Reflexiones de Esperanza: El Arca del Pacto – Parte 8: La agenda después de la cueva (Las responsabilidades que impone la Gloria de Dios)

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1 Entonces David volvió a reunir a las tropas más selectas de Israel, un total de treinta mil. 2 Y las llevó a Baala de Judá [otro nombre para Quiriat-jearim] para traer de regreso el arca de Dios, que lleva el nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales, quien está entronizado entre los querubines. 3 Así que pusieron el arca de Dios en una carreta nueva y la retiraron de la casa de Abinadab, que estaba en una colina. Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban la carreta 4 que cargaba el arca de Dios. Ahío caminaba delante del arca. 5 David y todo el pueblo de Israel celebraban ante el Señor, entonando canciones y tocando todo tipo de instrumentos musicales: liras, arpas, panderetas, castañuelas y címbalos. 6 Cuando llegaron al campo de trillar de Nacón, los bueyes tropezaron, y Uza extendió la mano para sujetar el arca de Dios. 7 Entonces se encendió el enojo del Señor contra Uza, y Dios lo hirió de muerte debido a lo que hizo. Así fue como Uza murió allí mismo junto al arca de Dios. 8 Entonces David se enojó porque la ira del Señor se había desatado contra Uza y llamó a ese lugar Fares-uza (que significa «desatarse contra Uza»), nombre que conserva hasta el día de hoy. 9 Ahora David tenía miedo del Señor y preguntó: «¿Cómo podré regresar el arca del Señor para que esté bajo mi cuidado?». 10 Por lo tanto, David decidió no trasladar el arca del Señor a la Ciudad de David, sino que la llevó a la casa de Obed-edom, en Gat. 11 El arca del Señor permaneció en la casa de Obed-edom por tres meses, y el Señor bendijo a Obed-edom y a los de su casa.  (2 Sam 6:1-9, Nueva Traducción Viviente)

Una de las reflexiones anteriores nos permitió adentrarnos en el corazón de David. El propósito  de ese análisis era poder reflexionar acerca de las motivaciones alternas que este joven rey podía tener en su corazón cuando decidió trasladar el Arca del Pacto a la Ciudad de David.
Estamos convencidos de que la motivación principal de este hombre era acercar la presencia de Dios al pueblo y acercar a Dios al pueblo. No olvidemos que dos (2) generaciones de Israelitas habían nacido y se habían criado sin contar con el símbolo de la Presencia de Dios en el lugar correspondiente: el Santuario en Silo.

David quería tener ese símbolo en el lugar que había elegido para ser la nueva capital de las 12 tribus de Israel. No hay duda alguna acerca de esta motivación.

Sin embargo, algunas motivaciones alternas pudieron ser responsables de la crisis y el desastre que se describe en el pasaje inicial de esta reflexión. Nuestro análisis nos llevó a considerar motivaciones tales como la ansiedad y el deseo de ser similar a otros reyes y a otros reinos. Vimos también la posibilidad de una “decisión lógica”; la de querer insertar modelos y métodos que pudieran hacer más fácil la tarea de llevar la gloria de Dios. Añadimos a esto la autosuficiencia, porque David admite (capítulo 15 de Primera de Crónicas) que no consultó a los sacerdotes ni a los levitas y la conexión de David con lastres de su pasado. La Biblia dice en el capítulo cuatro (4) del libro de Números que eran los levitas los encargados de esta tarea, y entre ellos los de Coat.

Fueran estas u otras las motivaciones que le convencieron para trasladar el Arca del Pacto como lo hizo en la primera ocasión, los resultados fueron fatales.

El pasaje citado al inicio de esta reflexión recoge dos (2) reacciones intensas e importantes de David de cara a lo que le había sucedido. En primer lugar, la Biblia dice que se enojó, se disgustó mucho (Dios Habla Hoy), porque la ira del Señor se había desatado contra Uza. Es cierto que la versión Reina Valera de 1960 traduce esto como “se entristeció David,” pero la realidad es que la mayoría de las versiones bíblicas recogen su reacción como una de coraje, de enojo y de disgusto.

