August 26th, 2020
Hoy damos inicio a una nueva serie de reflexiones. La hemos titulado “Alabanzas para el alma: oraciones que nos hacen cantar.” Esta nueva serie ha sido inspirada por las experiencias relacionadas a la pandemia causada por el Sars-Cov-2 (“Severe acute respiratory syndrome coronavirus 2”), mejor conocida como COVID-19. Esta pandemia ha provocado que la inmensa mayoría de nosotros estemos exhaustos, experimentando el síndrome de la quemazón (“burn out”) o la fatiga por compasión (“compassion fatigue”).
El “burnout” es el resultado del estrés que surge de la interacción con el entorno del trabajo, mientras que la fatiga de compasión se desarrolla específicamente de la relación entre el clínico y el paciente. Las dimensiones del burnout incluyen agotamiento emocional, sentimientos de cinismo y despersonalización (indiferencia del trabajo), y una sensación de inefectividad y ausencia de logros personales. En este síndrome se genera: tensión, ansiedad, miedo, depresión, hostilidad abierta o encubierta[1].
Por otro lado, la fatiga de compasión ha sido descrita como el “costo de cuidar” a los demás que sufren dolor emocional, que conduce a los profesionales de ayuda a abandonar su trabajo con personas traumatizadas. Algunos investigadores consideran que la fatiga de compasión es similar al trastorno por estrés postraumático (PTSD). En contraste con el “burnout”, los profesionales sanitarios con fatiga de compasión, todavía pueden cuidar e involucrarse con sus pacientes, aunque de forma comprometida. La fatiga de compasión puede conducir al “burnout.”
Los síntomas de la fatiga de compasión son paralelos en 3 esferas de la sintomatología clásica del PTSD: excitación, evitación y re-experimentación. [2]
La excitación, se refiere a problemas de sueño, irritabilidad o estallidos de ira, e hipervigilancia. La evitación, “no queriendo volver ahí otra vez” y deseo de evitar los pensamientos, sentimientos y conversaciones asociadas con el dolor del paciente y el sufrimiento y la re experimentación, son pensamientos o sueños intrusivos, y el “distress” psicológico o fisiológico en respuesta a los recuerdos del trabajo con los moribundos.[3]
Dentro de los propósitos de estas reflexiones se incluye el anhelo de proveer ayudas y recursos terapéuticos cristianos para ayudar a todos los participantes de estos bloques de reflexión a manejar estas reacciones. Además, pretendemos proveer herramientas bíblicas, teológicas y pastorales que ayuden a afinar la espiritualidad cristiana de aquellos que leen estas columnas y de aquellos que nos escuchan. Otro propósito es poder proveer recursos exegéticos, para el análisis, la interpretación y la aplicación de los textos bíblicos. Creemos que estos recursos pueden enriquecer la vida y el alma de los creyentes que amamos al Señor Jesucristo.
Hemos seleccionado el libro de los Salmos para esta tarea. Este libro es sin duda alguna una de las porciones más maravillosas de las Sagradas Escrituras. Este libro ha sido y sigue siendo una bendición para el pueblo de Dios a través de las generaciones. Este dato es tan relevante que podemos encontrar a millones de creyentes citando porciones de los salmos diariamente. Aún más, podemos encontrar que los mismos escritores del Antiguo y del Nuevo Testamento citan algunos de los versos de los salmos con mucha frecuencia. Algunos ejemplos de esto los encontramos cuando las multitudes recibían a Jesús citando algunos de los salmos (Mcs 11:9; Sal 118:26) [4]. También, cuando encontramos a la Iglesia del Nuevo Testamento cantando y orando con los salmos:
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Los salmos son tan especiales que encontramos a Jesús citándolos desde la Cruz del Calvario (Sal 22:1) y cumpliendo con su pasión y su muerte lo que dicen algunos de estos (Sal 22:18; 69:21).
