Reflexiones de Esperanza: Morará bajo la sombra del Omnipotente (Parte 4)

El escritor del Salmo 91 privilegia el uso de cuatro (4) nombres de Dios. Estos cuatro nombres son identificados en los primeros dos (2) versos de este Salmo:

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1 El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. 2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré.  (Sal 91:1-2)

La segunda parte del primer verso del Salmo 91 dice que aquellos habitan a la sombra del Altísimo, se acogen a la protección del Todopoderoso (PDT). O sea, como dice la versión TLA, que nos invitan a vivir bajo el cuidado del Dios Altísimo para pasar “la noche” bajo la protección del Dios Todopoderoso.

La invitación que nos hace este Salmo es que el resultado de habitar en el secreto del Dios Altísimo es que el creyente puede morar, habitar, bajo la protección del Todopoderoso. Una de las derivaciones de esta expresión es que el resultado de esa búsqueda nos invita a convertir el lugar de protección que ofrece Dios como un lugar de residencia permanente. Esta aseveración surge del análisis del concepto que se traduce en este salmo como “morar”. Cuando el salmista dice en el Salmo 91 “morará bajo la sombra del Omnipotente,” está diciendo que podemos quedarnos en ese lugar de forma permanente.

Esa es la traducción literal del concepto hebreo “lûn” (H3885). Este concepto puede ser traducido como detenerse, estar de manera permanente y obstinada en un lugar, permanecer y perseverar. O sea, que el resultado que están describiendo define a alguien que ha chocado con el abrigo del Altísimo y que esto le ha provocado a tomar una decisión. Esta decisión es la de convertir el lugar de protección como un hogar permanente, permanecer allí de forma obstinada. Esta decisión describe la determinación de permanecer y perseverar en ese lugar.

El salmista nos dice que el lugar que él llama “sêther” (H5643) bajo el Altísimo, se ha transformado en uno llamado sombra, el “tsêl” (H6738) del Omnipotente. El significado literal de ese concepto es defensa, con la implicación de que se trata de ser cubierto por algo o por alguien. O sea, que el salmista nos está diciendo que acercase a Cristo el Señor, el Altísimo, el Hijo del Hombre, provoca que la sombra del Todopoderoso, la defensa del Omnipotente nos cubra.

Este concepto, “tsêl”, se utiliza con alguna frecuencia en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, el salmista lo utiliza en el Salmo 17 para describir la protección del enemigo que él procura (Sal 17:8). El salmista lo utiliza en el Salmo 36 para describir la protección que anhelan aquellos que quieren disfrutar de la misericordia de Dios y ser saciados de la grosura de la casa del Señor (Sal 36:5-7).

Ahora bien, el Salmo 57 nos ofrece unas expresiones que son similares a las que se utilizan en el Salmo 91. Veamos el uso del concepto “tsêl” en ese salmo:

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1 Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé Hasta que pasen los quebrantos.  2 Clamaré al Dios Altísimo, Al Dios que me favorece. (Sal 57:1-2)

¡Qué noticia extraordinaria! Los quebrantos van a pasar; poseen fecha de expiración. No tenemos por qué temer en la temporada de quebrantos porque podemos ampararnos bajo la sombra de las alas del Omnipotente.

El salmista usa este concepto “tsêl” en el Salmo 63 para describir el lugar en el que él halla regocijo (Sal 63:4-7). También lo utiliza para describir porqué es que él puede trabajar sin miedo a fatigarse:

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1 Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? 2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. 3 No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. 4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. 5 Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. 6 El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. 7 Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. 8 Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre. (Sal 121:1-8)

El profeta Isaías utiliza este concepto para describir la protección que Dios le otorgó para que pudiera desempeñar su ministerio profético (Isa 49:1-2). El profeta Jonás lo utiliza para describir la protección que Dios puso sobre su cabeza mientras el profeta esperaba el desenlace de las situaciones en Nínive, la ciudad a la que fue enviado a predicar (Jon 4:1-7).

Estamos convencidos de que estas descripciones son la razón para que el Evangelio de Lucas nos diga que lo que provocó el embarazo de la Virgen María fue la sombra del Espíritu Santo. Sabemos que aunque el escritor de ese Evangelio escribió en griego, el contexto de lo que describía era uno hebreo. Veamos lo que dice ese pasaje del Evangelio de Lucas:

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35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; 37 porque nada hay imposible para Dios. (Lcs 1:35-37)

Todo esto es todavía más interesante cuando nos percatamos que el concepto griego utilizado por Lucas para describir esa “sombra” es “episkiazō”, (G1982). Ese concepto significa sombra, pero también puede ser traducido como estar rodeado de una neblina o un halo de brillantez. O sea, que el “brillo”, el resplandor del Espíritu Santo fecundó un óvulo en el vientre de la Virgen. Esto es, como dice la Santa Palabra de Dios, sin necesidad de conocer varón.

