Reflexiones de Esperanza: El arca del Pacto: La agenda después de la cueva – El resumen (2da parte)

Hemos llegado al final de las reflexiones acerca de las narrativas bíblicas que describen los intentos para trasladar el Arca del Pacto a Jerusalén. Este proceso se ha extendido durante 13 semanas.  En esta reflexión procuraremos presentar el último de los resúmenes de las enseñanzas que hemos adquirido en todo este proceso.

Una de las enseñanzas más relevantes que obtuvimos de estas narrativas bíblicas fue acerca del manejo del temor. La Biblia nos dice que  David experimentó el temor cuando vio que Uza había muerto luego de haber tocado el Arca del Pacto (2 Sam 6:9). Vimos que la muerte de este hombre, dolorosa y terrible, traía consigo algo más que la muerte de un ser humano.
Aprendimos que la raíz de ese nombre (Uza) significa fortaleza, seguridad, majestad y alabanza.
David temió porque experimentó una pérdida enorme provocada por el pobre manejo de este proceso. David también experimentó el temor porque las imágenes de la caída de Saúl aún estaban frescas en su memoria. Vimos que la muerte de Uza podía representar la muerte de su fortaleza como rey, de la seguridad de su reino, de su majestad como monarca y de su alabanza.

David no podía darse el lujo de estacionarse en esas emociones. Si David se hubiese estacionado en esas dos (2) emociones no hubiese sido capaz de realizar la tarea profética que Dios le había propuesto.

La cantidad de creyentes que sucumben ante esto es demasiado grande. Son muchos los creyentes en Cristo que se dejan anquilosar por sus emociones y no siguen hacia adelante. Esto se ha convertido en un anti-testimonio muy intenso para las sociedades en las que vivimos. La Biblia nos dice que podemos confiar en el Señor cuando nos invade el temor:

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3 En el día que temo, Yo en ti confío. 4 En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?  (Sal 56:3-4)

Podemos lograrlo porque cuando el temor nos invade tenemos la promesa de Dios de que no  seremos cobardes:

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7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio  propio.   (2 Tim 1:7)

Hemos aprendido que hay cosas que tenemos que hacer ante cualquier fracaso. Las narrativas bíblicas acerca del traslado del Arca del Pacto son una fuente inagotable de principios emocionales, estratégicos y gerenciales para tratar con esto. En primer lugar, estas narrativas bíblicas nos enseñan que tenemos que ser capaces de identificar nuestros pecados y nuestras faltas y arrepentirnos delante del Señor. En segundo lugar, hay que evitar que emociones como el miedo y el coraje tomen control de nuestras vidas y de nuestros procesos decisionales. Esto último se consigue en oración y ayuno. En tercer lugar, hay que tomar las medidas correctivas para que estos pecados no se repitan. En cuarto lugar, no podemos permitir que la vida se detenga. Hay que continuar construyendo, fortaleciendo nuestras relaciones familiares y peleando nuestras batallas; así como lo hizo David.

Una enseñanza muy particular fue la del lugar que la presencia de Dios ocupa en nuestras vidas. Nosotros sabemos que no basta reconocer a Jesucristo como nuestro Salvador; tenemos que reconocerle como nuestro Señor. Vivir bajo la supremacía del Evangelio solo es relevante cuando aprendemos a vivir bajo la soberanía de nuestro Señor (Episodio 12). Esto último está ligado al manejo de las prioridades:

