaron y cuidaron a los enfermos y moribundos de todos los grupos, a menudo a costa de sus propias vidas.”

➤ [La iglesia primitiva] era una comunidad comprometida con la santidad de la vida.
“No era simplemente que los cristianos se opusieran al aborto. El aborto era peligroso y relativamente raro. Una práctica más común se llamaba “exposición infantil”. Los niños no deseados eran literalmente arrojados a los montones de basura para morir o ser llevados por los comerciantes a la esclavitud y la prostitución. Los cristianos salvaban a los niños y se los llevaban.”

 ➤ La iglesia primitiva]era una contracultura sexual.
■ “La cultura romana insistió en que las mujeres casadas de estatus social alto se abstuvieran de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, pero se esperaba que los hombres (incluso los hombres casados) tuvieran relaciones sexuales con personas más bajas en la escala social: esclavos, prostitutas, y niños. Esto no solo estaba permitido, sino que se consideraba inevitable. Esto se debió, en parte, a que el sexo en esa cultura siempre se consideraba una expresión de estatus social. El sexo se veía principalmente como un simple apetito físico que era irresistible.”
■ “Las normas sexuales de los cristianos eran diferentes, por supuesto. La iglesia prohibió cualquier tipo de intimidad sexual fuera del matrimonio heterosexual. Pero las prácticas sexuales paganas más antiguas y aparentemente más “liberales” finalmente dieron paso a normas cristianas más estrictas, ya que la “lógica más profunda” de la sexualidad cristiana era muy diferente. El cristianismo veía el sexo no sólo como un apetito, sino como una forma de entregarse completamente a otro y, al hacerlo, imitar y conectar con el Dios que se entregó en Cristo. También fue más igualitario, trataba a todas las personas como iguales y rechazaba el doble estándar de género y condición social. Finalmente, el cristianismo vio el autocontrol sexual como un ejercicio de la libertad humana, un testimonio de que no somos meros peones de nuestros deseos o nuestro destino (ver “From Shame to Sin”[5], es decir “De la vergüenza al pecado”).

 Por último, John R. Stott ha postulado en uno de sus libros que la llegada del Espíritu Santo el día de la Fiesta de Pentecostés (Hch 2:1-13) es para la Iglesia del Señor una imagen de espejo de lo que le sucedió a Cristo el día en el que fue bautizado por Juan el Bautista. Los Evangelios nos dicen que el Espíritu Santo descendió sobre nuestro Señor mientras este era bautizado (Mat 3:13-17; Mcs 1:9-11; Lcs 3:21-22; Jn 1:29-34). Esto selló que Jesús pudiera entrar al ministerio lleno del Espíritu (Lcs 4:1), dirigido por el Espíritu (Mat 4:1), en el poder del Espíritu (Lcs 4:14) y ungido por el Espíritu (Lcs 4:18). Siendo esto así, entonces los discípulos del Señor tenemos que estar llenos del Espíritu, ser dirigidos por el Espíritu, caminar en el poder del Espíritu y estar ungidos por el Espíritu, para que podamos ser capaces de cumplir con la misión que Él nos ha encomendado.[6]
Al mismo tiempo, la Biblia compara la llegada del Espíritu Santo el día de la Fiesta de Pentecostés con lo que ocurrió en el Monte Sinaí el día en el que Moisés recibió las Tablas de la Ley:

 “8 Ustedes no se han acercado a una montaña que se pueda tocar o que esté ardiendo en fuego; tampoco a oscuridad, tinieblas o tormenta; 19 ni a sonido de trompeta, ni a tal clamor de palabras que quienes lo oyeron suplicaron que no se les hablara más...” (Heb 12:18-19, NVI)

Ese día el pueblo no tuvo la oportunidad de participar con Moisés para recibir la Palabra de Dios acompañada de fuego, de sonido y de voces (Éxo 19:9-25). El día de Pentecostés la Iglesia tuvo la oportunidad de recibir la Palabra y la encomienda del Señor con lenguas como de fuego, con el sonido como el que produce un viento recio y con voces (lenguas-idiomas) que salían de las bocas de aquellos que habían sido bautizados por la visitación de la Tercera Persona de la Trinidad. Lucas nos dice tanto en su Evangelio, así como en el Libro de los Hechos, que dentro de las palabras finales que Jesús les pronunció a sus discípulos estaba la promesa de esa visitación:

  “49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” (Lcs 24:49, RV 1960)

  “8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hch 1:8)

Añadimos que el concepto “investidos” que Lucas utiliza en su Evangelio es la traducción del vocablo griego “enduō” (G1746). Este puede ser traducido como vestirse, pero literalmente también significa hundirse o sumergirse en un vestido.[7] Otros recursos consultados describen que este concepto es comúnmente utilizado para describir la investidura de cualidades éticas y religiosas.[8] En otras palabras, que la promesa que nos hizo Cristo requiere que seamos vestidos del y por el Espíritu Santo y esto sólo es posible si nosotros nos “arriesgamos” a sumergirnos en Él y ser investidos con la cualidades éticas del Reino de los cielos.
 
Creemos que esta es la mejor manera de celebrar y disfrutar las bendiciones del año nuevo. Esto es, reconociendo que podemos sumergirnos en el Espíritu Santo para que Él transforme y tome el control de lo que somos, de nuestras estructuras, de las funciones que tenemos que desarrollar en la vida y de todo aquello que nos caracteriza.  Repetimos un principio rector que compartimos el año pasado: tenemos en nuestras manos algo más poderoso que el Monte Sinaí: el Espíritu de Dios está con nosotros y nos quiere vestir: el Emanuel está con nosotros en la presencia y la participación del Espíritu Santo. Él quiere que le conozcamos. Esta es la mejor manera de disfrutar el próximo año: reconociendo que el Señor ha prometido restauración de nuestras estructuras familiares, empoderar nuestra fe, asegurarnos un futuro lleno de esperanza y sanar las heridas del alma que se han producido en medio de todas las temporadas de embates y de tribulaciones que hemos tenido que enfrentar hasta aquí.

 Esta es la mejor manera de meternos en la agenda de Dios para el año nuevo: reconociendo que esa agenda es una en la que la dirección del Espíritu Santo transformará todo lo que somos, todo lo que hacemos, pensamos y sentimos.
¡Feliz año nuevo!
 
[1] Pierson, A. T. (1895). The Acts of the Holy Spirit (p. 19). Fleming H. Revell.
[2] Cross, F. L., & Livingstone, E. A., eds. (2005). En The Oxford dictionary of the Christian Church (3rd ed. rev., p. 788). Oxford University Press.
[3] https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/5-caracteristicas-iglesia-primitiva-unica/
[4] https://www.abc.net.au/religion/the-incarnation-and-christian-philanthropy/12999888
[5] Harper, Kyle, From Shame to Sin: The Christian Transformation of Sexual Morality in Late Antiquity (Revealing Antiquity). Harvard University Press; Reprint edition (March 14, 2016).
[6] Stott, John R. W. The Message of Acts (Bible Speaks Today Series): Revised Edition. Intervarsity Press, USA (2020), p 69. Kindle Edition.
[7] Strong, J. (2009). En A Concise Dictionary of the Words in the Greek Testament and The Hebrew Bible (Vol. 1, p. 28). Logos Bible Software.
[8] Oepke, A. (1964–). δύω, ἐκδύω, ἀπεκδύω, ἐνδύω, ἐπενδύω, ἀπέκδυσις. (duo, ekduo, apekduo, enduo, ependuo, apekdusis). En G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 2, p. 319). Eerdmans.

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