February 15th, 2021
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La reflexión anterior nos permitió iniciar el análisis de las bendiciones que emanan de nuestra relación con el Señor. Estas bendiciones están disponibles y al alcance de todos aquellos que procuran estar al abrigo del Altísimo y bajo la sombra del Omnipotente.
El verso nueve (9) del Salmo 91 opera como la introducción a las resoluciones celestiales que se han emitido desde el corazón del Altísimo para aquellos que buscan la presencia de Dios en el rostro de nuestro Salvador, en la faz de Jesucristo. Es la luz del Señor iluminando el camino de aquellos que le aman, para que puedan vivir vidas victoriosas sin importar las circunstancias por las que puedan estar atravesando. Así también lo enseña el Apóstol Pablo cuando le escribió lo siguiente a la Iglesia en Corinto:
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Pablo señala en este pasaje bíblico que los creyentes trascendemos los niveles de resiliencia que pueden tener los seres humanos, para imponernos a cualquier situación que nos depare la vida. Él dice en este pasaje que el final de todas nuestras historias es que estaremos revelando la manifestación de la vida de Cristo en nosotros a todos aquellos que nos ven. Un dato muy interesante que encontramos en este pasaje es que Pablo dice allí cuál es la fuente de todos los beneficios que él describe, de la capacidad que tenemos para vencer. Él dice que todo esto es el producto de nuestra relación con Dios, del conocimiento de Dios que hemos recibido. A esto él le añade que todo esto es posible porque ese conocimiento y la capacidad para accederlo lo encontramos en la faz de Jesucristo.
Esta es una paráfrasis del mensaje que comunica el escritor del Salmo 91. Él nos dice en el verso nueve (9) que todas las bendiciones que él describe en este salmo son el producto de haber puesto al Altísimo como nuestra habitación; como nuestro refugio.
Esta clase de relación con Dios como refugio, con acceso a la habitación eterna, es un tema recurrente en la Biblia. Lo encontramos con mucha frecuencia en el Libro de los Salmos, particularmente relacionado a la capacidad de estar en el templo o en el santuario del Señor.
Por ejemplo, lo encontramos cuando el salmista nos dice que el ama la habitación de la casa de Dios el lugar de la morada de su gloria (Sal 26:7). Lo encontramos cuando el salmista nos dice que él sabe que Dios es Padre de huérfanos y defensor de viudas. Esto es, desde su santa morada (Sal 68:5). Lo encontramos cuando vemos al salmista rogándole al Señor que sea para él una roca de refugio, adonde él pueda recurrir continuamente (Sal 71:3). Lo encontramos cuando Moisés expresa que Dios ha sido nuestro refugio de generación en generación (Sal 90:1).
Este tema trasciende la literatura sapiencial y es utilizado por los profetas. Veamos un ejemplo de esto en la profecía de Zacarías:
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Todos estos pasajes hacen énfasis en las bendiciones y los cuidados que emanan de la habitación, del refugio de la morada del Altísimo.
Repetimos que el escritor del Salmo 91 parece estar escribiendo una resolución y aprovecha el verso nueve (9) para definir la fuente de las bendiciones que este Salmo describe. Un dato muy singular es que el interlocutor de este salmo nos comunica que su conocimiento de estas cosas no es uno teórico. Ese Dios del que él está hablando es su Dios. El Adonai es su esperanza. El Señor, el Dios que se revela es su esperanza. O sea, que sabiendo que Cristo es el Señor podemos concluir que esto es similar a decir que Cristo es su esperanza, su esperanza de gloria (Col 1:27).
Sabemos que las declaraciones que comienzan en el verso 10 de este salmo han sido la fuente de inspiración y de bendición para todas las generaciones de creyentes en el Señor. No obstante, estas aseveraciones también han generado muchas preguntas.
