April 8th, 2020
Nuestra reflexión anterior nos permitió comenzar a analizar los tres (3) salmos que David escribe cuando se refugia en la cueva de Adulam (1 Sam 22:1-3). Este hombre se refugió en esta cueva cuando huía de la furia y de las locuras del Rey Saúl. Ya sabemos que esos tres (3) salmos son el 142, el 57 y el 34.
En la reflexión anterior pudimos concluir que esa cueva fue transformada en una escuela. Este fenómeno de transformación se repite en muchas otras de las cuevas que aparecen en las narrativas bíblicas. Según el salmo 142, las primeras enseñanzas que David recibió allí tienen que ver con su vida de oración, de intimidad con Dios y con sus acercamientos e interpretación de lo que es la misericordia de Dios. Esto es lo que se recoge en el análisis del primer versículo de ese salmo. Veamos lo que dice el mismo:
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Recordemos que David se siente apresado en esa cueva, además de estar rodeado de familiares y de un grupo de personas afligidas, endeudadas y en amargura de espíritu.
El salmista nos deja saber en este salmo que una de las cosas que él hizo en la cueva fue aprovechar “la temporada” de ese encierro para exponer sus quejas y manifestar su angustia.
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La primera acción (“expondré”, H8210) es el mismo concepto que usa Ana para explicarle al Sumo Sacerdote Elí que ella no estaba ebria sino que estaba derramando su alma delante del Señor:
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Esta es la misma expresión que se usa para describir lo que hace el pueblo de Dios cuando el arca de Jehová es colocada en la casa de Abinadab (1 Sam 7:1-6). La Biblia dice allí que luego de quitar los ídolos de los baales y de Astarot, los Israelitas derramaron agua delante del Señor.
Este es un símbolo de humillación, porque éstas no se pueden volver a recoger (2 Sam 14:14), de humillación (Sal 42:4) y confesión (Sal 22:14) y de solicitud del derramamiento de la presencia de Dios (Isa 12:1-3). Ellos estaban ayunando, así que derramando agua, también señalaban que ese ayuno incluía no tomar agua.
Estamos convencidos de que esta es una temporada en la que se nos están proveyendo oportunidades únicas para hacer eso. Esto es, derramarnos delante del Señor, humillarnos delante de Él, hacer inventario del alma y del pensamiento, asegurarnos de que no queden allí baales ni Astarots; buscar el rostro del Señor.
La segunda expresión, “manifestaré” (H5046) describe ese proceso de conversar, declarar, manifestar todo lo que él siente. En este caso, el siente angustia, el pecho apretado; él está atribulado.
Es muy interesante todo este proceso porque describe que David aprendió en esa cueva que podía desahogarse delante del Señor. Él descubre que no existe alguien mejor que nuestro Dios para poder desahogarse.
¿No le parece que esto es maravilloso? Por un lado encontramos que David podía experimentar angustia. O sea, que si él podía experimentar lo que muchos han catalogado como “pecho apretado”, no nos debe sorprender que nosotros también lo experimentemos. La buena noticia es que David nos deja saber en este salmo que el remedio para esta situación incluye poder desahogarse delante de la presencia del Señor.
Algunos de los himnos que cantaban nuestros padres y nuestros abuelos expresaban esto con claridad.
Sufrir angustia no debe ser considerado como una señal de debilidad o falta de fe. Por el contrario, la Biblia nos enseña que hasta Jesucristo experimentó esto. Veamos:
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El concepto “perilupos ” (G4036) que usa Jesús en el Evangelio de Mateo describe la angustia. Es interesante que Jesús no deseaba estar sólo en medio de esa opresión. Quizás es por esto que Dios provocó que David estuviera acompañado en la cueva de Adulam.
En reflexiones anteriores hemos analizado lo que debemos hacer cuando llegan las angustias. Permítame repetir algunos de los consejos que nos ofrece la Palabra de Dios:
¿Cómo debemos orar cuando estamos angustiados?