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Harry Emerson Fosdick decía que con la deformación y la devaluación del concepto de Dios perdemos la capacidad de establecer prioridades correctas. O sea, que cuando vemos que las prioridades han sido invertidas o alteradas, podemos en realidad estar viendo que el concepto que tenemos acerca de Dios ya no es lo que era antes. El Pastor Emerson Fosdick añadió a esto que el establecimiento de nuestras prioridades es un símbolo de nuestra madurez y del grado de desarrollo de nuestro carácter.....El concepto “prioridad” viene del latín prior (“anterior”), que significa “el primero entre dos.” Este hace referencia a la anterioridad de algo respecto de otra cosa, ya sea en tiempo o en orden. Aquel o aquello que tiene prioridad se encuentra primero en comparación con otras personas, objetos y/o cuestiones. Es cierto que el concepto “prioridad” no aparece en las Sagradas Escrituras. Es también cierto que el establecimiento de las prioridades es sin duda alguna uno de los temas bíblicos más importantes y de los menos discutidos……¿Cree usted que podemos vivir en este planeta sin haber establecido al Dios Creador como la prioridad de nuestras vidas? No hay manera en que podamos vivir vidas productivas y completas si nuestra relación con Él no ha sido convertida en prioridad. David entendió esto y decidió levantar un lugar al símbolo de esa presencia. Esto fue clave para que pudiera alzarse con el triunfo y las bendiciones en el segundo intento para trasladar el Arca del Pacto. (Episodio 12).

El desarrollo de estas reflexiones nos condujo a analizar el Salmo 132. Este es un salmo que fue escrito para describir los procesos para la construcción del templo de Jerusalén y para celebrar el proceso de llevar el Arca del Pacto a su lugar: la ciudad de David en el Monte de Sion.[1] Este salmo, que con toda probabilidad fue escrito por Salomón, nos dice que Dios no evitó que David experimentara penurias, sufrimientos, tribulaciones, luchas, conflictos, aflicciones, ni dolores[2] en su búsqueda por traer la presencia de Dios a su casa y a su ciudad (Episodio 13). Ese salmo nos dice que David le enseñó a Salomón que él decidió utilizar esas experiencias como detonantes para su transformación.

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Salomón dice en el Salmo 132 que lo que David experimentó se llama “ʽânâh” (H6031). Esto puede ser traducido como humillación, aflicción, deshonra, castigo, y otros conceptos similares…. la raíz de “ânâh” significa respuesta, prestar atención, comenzar a hablar, llorar, escuchar y gritar. Es todavía más interesante cuando vemos que la raíz de “ʽânâh” también significa cantar y testificar. O sea que las penurias, los sufrimientos, las tribulaciones, las luchas, los conflictos, las aflicciones, y los dolores pueden hacer que prestemos atención, que hablemos, que lloremos, que gritemos y/o que cantemos y que testifiquemos. Dios no es necesariamente el causante de estas cosas, pero las utiliza con sabiduría y con gracia…. El Salmo 132 dice que David decidió que él iba a manejar sus aflicciones como un detonante,  una provocación para discernir la voluntad de Dios y cumplir la voluntad del Eterno. Salomón dice en este salmo que las aflicciones que sufrió David se convirtieron en su motivación para afirmar su compromiso con el Señor y con la tarea que el Todopoderoso le había propuesto desarrollar. David llegó a esta convicción motivado por algo que Dios no podía hacer por él, ni podía obligarle a hacer. Dios no podía obligar a David a que lo amara. No obstante, David amaba a Dios, amaba estar en Su presencia y amaba Su Ley.   (Episodio 13)

Estas reflexiones nos permitieron recibir una enseñanza acerca de las relaciones que establecemos. Luego del fracaso inicial en su intento de trasladar el Arca del Pacto, David decidió rodearse personas que habían tenido experiencia hospedando la gloria de Dios. No solo esto, sino que David se aseguró de que fueran personas que no tuvieran temor de santificarse para Dios y que le gustara alabar al Señor (Episodio 14).

Esto nos permitió adentrarnos en los tres (3) escenarios de santificación que nos describe la Palabra de Dios: la santidad del tiempo, la santidad del espacio y la santidad derivada de la soberanía de Dios (Episodio 14)

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Ese pasaje [Éxo 19:6] dice que esa santidad nos conduce a poseer las bendiciones que Dios ha preparado para nosotros. Ese pasaje dice que esto es así porque el reconocimiento de la soberanía de Dios produciría  que Dios los tratara [el pueblo de Israel]de una manera diferente al trato que tiene con las otras naciones. Ese pasaje destaca que la santidad es un estilo de vida, que nos distingue como propiedad de Dios; separados para conseguir que las otras naciones sepan a Quién le pertenecemos. O sea, que no se trata de exhibirnos a nosotros sino de testificar acerca del gobierno de Dios, de Su santidad y de Su majestad. (Episodio 14).