Es muy importante destacar que la Biblia no dice que David se enojó con Dios. La Biblia dice que David se enojó porque había acontecido lo que se describe aquí. Es acertado concluir que el enojo de David no es con Dios, sino con el resultado de este proceso y con él mismo.
El pasaje del capítulo seis (6) de Segunda de Samuel describe que el enojo de David se transformó en temor.

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9 Pero ese mismo día David tuvo mucho miedo ante el Señor, y exclamó: «¡Ni pensar en llevarme el arca del Señor!»   (2 Sam 6:9, Dios Habla Hoy)

Ese temor (“yârêʼ”, H3372) ocurre antes de que él decida trabajar con sus niveles de responsabilidad. Creemos que ese temor fue un agente catalítico para provocar las reacciones que compartiremos más adelante. La Biblia dice que el que camina en su rectitud teme a Jehová; Mas el de caminos pervertidos lo menosprecia (Pro 14:2). También dice lo siguiente:

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7 No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal; (Pro 3:7)

En otras palabras, es muy probable que el temor provocado por lo sucedido en ese lugar llevó a David a considerar que había que regresar a considerar los preceptos del Señor. Veamos el siguiente verso bíblico:

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13 El que menosprecia el precepto perecerá por ello; Mas el que teme el mandamiento será recompensado.  (Pro 13:13)
Un texto adicional se hace necesario:
16 El sabio teme y se aparta del mal; Mas el insensato se muestra insolente y confiado. (Pro 14:16)

Es importante señalar que todos y cada uno de los versos bíblicos citados utilizan el mismo concepto bíblico utilizado para describir el miedo de David.

Ya hemos visto que la primera reacción de David fue ira consigo mismo y la segunda fue temor. Estas dos (2) emociones le llevaron a desarrollar acciones correctivas; acciones en las que pondría en relieve su responsabilidad como rey, y como siervo.

Para poder entender esta conclusión, debemos entrar al análisis de algunos pasajes bíblicos que describen las reacciones posteriores de David. Veremos en ellos que este rey decide asumir y hacer notoria su responsabilidad en todo este proceso.

Es acerca de esto que trata esta reflexión: las responsabilidades que impone la gloria de Dios. Los datos obtenidos a través de este análisis nos llevarán a concluir que existen no menos de tres (3) tipos de responsabilidades adscritas y descritas en esos pasajes bíblicos:
responsabilidad individual, responsabilidad moral y la responsabilidad colectiva.

Hay un nivel de responsabilidad con el llamado que David exhibe, pero ese análisis será desarrollado en otra reflexión.

Responsabilidad Individual

La Biblia dice lo siguiente en 1 Cró 15:2:

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2 Entonces dijo David: El arca de Dios no debe ser llevada sino por los levitas; porque a ellos ha elegido Jehová para que lleven el arca de Jehová, y le sirvan perpetuamente.

David realiza estas expresiones luego de haber experimentado la muerte de Uza. El capítulo13 del libro de Crónicas también describe esta escena. Es en el capítulo 15 del mismo libro que lo encontramos realizando estas declaraciones. Estas revelan que David reconoce en el plano individual lo que dice el texto Sagrado:

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51 Y cuando el tabernáculo haya de trasladarse, los levitas lo desarmarán, y cuando el tabernáculo haya de detenerse, los levitas lo armarán; y el extraño que se acercare morirá.  (Nm 1:51)
15 Y cuando acaben Aarón y sus hijos de cubrir el santuario y todos los utensilios del santuario, cuando haya de mudarse el campamento, vendrán después de ello los hijos de Coat para llevarlos; pero no tocarán cosa santa, no sea que mueran. Estas serán las cargas de los hijos de Coat en el tabernáculo de reunión. 16 Pero a cargo de Eleazar hijo del sacerdote Aarón estará el aceite del alumbrado, el incienso aromático, la ofrenda continua y el aceite de la unción; el cargo de todo el tabernáculo y de todo lo que está en él, del santuario y de sus utensilios. 17 Habló también Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: 18 No haréis que perezca la tribu de las  familias de Coat de entre los levitas. 19 Para que cuando se acerquen al lugar santísimo vivan, y no mueran, haréis con ellos esto: Aarón y sus hijos vendrán y los pondrán a cada uno en su oficio y en su cargo.20 No entrarán para ver cuando cubran las cosas santas, porque morirán.        (Nm 4:15-20)