El resumen de loa antes expuesto es que la sombra que describe el salmista, el “tsêl” del Omnipotente o el “episkiazō” del Santo Espíritu, nos protege como si fuésemos la niña de los ojos de Dios. Esa sombra nos ampara para disfrutar de la misericordia de Dios y para ser saciados con las bendiciones de Su casa. Esa sombra nos protege mientras pasan los quebrantos y nos permite regocijarnos en el Señor. Esa sombra nos permite trabajar de manera incansable, nos protege mientras esperamos el desenlace de los eventos en los que hemos sido insertados. Esa sombra nos protege para que podamos desarrollar nuestros ministerios sin temer mal alguno.

Ahora bien, el salmista utiliza en el primer verso del Salmo 91 un nombre de Dios que es muy particular. Ese nombre de Dios, el Todopoderoso, es el segundo nombre de Dios que utiliza el salmista en los primeros dos (2) versos de este salmo. Tenemos que detenernos a analizar el significado de ese nombre.

A continuación algunas notas compartidas acerca de este tema en uno de las ediciones de El Heraldo publicada hace más de dos (2) años:

Shadday (H7706), el Todopoderoso, es el nombre con el que Dios se identifica con Abram cuando se le aparece en Génesis 17.

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1 Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. 2 Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera  (Gen 17:1-2).

El pasaje señala que el patriarca tenía 99 años y que Dios se le aparece para confirmarle el pacto, para cambiarle el nombre a Abraham y para establecer la señal de la circuncisión de los hijos de Abraham. Shadday es el nombre que Isaac usa para bendecir a Jacob cuando lo está enviando a la casa de su abuelo Betuel (Gn 28:3). Es el nombre con el que Dios se identifica cuando le está reiterando a Jacob la promesa que le había hecho a Abraham y a Isaac (Gn 35:11). Es el nombre de Dios que usa Israel (Jacob) cuando este les da permiso a sus hijos para que regresen a Egipto, implorando así que pudieran hallar misericordia ante el varón (José su hijo) que se había quedado con uno de sus hermanos (Gn 43:14).

Este nombre es también usado por Dios cuando se le vuelve a revelar a Moisés para decirle que ese era el nombre con el que el pueblo de Israel le conocía (Éxo 6:3). Shadday es también uno de los nombres con los que Balaam se refiere a Dios cuando ve a Israel alojado por sus tribus en el desierto (Nm 24:4,16). Es el nombre de Dios que usa Noemí cuando regresa a su tierra enlutada por la muerte de su esposo y de sus hijos (Rut 1:20, 21). Es el nombre de Dios usado por el salmista cuando da inicio al Salmo 91.”[1]

Shadday es el nombre de Dios que utiliza Jacob al inicio de su discurso para bendecir a Manasés y a Efraín, los hijos de José (Gn 48:3). Es también el nombre de Dios que Jacob utiliza para bendecir a José como parte de las bendiciones que él impartió a todos sus hijos (Gn 49:25).

El Shadday, el Omnipotente, es también el nombre de Dios que utiliza Elifaz para amonestar a Job a causa de las reacciones que ha tenido este patriarca sufriente ante los dolores que experimenta:

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17 He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; Por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.  (Job 5:17)

No podemos pasar por alto el uso que tiene este nombre de Dios en el libro de Job. El nombre Shadday es usado en más de 30 ocasiones en ese libro. Este libro maneja el tema del dolor, de las reacciones que tenemos ante él y de la justicia de Dios (teodicea[2]) de cara a los dolores que experimentamos. De hecho, es Job el que utiliza ese nombre, Shadday, con mayor frecuencia en ese libro (6:4, 14; 13:3; 21:15, 20; 23:16; 24:1; 27:2,10,11,13; 29:5; 31:2, 35).

Este dato es muy interesante porque no coloca este nombre de Dios en escenarios exentos de dolor y de sufrimiento. Al contrario, lo coloca en escenarios en los que el ser humano tiene la oportunidad de dialogar y hasta cuestionarse a sí mismo, cuestionar a Dios, y cuestionar las situaciones de dolor y de sufrimiento que puede estar experimentando.

Veamos algunos ejemplos del uso de este nombre de Dios en este libro:

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1 Volvió Job a reanudar su discurso, y dijo: 2 ¡Quién me volviese como en los meses pasados, Como en los días en que Dios me guardaba, 3 Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara, A cuya luz yo caminaba en la oscuridad; 4 Como fui en los días de mi juventud, Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda; 5 Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente, Y mis hijos alrededor de mí; (Job 29:1-5)
2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, Y qué heredad el Omnipotente desde las alturas? 3 ¿No hay quebrantamiento para el impío, Y extrañamiento para los que hacen iniquidad? 4 ¿No ve él mis caminos, Y cuenta todos mis pasos?…. 35 ¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi adversario me forme proceso. 36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, Y me lo ceñiría como una corona. 37 Yo le contaría el número de mis pasos, Y como príncipe me presentaría ante él. (Job 31:2, 35-37)