Otra enseñanza relevante que recibimos trata acerca del lugar que ocupa la música en las narrativas acerca de esa celebración. La cantidad de sacerdotes y de levitas seleccionados para el segundo intento para trasladar el Arca es deliberada. Los 862 sacerdotes y levitas representaban un templo humano compuesto por piedras vidas, por sacerdotes consagrados para Dios. [3] O sea, que la música iba abriendo el camino para un templo vivo. No solo se trataba de que había un repertorio seleccionado para adorar a Dios. Se trataba de que había música para alabar a Dios mientras un templo vivo llevaba la presencia de Dios sobre sus hombros hasta su morada. Una carretera de alabanza sobre la que transitaría el diseño de un templo vivo que portaba la gloria de Dios sobre sus hombros. (Episodio 15).

Aprendimos que David pudo estar profetizando con esto acerca de la Iglesia que se formaría en ese mismo lugar cerca de mil años más tarde.

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No se trataba de los sacerdotes llevando el Arca. Se trataba de una revelación de la Iglesia del Señor, una Iglesia formada por piedras vivas, de una nación santa y un real sacerdocio (Efe 2:21-22; 1 Ped 2:5). Se trata de la revelación de una Iglesia que es edificio de Dios (1 Cor 3:9)….Esa Iglesia está compuesta por hombres y mujeres que han sido convertidos en sacerdotes que poseen una gran encomienda: anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Ped 2:9-10)….Esa Iglesia, ese templo vivo, pavimenta el camino por el que transita con adoración, con alabanza, con testimonio de vidas consagradas. Ese edificio vivo lleva sobre sus hombros la gloria de Dios. Esos hombres y esas mujeres saben que pueden llevar a un Jacob por dentro, pero su confianza está puesta en el Fuerte de Jacob. (Episodio 15)

Ahora bien, nos detuvimos a analizar el tema de la adoración profética que revelan esos pasajes bíblicos (2 Sam 6; 1 Cró 15). Esto nos permitió contemplar la adoración que David le ofrece a Dios como una metáfora profética de la Iglesia, así como una metáfora profética acerca de Jesucristo. David danzó siendo rey, pero vestido de ropas sacerdotales. Vimos en esa enseñanza que la esposa del Cordero, que es la Iglesia (2 Cor 11:2; Efe 5:22-33), también está vestida de un lino fino, limpio y resplandeciente. El lino fino es descrito de la siguiente manera en el capítulo 19 del libro de Apocalípsis: “el lino fino es las acciones justas de los santos.” La esposa del Cordero está compuesta de hombres y mujeres que son reyes y sacerdotes para la gloria de Dios (Apo 1:6). Este es un referente del testimonio de la integridad, de la conducta y de la vida de la Iglesia. Al mismo tiempo, la Biblia dice que Jesucristo es el Rey de reyes y señor de señores (1 Tim 6:15) y también el Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec (Heb 5:6-10) O sea, que David estaba profetizando acerca de Cristo (Episodio 16).

De la adoración profética migramos a los fundamentos de la adoración. Lo hicimos así porque descubrimos que los pasajes bíblicos que nos narran los intentos para trasladar el Arca del Pacto a Jerusalén, están llenos de diferentes experiencias de adoración. Esto es, adoración visual (2 Sam 6:13), adoración vital (2 Sam 6:14), adoración vocal (2 Sam 6:15) y adoración volitiva (2 Sam 6:20-22) (Episodio 17).

David decidió hacer sacrificios, presentar ofrendas de paz al inicio de la segunda jornada. Esto es adoración visual. David también danzaba delante del Señor, porque como dijo Simónides de Ceos,[4] la danza es un tipo de poesía silenciosa. ¿Por qué danzaba David? ¿Por qué lo hacía ante los ojos de todo el mundo? David danzaba porque había encontrado el favor del Rey y este testimonio visual es un fundamento de la adoración.