Hay que subrayar que sabemos que no podemos menoscabar la soberanía de Dios y que todo lo que Dios hace es bueno y es correcto. Sabemos que Dios no hace las cosas porque estas sean correctas. Las cosas son correctas porque Dios las hace. Nuestra fe Cristiana está anclada en esta doctrina; la de la soberanía de Dios. Es por esto que el Apóstol Pablo nos dice que todas las cosas que nos suceden como creyentes en Cristo siempre obrarán a nuestro favor (Rom 8:28)
Esta confianza no impide que en algunas ocasiones nos encontremos con situaciones en la vida que nos lleven a formularnos preguntas acerca de lo que dice el Salmo 91. Estas preguntas casi siempre son motivadas por las tragedias que suelen tocan nuestras vidas. Es entonces que la fe nos lleva a confiar en la soberanía de Dios, pero nuestra razón nos puede conducir a preguntarnos en dónde está Dios en esto que nos ha acontecido. Estas preguntas forman parte de una rama de la filosofía que se llama teodicea. Esta es una rama de la filosofía que se puede definir como el esfuerzo por demostrar que la existencia del mal es compatible con la existencia de un Dios omnipotente, omnisciente y perfectamente bueno[1]. Entre otras cosas, esta procura trabajar con la presencia del mal y encontrar respuestas a la siguiente pregunta: ¿en dónde está Dios cuando los justos sufren?
Tal y como decíamos en la reflexión anterior: “Las temporadas en las que atravesamos por tragedias, enfrentamos pandemias y sufrimos dolores inenarrables, casi siempre complican este ejercicio.”
El escritor del Salmo 91 abona a estas discusiones cuando formula algunas de las bendiciones que aparecen en este salmo. Una de ellas la encontramos en el verso 10: “No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.” Por un lado, esta es una aseveración bíblica, inspirada por el Espíritu Santo. O sea, esta es Palabra de Dios, incuestionable. Por otro lado, hay “males que atacan” a los creyentes y lo hacen sin piedad. ¿Cómo podemos aplicar esta aseveración cuando esto ocurre? ¿Será posible que esta aseveración bíblica tenga algunas excepciones? La respuesta es que no. El mensaje que este verso bíblico comunica es Palabra de Dios y es verdad para todos los que aman al Señor. ¿Cuál sería entonces la explicación para este aparente oxímoron?
Sabemos que no podemos responder a todos los cuestionamientos que esta situación nos presenta. Pretender que esta reflexión pueda hacer esto sería un ejercicio dirigido por la soberbia y la ignorancia. Sin embargo, creemos que un acercamiento pastoral-teológico es el más adecuado para hacerle frente a toda esta situación.
En primer lugar, la realidad es que aunque no existen respuestas sencillas para esta situación, el texto mismo nos ofrece algunas avenidas que hacen menos complicadas nuestra tarea. Por ejemplo, el salmista parte de la premisa de que el mal estará presente. Él no niega esta realidad. Al mismo tiempo, él usa un vocabulario muy especial para comunicar este principio bíblico. Por ejemplo, él dice que el “mal” (“raʽ” ó “râʽâh”, H7451) no nos “sobrevendrá” (“ʼânâh”, H579).
Sabemos que estos conceptos son muy ricos en contenido y en las posibilidades gramaticales que nos ofrecen. Por un lado, el concepto que se traduce como “mal” es uno muy amplio. Este incluye entre muchos otras posibilidades las calamidades, las aflicciones, las adversidades, la miseria, los problemas en general y las angustias; subraye este último Sabemos que de entrada esta información no parece ayudarnos mucho, pero estoy convencido de que los próximos párrafos nos van a permitir encontrar su pertinencia.
El concepto que se traduce como “sobrevendrá” es igualmente rico en su uso, aunque apenas se utilice en 28 ocasiones en todo el Antiguo Testamento. Es curioso el hecho de que sea un concepto primitivo, que se utiliza como raíz de muchos otros. Es cierto que se traduce como sobrevenir. Sin embargo, el Gesenius, un recurso académico de calibre mundial que explica el uso de todos los conceptos Hebreos y Caldeos que encontramos en el Antiguo Testamento dice algo muy interesante sobre este concepto. Este recurso dice que este concepto puede ser traducido como “to cause anything to happen to anyone, or to meet with any one (used of God) (PIEL), “to be caused to meet” (PUAL) o “to seek occasion for hurting another” (HITHPAEL). [2] Esta información nos permite la posibilidad de ver ese verso de la siguiente manera: “No habrá mal que tenga la ocasión de lastimarte.”
