December 7th, 2020
Hemos comenzado el análisis del Salmo 91. Un dato importantísimo que hay que destacar es que el escritor de este salmo privilegia el uso de cuatro (4) nombres de Dios. Estos cuatro nombres son identificados en los primeros dos (2) versos del Salmo:
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Estos nombres revelan el conocimiento que el escritor de este salmo poseía acerca de Dios y la relación que él tenía con el Eterno. Lo que esto significa es que este escritor utiliza este salmo para describir la naturaleza del Dios a quien este salmista sirve.
Hay algunos pseudo intérpretes modernos que han dicho que todo lo que se describe en este salmo ocurre en la mente de aquellos que hacen suyas las aseveraciones que encontramos aquí. Nada más lejos de la verdad. Los nombres de Dios que este escritor escoge no solo describen su conocimiento acerca de Dios, sino los resultados de una relación personal e íntima con el Señor. Este hombre conoce a Dios de manera personal, ha experimentado la revelación del Eterno de muchas formas y reconoce que no se puede vivir fuera de esa Presencia y de ese cuidado.
Los seres humanos pueden existir fuera de la presencia del Dios que se nos describe en este salmo. Sin embargo, las realidades que enfrentamos en la vida no nos permitirán trascender la existencia para alcanzar vivir la vida que ofrece Dios a menos que hayamos decidido habitar en la Presencia del Todopoderoso. Estas son las expresiones de una especialista en espiritualidad Cristiana del Siglo 16, Teresa de Ávila:[1]
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Esta poetisa describe en el primer poema que aun cuando podamos vivir en esta vida arropados por la presencia del Señor, nuestra vida estará incompleta. La única forma de vivir a plenitud es morar directamente en la presencia del Eterno Dios cuando nos mudemos a vivir con Él en la Eternidad. El segundo poema declara que un creyente que ha encontrado la habitación secreta del Altísimo, ya no desea nada más porque todo lo que él pueda necesitar ya ha sido satisfecho por esa presencia sempiterna.
El primer nombre que el salmista escoge para hablar de Dios en el Salmo 91 es el Altísimo, el “ʽĚlyôn”, (H5945). Este nombre describe a Dios como el Más Alto, el Monarca Supremo, Aquél que está elevado sobre todas las cosas y que no existe nada ni nadie sobre Él.
El pueblo de Israel escogió describir a Dios con este término para subrayar su fe monoteísta, fe en un solo Dios. Esta selección no fue una al azar. La Biblia dice que mucho antes que el pueblo de Israel existiera ya existían sacerdotes que sólo servían al Dios Altísimo; al “ʽĚlyôn”. Uno de ellos es Melquisedec.,
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Melquisedec es el rey de Salem (antiguo nombre de la ciudad de Jerusalén). Hay que puntualizar que él era sacerdote del “ʽĚlyôn” y todo esto desde antes de que Abraham viera el cumplimiento de la promesa acerca de Isaac su hijo. O sea, desde antes que el pueblo de Israel existiera. Es muy interesante este dato porque en el Nuevo Testamento se utiliza esta figura enigmática, la de Melquisedec para desarrollar la metáfora de Jesucristo nuestro Señor y Salvador en una de sus funciones; como Sumo Sacerdote delante del Padre Celestial:
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Por otro lado, la Biblia también describe a un profeta de Moab que utilizaba ese nombre para referirse al Dios Altísimo. Ese nombre fue utilizado particularmente cuando este profeta recibió la revelación acerca del futuro de Israel, el pueblo de Dios. Se trata del profeta Balaam:
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Hay que subrayar que Balaam se refiere a Dios como el Altísimo, el “ʽĚlyôn”, cuando recibe la revelación que de ese pueblo que él veía marchando en el desierto saldría un Rey, una Estrella, un cetro que haría justicia a toda la humanidad: los hijos de Set.
Al mismo tiempo, Moisés utiliza el nombre del “ʽĚlyôn”, para decirle al pueblo de Israel, en uno de sus últimos discursos, que el Altísimo, el “ʽĚlyôn”, es el que fija las fronteras de las naciones (Dios Habla Hoy), el que arregla sus límites (PDT). Ese el Altísimo el que escogió al pueblo de Israel como Su herencia, como gente suya:
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Por otro lado, los salmos nos invitan a cantar del nombre del Altísimo (Sal 7:17) y a recordar que Él es el Redentor (Sal 78:35). El profeta Daniel dice que es el Altísimo el que se impone sobre todas las naciones en el día final de los tiempos:
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Estas expresiones son muy importantes porque el Nuevo Testamento describe al Hijo del Hombre, a Cristo Jesús nuestro Señor realizando esto (Mat 25:31; Lcs 21:24-28).