Todo esto comprueba que el libro de los Salmos es sin duda alguna un corte transversal de la revelación de Dios para Israel y para la Iglesia. Al mismo tiempo, este libro nos permite responder por fe a la revelación de Dios. Este libro se convierte en una ventana que nos permite contemplar la fe que exhibían hermanos nuestros hace más de dos milenios. Dios los inspiró para que ellos nos pudieran invitar a experimentar el cuidado, la protección, la gracia y la misericordia del Señor tal y como ellos las pudieron experimentar. Ellos contemplaron la gloria de Dios en el Monte de Sion, la fidelidad de Dios desde los patriarcas hasta la obtención de las promesas; la tierra prometida. Es cierto que ellos no se percataron de que estaba estableciendo las bases para que nosotros pudiéramos recibir y disfrutar del Verbo de Dios encarnado: Jescuristo. No obstante cantaron y profetizaron acerca de nuestro Señor y Salvador.[5]
Afirmamos que este libro sirve como una receta divina para la Iglesia. A través de sus páginas podemos contemplar la revelación de la grandeza, la magnificencia, de lo maravilloso y de la sabiduría de nuestro Dios.[6]
El libro de los salmos no solo quiere proveer información a nuestro intelecto, sino que procura estimular nuestra imaginación, despertar nuestras emociones y estremecernos para que abracemos pensamientos y acciones santas; acciones que sirvan como una ofrenda de gratitud a Dios[7].
Otra razón de peso para utilizar este libro es que el Rey David escribió muchos de los salmos que encontramos en la Biblia.
Es obvio que no podemos analizar todo el libro de los salmos en estas reflexiones. Es por eso que estaremos proveyendo información acerca de recursos que nuestros lectores pueden acceder para subsanar ese déficit. Estas reflexiones estarán limitadas a la selección de varios de los salmos que nos pueden ayudar a trabajar con los propósitos y las necesidades antes indicadas.
Hace algunos años dedicamos varios meses al análisis de este libro. La perspectiva que nos guió en esa ocasión era muy diferente a la que seguiremos en esta serie. No obstante, nos parece adecuado compartir la siguiente reflexión acerca del poder transformador y terapéutico que poseen los salmos. A continuación algunas notas de esa reflexión que fue publicada el 17 de julio de 2005:
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Sabemos que nos espera una época de mucho trabajo luego de esta pandemia. Es obvio que el cansancio, la fatiga y la quemazón provocada por esta pueden limitar nuestras fuerzas y nuestras capacidades para ello. Es por esto que necesitamos utilizar los mejores recursos, los bíblicos y espirituales, para poder estar en condiciones de convertirnos en facilitadores de esta tarea y no en unas cargas. Así nos ayude Dios.
El “burnout” es el resultado del estrés que surge de la interacción con el entorno del trabajo, mientras que la fatiga de compasión se desarrolla específicamente de la relación entre el clínico y el paciente. Las dimensiones del burnout incluyen agotamiento emocional, sentimientos de cinismo y despersonalización (indiferencia del trabajo), y una sensación de inefectividad y ausencia de logros personales. En este síndrome se genera: tensión, ansiedad, miedo, depresión, hostilidad abierta o encubierta[1].
Por otro lado, la fatiga de compasión ha sido descrita como el “costo de cuidar” a los demás que sufren dolor emocional, que conduce a los profesionales de ayuda a abandonar su trabajo con personas traumatizadas. Algunos investigadores consideran que la fatiga de compasión es similar al trastorno por estrés postraumático (PTSD). En contraste con el “burnout”, los profesionales sanitarios con fatiga de compasión, todavía pueden cuidar e involucrarse con sus pacientes, aunque de forma comprometida. La fatiga de compasión puede conducir al “burnout.”