Al mismo tiempo, hay otros recursos académicos que nos dicen que el concepto “ʼânâh”[3] puede ser traducido como “contracción en la angustia.” O sea, que se trata de que el mal no traerá consigo un nivel de angustia que nos cause contracción, nos reduzca el espacio vital, nos estreche o nos aprisione: “no hay mal que te cause contracción con la angustia”. He aquí la pertinencia con una de las traducciones que mencionamos hace unos minutos.
En segundo lugar, tenemos el recurso del Diccionario de la lengua Española, publicado por la Real Academia Española. Este Diccionario dice que el concepto “sobrevenir” define algo que llega improvisadamente. O sea, sin avisar.[4] Desde este punto de vista, este verso puede ser traducido señalando que ningún mal vendrá sin que hayamos sido avisados. O sea, que se impondría aquí lo que el Señor le dijo al pueblo de Israel a través de profeta Amós:
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En tercer lugar, gozamos con el privilegio de contar con muchas versiones bíblicas que nos pueden arrojar luz en esta situación. Veamos algunos ejemplos:
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El énfasis de la primera versión no está en el mal sino en que este no nos puede conquistar. El énfasis de la segunda versión es que el mal no llegará sin que seamos puestos sobre aviso.
Sabemos que muchas interrogantes pueden haberse quedado aun en “el tintero” de algunos de nuestros lectores. Reiteramos que no podemos pretender agotar la discusión de un tema tan intenso en una reflexión pastoral. No obstante, creemos que la información compartida hasta aquí puede arrojar luz sobre muchos corazones, específicamente sobre lo que dice el salmista.
La primera parte del verso 10 del Salmo 91 nos está diciendo que ningún mal vendrá sobre nosotros sin que hayamos sido avisados. Dios siempre nos prepara para esto. En muchas ocasiones vamos recibiendo estos avisos como “presentimientos.” En otras ocasiones la palabra es directa. No podemos negar el hecho de que hay creyentes que no parecen poder escuchar ni prestar atención a estos avisos. Al mismo tiempo, ese verso está diciendo que ningún mal que venga sobre nosotros tendrá la capacidad de producir contracción por angustia en el alma del creyente. Es cierto que podemos llorar, pero la angustia no nos va a dominar.
Todo esto es validado por las expresiones que encontramos en otros pasajes bíblicos que tratan este tema. Veamos algunos ejemplos:
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El salmista dice aquí que la angustia decidió atacarlo, pero que Dios no permitió que esa contracción se apoderara de él, ni que lo dominara.
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El texto original dice que el Señor será refugio del “oprimido”, refugio, defensa en tiempo de la angustia.
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Este texto dice que Dios ya ha provisto las herramientas para que podamos recibir la liberación de los procesos que producen angustia.
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Estos versos nos permiten ver al salmista acudiendo a la alabanza reconociendo que el Señor ha sido amparo y refugio en el día de la angustia. Dios es nuestra fortaleza en tiempos como esos.
Todos estos pasajes nos dejan ver que los ataques que provocan contracción por angustia van a llegar, pero que el Señor ya ha hecho provisión para librarnos.
Hay muchos pasajes adicionales que podemos citar aquí (ej. Sal 51:15; 86:7; 107:6). Es obvio entonces que este es un tema bíblico recurrente con un enfoque recurrente. No se trata de que el mal, la tragedia, el dolor o las aflicciones no nos vayan a tocar. Es más, el salmista dijo en una ocasión que muchas son las aflicciones que experimenta el justo, pero que de todas ellas nos libra el Señor (Sal 34:19). Cristo dijo que nosotros lloraríamos y nos lamentaríamos. Es más, que el mundo se alegraría de esto, pero que llegaría el día en que nuestra tristeza se convertirá en gozo (Jn 16:20). Hay más: el Apóstol Pablo nos dijo que teníamos que tener en consideración que las tribulaciones y las angustias no nos podrán separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom 8:35-39).
La Biblia es escueta en el manejo de este tema y el Salmo 91 no es una excepción de esto.