¿Cuál es la relación de todas estas aseveraciones con las expresiones iniciales del salmista en el Salmo 91?: “El que habita al abrigo del Altísimo” (Sal 91:1a). La relación de estas aseveraciones con la expresión inicial del salmista es que este escritor declara que los creyentes podemos escoger habitar, mudarnos, ir a vivir bajo el abrigo protector del Altísimo. Los creyentes podemos decidir ir a habitar bajo el cuidado del Más Alto, el Monarca Supremo, Aquél que está elevado sobre todas las cosas y que no existe nada ni nadie sobre Él. El escritor de este salmo afirma que podemos decidir, escoger habitar en la seguridad que ofrece Aquél que fija las fronteras de las naciones y que escogió a Israel como Su pueblo. Podemos escoger habitar al abrigo de Aquél que ha garantizado Su victoria final sobre todas la naciones de la Tierra.
Es cierto que nosotros podemos escoger habitar en el jardín de las dudas, de nuestra inclinación al auto-sabotaje, habitar en los castillos de la ira, del miedo, del desaliento, o en las chozas de las promesas que nos hacen los otros seres humanos. No es menos cierto que nosotros podemos escoger habitar al abrigo de Aquél que es el Más Alto, el Más Santo, el único Rey de los siglos, inmortal, invisible, el único y sabio Dios (1 Tim 1:17). Podemos decidir ir a habitar al abrigo del único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno (1 Tim 6:16).
Sabiendo que el lugar del Altísimo es el lugar del Más Alto, el inaccesible, tenemos que preguntarnos cómo podemos alcanzar entrar al “ʽĚlyôn”. La respuesta a esta pregunta la provee la Palabra de Dios. El profeta Daniel nos ha dicho que el “ʽĚlyôn” es el que tiene el control de las naciones y de la historia. El Evangelio ha identificado que el nombre de esa figura es el Hijo del Hombre; o sea, Cristo el Señor. Por lo tanto, la habitación del Altísimo, del “ʽĚlyôn”, es Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores. ¿Cómo podemos entrar a la habitación de Cristo? Por la sangre redentora derramada en el Calvario. Es por esto que la Biblia nos deja saber que podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Heb 4:16).
El salmista dice en el salmo 91 que lo que hallamos en la habitación del Altísimo es algo que él llama “sêther” (H5643). Este es un concepto que muchas versiones bíblicas lo traducen como abrigo. Sin embargo, las traducciones más atinadas deben ser refugio o lugar secreto. Ee por eso que encontramos algunas traducciones al inglés que presentan ese verso bíblico de la siguiente manera:
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(Aquél que habita en el lugar secreto del Altísimo, permanecerá (seguro) bajo la sombra del Omnipotente)
Es necesario que veamos el uso de ese concepto, “sêther”, en otros pasajes bíblicos para que podamos ser capaces de capturar todas las dimensiones del mensaje que el salmista nos quiere comunicar.
Veamos algunos de los pasajes bíblicos en los que se usa ese concepto, el concepto “sêther”. La traducción al español del concepto ha sido ennegrecida:
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Estos versos bíblicos nos permiten conocer que “sêther”, lo que el escritor del Salmo 91 llama abrigo, es también lo reservado de la morada de Dios, lo secreto de Su presencia, la cubierta de Su alas, el escondedero contra la tempestad y el aguacero, refugio, el escondedero. O sea, que ese lugar secreto del Altísimo produce esa clase seguridad, de protección, de abrigo y de protección.
¿Qué significado posee entonces la primera frase del Salmo 91? Esa primera aseveración define a aquellos que han decidido cambiar de residencia, el lugar en el que habitan. Se trata de aquellos que han decidido por el Altísimo, por el Cristo que es Rey y Señor. Esa primera aseveración describe una decisión que coloca a aquellos que creen en el “sêther”, en el lugar secreto de Dios, en lo reservado de las moradas del Eterno, bajo la cubierta de las alas del Más Alto, dentro del escondedero que ofrece el Altísimo.
