September 23rd, 2020
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Esta batería de reflexiones ha sido dedicada al manejo del síndrome de la quemazón y al de la Fatiga por Compasión. Para ello hemos estado privilegiando el uso de los salmos como herramientas paliativas para tratar estas condiciones. El Salmo 23 ha sido el primero de los salmos escogidos para esta tarea.
Este es el salmo de los perfectos que nos ofrece el Señor y es por esto que el subtítulo de estas reflexiones es “la vida ante los perfectos que provee Dios.”
Nuestra reflexión anterior concluyó con la presentación de algunas de las funciones de la vara y el cayado del pastor: la defensa y la ayuda perfecta. Dejamos muchas cosas en el tintero en esa reflexión. Una de ellas son las expresiones de Harold S. Kushner acerca de lo que dice el salmista sobre la vara y el cayado. Para Kushner, esa frase: “Tu vara y tu cayado me infundirán aliento,” implica al menos dos (2) noticias. Estas son que Dios está en el control del mundo y que el mundo no está dando vueltas sobre su eje sin control; hacia un caos.
Dice Kushner que podemos afirmar esto cuando vemos que ese salmo dice que Dios está sosteniendo, cuidando y ayudando a los caídos, a aquellos que atraviesan el valle de sombras. Lo podemos afirmar cuando leemos que Él ha decido dar fuerzas al abandonado y esperanza a aquellos que la han perdido. Lo podemos afirmar cuando vemos que la vara de Dios (su protección), significa que aquellos que le han hecho mal a sus prójimos tienen que asumir las consecuencias de sus malas conductas. Kushner termina diciendo que lo podemos afirmar cuando vemos que Dios ha prometido utilizar su cayado de forma compasiva para socorrer a los que están en peligro y sufriendo la desdicha.[1]
Vimos en la reflexión anterior que el Buen Pastor también usa el cayado para levantar la lana pesada de las ovejas cuando hay que esquilarlas; quitarles ese peso de encima. Vimos allí que hay esquilarlas porque esto evita las infecciones, evita la ceguera provocada por la lana, evita las obstrucciones en las vías urinarias y la dificultad o imposibilidad de levantarse por el peso del vello.
¡Su vara y Su cayado nos infunden aliento!
Ahora bien, el verso cinco (5) de este salmo nos ofrece la descripción de la Preparación/Orden perfecto, la Comida perfecta, la Oportunidad perfecta, Presencia perfecta, la Unción perfecta y el Gozo perfecto: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.”
Allen P. Ross dice que en ese verso el salmista transforma la escena pastoril en la escena de un banquete en el que el Anfitrión decide demostrar su hospitalidad[2]. El Buen Pastor se transforma en un súper Anfitrión que invita al salmista a regocijarse con la provisión divina.
Debemos observar que este verso describe una fiesta individual. Al mismo tiempo, debemos también ver que la imagen del aceite que es derramado sobre la cabeza es cónsona con los rituales de bienvenida que se practicaban en el Medio Oriente con los invitados a la casa.
Debemos observar que el gozo experimentado hace que el corazón rebose de emociones. Por último, debemos destacar que este banquete se realiza ante la presencia de todo aquello que nos produce angustia.
Vamos a examinar estas aseveraciones. La primera aseveración establece que este banquete es individual. Sabemos que es incalculable la cantidad de creyentes invitados al banquete que ha preparado el Señor. Sin embargo, el salmista trata este banquete como una invitación personal. El salmista no hace esto movido por el egoísmo y mucho menos por el orgullo. El salmista identifica este banquete de manera personal a causa de las necesidades que él tiene. El salmista reconoce que ha salido del valle de sombra de muerte y que sus necesidades requieren atención personal.
Cuando este salmo describe la unción que se recibe en ese banquete lo hace reconociendo las costumbres del Medio Oriente. En los tiempos bíblicos el anfitrión de una casa recibía a sus invitados a comer lavándole los pies y ungiendo sus cabezas con aceite. Esto se hacía como una señal de bienvenida a ese hogar y para refrescar las cabezas de aquellos que se habían expuesto a los estragos que pueden producir las temperaturas y el ambiente en el desierto.
Hay varias porciones de las Sagradas Escrituras que recogen esta costumbre y lo atan a la invitación que nos hace el Buen Pastor. Veamos algunos ejemplos:
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¡Qué bendición y qué privilegio más hermoso! El Señor ha preparado un banquete al que nos ha invitado. Se trata de un banquete de manjares suculentos, en donde no habrá muerte, se enjugarán las lágrimas de todos los rostros y se quitará la afrenta de Su pueblo. El Señor ha decidido recibirnos allí con Su santa unción: el aceite fresco de Su Santo Espíritu.
Esa perspectiva interpretativa será el eje de otras reflexiones. Esta reflexión sigue otra línea hermenéutica o de interpretación de las frases que nos obsequia el quinto verso del Salmo 23.