Los síntomas de la fatiga de compasión son paralelos en 3 esferas de la sintomatología clásica del PTSD: excitación, evitación y re-experimentación. [2]
La excitación, se refiere a problemas de sueño, irritabilidad o estallidos de ira, e hipervigilancia. La evitación, “no queriendo volver ahí otra vez” y deseo de evitar los pensamientos, sentimientos y conversaciones asociadas con el dolor del paciente y el sufrimiento y la re experimentación, son pensamientos o sueños intrusivos, y el “distress” psicológico o fisiológico en respuesta a los recuerdos del trabajo con los moribundos.[3]
Dentro de los propósitos de estas reflexiones se incluye el anhelo de proveer ayudas y recursos terapéuticos cristianos para ayudar a todos los participantes de estos bloques de reflexión a manejar estas reacciones. Además, pretendemos proveer herramientas bíblicas, teológicas y pastorales que ayuden a afinar la espiritualidad cristiana de aquellos que leen estas columnas y de aquellos que nos escuchan. Otro propósito es poder proveer recursos exegéticos, para el análisis, la interpretación y la aplicación de los textos bíblicos. Creemos que estos recursos pueden enriquecer la vida y el alma de los creyentes que amamos al Señor Jesucristo.
Hemos seleccionado el libro de los Salmos para esta tarea. Este libro es sin duda alguna una de las porciones más maravillosas de las Sagradas Escrituras. Este libro ha sido y sigue siendo una bendición para el pueblo de Dios a través de las generaciones. Este dato es tan relevante que podemos encontrar a millones de creyentes citando porciones de los salmos diariamente. Aún más, podemos encontrar que los mismos escritores del Antiguo y del Nuevo Testamento citan algunos de los versos de los salmos con mucha frecuencia. Algunos ejemplos de esto los encontramos cuando las multitudes recibían a Jesús citando algunos de los salmos (Mcs 11:9; Sal 118:26) [4]. También, cuando encontramos a la Iglesia del Nuevo Testamento cantando y orando con los salmos:
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26 ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación. (1 Cor 14:26)
18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. (Efe 5:18-20)
16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. (Col 3:16)
18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. (Efe 5:18-20)
16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. (Col 3:16)
Los salmos son tan especiales que encontramos a Jesús citándolos desde la Cruz del Calvario (Sal 22:1) y cumpliendo con su pasión y su muerte lo que dicen algunos de estos (Sal 22:18; 69:21).
Todo esto comprueba que el libro de los Salmos es sin duda alguna un corte transversal de la revelación de Dios para Israel y para la Iglesia. Al mismo tiempo, este libro nos permite responder por fe a la revelación de Dios. Este libro se convierte en una ventana que nos permite contemplar la fe que exhibían hermanos nuestros hace más de dos milenios. Dios los inspiró para que ellos nos pudieran invitar a experimentar el cuidado, la protección, la gracia y la misericordia del Señor tal y como ellos las pudieron experimentar. Ellos contemplaron la gloria de Dios en el Monte de Sion, la fidelidad de Dios desde los patriarcas hasta la obtención de las promesas; la tierra prometida. Es cierto que ellos no se percataron de que estaba estableciendo las bases para que nosotros pudiéramos recibir y disfrutar del Verbo de Dios encarnado: Jescuristo. No obstante cantaron y profetizaron acerca de nuestro Señor y Salvador.[5]
Afirmamos que este libro sirve como una receta divina para la Iglesia. A través de sus páginas podemos contemplar la revelación de la grandeza, la magnificencia, de lo maravilloso y de la sabiduría de nuestro Dios.[6]
El libro de los salmos no solo quiere proveer información a nuestro intelecto, sino que procura estimular nuestra imaginación, despertar nuestras emociones y estremecernos para que abracemos pensamientos y acciones santas; acciones que sirvan como una ofrenda de gratitud a Dios[7].
Otra razón de peso para utilizar este libro es que el Rey David escribió muchos de los salmos que encontramos en la Biblia.
Es obvio que no podemos analizar todo el libro de los salmos en estas reflexiones. Es por eso que estaremos proveyendo información acerca de recursos que nuestros lectores pueden acceder para subsanar ese déficit. Estas reflexiones estarán limitadas a la selección de varios de los salmos que nos pueden ayudar a trabajar con los propósitos y las necesidades antes indicadas.