Estos datos nos permiten concluir esta reflexión con una extrapolación del primer verso del Salmo 91:
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1 El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. 2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. (Sal 91:1-2)
Estos nombres revelan el conocimiento que el escritor de este salmo poseía acerca de Dios y la relación que él tenía con el Eterno. Lo que esto significa es que este escritor utiliza este salmo para describir la naturaleza del Dios a quien este salmista sirve.
Hay algunos pseudo intérpretes modernos que han dicho que todo lo que se describe en este salmo ocurre en la mente de aquellos que hacen suyas las aseveraciones que encontramos aquí. Nada más lejos de la verdad. Los nombres de Dios que este escritor escoge no solo describen su conocimiento acerca de Dios, sino los resultados de una relación personal e íntima con el Señor. Este hombre conoce a Dios de manera personal, ha experimentado la revelación del Eterno de muchas formas y reconoce que no se puede vivir fuera de esa Presencia y de ese cuidado.
Los seres humanos pueden existir fuera de la presencia del Dios que se nos describe en este salmo. Sin embargo, las realidades que enfrentamos en la vida no nos permitirán trascender la existencia para alcanzar vivir la vida que ofrece Dios a menos que hayamos decidido habitar en la Presencia del Todopoderoso. Estas son las expresiones de una especialista en espiritualidad Cristiana del Siglo 16, Teresa de Ávila:[1]
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Vivo sin vivir en mí y de tal manera espero que muero porque no muero. En mí yo no vivo ya y sin Dios vivir no puedo pues sin él y sin mí quedo, este vivir ¿qué será? Mil muertes se me hará, pues mi misma vida espero muriendo porque no muero.
Esta vida que yo vivo es privación de vivir y así es continuo morir hasta que viva contigo. Oye mi Dios lo que digo que esta vida no la quiero que muero porque no muero. (Segmento de “Vivo sin vivir en mí”)
-0-Esta vida que yo vivo es privación de vivir y así es continuo morir hasta que viva contigo. Oye mi Dios lo que digo que esta vida no la quiero que muero porque no muero. (Segmento de “Vivo sin vivir en mí”)
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Un alma en Dios escondida ¿qué tiene que desear, sino amar y más amar, y en amor toda escondida tornarte de nuevo a amar? (Segmento de “Coloquio Amoroso”)
Esta poetisa describe en el primer poema que aun cuando podamos vivir en esta vida arropados por la presencia del Señor, nuestra vida estará incompleta. La única forma de vivir a plenitud es morar directamente en la presencia del Eterno Dios cuando nos mudemos a vivir con Él en la Eternidad. El segundo poema declara que un creyente que ha encontrado la habitación secreta del Altísimo, ya no desea nada más porque todo lo que él pueda necesitar ya ha sido satisfecho por esa presencia sempiterna.
El primer nombre que el salmista escoge para hablar de Dios en el Salmo 91 es el Altísimo, el “ʽĚlyôn”, (H5945). Este nombre describe a Dios como el Más Alto, el Monarca Supremo, Aquél que está elevado sobre todas las cosas y que no existe nada ni nadie sobre Él.