Muy a menudo las ovejas que transitan en esos valles experimentan que sus cabezas quedan atrapadas en zarzas y mueren tratando de desenredarse. En otros casos, hay moscas enormes que les atormentan y que depositan sus huevos en sus fosas nasales que luego se convierten en gusanos que impulsan a las ovejas en desesperación a golpear sus cabezas contra las rocas, muchas veces hasta la muerte. Sus oídos y ojos también son susceptibles al tormento de los insectos.
Veamos algunas descripciones específicas de esos tormentos:[3]
Dentro de las enfermedades que pueden atacar a las ovejas encontramos el Ántrax, la Brucelosis (Enfermedad de Bang), la Clamidiosis (aborto enzoótico), la Linfadenitis caseosa (LC), la Campylobacteriosis (vibriosis), la enfermedad de Johne (paratuberculosis), la Leptospirosis, la Listeriosis, la Fiebre Q (fiebre de Queensland), la Tiña, (los hongos), el Ectima contagioso (Soremouth), la Toxoplasmosis, la Estomatitis vesicular y la Fiebre del Valle del Rift.
Las ovejas adquieren la mayoría de estas enfermedades se adquieren por ingestión de alimentos, forrajes contaminados, agua, contacto directo con la bacteria o por inhalación. Se pueden adquirir durante la lactancia, leche infectada, o cuando una oveja le tose o le estornuda encima a otra oveja. Algunas de estas enfermedades son más comunes después de las inundaciones. Otras son producidas por las picaduras de las garrapatas, o traídas al rebaño por visitantes, productores, o compradores que traen la contaminación en sus ropas. Otras de estas enfermedades son transmitidas a través de la supuración de las vesículas rotas que tienen otras ovejas.
Las sintomatologías de estas enfermedades son muy variadas. Algunas de estas enfermedades pueden producir fiebre, hacen que las ovejas paren de rumiar, excitación seguida de depresión, dificultad para respirar, movimientos descoordinados, convulsiones y muerte súbita. En otros casos podemos encontrar aborto tardío, hasta en el último mes de gestación, retención de placenta, inflamación de la ubre, pérdida de peso y diarrea, insuficiencia reproductiva, enfermedades respiratorias concurrentes, artritis e inflamación de los ojos. Otras son todavía más severas porque pueden producir abscesos externos visibles que pueden estar localizados en todas las partes del cuerpo. De hecho, estos abscesos son más comunes detrás de las orejas, debajo de la mandíbula, cuello, hombro, o región del flanco trasero, entre las patas traseras, saco escrotal o en la ubre. Los abscesos en los órganos internos conducen a la pérdida progresiva de peso.
Hay algunas de estas enfermedades que no son comunes a las cabras. Podemos afirmar que estas ni sienten ni padecen algunas de las enfermedades que sufren las ovejas.
Algunas de esta enfermedades no producen síntomas inmediatamente. Se sabe que los primeros síntomas pueden aparecer hasta años después de la infección e incluyen edema de la mandíbula y depresión, la pérdida progresiva de peso y condición corporal a pesar de que coman bien y tengan un buen apetito. Además, algunas de esas enfermedades pueden confundirse con otras: como si estuvieran sufriendo de una linfadenitis caseosa, de una neumonía progresiva ovina, de la desnutrición crónica, o el parasitismo interno. Hay otras condiciones en las que los síntomas son parir corderos prematuros o debilitados, la anemia, la ictericia (color amarillento de los tejidos así como la sangre en la orina, generalmente como resultado anormal de la función hepática). Otras de estas enfermedades producen la momificación fetal (por la reabsorción del líquido fetal).
En ocasiones se puede producir la reducción en la producción de leche, caminan en círculos, sufren convulsiones, parálisis facial, abortos frecuentes, parches en la piel, pérdida de lana, vesículas y ampollas en la boca (no pueden comer), los labios, la cara, las orejas, los pies etc. y hasta la muerte.
A esto hay que añadir la sarna y las moscas. La primera casi siempre se contagia mediante las expresiones de cariño que las ovejas tienen: rozando sus cabezas. La segunda son plagas aéreas que llegan al rebaño. La sarna, que es una enfermedad contagiosa de la piel causada por un parásito llamado ácaro o el arador de la sarna, se introduce debajo de la piel de las ovejas. Allí comienza a alimentarse de las células superficiales y a producir una multitud de vesículas que producen picor. Esto afecta significativamente la calidad de la vida de las ovejas.
Las hace perder peso y perder su lana. Entiéndase, su protección contra el frío.
Phillip Keller, que fue pastor de ovejas antes de ser Pastor de una Iglesia, describe una cantidad increíble de moscas que atacan a las ovejas. Entre ellas encontramos los “warble flies ”(gorjeadas), las “botflies”, las “heelflies”, las “nose (nasal) flies”, las que vienen de los ciervos, las moscas negras, los mosquitos pequeños llamados jején y toda clase de parásito alado que pueda proliferar particularmente durante el verano. [4]
Hay enfermedades y plagas que pueden ser atendidas de forma individual. Hay otras que requieren que se le de tratamiento a todo el rebaño.