Hace algunos años dedicamos varios meses al análisis de este libro. La perspectiva que nos guió en esa ocasión era muy diferente a la que seguiremos en esta serie. No obstante, nos parece adecuado compartir la siguiente reflexión acerca del poder transformador y terapéutico que poseen los salmos. A continuación algunas notas de esa reflexión que fue publicada el 17 de julio de 2005:
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“Visitando el Salterio
Cuando Anatoly Sharansky[8] dejó la prisión, uno de los primeros lugares que pidió visitar fue el Muro de los Lamentos en Jerusalén. Después de todo, los últimos 9 años de su vida los había pasado como un “Prisionero de Sión,” nombre con el que se acostumbraba llamar a aquellos judíos condenados a prisión por el gobierno Soviético por un delito muy singular; querer dejar el suelo soviético para migrar a Israel. Allí, condenado a trabajos forzados, el aislamiento, la opresión, la miseria, el sufrimiento y una angustia indescriptible amenazaban su vida, así como su salud mental. Del relato de Sharansky se desprende que lo único que tenía disponible para poder mantenerse equilibrado y con capacidad para resistir los embates de ese infierno, era una copia del Salterio Hebreo. Este, confiesa Sharansky, sostuvo su espíritu, le dio fuerzas para resistir las atrocidades sufridas en esa prisión y le ayudó a mantener viva la esperanza. Cuando Sharansky llegó ante el muro, allí recitó el libro como solía hacerlo en prisión y tal como fue enseñado desde su niñez.
Cuando Anatoly Sharansky[8] dejó la prisión, uno de los primeros lugares que pidió visitar fue el Muro de los Lamentos en Jerusalén. Después de todo, los últimos 9 años de su vida los había pasado como un “Prisionero de Sión,” nombre con el que se acostumbraba llamar a aquellos judíos condenados a prisión por el gobierno Soviético por un delito muy singular; querer dejar el suelo soviético para migrar a Israel. Allí, condenado a trabajos forzados, el aislamiento, la opresión, la miseria, el sufrimiento y una angustia indescriptible amenazaban su vida, así como su salud mental. Del relato de Sharansky se desprende que lo único que tenía disponible para poder mantenerse equilibrado y con capacidad para resistir los embates de ese infierno, era una copia del Salterio Hebreo. Este, confiesa Sharansky, sostuvo su espíritu, le dio fuerzas para resistir las atrocidades sufridas en esa prisión y le ayudó a mantener viva la esperanza. Cuando Sharansky llegó ante el muro, allí recitó el libro como solía hacerlo en prisión y tal como fue enseñado desde su niñez.
La historia de Anatoly es una que se ha repetido a través de la historia en innumerables ocasiones. Esto nos lleva a preguntarnos lo siguiente; ¿qué características posee el libro de los Salmos para que este pueda producir este tipo de reacciones en sus lectores? Sabemos que este libro se distingue de los otros libros que componen el Canon del Antiguo Testamento por varias razones. Entre las más importantes encontramos una que me parece extraordinaria. En los otros libros del Antiguo Testamento, por lo general, encontraremos a Dios tratando de acercarse al ser humano. Sí, en ellos casi siempre veremos los hechos portentosos de Dios buscando acercarse a la corona de su Creación. En cambio, en el libro de los Salmos, los eventos se invierten y casi siempre encontraremos al ser humano buscando acercarse a Dios. En los Salmos, el alma del ser humano va más allá de los límites del confinamiento terreno para buscar, encontrar y dialogar con el Creador.