Por último, el mensaje que el escritor del Salmo 91 nos está comunicando en el verso 10 está validado en el verso 15 del mismo salmo:
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El verso 15 de este salmo valida la presencia de aquello que puede producir angustia, al mismo tiempo que subraya la efectividad de la presencia de Dios para manejar los resultados que esta puede provocar.
El mensaje que comunica puede parecer a prima facie uno difícil de entender, pero el análisis del texto lo aclara. El mensaje puede ser un poco difícil de manejar, pero el resto de las Sagradas Escrituras nos ayudan a entenderlo.
Ese mensaje dice que porque hemos estado buscando de la presencia del Altísimo y de la sombra del Omnipotente, seremos avisados de que algo muy complicado viene de camino. Ese verso dice que aun cuando no hayamos entendido ese mensaje, Dios ha prometido que la angustia que estas crisis pueden producir será echada fuera. Este verso dice que la estrechez del alma que la angustia puede causar será dominada por la presencia de Dios. Esa presencia nos llevará a cantar, a alabar, a clamar y a confiar que ese mal no nos dañará ni será capaz de impedir que Dios cumpla sus propósitos en nosotros.
9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, 10 No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. (Salmo 91:9-10)
La reflexión anterior nos permitió iniciar el análisis de las bendiciones que emanan de nuestra relación con el Señor. Estas bendiciones están disponibles y al alcance de todos aquellos que procuran estar al abrigo del Altísimo y bajo la sombra del Omnipotente.
El verso nueve (9) del Salmo 91 opera como la introducción a las resoluciones celestiales que se han emitido desde el corazón del Altísimo para aquellos que buscan la presencia de Dios en el rostro de nuestro Salvador, en la faz de Jesucristo. Es la luz del Señor iluminando el camino de aquellos que le aman, para que puedan vivir vidas victoriosas sin importar las circunstancias por las que puedan estar atravesando. Así también lo enseña el Apóstol Pablo cuando le escribió lo siguiente a la Iglesia en Corinto:
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6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. 7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; 10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. (2 Corintios 4:6-11).
Pablo señala en este pasaje bíblico que los creyentes trascendemos los niveles de resiliencia que pueden tener los seres humanos, para imponernos a cualquier situación que nos depare la vida. Él dice en este pasaje que el final de todas nuestras historias es que estaremos revelando la manifestación de la vida de Cristo en nosotros a todos aquellos que nos ven. Un dato muy interesante que encontramos en este pasaje es que Pablo dice allí cuál es la fuente de todos los beneficios que él describe, de la capacidad que tenemos para vencer. Él dice que todo esto es el producto de nuestra relación con Dios, del conocimiento de Dios que hemos recibido. A esto él le añade que todo esto es posible porque ese conocimiento y la capacidad para accederlo lo encontramos en la faz de Jesucristo.
Esta es una paráfrasis del mensaje que comunica el escritor del Salmo 91. Él nos dice en el verso nueve (9) que todas las bendiciones que él describe en este salmo son el producto de haber puesto al Altísimo como nuestra habitación; como nuestro refugio.
Esta clase de relación con Dios como refugio, con acceso a la habitación eterna, es un tema recurrente en la Biblia. Lo encontramos con mucha frecuencia en el Libro de los Salmos, particularmente relacionado a la capacidad de estar en el templo o en el santuario del Señor.
Por ejemplo, lo encontramos cuando el salmista nos dice que el ama la habitación de la casa de Dios el lugar de la morada de su gloria (Sal 26:7). Lo encontramos cuando el salmista nos dice que él sabe que Dios es Padre de huérfanos y defensor de viudas. Esto es, desde su santa morada (Sal 68:5). Lo encontramos cuando vemos al salmista rogándole al Señor que sea para él una roca de refugio, adonde él pueda recurrir continuamente (Sal 71:3). Lo encontramos cuando Moisés expresa que Dios ha sido nuestro refugio de generación en generación (Sal 90:1).
Este tema trasciende la literatura sapiencial y es utilizado por los profetas. Veamos un ejemplo de esto en la profecía de Zacarías:
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10 Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. 11 Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti. 12 Y Jehová poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén. 13 Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada. (Zac 2:10-13)
Todos estos pasajes hacen énfasis en las bendiciones y los cuidados que emanan de la habitación, del refugio de la morada del Altísimo.