El pueblo de Israel escogió describir a Dios con este término para subrayar su fe monoteísta, fe en un solo Dios. Esta selección no fue una al azar. La Biblia dice que mucho antes que el pueblo de Israel existiera ya existían sacerdotes que sólo servían al Dios Altísimo; al “ʽĚlyôn”. Uno de ellos es Melquisedec.,
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18 Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19 y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20 y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo. (Gen 14:18-20)
Melquisedec es el rey de Salem (antiguo nombre de la ciudad de Jerusalén). Hay que puntualizar que él era sacerdote del “ʽĚlyôn” y todo esto desde antes de que Abraham viera el cumplimiento de la promesa acerca de Isaac su hijo. O sea, desde antes que el pueblo de Israel existiera. Es muy interesante este dato porque en el Nuevo Testamento se utiliza esta figura enigmática, la de Melquisedec para desarrollar la metáfora de Jesucristo nuestro Señor y Salvador en una de sus funciones; como Sumo Sacerdote delante del Padre Celestial:
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Este Melquisedec fue rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo. Cuando Abraham regresaba de la batalla en la que había derrotado a los reyes, Melquisedec salió a su encuentro y lo bendijo; 2 entonces Abraham le dio la décima parte de todo lo que había ganado en la batalla. Ante todo, hay que notar que el nombre Melquisedec significa «rey de justicia», pero aparece también como rey de Salem, que quiere decir «rey de paz». 3 Nada se sabe de su padre ni de su madre ni de sus antepasados; ni tampoco se habla de su nacimiento ni de su muerte; y así, a semejanza del Hijo de Dios, es sacerdote para siempre. (Heb 7:1-3, Dios Habla Hoy)
Por otro lado, la Biblia también describe a un profeta de Moab que utilizaba ese nombre para referirse al Dios Altísimo. Ese nombre fue utilizado particularmente cuando este profeta recibió la revelación acerca del futuro de Israel, el pueblo de Dios. Se trata del profeta Balaam:
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15 Y tomó su parábola, y dijo: Dijo Balaam hijo de Beor, Dijo el varón de ojos abiertos; 16 Dijo el que oyó los dichos de Jehová, Y el que sabe la ciencia del Altísimo, El que vio la visión del Omnipotente; Caído, pero abiertos los ojos: 17 Lo veré, mas no ahora; Lo miraré, mas no de cerca; Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Irael, Y herirá las sienes de Moab, Y destruirá a todos los hijos de Set. (Núm 24:15-17)
Hay que subrayar que Balaam se refiere a Dios como el Altísimo, el “ʽĚlyôn”, cuando recibe la revelación que de ese pueblo que él veía marchando en el desierto saldría un Rey, una Estrella, un cetro que haría justicia a toda la humanidad: los hijos de Set.
Al mismo tiempo, Moisés utiliza el nombre del “ʽĚlyôn”, para decirle al pueblo de Israel, en uno de sus últimos discursos, que el Altísimo, el “ʽĚlyôn”, es el que fija las fronteras de las naciones (Dios Habla Hoy), el que arregla sus límites (PDT). Ese el Altísimo el que escogió al pueblo de Israel como Su herencia, como gente suya:
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6 ¿Así pagáis a Jehová, Pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre que te creó? Él te hizo y te estableció. 7 Acuérdate de los tiempos antiguos, Considera los años de muchas generaciones; Pregunta a tu padre, y él te declarará; A tus ancianos, y ellos te dirán. 8 Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, Estableció los límites de los pueblos Según el número de los hijos de Israel. 9 Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó. (Dt 32:6-9)
Por otro lado, los salmos nos invitan a cantar del nombre del Altísimo (Sal 7:17) y a recordar que Él es el Redentor (Sal 78:35). El profeta Daniel dice que es el Altísimo el que se impone sobre todas las naciones en el día final de los tiempos:
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25 Insultará al Dios Altísimo e irá acabando con su pueblo; tratará de cambiar la ley de Dios y las fiestas religiosas, y el pueblo de Dios estará bajo su poder durante tres años y medio. 26 Pero el tribunal celebrará un juicio, y se le arrebatará el poder, dejándolo completamente destruido. 27 Y el reino, el poder y la gloria de todos los reinos de la tierra serán dados al pueblo del Dios Altísimo. Su reino permanecerá para siempre, y todos los pueblos de la tierra le servirán y le obedecerán. (Dan 7:25-27, Dios Habla Hoy)
Estas expresiones son muy importantes porque el Nuevo Testamento describe al Hijo del Hombre, a Cristo Jesús nuestro Señor realizando esto (Mat 25:31; Lcs 21:24-28).
¿Cuál es la relación de todas estas aseveraciones con las expresiones iniciales del salmista en el Salmo 91?: “El que habita al abrigo del Altísimo” (Sal 91:1a). La relación de estas aseveraciones con la expresión inicial del salmista es que este escritor declara que los creyentes podemos escoger habitar, mudarnos, ir a vivir bajo el abrigo protector del Altísimo. Los creyentes podemos decidir ir a habitar bajo el cuidado del Más Alto, el Monarca Supremo, Aquél que está elevado sobre todas las cosas y que no existe nada ni nadie sobre Él. El escritor de este salmo afirma que podemos decidir, escoger habitar en la seguridad que ofrece Aquél que fija las fronteras de las naciones y que escogió a Israel como Su pueblo. Podemos escoger habitar al abrigo de Aquél que ha garantizado Su victoria final sobre todas la naciones de la Tierra.
