800 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVI • 13 de junio del 2021

Entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida  “¿Se puede perder la salvación?” (Pt. III)
Reflexión por el Pastor/Rector: Mizraím Esquilín-García
800 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVI • 13 de junio del 2021

 
Las reflexiones más recientes han sido dedicadas a análisis de las primeras dos (2) letras de un acrónimo llamado T.U.L.I.P. Este acrónimo sintetiza las cinco (5) posturas teológicas que el calvinismo ha refrendado a través de los siglos. Las letras del T.U.L.I.P. representan las siguientes aseveraciones:

-“Total depravity” (Depravación Total)
-“Unconditional election” (Elección Incondicional)
-“Limited atonement” (Expiación Limitada)
-“Irresistible grace” (Gracia Irresistible)
-“Perseverance of the saints” (Perseverancia de los santos: la salvación no se pierde)

Creemos que estas posturas teológicas no se sostienen bíblicamente.
Nuestra reflexión anterior nos permitió iniciar el análisis de la tercera letra: “L”, que corresponde al “Limited atonement” o expiación limitada. Hemos dicho que esa frase asevera que Cristo murió en la Cruz del Calvario solo por los elegidos para ser salvos y no por toda la humanidad. Además, que elcalvinismo radical justifica y basa esta aseveración en sus interpretaciones de la teoría de sustitución penal que Tomás de Aquino esbozó acerca de la salvación. El calvinismo unió esta teoría a la de la predestinación que Agustín de Hipona desarrolló luego de abrazar algunas posiciones que fueron rechazadas por los padres de la Iglesia.
El análisis de esta posición teológica nos condujo a considerar las teorías más importantes que procuran responder a preguntas tales como las siguientes:

-¿Por qué Cristo murió en la Cruz?
-¿Cómo es que ese sacrificio hace posible que seamos perdonados de nuestros pecados?
-Siendo Dios omnipotente, ¿por qué no nos pudo perdonar sin que Cristo muriera en la Cruz?

Uno de los planteamientos centrales de la reflexión anterior lo encontramos en una cita directa de la Suma Teológica de Agustín de Hipona. En esta, este teólogo dice que si Dios “….hubiera querido liberar al hombre del pecado sin satisfacción, no hubiera procedido en contra de la justicia. No puede perdonar la culpa o la pena, respetando la justicia, aquel juez que está obligado a castigar la culpa cometida contra otro, sea contra otro nombre, sea contra la comunidad entera o contra un gobernante superior. Pero Dios no tiene superior alguno, sino que él mismo es el bien supremo y común de todo el universo. Y por eso, si perdona un pecado que tiene razón de culpa porque se comete contra El, a nadie hace injuria, como el hombre que perdona una ofensa contra él sin que medie la satisfacción obra misericordiosamente, y no injustamente. Y, por este motivo, David, cuando pedía misericordia, decía en Sal 50,6: Contra ti solo pequé, como si dijera: Puedes perdonarme sin injusticia.”  (ST III. 46, a.3)

Con estas aseveraciones, Agustín de Hipona echa al suelo la postura de que Dios necesitaba ser
satisfecho con el sacrificio de Cristo en la Cruz, porque de lo contrario estaría operando en contra de su justicia. Repetimos que ninguna de las teorías acerca de la expiación puede explicar por completo el sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Sin embargo, estas nos ayudan a desarrollar unas estructuras conceptuales más sólidas acerca del sacrificio de Cristo en el Gólgota.
Ahora bien, fueron los textos bíblicos que esgrimimos en la reflexión anterior los que se ocuparon de echar al suelo el concepto de la expiación limitada. En la Biblia encontramos una infinidad de pasajes que señalan que Dios ama al mundo y que ofreció a Cristo en la Cruz por todos los pecadores.
Esto no significa que todo el mundo se va a salvar. Lo que esto significa es que todo el mundo posee la misma oportunidad para ser salvo. En otra palabras, Cristo se ofreció en la Cruz con el fin de salvar al mundo, pero reconociendo que los seres humanos poseemos la libertad de aceptar ese regalo de la gracia o simplemente rechazarlo.
 La Biblia dice lo siguiente respecto al sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario:

“17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”  (Jn 3:17, RV 1960)

Este verso es el contexto de Jn 3:16:

“16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

Ambos versos bíblicos sostienen que Dios amó al mundo. Un silogismo filosófico sobre estos versos sostiene que no se rechaza lo que se ama, aunque el amor que se ofrece sí puede ser rechazado. Dios ama al mundo, y si lo ama, Él no puede rechazarlo. No obstante, pero el mundo puede rechazar ese amor. Además, parecería ilógico que Dios ofreciera a Su Hijo diciendo que moriría en la Cruz porque Él ama al mundo, cuando en realidad ya tenía seleccionados a aquellos que Él va a salvar.
El verso 17 ratifica ese amor insondable e inefable. Ese verso dice que el amor de Dios hizo que el Todopoderoso enviara a Hijo al mundo para salvarlo y no para condenarlo. Usted leyó bien; el texto dice que el deseo de Dios es salvar al mundo y no condenarlo. ¿Puede el deseo de Dios estar en contra de Su voluntad? La única respuesta lógica y bíblica a esta pregunta se llama libre albedrío. Dios escogió en Cristo vaciarse (“kenosis”, Fil 2:5-11) de Su majestad y permitir que el ser humano pudiera escoger si quería amarle o no. Un Dios que tiene que imponer quienes le van a amar, seleccionándolos de antemano, sería un dios incompleto.
Veamos el texto en griego del verso 17 (arreglo fonético para ventaja de los lectores que no conocen el griego clásico o koiné):

“óu  gar apesteilen ó Theos ton úion autou eis ton kosmon ina kriné ton kosmon all ina sothe ó kosmos di autou.”

El verbo “apesteilen” (envió, G649) es conjugado aquí como aoristo indicativo activo en tercera persona singular. Esto es, Dios (“Theos”) envió a su hijo (“úion”) una vez. O sea, no hace falta que lo envíe otra vez.
Ese verso dice que Dios lo envió al “kosmos” (G2889).Los recursos académicos consultados nos dicen que ese concepto se traduce como el universo, como una estructura ordenada (Hch 17:24), como la tierra, como la superficie de la tierra donde habita la humanidad (Mt 4:8; Mr 16:15); el sistema de este mundo, los valores mundanos impíos (Gál 6:14); la gente, los que están alejados de Dios (1 Cor 6:2).   Otros recursos nos permiten conocer que fue Pitágoras el primero en utilizar este concepto para hablar acerca del universo.  Añaden a esto que el origen griego de este concepto se utiliza para describir el sistema cósmico en el sentido del orden cósmico.   Así lo utilizaba Platón, añadiendo a esto la idea del orden mundial como lo conocemos .
No debe sorprender a nadie que Juan utilice este concepto porque el escritor del cuarto Evangelio le escribió a una Iglesia saturada por las filosofías griegas. Es de aquí que muchos teólogos sistemáticos sostienen que el sacrificio de Cristo en la Cruz abre espacio para la redención de la creación, tal y como lo plantea el Apóstol Pablo cuando habla acerca de la liberación que aguarda la creación (Rom 8:20-22).
En otras palabras, este texto puede estar diciendo que Dios envió a su Hijo a toda la creación, al mundo en el que vive los seres humanos, a toda la humanidad, al orden mundial que conocemos.
Un aspecto relevante de estos versos (16-17) es que estos dicen que Dios ama el “kosmos”. Otro aspecto relevante es que la traducción al español del verso 17 dice que Dios no envió a Su Hijo al mundo para condenarlo. El texto original dice algo mucho más profundo:

“ina kriné ton kosmon”

Esto es, de manera que (“ina”) Dios pudiera juzgar (“kriné”, G2919) al mundo. El verso 17 dice que Dios no envió a Cristo a la Cruz para juzgar y sentenciar al “kosmos”.
El verbo que se traduce aquí como juzgar o condenar está conjugado como un aoristo subjuntivo activo en tercera persona singular. Esto es, esa declinación describe el deseo expreso de Dios al enviar a Cristo a la Cruz. Dios no quiere condenar al “kosmos.”  Parecería ilógico tener a Dios expresando este deseo, al mismo tiempo en el que ya hubiera seleccionado aquellos por los que Cristo moriría en la Cruz.
El verso 17 del capítulo tres (3) del Evangelio de Juan dice algo más. Ese verso dice que el deseo de Dios al enviar a Cristo al Calvario no era condenar al mundo “sino para que el mundo sea salvo por él.”  
El texto griego dice “all ina sothe ó kosmos di autou.”. El concepto “all” (“sino”, G235) es la conjunción que une la primera aseveración con esta que le sigue. Esa frase nos presenta el concepto “sothe” (G4982) traducido como sea salvo. Ese verbo es conjugado aquí como un aoristo subjuntivo pasivo en tercera persona singular. O sea, que literalmente puede ser traducido como “pueda ser salvo.” Esto es, una materia de elección y de decisión de aquellos que deseen ser salvos mediante el sacrificio de Cristo en la Cruz. Esta posibilidad de salvación se presenta aquí a todo el “kosmos”: a toda la creación, al mundo en el que vive los seres humanos, a toda la humanidad, al orden mundial que conocemos.
Repetimos, no parece lógico que Dios haya orquestado todo este plan sabiendo que ya había seleccionado a los que recibirían expiación mediante el sacrificio de Cristo.
Esta clase de dicotomía que crea la postura de la expiación limitada colocaría a Dios en este verso como uno que se puede mentir a sí mismo. Si la elección fuera limitada Dios se estaría mintiendo así mismo al decir que ama al mundo y que no lo quiere condenar cuando en la realidad ya ha escogido a quienes Él va a condenar.
Hay otro pasaje bíblico que comenzamos a analizar en una reflexión anterior. Se trata del capítulo dos (2) de la segunda carta del Apóstol Pablo a Timoteo.