Sal 4:1 (Pedir a Dios que nos haga ensanchar)
Sal 9:9 (Pedir a Dios que sea nuestro refugio)
Sal 18:6 (Hay que clamar a Dios)
Sal 22:11 (Pedir a Dios que esté cerca)
Gn 35:3 (Pedir a Dios que ande con nosotros)
Sal 31:7-9 (Pedir a Dios que me conozca y que me alegre; que ponga mis pies en lugar espacioso)
Sal 32:7 (Pedir a Dios que me guarde y me haga cantar)
Sal 37:39 (Pedir a Dios que sea mi fortaleza, me ayude y me libre)
Sal 50:15 (Pedir a Dios que me ayude y me libre de esta)
Estos pasajes bíblicos garantizan que el plan de Dios contiene las herramientas para que seamos libres de las angustias.
Ya hemos visto que el verso 1 del Salmo 142 nos dice que el programa de educación de la cueva de Adulam trasciende de la oración que se canta y la canción. Ese programa nos lleva a profundizar en dimensiones que no conocíamos de la misericordia del Señor. Ese programa trasciende en el verso 2 a una escuela de humillación, de arrepentimiento y de llanto. Se trata de una escuela en la que somos invitados a eliminar los ídolos que pueden quedar en nuestra mente y en el corazón. La escuela de la cueva nos lleva entonces a procurar ser libertados de la angustia.
Es muy impactante saber que es en el último salmo que se atribuye a esta colección de salmos de la cueva que David nos ofrece el testimonio de lo que hizo el Señor con las angustias que él sufría:
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Ese verso bíblico dice que el Señor le quitó la angustia a David en medio de esa cueva. ¡Alabado sea el Señor! La angustia no se le quitó luego de salir de esta. El Señor libertó a David en medio de la cueva. El Todopoderoso lo hizo con David y ha prometido hacerlo así con todos aquellos que busquen su rostro clamando a Él.
Las cuevas nuestras han sido ensambladas como reacción a la Pandemia del COVID-19. En estas cuevas se han estado recibiendo noticias constantes; noticias que producen angustia y dolor. La buena noticia es que Dios ha hecho provisión para que seamos libertados de esas angustias y de esos dolores.
Hay que señalar que el costo de esta escuela ha sido alto. Las vidas que se han perdido en todo el mundo nos obligan a replantear unas realidades que tenemos que atender como seres humanos en este planeta. Es cierto que hay algunos expertos declarando que es muy probable que al final los resultados esperados nos sean tan nefastos y aterradores como los que se han pronosticado. Todo esto, gracias a que decidimos obedecer y mantener el distanciamiento social. Pero aun así los resultados actuales son muy dolorosos.
¿Cómo luciremos al salir de esta cueva? El Señor nos invita a que aprovechemos las oportunidades que nos ofrecen nuestras respectivas cuevas. Aprendamos, maduremos, crezcamos, decidamos que vamos a permitir que se cumpla en nosotros la palabra que Dios le dio a Daniel:
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Concluyo con unas palabras de un compañero que pastorea en Australia y que colabora con mucha frecuencia con las Iglesias en Singapore:
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Chua Chung Kai, Pastor of Covenant Evangelical Free Church
En la reflexión anterior pudimos concluir que esa cueva fue transformada en una escuela. Este fenómeno de transformación se repite en muchas otras de las cuevas que aparecen en las narrativas bíblicas. Según el salmo 142, las primeras enseñanzas que David recibió allí tienen que ver con su vida de oración, de intimidad con Dios y con sus acercamientos e interpretación de lo que es la misericordia de Dios. Esto es lo que se recoge en el análisis del primer versículo de ese salmo. Veamos lo que dice el mismo:
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“1 Con mi voz clamaré a Jehová; Con mi voz pediré a Jehová misericordia. 2 Delante de él expondré mi queja; Delante de él manifestaré mi angustia. 3 Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda. En el camino en que andaba, me escondieron lazo. 4 Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida. 5 Clamé a ti, oh Jehová; Dije: Tú eres mi esperanza, Y mi porción en la tierra de los vivientes. 6 Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido. Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo. 7 Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre; Me rodearán los justos, Porque tú me serás propicio.” (Salmo 142, RV 1960)
Recordemos que David se siente apresado en esa cueva, además de estar rodeado de familiares y de un grupo de personas afligidas, endeudadas y en amargura de espíritu.