Es obvio que las conductas de las ovejas se afecta con estas enfermedades y con las plagas. En el caso de las plagas, Keller describe que esos insectos convierten los hermosos meses del verano en una temporada de tortura y de distracción para el rebaño. Las ovejas, dice él pueden volverse locas cuando son molestadas severamente por las moscas.[5] Hay moscas que no solo las pican, sino que insisten en depositar sus huevos en las membranas mucosas-húmedas de las narices de las ovejas. Cuando las moscas son exitosas en este intento, las larvas aparecen en pocos días y comienzan a labrarse el camino a través de los pasajes nasales, como gusanitos, hacia el cerebro de las ovejas. Allí, se apoderan de todos los tejidos y producen unos niveles de irritación e inflamación que son severos y espantosos.
En la búsqueda de aliviar esta tortura, las ovejas comienzan a golpear sus cabezas de forma deliberada contra los árboles, los postes, las rocas y los arbustos. En ocasiones comienza a frotar sus cabezas contra el suelo, trabarse en cualquier lugar que le permita frotar su cabeza y en casos de infecciones extremas, hasta matarse ellas mismas.
En ocasiones menos severas, estas infecciones pueden conducir a que las ovejas se queden ciegas o que pierdan gran parte de su capacidad visual.
Es por esto, dice Keller, que las ovejas parecen volverse locas cuando comienzan a sentir que las moscas han empezado a llegar. Hay que subrayar que no se trata de si estos insectos habrán de llegar. Esos insectos van a llegar. Es allí que a las ovejas les ataca el pánico y comienzan a buscar cómo escapar de sus atormentadores.
Keller dice que algunas comienzan a correr erráticamente sin parar, de pasto en pasto, con desesperación. Algunas corren tanto que caen al suelo exhaustas. Otras comienzan a sacudir sus cabezas constantemente durante horas. Otras deciden esconderse en los arbustos para buscar refugio, aumentando así los casos de ovejas perdidas, ovejas trabadas, ovejas expuestas a depredadores y ovejas que mueren por apartarse del rebaño. En otras ocasiones, hay ovejas que simplemente no quieren salir a pastar.
Estas enfermedades y estas plagas, y las distracciones que provocan producen efectos devastadores en todo el rebaño. La pérdida de peso es uno de los primeros indicadores de esto. Los corderos no son amamantados correctamente y comienzan a perder sus condiciones óptimas. O sea, que los primeros indicadores se ven en los hijos de las ovejas. La falta de crecimiento esperado es otra señal de alerta, un indicador de que esto está ocurriendo.
Muchas ovejas se lastiman o lastiman a otras ovejas en esas carreras provocadas por el pánico.
La buena noticia es que el Buen Pastor posee antibióticos y antivirales en su saco pastoril. La buena noticia es que el Buen Pastor también posee aceite para combatir la temporada de las moscas. Keller decía que él tomaba acción inmediata cuando aparecían las primeras señales, los primeros indicadores de que esa temporada había llegado. Había que aplicar el antídoto inmediatamente; en toda la cabeza.
Este pastor decía que él prefería utilizar un remedio casero compuesto por aceite de linaza (linseed oil), azufre y alquitrán (tar). Esa combinación no olía bien pero protegía a las ovejas. El Buen Pastor usa el aceite fresco de su Santo Espíritu. Ese aceite detiene el ataque de cualquier insecto parásito volador que quiera apoderarse de nuestras cabezas.
Hay que exclamar con gran emoción que esta unción produce unas transformaciones increíbles en las ovejas. Ese aceite cancela los agravantes, esa unción cancela la locura. Keller dice como una exclamación que esa unción extirpa la propensión a la irritabilidad, a los desvelos y a la impaciencia. Esa unción provoca que la oveja desee volver a ser apacentada. Esa unción provoca que ella permita que el Buen Pastor la lleve a verdes pastos y a las aguas de reposo.
Es obvio que las aplicaciones e interpretaciones de lo que significan las infecciones son muy distintas a lo que significan las plagas. Todas ellas son metáforas extraordinarias de lo que son las amenazas y los factores irritantes y destructivos de nuestra relación con Dios.
Keller describe que en muchas ocasiones, la primera señal de una plaga era encontrar una mosca en el aceite para ungir las ovejas. Es muy fácil descartar algo tan pequeño concluyendo que es insignificante y/o inofensivo. La realidad es que no lo es. Son esas pequeñas cosas las que dan inicio, las que abren las puertas a las plagas que le hacen daño a todo el rebaño. Esas pequeñas moscas terminan apoderándose del cerebro de las ovejas y provocando que ellas prefieran auto-destruirse. Hay que prestar atención a esos indicadores pequeños, la condición espiritual de los hijos de esas familias, el crecimiento y el desarrollo de esas ovejas. Hay que tomar acción.
Ya sabemos que sus comportamientos cambian, así como cambian sus patrones de descanso, de alimentación y de poder ser capaces de seguir las direcciones que ofrece el Buen Pastor.