Repetimos que el escritor del Salmo 91 parece estar escribiendo una resolución y aprovecha el verso nueve (9) para definir la fuente de las bendiciones que este Salmo describe. Un dato muy singular es que el interlocutor de este salmo nos comunica que su conocimiento de estas cosas no es uno teórico. Ese Dios del que él está hablando es su Dios. El Adonai es su esperanza. El Señor, el Dios que se revela es su esperanza. O sea, que sabiendo que Cristo es el Señor podemos concluir que esto es similar a decir que Cristo es su esperanza, su esperanza de gloria (Col 1:27).
Sabemos que las declaraciones que comienzan en el verso 10 de este salmo han sido la fuente de inspiración y de bendición para todas las generaciones de creyentes en el Señor. No obstante, estas aseveraciones también han generado muchas preguntas.
Hay que subrayar que sabemos que no podemos menoscabar la soberanía de Dios y que todo lo que Dios hace es bueno y es correcto. Sabemos que Dios no hace las cosas porque estas sean correctas. Las cosas son correctas porque Dios las hace. Nuestra fe Cristiana está anclada en esta doctrina; la de la soberanía de Dios. Es por esto que el Apóstol Pablo nos dice que todas las cosas que nos suceden como creyentes en Cristo siempre obrarán a nuestro favor (Rom 8:28)
Esta confianza no impide que en algunas ocasiones nos encontremos con situaciones en la vida que nos lleven a formularnos preguntas acerca de lo que dice el Salmo 91. Estas preguntas casi siempre son motivadas por las tragedias que suelen tocan nuestras vidas. Es entonces que la fe nos lleva a confiar en la soberanía de Dios, pero nuestra razón nos puede conducir a preguntarnos en dónde está Dios en esto que nos ha acontecido. Estas preguntas forman parte de una rama de la filosofía que se llama teodicea. Esta es una rama de la filosofía que se puede definir como el esfuerzo por demostrar que la existencia del mal es compatible con la existencia de un Dios omnipotente, omnisciente y perfectamente bueno[1]. Entre otras cosas, esta procura trabajar con la presencia del mal y encontrar respuestas a la siguiente pregunta: ¿en dónde está Dios cuando los justos sufren?
Tal y como decíamos en la reflexión anterior: “Las temporadas en las que atravesamos por tragedias, enfrentamos pandemias y sufrimos dolores inenarrables, casi siempre complican este ejercicio.”
El escritor del Salmo 91 abona a estas discusiones cuando formula algunas de las bendiciones que aparecen en este salmo. Una de ellas la encontramos en el verso 10: “No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.” Por un lado, esta es una aseveración bíblica, inspirada por el Espíritu Santo. O sea, esta es Palabra de Dios, incuestionable. Por otro lado, hay “males que atacan” a los creyentes y lo hacen sin piedad. ¿Cómo podemos aplicar esta aseveración cuando esto ocurre? ¿Será posible que esta aseveración bíblica tenga algunas excepciones? La respuesta es que no. El mensaje que este verso bíblico comunica es Palabra de Dios y es verdad para todos los que aman al Señor. ¿Cuál sería entonces la explicación para este aparente oxímoron?
Sabemos que no podemos responder a todos los cuestionamientos que esta situación nos presenta. Pretender que esta reflexión pueda hacer esto sería un ejercicio dirigido por la soberbia y la ignorancia. Sin embargo, creemos que un acercamiento pastoral-teológico es el más adecuado para hacerle frente a toda esta situación.
En primer lugar, la realidad es que aunque no existen respuestas sencillas para esta situación, el texto mismo nos ofrece algunas avenidas que hacen menos complicadas nuestra tarea. Por ejemplo, el salmista parte de la premisa de que el mal estará presente. Él no niega esta realidad. Al mismo tiempo, él usa un vocabulario muy especial para comunicar este principio bíblico. Por ejemplo, él dice que el “mal” (“raʽ” ó “râʽâh”, H7451) no nos “sobrevendrá” (“ʼânâh”, H579).