David no solo escogió danzar. Aprendimos que David danzaba con toda su fuerza (“ʽôz”, 2 Sam 6:14, H5797). Vimos que esto puede ser explicado desde la perspectiva emocional, porque había que celebrar. Dios estaba siendo reintegrado y reinsertado en la vida del pueblo de Israel y de su gobierno. Sin embargo, descubrimos que David dijo que él danzaba por algo mucho más grande y más importante: para agradar a Dios (2 Sam 6:20-23). Vimos también que David danzaba así porque había experimentado la liberación de Dios en no menos de seis (6) áreas de su vida. Dios lo había libertado del orgullo, de la propensión a la egolatría, del peso de su prestigio, del uso equivocado del poder, de la ambición y del miedo. David danzaba porque había experimentado el poder liberador del Dios vivo (Episodio 18).

A esto, tuvimos que añadirle que el concepto “ʽôz” se usa en muchas ocasiones para describir el poder con el que Dios se ciñe (Sal 93:1), el poder que hay en el santuario (Sal 96:6), el poder de Dios que hay que buscar (Sal 105:4), el poder que el Arca del Pacto manifestaba (Sal 132:8) y el vigor con el que el Señor fortalece nuestra alma (Sal 138:3). Además, este concepto se utiliza  para describir la potencia del Salvador de Israel (Sal 140:7) y la magnificencia de Dios (Sal 150:1). O sea, que podemos concluir que David estaba danzando con algo que va más allá de su vigor y de sus fuerzas (Episodio 18).

Esto es adoración vital: adoración que es provocada por el poder de Dios.

Es cierto que lo que David recibió no fue el bautismo del Espíritu Santo. Esto estaba reservado para empoderar a la Iglesia después de la resurrección de Jesucristo. Pero al mismo tiempo la Biblia señala lo siguiente sobre esto último, lo que operó sobre David:

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10 Los profetas estudiaron los detalles de esta salvación tratando de entenderla y hablaron sobre el generoso amor que Dios les ha dado a ustedes. 11 Los profetas intentaban saber cuándo llegarían los sufrimientos de Cristo y cómo sería el mundo cuando llegara. El Espíritu de Cristo estaba en ellos y les hablaba de lo que Cristo tendría que sufrir y de la gloria que recibiría después. 12 Dios les hizo entender que lo que decían no era para ellos mismos, sino que les estaban sirviendo a ustedes. Lo que los profetas decían es la misma buena noticia de salvación que fue anunciada por quienes les llevaron el mensaje a ustedes. Ellos también hablaron por medio del Espíritu Santo, enviado del cielo. En ese mensaje hay detalles que hasta los mismos ángeles quisieran conocer.  (1 Ped 1:10-12, Palabra de Dios para Todos) (Episodio 19).

Reiteramos que Isaías pudo hablar de Cristo porque el Espíritu de Cristo le reveló todo el esquema del plan de salvación y el programa de Dios para la historia. Así mismo Daniel, Amós, Miqueas, Zacarías y todos los demás escritores del Antiguo Testamento. Es por esto que podemos encontrar en la narrativa bíblica de los caminantes de Emaús (Lcs 24:13-34) que Cristo le dice a los caminantes todo lo que el Antiguo Testamento dice acerca de Él (v. 27).

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La adoración que es vital aparece descrita en los pasajes bíblicos como la que procura sustentar entre nosotros la vida que da Dios y adorar a Dios por ello. La vida es un regalo que Dios nos hace. Esta convicción hace que nuestra relación con la vida sea más intensa y que se desarrolle el anhelo de vivir con responsabilidad. La vida en Cristo es aún más importante porque se trata de la vida aquí y de la que trasciende hasta la eternidad. La Biblia dice que Cristo es la vida.


6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.  (Jn 14:6) (Episodio 19).