En muchas ocasiones, el Buen Pastor tiene que proceder a guardar todo el rebaño para someter a tratamiento tanto a las ovejas afectadas como a las no afectadas. Las primeras tienen que ser tratadas para erradicar el problema , mientras que las segundas tienen que ser tratadas para cancelar las avenidas de contagio.
Estoy convencido de que el Buen Pastor lleva mucho tiempo examinando las plagas que han tocado a la Iglesia, Su Iglesia, en todo el planeta. La plaga de la complacencia con la nueva moralidad. La plaga de la complacencia con el asesinato de los no nacidos y del uso de sustancias controladas con la autorización del gobierno. La plaga de la pornografía y el mal uso de los medios de comunicación social. La plaga de la homosexualidad y el lesbianismo como una conducta aprobada y tolerada. La plaga de una adoración anfibia y repleta de sensualidad y de indicadores carnales.
Creo que es por esto que Él decidió guardar todo su rebaño. La Iglesia estaba enferma. Esto fue provocado porque la Iglesia en general había estado alimentándose de forrajes contaminados. Forrajes provistos por pastores irresponsables o por personas que no son pastores de ovejas. Estas plagas y estas infecciones fueron desatadas por forrajes contaminados por personas que invitamos a aprovisionar el rebaño y llegaron con sus ropas contaminadas. Esas infecciones fueron desarrolladas por la permisibilidad y la inclinación de los rebaños a ir alimentarse y a saciar su sed en cualquier lugar que les pareciera adecuado. Esto es, sin contar con la capacidad para discernir si esos pastos eran buenos.
La Iglesia de la posmodernidad posee los síntomas de un rebaño enfermo. Hay cabras en el rebaño, que nunca se enferman porque no son ovejas. Podemos afirmar que son hermanos que ni sienten ni padecen algunas de las enfermedades que sufren las ovejas. Hay en el rebaño ovejas que han dejado de rumiar, de adorar, que pasan de la excitación a la depresión con una velocidad inimaginable. Hay ovejas en el rebaño con dificultad para respirar, con movimientos descoordinados, sufriendo convulsiones espirituales y hasta la muerte espiritual. Hay ovejas en el rebaños abortando, o sin capacidad de reproducirse, sufriendo pérdida de peso y con insuficiencia reproductiva. Hay ovejas en el rebaño sufriendo enfermedades espirituales concurrentes, con artritis espiritual y con inflamación de los ojos.
Hay ovejas en el rebaño con abscesos espirituales, abscesos doctrinales, visibles que le hacen daño a su fe. Esos abscesos son más comunes detrás de las orejas, impidiéndoles escuchar, debajo de la mandíbula impidiéndoles comer, y entre las patas traseras, impidiéndoles caminar. Estos abscesos los han llevado a a la pérdida progresiva de peso.
Hay demasiadas ovejas en el rebaño que están deprimidas y que comen bien pero no pueden ganar peso espiritual. Hay ovejas anémicas y desnutridas; otras presentan cuadros de una pulmonía espiritual. Hay que aceptar con mucho dolor que hay ovejas autodestruyendo su relación con Dios. Hay ovejas que se les observa experimentando la reducción en la producción del alimento espiritual para los suyos. Se les observa dando vueltas en el mismo sitio, caminando en círculos y sufriendo abortos espirituales frecuentemente.
El COVID-19 es también una respuesta del Buen Pastor para comenzar los procesos de desintoxicación y de sanidad de Sus ovejas.
Hay que pedir al Pastor sufriente que cubra Su Iglesia con su sangre preciosa y haga venir sanidad sobre Su pueblo (Salmo 22). Hay que pedir al Señor que saque el alabastro que contienen ese aceite y que unja Su iglesia una y otra vez, hasta que se acaben las plagas y desaparezcan las enfermedades que nos atribulan (Salmo 23). Hay que pedir al Príncipe de los Pastores que exhiba el árbol de la vida sobre Su pueblo (Salmo 24). En ese árbol hay sanidad para las naciones (Apoc 22:1-2).
¡Este es el tiempo para el derramamiento de esa unción!
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. (Sal 23:5)
Esta batería de reflexiones ha sido dedicada al manejo del síndrome de la quemazón y al de la Fatiga por Compasión. Para ello hemos estado privilegiando el uso de los salmos como herramientas paliativas para tratar estas condiciones. El Salmo 23 ha sido el primero de los salmos escogidos para esta tarea.
Este es el salmo de los perfectos que nos ofrece el Señor y es por esto que el subtítulo de estas reflexiones es “la vida ante los perfectos que provee Dios.”
Nuestra reflexión anterior concluyó con la presentación de algunas de las funciones de la vara y el cayado del pastor: la defensa y la ayuda perfecta. Dejamos muchas cosas en el tintero en esa reflexión. Una de ellas son las expresiones de Harold S. Kushner acerca de lo que dice el salmista sobre la vara y el cayado. Para Kushner, esa frase: “Tu vara y tu cayado me infundirán aliento,” implica al menos dos (2) noticias. Estas son que Dios está en el control del mundo y que el mundo no está dando vueltas sobre su eje sin control; hacia un caos.