Sabemos que estos conceptos son muy ricos en contenido y en las posibilidades gramaticales que nos ofrecen. Por un lado, el concepto que se traduce como “mal” es uno muy amplio. Este incluye entre muchos otras posibilidades las calamidades, las aflicciones, las adversidades, la miseria, los problemas en general y las angustias; subraye este último Sabemos que de entrada esta información no parece ayudarnos mucho, pero estoy convencido de que los próximos párrafos nos van a permitir encontrar su pertinencia.
El concepto que se traduce como “sobrevendrá” es igualmente rico en su uso, aunque apenas se utilice en 28 ocasiones en todo el Antiguo Testamento. Es curioso el hecho de que sea un concepto primitivo, que se utiliza como raíz de muchos otros. Es cierto que se traduce como sobrevenir. Sin embargo, el Gesenius, un recurso académico de calibre mundial que explica el uso de todos los conceptos Hebreos y Caldeos que encontramos en el Antiguo Testamento dice algo muy interesante sobre este concepto. Este recurso dice que este concepto puede ser traducido como “to cause anything to happen to anyone, or to meet with any one (used of God) (PIEL), “to be caused to meet” (PUAL) o “to seek occasion for hurting another” (HITHPAEL). [2] Esta información nos permite la posibilidad de ver ese verso de la siguiente manera: “No habrá mal que tenga la ocasión de lastimarte.”
Al mismo tiempo, hay otros recursos académicos que nos dicen que el concepto “ʼânâh”[3] puede ser traducido como “contracción en la angustia.” O sea, que se trata de que el mal no traerá consigo un nivel de angustia que nos cause contracción, nos reduzca el espacio vital, nos estreche o nos aprisione: “no hay mal que te cause contracción con la angustia”. He aquí la pertinencia con una de las traducciones que mencionamos hace unos minutos.
En segundo lugar, tenemos el recurso del Diccionario de la lengua Española, publicado por la Real Academia Española. Este Diccionario dice que el concepto “sobrevenir” define algo que llega improvisadamente. O sea, sin avisar.[4] Desde este punto de vista, este verso puede ser traducido señalando que ningún mal vendrá sin que hayamos sido avisados. O sea, que se impondría aquí lo que el Señor le dijo al pueblo de Israel a través de profeta Amós:
"
7 Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. (Amós 3:7)
En tercer lugar, gozamos con el privilegio de contar con muchas versiones bíblicas que nos pueden arrojar luz en esta situación. Veamos algunos ejemplos:
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Si haces al Señor tu refugio y al Altísimo tu resguardo, 10 ningún mal te conquistará; ninguna plaga se acercará a tu hogar. (Salmo 91:10, Nueva Traducción Viviente)
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Ya que has puesto al Señor por tu refugio, al Altísimo por tu protección, 10 ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar. (NVI)
El énfasis de la primera versión no está en el mal sino en que este no nos puede conquistar. El énfasis de la segunda versión es que el mal no llegará sin que seamos puestos sobre aviso.
Sabemos que muchas interrogantes pueden haberse quedado aun en “el tintero” de algunos de nuestros lectores. Reiteramos que no podemos pretender agotar la discusión de un tema tan intenso en una reflexión pastoral. No obstante, creemos que la información compartida hasta aquí puede arrojar luz sobre muchos corazones, específicamente sobre lo que dice el salmista.
La primera parte del verso 10 del Salmo 91 nos está diciendo que ningún mal vendrá sobre nosotros sin que hayamos sido avisados. Dios siempre nos prepara para esto. En muchas ocasiones vamos recibiendo estos avisos como “presentimientos.” En otras ocasiones la palabra es directa. No podemos negar el hecho de que hay creyentes que no parecen poder escuchar ni prestar atención a estos avisos. Al mismo tiempo, ese verso está diciendo que ningún mal que venga sobre nosotros tendrá la capacidad de producir contracción por angustia en el alma del creyente. Es cierto que podemos llorar, pero la angustia no nos va a dominar.
Todo esto es validado por las expresiones que encontramos en otros pasajes bíblicos que tratan este tema. Veamos algunos ejemplos:
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1 Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración. (Salmo 4:1)
El salmista dice aquí que la angustia decidió atacarlo, pero que Dios no permitió que esa contracción se apoderara de él, ni que lo dominara.