El tema de la adoración vocal nos cautivó. Fue allí que nos enfrentamos a definiciones concretas de lo que es la adoración Cristiana. Vimos allí, entre otras cosas, lo que dijo Abraham J. Hechel: que adorar es elevarse a un nivel de existencia más alto para ver el mundo, la vida, desde el punto de vista de Dios. Fue en ese momento que analizamos la oración y la alabanza como respuestas vocales a la presencia de Dios en Cristo Jesús (Episodio 20). Vimos la oración como algo que va mucho más allá de simplemente querer “informarle a Dios” lo que nos sucede. Concluimos allí que las necesidades que experimentamos, tal vez solo sean una excusa divina para que vayamos al Señor en oración y así Él pueda tener la oportunidad de dialogar con nosotros, en el hogar del alma. Analizamos la oración desde la definición de uno de los conceptos hebreos que se traduce como “orar”: el verbo “lehitpalel” (H6419). Vimos que este verbo significa juzgar o clarificar[5] y por ser un verbo reflexivo, por lo tanto significa una acción que uno se hace a uno mismo.

Este análisis fue ampliado para invitar a los lectores a reflexionar acerca de la alabanza; otro de los elementos de la adoración vocal. Fue entonces que analizamos que el concepto “ʽôz” (H5797) que llevó a David a danzar, también puede ser traducido como alabanza, majestad, poder y seguridad. O sea, que hay poder en la alabanza, hay majestad en la alabanza; hay seguridad en la alabanza. Es por esto que el profeta Isaías fue inspirado por el Espíritu Santo para comunicarnos cómo se llaman las puertas por las que entramos a la protección que ofrecen los muros de salvación. Esas puertas se llaman Alabanzas (Isa 60:17-21).

Estas son las puertas por las que entramos a ese territorio en el que no hay quebrantamiento, violencia ni destrucción. Esas puertas (en plural) se llaman alabanza. Las puertas por las que entramos para recibir luz perpetua, para que se acabe el luto, para celebrar con los que el profeta llama renuevos del plantío de Dios, la obra de Sus manos. Esas puertas se llaman alabanza. Las puertas por las que entramos para que Dios se glorifique se llaman alabanza (Episodio 21).

Esa palabra profética de Isaías dice que esas puertas por las que entramos pertenecen a un nuevo día que nos regala Dios (Isa 60:1-2). Esa palabra dice que la alabanza forma parte de las herramientas para erradicar la violencia, la destrucción y el quebrantamiento. Esa palabra dice que podemos entrar en la paz y la justicia del Señor a través de la alabanza. ¡David ha demostrado en esos pasajes que hay poder en la alabanza!

La última de las enseñanzas recibidas giró alrededor del último escenario de adoración que procuramos analizar: la adoración volitiva. Reiteramos que esta es la adoración que decide enfrentarse a la maldad. Lo hace, no porque la combate sino porque el que adora decide mantenerse enfocado en su determinación de adorar a Dios sobre todas las cosas. Vimos allí que David decide hacerle frente a la ceguera y al orgullo de su esposa Mical (2 Sam 6:20-23), sin desecharla y sin despojarla de sus privilegios. David decidió allí que sus sentimientos y emociones no podían ser un impedimento para adorar a Dios. Todo lo contrario: él decidió que se humillaría aún más delante del Eterno. Este es un testimonio inequívoco de lo que es la voluntad de un ser humano sometida a la Soberanía y la misericordia del Dios Todopoderoso (Episodio 22).

El segundo intento para trasladar el Arca del Pacto a Jerusalén fue exitoso. Poder llevar el símbolo de la presencia de Dios fue un testimonio inequívoco del favor de Dios. Este movimiento colocó la ciudad de Jerusalén en una mejor posición como ciudad capital. Sin embargo, hizo algo más: la colocó en un lugar profético para el establecimiento de un reino eterno. Alguien más grande que el Arca vivió, murió y resucitó allí: el Hijo de David: Cristo el Señor.

El Rey de reyes y Señor de señores muy pronto regresará a esa ciudad. Sus pies se afirmarán  aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio (Zac 14:4). A esta ciudad vendrán a adorar todas las naciones, con adoración visual, vital, vocal y volitiva.

En el plano individual, trasladar el Arca del Pacto es sinónimo de hospedar la gloria de Dios en nuestros hogares y en el corazón. La invitación que nos hace el Señor sigue siendo la misma. Debemos asignarle a esta tarea la más alta de todas la prioridades para que se cumpla en nosotros lo dicho por el profeta Isaías: “y con su gloria seréis sublimes” (Isa 61:6d).

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