Dice Kushner que podemos afirmar esto cuando vemos que ese salmo dice que Dios está sosteniendo, cuidando y ayudando a los caídos, a aquellos que atraviesan el valle de sombras. Lo podemos afirmar cuando leemos que Él ha decido dar fuerzas al abandonado y esperanza a aquellos que la han perdido. Lo podemos afirmar cuando vemos que la vara de Dios (su protección), significa que aquellos que le han hecho mal a sus prójimos tienen que asumir las consecuencias de sus malas conductas. Kushner termina diciendo que lo podemos afirmar cuando vemos que Dios ha prometido utilizar su cayado de forma compasiva para socorrer a los que están en peligro y sufriendo la desdicha.[1]
Vimos en la reflexión anterior que el Buen Pastor también usa el cayado para levantar la lana pesada de las ovejas cuando hay que esquilarlas; quitarles ese peso de encima. Vimos allí que hay esquilarlas porque esto evita las infecciones, evita la ceguera provocada por la lana, evita las obstrucciones en las vías urinarias y la dificultad o imposibilidad de levantarse por el peso del vello.
¡Su vara y Su cayado nos infunden aliento!
Ahora bien, el verso cinco (5) de este salmo nos ofrece la descripción de la Preparación/Orden perfecto, la Comida perfecta, la Oportunidad perfecta, Presencia perfecta, la Unción perfecta y el Gozo perfecto: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.”
Allen P. Ross dice que en ese verso el salmista transforma la escena pastoril en la escena de un banquete en el que el Anfitrión decide demostrar su hospitalidad[2]. El Buen Pastor se transforma en un súper Anfitrión que invita al salmista a regocijarse con la provisión divina.
Debemos observar que este verso describe una fiesta individual. Al mismo tiempo, debemos también ver que la imagen del aceite que es derramado sobre la cabeza es cónsona con los rituales de bienvenida que se practicaban en el Medio Oriente con los invitados a la casa.
Debemos observar que el gozo experimentado hace que el corazón rebose de emociones. Por último, debemos destacar que este banquete se realiza ante la presencia de todo aquello que nos produce angustia.
Vamos a examinar estas aseveraciones. La primera aseveración establece que este banquete es individual. Sabemos que es incalculable la cantidad de creyentes invitados al banquete que ha preparado el Señor. Sin embargo, el salmista trata este banquete como una invitación personal. El salmista no hace esto movido por el egoísmo y mucho menos por el orgullo. El salmista identifica este banquete de manera personal a causa de las necesidades que él tiene. El salmista reconoce que ha salido del valle de sombra de muerte y que sus necesidades requieren atención personal.
Cuando este salmo describe la unción que se recibe en ese banquete lo hace reconociendo las costumbres del Medio Oriente. En los tiempos bíblicos el anfitrión de una casa recibía a sus invitados a comer lavándole los pies y ungiendo sus cabezas con aceite. Esto se hacía como una señal de bienvenida a ese hogar y para refrescar las cabezas de aquellos que se habían expuesto a los estragos que pueden producir las temperaturas y el ambiente en el desierto.
Hay varias porciones de las Sagradas Escrituras que recogen esta costumbre y lo atan a la invitación que nos hace el Buen Pastor. Veamos algunos ejemplos:
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6 Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos y de vinos purificados.7 Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones. 8 Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. (Isa 25:6-8)
7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. 8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos; Desde palacios de marfil te recrean. (Sal 45:7-8)
10 Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco. 11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos. 12 El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano. 13 Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán. 14 Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes, 15 Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, Y que en él no hay injusticia.” (Sal 92:10-15)
1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! 2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; 3 Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna. (Sal 133:1-3)
44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45 No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. 47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. (Lcs 7:44-47)
7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. 8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos; Desde palacios de marfil te recrean. (Sal 45:7-8)
10 Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco. 11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos. 12 El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano. 13 Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán. 14 Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes, 15 Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, Y que en él no hay injusticia.” (Sal 92:10-15)
1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! 2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; 3 Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna. (Sal 133:1-3)
44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45 No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. 47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. (Lcs 7:44-47)
¡Qué bendición y qué privilegio más hermoso! El Señor ha preparado un banquete al que nos ha invitado. Se trata de un banquete de manjares suculentos, en donde no habrá muerte, se enjugarán las lágrimas de todos los rostros y se quitará la afrenta de Su pueblo. El Señor ha decidido recibirnos allí con Su santa unción: el aceite fresco de Su Santo Espíritu.
Esa perspectiva interpretativa será el eje de otras reflexiones. Esta reflexión sigue otra línea hermenéutica o de interpretación de las frases que nos obsequia el quinto verso del Salmo 23.
Muy a menudo las ovejas que transitan en esos valles experimentan que sus cabezas quedan atrapadas en zarzas y mueren tratando de desenredarse. En otros casos, hay moscas enormes que les atormentan y que depositan sus huevos en sus fosas nasales que luego se convierten en gusanos que impulsan a las ovejas en desesperación a golpear sus cabezas contra las rocas, muchas veces hasta la muerte. Sus oídos y ojos también son susceptibles al tormento de los insectos.