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9 Jehová será refugio del pobre, Refugio para el tiempo de angustia. 10 En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron. (Salmo 9:9-10)
El texto original dice que el Señor será refugio del “oprimido”, refugio, defensa en tiempo de la angustia.
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7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah (Salmo 32:7)
Este texto dice que Dios ya ha provisto las herramientas para que podamos recibir la liberación de los procesos que producen angustia.
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16 Pero yo cantaré de tu poder, Y alabaré de mañana tu misericordia; Porque has sido mi amparo Y refugio en el día de mi angustia. 17 Fortaleza mía, a ti cantaré; Porque eres, oh Dios, mi refugio, el Dios de mi misericordia. (Salmo 59:16-17)
Estos versos nos permiten ver al salmista acudiendo a la alabanza reconociendo que el Señor ha sido amparo y refugio en el día de la angustia. Dios es nuestra fortaleza en tiempos como esos.
Todos estos pasajes nos dejan ver que los ataques que provocan contracción por angustia van a llegar, pero que el Señor ya ha hecho provisión para librarnos.
Hay muchos pasajes adicionales que podemos citar aquí (ej. Sal 51:15; 86:7; 107:6). Es obvio entonces que este es un tema bíblico recurrente con un enfoque recurrente. No se trata de que el mal, la tragedia, el dolor o las aflicciones no nos vayan a tocar. Es más, el salmista dijo en una ocasión que muchas son las aflicciones que experimenta el justo, pero que de todas ellas nos libra el Señor (Sal 34:19). Cristo dijo que nosotros lloraríamos y nos lamentaríamos. Es más, que el mundo se alegraría de esto, pero que llegaría el día en que nuestra tristeza se convertirá en gozo (Jn 16:20). Hay más: el Apóstol Pablo nos dijo que teníamos que tener en consideración que las tribulaciones y las angustias no nos podrán separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom 8:35-39).
La Biblia es escueta en el manejo de este tema y el Salmo 91 no es una excepción de esto.
Por último, el mensaje que el escritor del Salmo 91 nos está comunicando en el verso 10 está validado en el verso 15 del mismo salmo:
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15 Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. (Salmo 91:15)
El verso 15 de este salmo valida la presencia de aquello que puede producir angustia, al mismo tiempo que subraya la efectividad de la presencia de Dios para manejar los resultados que esta puede provocar.
El mensaje que comunica puede parecer a prima facie uno difícil de entender, pero el análisis del texto lo aclara. El mensaje puede ser un poco difícil de manejar, pero el resto de las Sagradas Escrituras nos ayudan a entenderlo.
Ese mensaje dice que porque hemos estado buscando de la presencia del Altísimo y de la sombra del Omnipotente, seremos avisados de que algo muy complicado viene de camino. Ese verso dice que aun cuando no hayamos entendido ese mensaje, Dios ha prometido que la angustia que estas crisis pueden producir será echada fuera. Este verso dice que la estrechez del alma que la angustia puede causar será dominada por la presencia de Dios. Esa presencia nos llevará a cantar, a alabar, a clamar y a confiar que ese mal no nos dañará ni será capaz de impedir que Dios cumpla sus propósitos en nosotros.
Referencias
[1] Acercamiento Agustiniano del concepto.
[2] Gesenius, W., & Tregelles, S. P. (2003). Gesenius’ Hebrew and Chaldee lexicon to the Old Testament Scriptures (p. 63). Bellingham, WA: Logos Bible Software
[3] http://kingjamesbibledictionary.com/StrongsNo/H579/Befall
[4] https://dle.rae.es/sobrevenir?m=form
[1] Acercamiento Agustiniano del concepto.
[2] Gesenius, W., & Tregelles, S. P. (2003). Gesenius’ Hebrew and Chaldee lexicon to the Old Testament Scriptures (p. 63). Bellingham, WA: Logos Bible Software
[3] http://kingjamesbibledictionary.com/StrongsNo/H579/Befall
[4] https://dle.rae.es/sobrevenir?m=form
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2023
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February
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March
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AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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