El salmista nos deja saber en este salmo que una de las cosas que él hizo en la cueva fue aprovechar “la temporada” de ese encierro para exponer sus quejas y manifestar su angustia.
"
“2 Delante de él expondré mi queja; Delante de él manifestaré mi angustia.”
La primera acción (“expondré”, H8210) es el mismo concepto que usa Ana para explicarle al Sumo Sacerdote Elí que ella no estaba ebria sino que estaba derramando su alma delante del Señor:
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“15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.” (1 Sam 1:15)
Esta es la misma expresión que se usa para describir lo que hace el pueblo de Dios cuando el arca de Jehová es colocada en la casa de Abinadab (1 Sam 7:1-6). La Biblia dice allí que luego de quitar los ídolos de los baales y de Astarot, los Israelitas derramaron agua delante del Señor.
Este es un símbolo de humillación, porque éstas no se pueden volver a recoger (2 Sam 14:14), de humillación (Sal 42:4) y confesión (Sal 22:14) y de solicitud del derramamiento de la presencia de Dios (Isa 12:1-3). Ellos estaban ayunando, así que derramando agua, también señalaban que ese ayuno incluía no tomar agua.
Estamos convencidos de que esta es una temporada en la que se nos están proveyendo oportunidades únicas para hacer eso. Esto es, derramarnos delante del Señor, humillarnos delante de Él, hacer inventario del alma y del pensamiento, asegurarnos de que no queden allí baales ni Astarots; buscar el rostro del Señor.
La segunda expresión, “manifestaré” (H5046) describe ese proceso de conversar, declarar, manifestar todo lo que él siente. En este caso, el siente angustia, el pecho apretado; él está atribulado.
Es muy interesante todo este proceso porque describe que David aprendió en esa cueva que podía desahogarse delante del Señor. Él descubre que no existe alguien mejor que nuestro Dios para poder desahogarse.
¿No le parece que esto es maravilloso? Por un lado encontramos que David podía experimentar angustia. O sea, que si él podía experimentar lo que muchos han catalogado como “pecho apretado”, no nos debe sorprender que nosotros también lo experimentemos. La buena noticia es que David nos deja saber en este salmo que el remedio para esta situación incluye poder desahogarse delante de la presencia del Señor.
Algunos de los himnos que cantaban nuestros padres y nuestros abuelos expresaban esto con claridad.
“El que habita al abrigo de Dios, muy feliz ciertamente será.
Dios dará, con sus ángeles protección y sus pies nunca resbalarán.
Oh, yo quiero habitar al abrigo de Dios, sólo allí encontraré paz y profundo amor
Mi delicia es con Él, comunión disfrutar, y por siempre su nombre alabar”[1]
Dios dará, con sus ángeles protección y sus pies nunca resbalarán.
Oh, yo quiero habitar al abrigo de Dios, sólo allí encontraré paz y profundo amor
Mi delicia es con Él, comunión disfrutar, y por siempre su nombre alabar”[1]
Sufrir angustia no debe ser considerado como una señal de debilidad o falta de fe. Por el contrario, la Biblia nos enseña que hasta Jesucristo experimentó esto. Veamos:
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“38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.” (Mat 26:38)
El concepto “perilupos ” (G4036) que usa Jesús en el Evangelio de Mateo describe la angustia. Es interesante que Jesús no deseaba estar sólo en medio de esa opresión. Quizás es por esto que Dios provocó que David estuviera acompañado en la cueva de Adulam.
En reflexiones anteriores hemos analizado lo que debemos hacer cuando llegan las angustias. Permítame repetir algunos de los consejos que nos ofrece la Palabra de Dios:
¿Cómo debemos orar cuando estamos angustiados?
Sal 4:1 (Pedir a Dios que nos haga ensanchar)
1 Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración.
Sal 9:9 (Pedir a Dios que sea nuestro refugio)
9 Jehová será refugio del pobre, Refugio para el tiempo de angustia. 10 En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron. 11 Cantad a Jehová, que habita en Sion; Publicad entre los pueblos sus obras.
Sal 18:6 (Hay que clamar a Dios)
6 En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
Sal 22:11 (Pedir a Dios que esté cerca)
11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; Porque no hay quien ayude. 12 Me han rodeado muchos toros; Fuertes toros de Basán me han cercado. 13 Abrieron sobre mí su boca Como león rapaz y rugiente.