Veamos algunas descripciones específicas de esos tormentos:[3]
Dentro de las enfermedades que pueden atacar a las ovejas encontramos el Ántrax, la Brucelosis (Enfermedad de Bang), la Clamidiosis (aborto enzoótico), la Linfadenitis caseosa (LC), la Campylobacteriosis (vibriosis), la enfermedad de Johne (paratuberculosis), la Leptospirosis, la Listeriosis, la Fiebre Q (fiebre de Queensland), la Tiña, (los hongos), el Ectima contagioso (Soremouth), la Toxoplasmosis, la Estomatitis vesicular y la Fiebre del Valle del Rift.
Las ovejas adquieren la mayoría de estas enfermedades se adquieren por ingestión de alimentos, forrajes contaminados, agua, contacto directo con la bacteria o por inhalación. Se pueden adquirir durante la lactancia, leche infectada, o cuando una oveja le tose o le estornuda encima a otra oveja. Algunas de estas enfermedades son más comunes después de las inundaciones. Otras son producidas por las picaduras de las garrapatas, o traídas al rebaño por visitantes, productores, o compradores que traen la contaminación en sus ropas. Otras de estas enfermedades son transmitidas a través de la supuración de las vesículas rotas que tienen otras ovejas.
Las sintomatologías de estas enfermedades son muy variadas. Algunas de estas enfermedades pueden producir fiebre, hacen que las ovejas paren de rumiar, excitación seguida de depresión, dificultad para respirar, movimientos descoordinados, convulsiones y muerte súbita. En otros casos podemos encontrar aborto tardío, hasta en el último mes de gestación, retención de placenta, inflamación de la ubre, pérdida de peso y diarrea, insuficiencia reproductiva, enfermedades respiratorias concurrentes, artritis e inflamación de los ojos. Otras son todavía más severas porque pueden producir abscesos externos visibles que pueden estar localizados en todas las partes del cuerpo. De hecho, estos abscesos son más comunes detrás de las orejas, debajo de la mandíbula, cuello, hombro, o región del flanco trasero, entre las patas traseras, saco escrotal o en la ubre. Los abscesos en los órganos internos conducen a la pérdida progresiva de peso.
Hay algunas de estas enfermedades que no son comunes a las cabras. Podemos afirmar que estas ni sienten ni padecen algunas de las enfermedades que sufren las ovejas.
Algunas de esta enfermedades no producen síntomas inmediatamente. Se sabe que los primeros síntomas pueden aparecer hasta años después de la infección e incluyen edema de la mandíbula y depresión, la pérdida progresiva de peso y condición corporal a pesar de que coman bien y tengan un buen apetito. Además, algunas de esas enfermedades pueden confundirse con otras: como si estuvieran sufriendo de una linfadenitis caseosa, de una neumonía progresiva ovina, de la desnutrición crónica, o el parasitismo interno. Hay otras condiciones en las que los síntomas son parir corderos prematuros o debilitados, la anemia, la ictericia (color amarillento de los tejidos así como la sangre en la orina, generalmente como resultado anormal de la función hepática). Otras de estas enfermedades producen la momificación fetal (por la reabsorción del líquido fetal).
En ocasiones se puede producir la reducción en la producción de leche, caminan en círculos, sufren convulsiones, parálisis facial, abortos frecuentes, parches en la piel, pérdida de lana, vesículas y ampollas en la boca (no pueden comer), los labios, la cara, las orejas, los pies etc. y hasta la muerte.
A esto hay que añadir la sarna y las moscas. La primera casi siempre se contagia mediante las expresiones de cariño que las ovejas tienen: rozando sus cabezas. La segunda son plagas aéreas que llegan al rebaño. La sarna, que es una enfermedad contagiosa de la piel causada por un parásito llamado ácaro o el arador de la sarna, se introduce debajo de la piel de las ovejas. Allí comienza a alimentarse de las células superficiales y a producir una multitud de vesículas que producen picor. Esto afecta significativamente la calidad de la vida de las ovejas.
Las hace perder peso y perder su lana. Entiéndase, su protección contra el frío.
Phillip Keller, que fue pastor de ovejas antes de ser Pastor de una Iglesia, describe una cantidad increíble de moscas que atacan a las ovejas. Entre ellas encontramos los “warble flies ”(gorjeadas), las “botflies”, las “heelflies”, las “nose (nasal) flies”, las que vienen de los ciervos, las moscas negras, los mosquitos pequeños llamados jején y toda clase de parásito alado que pueda proliferar particularmente durante el verano. [4]
Hay enfermedades y plagas que pueden ser atendidas de forma individual. Hay otras que requieren que se le de tratamiento a todo el rebaño.