Hay que acentuar aquí que el trabajo de mover el Arca del Pacto fue asignado a unos levitas en particular y aún ellos tenían limitaciones para tocar el Arca. Aquello que no agrada a Dios, que no está de acuerdo con Su Palabra, no puede recibir Su bendición. David llega a esta conclusión tan convencido de esto que luego de la muerte de Uza el Arca del Pacto es envida a la casa de un levita: Obed Edom era levita (1 Cró 15:17-18, 21,24; 16:4-5; 26:4-8, 15). En cambio, la Biblia no identifica a Abinadab ni a sus hijos como parte de la comunidad sacerdotal.

David tomó la decisión que provocó esta tragedia. Luego de evaluar lo sucedido decide aceptar su responsabilidad individual.

Esta es una de las enseñanzas más poderosas que encontramos en la Biblia. La inclinación a negarnos a aceptar ese nivel de responsabilidad por las cosas que hacemos, por las decisiones que tomamos y/o por los resultados que estas provocan no es aceptable ante los ojos de Dios.

Un buen ejemplo de esto lo tenemos con la historia acerca de Ananías y Safira en el capítulo cinco (5) del libro de Los Hechos. Esa narrativa bíblica (Hch 5:1-11) describe la tragedia que ocurre con esta pareja matrimonial luego de vender una heredad. Esta narrativa trata acerca de la incapacidad de esta pareja para asumir su responsabilidad y los resultados que esto produjo. Recordemos que la Biblia no oculta las imperfecciones ni la humanidad de sus personajes.

El problema de fondo para Ananías y Safira no estaba en la venta de la propiedad, ni en la ofrenda que trajeron a la comunidad de fe. En primer lugar, nadie los obligó a vender la propiedad que tenían y nadie les obligaba a traer todo el importe de esta venta como una ofrenda. El problema de esta pareja estaba en la mentira y en la incapacidad para reconocer que habían mentido. O sea, en su incapacidad para aceptar la responsabilidad de sus acciones.

Ellos vendieron la propiedad en una cantidad y le dijeron a los discípulos que esta había sido menor para poder quedarse con una porción de lo obtenido en la venta. La Biblia dice que los discípulos les confrontaron y que uno de los miembros de este matrimonio, Safira, recibió la oportunidad de reconocer que habían obrado con mentira y engaño. El pasaje concluye informando la muerte de ambos.

Este es un claro ejemplo de lo que puede suceder cuando no somos capaces de asumir nuestra responsabilidad individual. La muerte de Ananías y Safira no es causada por la ofrenda que dejaron de entregar. La muerte de ambos es causada porque le dieron espacio a Satanás, por mentirle al Espíritu Santo  y por no haber aceptado su responsabilidad (v.3-4).

Es interesante que este sea el desenlace de una acción que estaba cubierta de piedad y de motivaciones virtuosas: traer ofrendas a la casa del Señor.

Responsabilidad Moral

El texto bíblico acerca del traslado del Arca del Pacto nos informa que David le cambió el nombre al lugar en el que ocurrió la muerte de Uza. Esto va mucho más allá de una acción desatada por el sentido de responsabilidad causal o causativo.  La pregunta sobre quién es el que cambia el nombre del lugar es muy importante. La narrativa de 1 Crónicas 13 nos dice que fue David el que hizo esto (1 Cró 13:11).

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11 Y David tuvo pesar, porque Jehová había quebrantado a Uza; por lo que llamó aquel  lugar Pérez-uza, hasta hoy. 12 Y David temió a Dios aquel día, y dijo: ¿Cómo he de traer a mi casa el arca de Dios? 13 Y no trajo David el arca a su casa en la ciudad de David, sino que la llevó a casa de Obed-edom geteo. 14 Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía.   (1 Cró 13:11-14)

En la filosofía la responsabilidad moral es el estado de ser moralmente merecedor de alabanza, culpa, recompensa o castigo, o de ser merecedor de castigo por una acción o por la omisión desarrollada o desatendida, de acuerdo a las obligaciones morales que uno tiene.[1]

La responsabilidad moral es un llamado a la acción, en donde lo puesto en acción o la inacción, resultaría en un fracaso moral. Un ejemplo de esto en la persona que se detiene frente a un accidente automovilístico para rescatar a un infante versus la persona que ni siquiera usa su teléfono para alertar a las autoridades de que ese accidente ha ocurrido. Podemos decir que el primero cumplió con su responsabilidad moral mientras que el segundo fracasó en ella.