Es cierto que nosotros podemos escoger habitar en el jardín de las dudas, de nuestra inclinación al auto-sabotaje, habitar en los castillos de la ira, del miedo, del desaliento, o en las chozas de las promesas que nos hacen los otros seres humanos. No es menos cierto que nosotros podemos escoger habitar al abrigo de Aquél que es el Más Alto, el Más Santo, el único Rey de los siglos, inmortal, invisible, el único y sabio Dios (1 Tim 1:17). Podemos decidir ir a habitar al abrigo del único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno (1 Tim 6:16).
Sabiendo que el lugar del Altísimo es el lugar del Más Alto, el inaccesible, tenemos que preguntarnos cómo podemos alcanzar entrar al “ʽĚlyôn”. La respuesta a esta pregunta la provee la Palabra de Dios. El profeta Daniel nos ha dicho que el “ʽĚlyôn” es el que tiene el control de las naciones y de la historia. El Evangelio ha identificado que el nombre de esa figura es el Hijo del Hombre; o sea, Cristo el Señor. Por lo tanto, la habitación del Altísimo, del “ʽĚlyôn”, es Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores. ¿Cómo podemos entrar a la habitación de Cristo? Por la sangre redentora derramada en el Calvario. Es por esto que la Biblia nos deja saber que podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Heb 4:16).
El salmista dice en el salmo 91 que lo que hallamos en la habitación del Altísimo es algo que él llama “sêther” (H5643). Este es un concepto que muchas versiones bíblicas lo traducen como abrigo. Sin embargo, las traducciones más atinadas deben ser refugio o lugar secreto. Ee por eso que encontramos algunas traducciones al inglés que presentan ese verso bíblico de la siguiente manera:
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He that dwelleth in the secret place of the most High shall abide under the shadow of the Almighty. (Salmo 91:1, KJV)
(Aquél que habita en el lugar secreto del Altísimo, permanecerá (seguro) bajo la sombra del Omnipotente)
Es necesario que veamos el uso de ese concepto, “sêther”, en otros pasajes bíblicos para que podamos ser capaces de capturar todas las dimensiones del mensaje que el salmista nos quiere comunicar.
Veamos algunos de los pasajes bíblicos en los que se usa ese concepto, el concepto “sêther”. La traducción al español del concepto ha sido ennegrecida:
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4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. 5 Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto. (Sal 27:4-5)
19 ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! 20 En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas. (Sal 31:19-20)
7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah (Sal 32:7)
3 Porque tú has sido mi refugio, Y torre fuerte delante del enemigo. 4 Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Selah (Sal 61:3-4)
5 Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria habrá un dosel, 6 y habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el aguacero. (Isa 4:5-6)
1 He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. 2 Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa. (Isa 32:1-2)
19 ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! 20 En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas. (Sal 31:19-20)
7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah (Sal 32:7)
3 Porque tú has sido mi refugio, Y torre fuerte delante del enemigo. 4 Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Selah (Sal 61:3-4)
5 Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria habrá un dosel, 6 y habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el aguacero. (Isa 4:5-6)
1 He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. 2 Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa. (Isa 32:1-2)
Estos versos bíblicos nos permiten conocer que “sêther”, lo que el escritor del Salmo 91 llama abrigo, es también lo reservado de la morada de Dios, lo secreto de Su presencia, la cubierta de Su alas, el escondedero contra la tempestad y el aguacero, refugio, el escondedero. O sea, que ese lugar secreto del Altísimo produce esa clase seguridad, de protección, de abrigo y de protección.
¿Qué significado posee entonces la primera frase del Salmo 91? Esa primera aseveración define a aquellos que han decidido cambiar de residencia, el lugar en el que habitan. Se trata de aquellos que han decidido por el Altísimo, por el Cristo que es Rey y Señor. Esa primera aseveración describe una decisión que coloca a aquellos que creen en el “sêther”, en el lugar secreto de Dios, en lo reservado de las moradas del Eterno, bajo la cubierta de las alas del Más Alto, dentro del escondedero que ofrece el Altísimo.
Estos datos nos permiten concluir esta reflexión con una extrapolación del primer verso del Salmo 91:
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El que habita en el “sêther”, al abrigo, en lo reservado de la morada de Dios, en lo secreto de Su presencia, bajo la cubierta de Su alas, en el escondedero contra la tempestad, en el refugio del Altísimo, morará seguro bajo la sombra del Todopoderoso.
[1] http://www.los-poetas.com/g/tere1.htm
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