Es obvio que las conductas de las ovejas se afecta con estas enfermedades y con las plagas. En el caso de las plagas, Keller describe que esos insectos convierten los hermosos meses del verano en una temporada de tortura y de distracción para el rebaño. Las ovejas, dice él pueden volverse locas cuando son molestadas severamente por las moscas.[5] Hay moscas que no solo las pican, sino que insisten en depositar sus huevos en las membranas mucosas-húmedas de las narices de las ovejas. Cuando las moscas son exitosas en este intento, las larvas aparecen en pocos días y comienzan a labrarse el camino a través de los pasajes nasales, como gusanitos, hacia el cerebro de las ovejas. Allí, se apoderan de todos los tejidos y producen unos niveles de irritación e inflamación que son severos y espantosos.
En la búsqueda de aliviar esta tortura, las ovejas comienzan a golpear sus cabezas de forma deliberada contra los árboles, los postes, las rocas y los arbustos. En ocasiones comienza a frotar sus cabezas contra el suelo, trabarse en cualquier lugar que le permita frotar su cabeza y en casos de infecciones extremas, hasta matarse ellas mismas.
En ocasiones menos severas, estas infecciones pueden conducir a que las ovejas se queden ciegas o que pierdan gran parte de su capacidad visual.
Es por esto, dice Keller, que las ovejas parecen volverse locas cuando comienzan a sentir que las moscas han empezado a llegar. Hay que subrayar que no se trata de si estos insectos habrán de llegar. Esos insectos van a llegar. Es allí que a las ovejas les ataca el pánico y comienzan a buscar cómo escapar de sus atormentadores.
Keller dice que algunas comienzan a correr erráticamente sin parar, de pasto en pasto, con desesperación. Algunas corren tanto que caen al suelo exhaustas. Otras comienzan a sacudir sus cabezas constantemente durante horas. Otras deciden esconderse en los arbustos para buscar refugio, aumentando así los casos de ovejas perdidas, ovejas trabadas, ovejas expuestas a depredadores y ovejas que mueren por apartarse del rebaño. En otras ocasiones, hay ovejas que simplemente no quieren salir a pastar.
Estas enfermedades y estas plagas, y las distracciones que provocan producen efectos devastadores en todo el rebaño. La pérdida de peso es uno de los primeros indicadores de esto. Los corderos no son amamantados correctamente y comienzan a perder sus condiciones óptimas. O sea, que los primeros indicadores se ven en los hijos de las ovejas. La falta de crecimiento esperado es otra señal de alerta, un indicador de que esto está ocurriendo.
Muchas ovejas se lastiman o lastiman a otras ovejas en esas carreras provocadas por el pánico.
La buena noticia es que el Buen Pastor posee antibióticos y antivirales en su saco pastoril. La buena noticia es que el Buen Pastor también posee aceite para combatir la temporada de las moscas. Keller decía que él tomaba acción inmediata cuando aparecían las primeras señales, los primeros indicadores de que esa temporada había llegado. Había que aplicar el antídoto inmediatamente; en toda la cabeza.
Este pastor decía que él prefería utilizar un remedio casero compuesto por aceite de linaza (linseed oil), azufre y alquitrán (tar). Esa combinación no olía bien pero protegía a las ovejas. El Buen Pastor usa el aceite fresco de su Santo Espíritu. Ese aceite detiene el ataque de cualquier insecto parásito volador que quiera apoderarse de nuestras cabezas.
Hay que exclamar con gran emoción que esta unción produce unas transformaciones increíbles en las ovejas. Ese aceite cancela los agravantes, esa unción cancela la locura. Keller dice como una exclamación que esa unción extirpa la propensión a la irritabilidad, a los desvelos y a la impaciencia. Esa unción provoca que la oveja desee volver a ser apacentada. Esa unción provoca que ella permita que el Buen Pastor la lleve a verdes pastos y a las aguas de reposo.
Es obvio que las aplicaciones e interpretaciones de lo que significan las infecciones son muy distintas a lo que significan las plagas. Todas ellas son metáforas extraordinarias de lo que son las amenazas y los factores irritantes y destructivos de nuestra relación con Dios.
Keller describe que en muchas ocasiones, la primera señal de una plaga era encontrar una mosca en el aceite para ungir las ovejas. Es muy fácil descartar algo tan pequeño concluyendo que es insignificante y/o inofensivo. La realidad es que no lo es. Son esas pequeñas cosas las que dan inicio, las que abren las puertas a las plagas que le hacen daño a todo el rebaño. Esas pequeñas moscas terminan apoderándose del cerebro de las ovejas y provocando que ellas prefieran auto-destruirse. Hay que prestar atención a esos indicadores pequeños, la condición espiritual de los hijos de esas familias, el crecimiento y el desarrollo de esas ovejas. Hay que tomar acción.
Ya sabemos que sus comportamientos cambian, así como cambian sus patrones de descanso, de alimentación y de poder ser capaces de seguir las direcciones que ofrece el Buen Pastor.
En muchas ocasiones, el Buen Pastor tiene que proceder a guardar todo el rebaño para someter a tratamiento tanto a las ovejas afectadas como a las no afectadas. Las primeras tienen que ser tratadas para erradicar el problema , mientras que las segundas tienen que ser tratadas para cancelar las avenidas de contagio.