En los Salmos, la iniciativa es humana, el lenguaje es humano. Son seres humanos buscando comunicar a Dios sus anhelos, deseos, alabanzas, y emociones; también sus dolores, frustraciones, temores, angustias y corajes. Allí, el alma recurre a oraciones, lamentos, canciones, himnos, súplicas, confesiones y cantos producidos por la sed que se desata cuando se anda en la búsqueda de las respuestas del Señor de la vida. Más de uno de nosotros, al quedarnos sin palabras en medio de la oración, del ruego, o de la alabanza, hemos experimentado como uno de los Salmos se presenta ante nosotros con las palabras exactas que hemos deseado expresar. Esto es así, porque como dice Nahum Sarna; “a pesar de que el libro posee un carácter multifacético, con varios niveles de interpretación, el genio del libro consiste en que siempre puede ser entendido de manera personal, como una manifestación del alma-vida de un individuo, o como una preocupación por la vida o por la fe de una comunidad o de una persona. Sus composiciones parecen ser siempre frescas y el mensaje y las enseñanzas que comunica son siempre significativas y actualizadas.” (“On the Book of Psalms,” Nahum M. Sarna, NY: Shocken Books, p4, 1993).
¡Cuánto pueden significar para un creyente las palabras del Salmo 23 o del 91!
Ahora bien, casi siempre nos limitamos a ver este libro como uno de grandes expresiones y modelos de adoración; pero en éste hay mucho más. Del estudio del libro de los Salmos obtenemos conclusiones medulares que bien vale la pena compartir en esta reflexión introductoria. Una de ellas, que no importa cuán marcado sea el desarrollo de la injusticia y de la inmoralidad, la vida del ser humano es y será gobernada por Dios. Es por esto que los salmistas claman a Dios por justicia y acuden a él para exponer las injusticias que viven o que atestiguan. La convicción de que Dios es rector final de todo capacita a los salmistas a acudir al Eterno pidiendo su intervención. Otra conclusión es que los salmistas con su lenguaje implican que los seres humanos poseemos poder para transformar nuestras sociedades, sin importar cuan invulnerables parezcan las fuerzas que amenazan la misma. Sí, los salmistas establecen que Dios nos ha dado poder y herramientas para esto. Una de las herramientas más poderosas: el testimonio.
Ese libro tan interesante sube desde hoy como terreno de estudio y como herramienta para confrontarnos como creyentes y como seres humanos. Si todo transcurre como esperamos, los salmistas nos concederán un poco de espacio “para respirar” a finales de este año.
Para comprender mejor este libro, es necesario mirar algunos aspectos estructurales que le conforman. El libro es conocido en el idioma español como Salmos, debido al concepto Griego “psalmos”, usado para traducir el concepto Hebreo “mizmor”; un término técnico usado para describir una canción cantada con el acompañamiento de instrumentos musicales.1 Construyendo sobre ese concepto hebreo, que aparece 57 veces como título de alguno salmos, algunos rabinos han llamado el libro entero “mizmoroth” 2 (plural de mizmor). Sin embargo, el nombre Hebreo con el que se conoce éste (de manera oficial) es “Sepher Tehillim”, “Libro de Alabanzas.” Una segunda tradición Griega (Código Alejandrino, 5to siglo) llamó a este libro “Psalteriou”, de donde se derivó el nombre en Latín “Psalterium”, y el Inglés “Psalter”.
El libro de los salmos está compuesto por 150 composiciones, 2,461 versículos y está dividido en 5 secciones. Cada una de ellas concluye con una bendición o doxología (Sal 41:13; 72:19–20; 89:52; 106:48; el Sal 150 es una doxología en su totalidad). Algunos de los salmos pueden ser tan antiguos como de la época de Moisés o tan recientes como del cautiverio babilónico. Entre sus escritores encontraremos a David, Coré, Asaf, y Moisés.
Es mi oración que el Señor nos ayude en esta travesía que comenzamos hoy. Sí, que nos ayude a encontrar dirección y respuestas. Dirección para nuestras vidas en medio de un Puerto Rico que cuando creemos que no parece poseer más espacio para complicaciones y malos ratos, casi siempre nos sorprende con algo más. Respuestas para nuestras vidas, la vida de nuestras familias y la de nuestra iglesia. Es mi oración que en el estudio de este libro el Señor nos permita crecer como creyentes y que nuestra relación con él crezca. Es mi oración que a través del estudio de este libro el Señor nos provoque a una dimensión de adoración nunca antes experimentada entre las filas y las vidas de la comunidad de fe en la que hemos sido llamados a adorar y a servir. Te invito a que compartas estas peticiones en tus oraciones y juntos nos embarquemos en esta travesía de fe.”