Es muy curioso, pero es Dios mismo el último en utilizar el nombre Shadday en el libro de Job:

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2 ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto. (Job 40:2)

Esta intervención divina hizo reaccionar a Job diciéndole a Dios que él era pecador, poca cosa (Dios Habla Hoy), que no estaba capacitado para responderle, que prefería guardar silencio, que sabía que había hablado demasiado (Traducción en lenguaje actual) y que no hablaría más.
Estos diálogos enseñan muchas cosas. En primer lugar, que no es pecado cuestionar lo que uno está sufriendo, ni siquiera delante de Dios. En segundo lugar, que Dios siempre está escuchando, así como había estado escuchando a Job todo el tiempo. En tercer lugar, que no es lo mismo hablar acerca del Todopoderoso que hablar con el Todopoderoso y escuchar al Todopoderoso. Lo primero es conocimiento teórico que tan solo alimenta la razón. Lo segundo es conocimiento empírico, experiencial, que transforma el corazón porque nos lleva más allá de los escenarios y las dimensiones del dolor.

En cuarto lugar, Job decide en este capítulo que no debe hablar más, que no debe decir palabra alguna. No obstante, ese silencio queda cancelado luego de que “Yavé” (H3068), el Dios que se revela, lo confrontara como el “Shadday.” El capítulo 42 del libro de Job nos regala ese momento histórico:

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1 Respondió Job a Jehová, y dijo: 2 Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. 3 ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. 4 Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. 5 De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. (Job 42:1-5)

O sea, que la revelación del Todopoderoso, provoca el diálogo. Dios es un Dios de diálogos y su revelación busca propiciar que el ser humano pueda restablecer el suyo con el Eterno. La manifestación más grande de esta verdad absoluta es Cristo. El Hijo de Dios se encarnó como Verbo precisamente para conseguir esto. ¡Podemos dialogar con Dios en el abrigo del Altísimo!

Por último, el Nuevo Testamento nos ofrece una contraparte para el concepto Shadday. Se trata del concepto griego “Pantokratōr” (G3841), que tiene el mismo significado. Es cierto que este concepto se usa muy pocas veces en el Nuevo Testamento (10 veces). Es también cierto que nueve (9) de ellas se encuentran en el libro de Apocalípsis.

Las declaraciones del salmista son trascendentales. Aquellos que deciden acudir a buscar la protección, el abrigo del Altísimo, lo que hallan es que son mudados a vivir bajo el cuidado, bajo la neblina brillante, bajo el abrigo, bajo el cuidado del Dios que se identifica con nosotros, que cancela la esterilidad y que cumple Sus promesas. Vivir bajo esa protección es vivir bajo la garantía de que Dios está cuidando nuestras generaciones futuras y que bajo esa protección nuestros hijos podrán encontrar la misericordia y el favor necesarios. Así como lo hizo con los hijos de Jacob lo hace con los nuestros. Les puede permitir pasar por tribulaciones, experimentar cárceles y quebrantos, para luego sacarles a la bendición y al cumplimiento de Sus promesas.

Vivir bajo la protección del Shadday es vivir bajo la protección del Dios que comisiona libertadores como Moisés, o mejor aún, como Cristo, para tratar con nuestras prisiones y nuestros escenarios de esclavitud. Vivir bajo la protección del Shadday es vivir bajo la protección de Aquél que ha prometido hacerle saber a nuestros enemigos, como Balaam, que nosotros somos propiedad del Todopoderoso.

Vivir bajo la protección del Shadday no nos exime de experimentar temporadas de dolor y de quebrantos. Vivir bajo esa sombra no nos exime del luto de Noemí, pero nos deja saber que el Todopoderoso que nos ha permitido entrar al luto y a la aflicción, terminará compadeciéndose de nosotros y colocando promesas como Obed (Rut 4:14-22) en nuestro regazo.

Vivir bajo la protección del Shadday es vivir con la seguridad de que aun en nuestro lecho de muerte seremos capaces de poner en acción bendiciones sobre nuestros hijos y sobre nuestros nietos; bendiciones que trascenderán las generaciones y harán historia.

Vivir bajo la protección del Shadday es vivir con la garantía de que siempre encontraremos avenidas de diálogo con el Todopoderoso. Es cierto que enfrentaremos momentos en los que tendremos que aceptar las correcciones del Todopoderoso. No obstante, es igualmente cierto que la protección del Shadday nos ayudará a procesar los escenarios de dolor y a entender que Dios nunca ha dejado de escucharnos en medio de nuestras tragedias y de nuestras angustias.

Es cierto que la protección del Shadday  no nos coloca en escenarios exentos de dolor y de sufrimiento, pero nos coloca en la mejor posición para poder decir que ahora podemos ver al Señor:

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De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. (Job 42:5)
Referencias

[1] El Heraldo, Volumen XI, 19 de Agosto de 2018. No. 652
[2]  Hay una forma sencilla para traducir el concepto teodicea: en dónde está Dios cuando los justos sufren.

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