David le cambia el nombre al lugar en el muere Uza para que desde ese momento en adelante toda la nación y sus descendientes supieran que allí ocurrió una tragedia y que David tuvo responsabilidad en ella. Las generaciones futuras tendrían la oportunidad de reflexionar acerca de lo que aconteció allí.

Las generaciones posteriores a David hemos visto los resultados de esa acción. No nos hemos limitado a analizar lo que sucedió en ese lugar, sino que por los pasados 3 mil años las acciones de David nos han provocado a analizar hasta sus motivaciones alternas.

Esto implica un valor mucho más elevado; el libre albedrío para hacerlo. La acción de David es una evidencia de que los seres humanos podemos tomar estas decisiones, porque tenemos la libertad de usar nuestra voluntad para hacerlo.

Es interesante que el nombre que él escogió, “Pérez-uza,” (H6560), literalmente significa quebrantamiento de Uza. La sorpresa es más grande cuando lo unimos al significado de ese nombre. Uza (H5798) significa fortaleza y su raíz (H5797) significa majestad, fuerza, seguridad, alabanza, audacia, poder, entre otros. O sea, que el lugar pasó a ser conocido como el lugar del quebrantamiento de la fortaleza. O más bien, el lugar en el que la majestad, la fuerza, la alabanza, la seguridad fueron quebrantadas.

Responsabilidad Colectiva

El texto bíblico dice que David decidió congregar al pueblo y dialogar con los sacerdotes acerca de lo que había ocurrido.

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11 Y llamó David a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab, 12 y les dijo: Vosotros que sois los principales padres de las familias de los levitas, santificaos, vosotros y vuestros hermanos, y pasad el arca de Jehová Dios de Israel al lugar que le he preparado; 13 pues por no haberlo hecho así vosotros la primera vez, Jehová nuestro Dios nos quebrantó, por cuanto no le buscamos según su ordenanza. 14 Así los sacerdotes y los levitas se santificaron para traer el arca de Jehová Dios de Israel.    (1 Cró 15:11-14)

Cuando Warren W. Wiesbe analiza este pasaje él señala que el mismo nos alerta y nos conmina a regresar a la Palabra de Dios. Sin embargo, son sus próximas aseveraciones las que sacuden los cimientos del alma de cualquier creyente. Wiersbe señala que no importa cuánta unidad haya en el pueblo, o cuánto entusiasmo pueda tener este, nada puede compensar lo que produce la desobediencia. No podemos esperar la bendición de Dios cuando la obra de Dios es realizada como los seres humanos quieren hacerla, y/o cuando imitamos al mundo en vez de obedecer la Palabra del Todopoderoso. Las multitudes pueden aprobar lo que hacemos, pero ¿qué acerca de la aprobación de Dios? La ruta que establece el mundo es en última instancia la ruta de la muerte.[2]

El pueblo tenía que ser involucrado en este proceso. Los sacerdotes no podían haber guardado silencio. ¿Cuál era el precio a pagar si hubieran decidido alzar su voz? ¿La muerte?  Al menos un inocente, Uza, se habría salvado.

El texto bíblico nos deja conocer que este proceso de pasar del enojo y el temor al manejo de la responsabilidad individual, la responsabilidad moral y la responsabilidad colectiva, duró tres (3) meses; el tiempo que el Arca del Pacto estuvo en la casa de Obed-edom.
Referencias

[1] https://plato.stanford.edu/entries/moral-responsibility/
[2] Wiersbe, Warren W.. Be Restored (2 Samuel & 1 Chronicles): Trusting God to See Us Through (The BE Series Commentary) (p. 55). David C Cook. Kindle Edition.

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