Gn 35:3 (Pedir a Dios que ande con nosotros)
3 Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado.
Sal 31:7-9 (Pedir a Dios que me conozca y que me alegre; que ponga mis pies en lugar espacioso)
7 Me gozaré y alegraré en tu misericordia, Porque has visto mi aflicción; Has conocido mi alma en las angustias. 8 No me entregaste en mano del enemigo; Pusiste mis pies en lugar espacioso. 9 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo. 10 Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.
Sal 32:7 (Pedir a Dios que me guarde y me haga cantar)
7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah 8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. 9 No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti.
Sal 37:39 (Pedir a Dios que sea mi fortaleza, me ayude y me libre)
39 Pero la salvación de los justos es de Jehová. Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. 40 Jehová los ayudará y los librará; Los libertará de los impíos, y los salvará, Por cuanto en él esperaron.
Sal 50:15 (Pedir a Dios que me ayude y me libre de esta)
15 E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás.
Estos pasajes bíblicos garantizan que el plan de Dios contiene las herramientas para que seamos libres de las angustias.
Ya hemos visto que el verso 1 del Salmo 142 nos dice que el programa de educación de la cueva de Adulam trasciende de la oración que se canta y la canción. Ese programa nos lleva a profundizar en dimensiones que no conocíamos de la misericordia del Señor. Ese programa trasciende en el verso 2 a una escuela de humillación, de arrepentimiento y de llanto. Se trata de una escuela en la que somos invitados a eliminar los ídolos que pueden quedar en nuestra mente y en el corazón. La escuela de la cueva nos lleva entonces a procurar ser libertados de la angustia.
Es muy impactante saber que es en el último salmo que se atribuye a esta colección de salmos de la cueva que David nos ofrece el testimonio de lo que hizo el Señor con las angustias que él sufría:
"
“6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.” (Sal 34:6)
Ese verso bíblico dice que el Señor le quitó la angustia a David en medio de esa cueva. ¡Alabado sea el Señor! La angustia no se le quitó luego de salir de esta. El Señor libertó a David en medio de la cueva. El Todopoderoso lo hizo con David y ha prometido hacerlo así con todos aquellos que busquen su rostro clamando a Él.
Las cuevas nuestras han sido ensambladas como reacción a la Pandemia del COVID-19. En estas cuevas se han estado recibiendo noticias constantes; noticias que producen angustia y dolor. La buena noticia es que Dios ha hecho provisión para que seamos libertados de esas angustias y de esos dolores.
Hay que señalar que el costo de esta escuela ha sido alto. Las vidas que se han perdido en todo el mundo nos obligan a replantear unas realidades que tenemos que atender como seres humanos en este planeta. Es cierto que hay algunos expertos declarando que es muy probable que al final los resultados esperados nos sean tan nefastos y aterradores como los que se han pronosticado. Todo esto, gracias a que decidimos obedecer y mantener el distanciamiento social. Pero aun así los resultados actuales son muy dolorosos.
¿Cómo luciremos al salir de esta cueva? El Señor nos invita a que aprovechemos las oportunidades que nos ofrecen nuestras respectivas cuevas. Aprendamos, maduremos, crezcamos, decidamos que vamos a permitir que se cumpla en nosotros la palabra que Dios le dio a Daniel:
"
“3 Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.” (Dan 12:3, RV 1960)
Concluyo con unas palabras de un compañero que pastorea en Australia y que colabora con mucha frecuencia con las Iglesias en Singapore:
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“These are gospel moments. We can spread love, not fear, nor the virus. Let’s not waste this epidemic.”[2]
Chua Chung Kai, Pastor of Covenant Evangelical Free Church
Referencias
[1] Segunda estrofa y el coro del himno “El que habita al abrigo de Dios.”
[2] https://www.christianitytoday.com/ct/2020/march-web-only/7-lessons-covid-19-coronavirus-churches-singapore-us-europe.html
[1] Segunda estrofa y el coro del himno “El que habita al abrigo de Dios.”
[2] https://www.christianitytoday.com/ct/2020/march-web-only/7-lessons-covid-19-coronavirus-churches-singapore-us-europe.html
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AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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