Estoy convencido de que el Buen Pastor lleva mucho tiempo examinando las plagas que han tocado a la Iglesia, Su Iglesia, en todo el planeta. La plaga de la complacencia con la nueva moralidad. La plaga de la complacencia con el asesinato de los no nacidos y del uso de sustancias controladas con la autorización del gobierno. La plaga de la pornografía y el mal uso de los medios de comunicación social. La plaga de la homosexualidad y el lesbianismo como una conducta aprobada y tolerada. La plaga de una adoración anfibia y repleta de sensualidad y de indicadores carnales.
Creo que es por esto que Él decidió guardar todo su rebaño. La Iglesia estaba enferma. Esto fue provocado porque la Iglesia en general había estado alimentándose de forrajes contaminados. Forrajes provistos por pastores irresponsables o por personas que no son pastores de ovejas. Estas plagas y estas infecciones fueron desatadas por forrajes contaminados por personas que invitamos a aprovisionar el rebaño y llegaron con sus ropas contaminadas. Esas infecciones fueron desarrolladas por la permisibilidad y la inclinación de los rebaños a ir alimentarse y a saciar su sed en cualquier lugar que les pareciera adecuado. Esto es, sin contar con la capacidad para discernir si esos pastos eran buenos.
La Iglesia de la posmodernidad posee los síntomas de un rebaño enfermo. Hay cabras en el rebaño, que nunca se enferman porque no son ovejas. Podemos afirmar que son hermanos que ni sienten ni padecen algunas de las enfermedades que sufren las ovejas. Hay en el rebaño ovejas que han dejado de rumiar, de adorar, que pasan de la excitación a la depresión con una velocidad inimaginable. Hay ovejas en el rebaño con dificultad para respirar, con movimientos descoordinados, sufriendo convulsiones espirituales y hasta la muerte espiritual. Hay ovejas en el rebaños abortando, o sin capacidad de reproducirse, sufriendo pérdida de peso y con insuficiencia reproductiva. Hay ovejas en el rebaño sufriendo enfermedades espirituales concurrentes, con artritis espiritual y con inflamación de los ojos.
Hay ovejas en el rebaño con abscesos espirituales, abscesos doctrinales, visibles que le hacen daño a su fe. Esos abscesos son más comunes detrás de las orejas, impidiéndoles escuchar, debajo de la mandíbula impidiéndoles comer, y entre las patas traseras, impidiéndoles caminar. Estos abscesos los han llevado a a la pérdida progresiva de peso.
Hay demasiadas ovejas en el rebaño que están deprimidas y que comen bien pero no pueden ganar peso espiritual. Hay ovejas anémicas y desnutridas; otras presentan cuadros de una pulmonía espiritual. Hay que aceptar con mucho dolor que hay ovejas autodestruyendo su relación con Dios. Hay ovejas que se les observa experimentando la reducción en la producción del alimento espiritual para los suyos. Se les observa dando vueltas en el mismo sitio, caminando en círculos y sufriendo abortos espirituales frecuentemente.
El COVID-19 es también una respuesta del Buen Pastor para comenzar los procesos de desintoxicación y de sanidad de Sus ovejas.
Hay que pedir al Pastor sufriente que cubra Su Iglesia con su sangre preciosa y haga venir sanidad sobre Su pueblo (Salmo 22). Hay que pedir al Señor que saque el alabastro que contienen ese aceite y que unja Su iglesia una y otra vez, hasta que se acaben las plagas y desaparezcan las enfermedades que nos atribulan (Salmo 23). Hay que pedir al Príncipe de los Pastores que exhiba el árbol de la vida sobre Su pueblo (Salmo 24). En ese árbol hay sanidad para las naciones (Apoc 22:1-2).
¡Este es el tiempo para el derramamiento de esa unción!
Referencias
[1] Kushner, Harold S.. The Lord Is My Shepherd (p. 114). Knopf Doubleday Publishing Group. Kindle Edition.
[2] Allen P. Ross . A commentary on the Psalms: Vol 1 (1-41). Grand Rapids: Kregel., 2011.
[3] http://iiad.tamu.edu/wp-content/uploads/2012/06/Meat-Goat-and-Sheep-Part-2-Spanish.pdf
[4] Keller, W. Phillip. A Shepherd Looks at Psalm 23 (pp. 102-109). Zondervan. Kindle Edition
[5] https://www.heraldo.es/noticias/aragon/mosca_esa_tiene_locas_mis_ovejas.html
[1] Kushner, Harold S.. The Lord Is My Shepherd (p. 114). Knopf Doubleday Publishing Group. Kindle Edition.
[2] Allen P. Ross . A commentary on the Psalms: Vol 1 (1-41). Grand Rapids: Kregel., 2011.
[3] http://iiad.tamu.edu/wp-content/uploads/2012/06/Meat-Goat-and-Sheep-Part-2-Spanish.pdf
[4] Keller, W. Phillip. A Shepherd Looks at Psalm 23 (pp. 102-109). Zondervan. Kindle Edition
[5] https://www.heraldo.es/noticias/aragon/mosca_esa_tiene_locas_mis_ovejas.html
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