[1 Joseph H. Thayer, A Greek-English Lexicon of the New Testament. 4th ed. (Edinburgh: T. & T. Clark, 1901), 675.
En los Salmos, la iniciativa es humana, el lenguaje es humano. Son seres humanos buscando comunicar a Dios sus anhelos, deseos, alabanzas, y emociones; también sus dolores, frustraciones, temores, angustias y corajes. Allí, el alma recurre a oraciones, lamentos, canciones, himnos, súplicas, confesiones y cantos producidos por la sed que se desata cuando se anda en la búsqueda de las respuestas del Señor de la vida. Más de uno de nosotros, al quedarnos sin palabras en medio de la oración, del ruego, o de la alabanza, hemos experimentado como uno de los Salmos se presenta ante nosotros con las palabras exactas que hemos deseado expresar. Esto es así, porque como dice Nahum Sarna; “a pesar de que el libro posee un carácter multifacético, con varios niveles de interpretación, el genio del libro consiste en que siempre puede ser entendido de manera personal, como una manifestación del alma-vida de un individuo, o como una preocupación por la vida o por la fe de una comunidad o de una persona. Sus composiciones parecen ser siempre frescas y el mensaje y las enseñanzas que comunica son siempre significativas y actualizadas.” (“On the Book of Psalms,” Nahum M. Sarna, NY: Shocken Books, p4, 1993).
¡Cuánto pueden significar para un creyente las palabras del Salmo 23 o del 91!
Ahora bien, casi siempre nos limitamos a ver este libro como uno de grandes expresiones y modelos de adoración; pero en éste hay mucho más. Del estudio del libro de los Salmos obtenemos conclusiones medulares que bien vale la pena compartir en esta reflexión introductoria. Una de ellas, que no importa cuán marcado sea el desarrollo de la injusticia y de la inmoralidad, la vida del ser humano es y será gobernada por Dios. Es por esto que los salmistas claman a Dios por justicia y acuden a él para exponer las injusticias que viven o que atestiguan. La convicción de que Dios es rector final de todo capacita a los salmistas a acudir al Eterno pidiendo su intervención. Otra conclusión es que los salmistas con su lenguaje implican que los seres humanos poseemos poder para transformar nuestras sociedades, sin importar cuan invulnerables parezcan las fuerzas que amenazan la misma. Sí, los salmistas establecen que Dios nos ha dado poder y herramientas para esto. Una de las herramientas más poderosas: el testimonio.
Ese libro tan interesante sube desde hoy como terreno de estudio y como herramienta para confrontarnos como creyentes y como seres humanos. Si todo transcurre como esperamos, los salmistas nos concederán un poco de espacio “para respirar” a finales de este año.
Para comprender mejor este libro, es necesario mirar algunos aspectos estructurales que le conforman. El libro es conocido en el idioma español como Salmos, debido al concepto Griego “psalmos”, usado para traducir el concepto Hebreo “mizmor”; un término técnico usado para describir una canción cantada con el acompañamiento de instrumentos musicales.1 Construyendo sobre ese concepto hebreo, que aparece 57 veces como título de alguno salmos, algunos rabinos han llamado el libro entero “mizmoroth” 2 (plural de mizmor). Sin embargo, el nombre Hebreo con el que se conoce éste (de manera oficial) es “Sepher Tehillim”, “Libro de Alabanzas.” Una segunda tradición Griega (Código Alejandrino, 5to siglo) llamó a este libro “Psalteriou”, de donde se derivó el nombre en Latín “Psalterium”, y el Inglés “Psalter”.
El libro de los salmos está compuesto por 150 composiciones, 2,461 versículos y está dividido en 5 secciones. Cada una de ellas concluye con una bendición o doxología (Sal 41:13; 72:19–20; 89:52; 106:48; el Sal 150 es una doxología en su totalidad). Algunos de los salmos pueden ser tan antiguos como de la época de Moisés o tan recientes como del cautiverio babilónico. Entre sus escritores encontraremos a David, Coré, Asaf, y Moisés.
Es mi oración que el Señor nos ayude en esta travesía que comenzamos hoy. Sí, que nos ayude a encontrar dirección y respuestas. Dirección para nuestras vidas en medio de un Puerto Rico que cuando creemos que no parece poseer más espacio para complicaciones y malos ratos, casi siempre nos sorprende con algo más. Respuestas para nuestras vidas, la vida de nuestras familias y la de nuestra iglesia. Es mi oración que en el estudio de este libro el Señor nos permita crecer como creyentes y que nuestra relación con él crezca. Es mi oración que a través del estudio de este libro el Señor nos provoque a una dimensión de adoración nunca antes experimentada entre las filas y las vidas de la comunidad de fe en la que hemos sido llamados a adorar y a servir. Te invito a que compartas estas peticiones en tus oraciones y juntos nos embarquemos en esta travesía de fe.”
[1 Joseph H. Thayer, A Greek-English Lexicon of the New Testament. 4th ed. (Edinburgh: T. & T. Clark, 1901), 675.
2 Ver referencia del Talmud de Jerusalem en Nahum Sarna, Encyclopaedia Judaica (Jerusalem: Keter, 1972), s.v. “Psalms, Book of” 13:1303.]
Sabemos que nos espera una época de mucho trabajo luego de esta pandemia. Es obvio que el cansancio, la fatiga y la quemazón provocada por esta pueden limitar nuestras fuerzas y nuestras capacidades para ello. Es por esto que necesitamos utilizar los mejores recursos, los bíblicos y espirituales, para poder estar en condiciones de convertirnos en facilitadores de esta tarea y no en unas cargas. Así nos ayude Dios.
Referencias
[1]https://www.researchgate.net/publication/268334069_Risk_for_Burnout_and_Compassion_Fatigue_and_Potential_for_Compassion_Satisfaction_Among_Clergy_Implications_for_Social_Work_and_Religious_Organizations.
[2] http://files.cscolumbretes.webnode.es/200001076-b6cebb7c89/Burnout y Fatiga de la Compasión.pdf
[3] http://files.cscolumbretes.webnode.es/200001076-b6cebb7c89/Burnout y Fatiga de la Compasión.pdf
[4] El texto hebreo de este salmo dice “hossana” en el verso 26.
[5] VanGemeren, Willem A.. Psalms (The Expositor's Bible Commentary) (Kindle Location 2349). Zondervan Academic. Kindle Edition.
[6] Ibid.
[7] Longman,Tremper . Psalms: 15-16 (Tyndale Old Testament Commentaries) (p. 9). InterVarsity Press. Kindle Edition.
[8] https://www.jewishvirtuallibrary.org/natan-anatoly-sharansky.
[1]https://www.researchgate.net/publication/268334069_Risk_for_Burnout_and_Compassion_Fatigue_and_Potential_for_Compassion_Satisfaction_Among_Clergy_Implications_for_Social_Work_and_Religious_Organizations.
[2] http://files.cscolumbretes.webnode.es/200001076-b6cebb7c89/Burnout y Fatiga de la Compasión.pdf
[3] http://files.cscolumbretes.webnode.es/200001076-b6cebb7c89/Burnout y Fatiga de la Compasión.pdf
[4] El texto hebreo de este salmo dice “hossana” en el verso 26.
[5] VanGemeren, Willem A.. Psalms (The Expositor's Bible Commentary) (Kindle Location 2349). Zondervan Academic. Kindle Edition.
[6] Ibid.
[7] Longman,Tremper . Psalms: 15-16 (Tyndale Old Testament Commentaries) (p. 9). InterVarsity Press. Kindle Edition.
[8] https://www.jewishvirtuallibrary.org/natan-anatoly-sharansky.
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February
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March
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April
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AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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