“3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 4 el cual quiere que todos los
hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 5 Porque hay un solo Dios, y un solo
mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 6 el cual se dio a sí mismo en rescate por
todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (2 Tim 2:3-6)

Ya hemos analizado el verso cuatro (4) de este capítulo en reflexiones anteriores. Este verso dice que Dios quiere que todos los hombres sean salvos y que vengan al conocimiento de la verdad.  Repasamos algo que ya compartimos en otra reflexión: el texto griego dice lo siguiente:

“ós pantas avthropous thelei sothenai kai eis epignosis aletheias elthein.”

Vimos en esa reflexión anterior que la frase “pantas anthropous” solo puede ser traducida como “todos los hombres”. O sea, que no deja fuera ni excluye a ningún ser humano. El deseo de Dios, lo que Dios “quiere”, está expresado como un verbo conjugado en un presente indicativo activo en tercera persona singular (“thelei”, G2309). Esto implica acciones cotidianas de Dios tanto para el presente como para el futuro. O sea, que el querer de Dios para el presente y para el futuro es que todos los hombres sean salvos y vengan voluntariamente (“elthein”, G2064, un aoristo infinitivo activo) a conocer la verdad. Una vez más: ese verso dice que no se trata de lo que Dios quiso sino de lo que todavía está en el corazón de Dios. Dios quiere que todos los hombres sean salvos y que vengan al conocimiento de la verdad. Esto es, a Cristo (Jn 14:7).
Lo que esto significa es Dios tiene que haber hecho provisión en la Cruz para que esto pudiera ser realizado.
A todo esto hay que añadir que esos versos dicen que Jesucristo, el Mediador entre Dios y los hombres se dio a sí mismo en rescate por todos. El texto griego del verso seis (6) dice lo siguiente:

“ós dous eauton antilutron uper pantón to marturion kairois idiois.”

La frase traducida como “se dio” (“dous”, G1325) es un verbo conjugado como un aoristo participio, nominativo masculino singular. O sea, una acción única en singular. Esta acción única,  singular desarrollada por Cristo en la Cruz fue para el “rescate” (“antilutron”, G487), para pagar el precio para rescatar a “todos” (“pantón”, G3956).
¿Por qué por todos? Porque todos hemos pecado y por lo tanto estamos destituidos de la gloria de Dios (Rom 3:23). ¿Qué hace falta para ser rescatado? Creer que Cristo es el Señor y el Salvador del mundo? ¿Quiénes poseen la fe para creer? La Biblia dice que la capacidad para creer no es de nosotros sino que es un regalo (“doron”, G1435) que Dios le ha dado a todos los seres humanos (Efe 2:8).Repetimos, el texto dice que el rescate ha sido pagado para todos; no especifica que es solo para los elegidos. Esto echa por el suelo la tesis de que en la Cruz del Calvario hubo un sacrificio con una expiación limitada para los que se van a salvar.
Sabemos que hay que creer para recibirlo, pero esto forma parte del libre albedrío que poseen los seres humanos para aceptar o rechazar el regalo de la salvación.
Otro pasaje bíblico que podemos considerar es el que encontramos en el capítulo cinco (5) de la Segunda Carta a los Corintios.

“14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” (2 Cor 5:14-15, RV 1960)

“14 El amor de Cristo se ha apoderado de nosotros desde que comprendimos que uno murió por todos y que, por consiguiente, todos han muerto. 15 Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí mismos, sino para él, que murió y resucitó por ellos.” (DHH)

El texto griego del verso 14 (arreglo fonético para ventaja de los lectores que no conocen el griego clásico o koiné) dice:

“é gar agape tou Xristou sunexei  emas krinantas touto oti esi uper panton apéthanen ara oi pantes apéthanon.”

Pablo dice aquí que  el amor de Cristo nos compele, nos arresta, nos deja perplejos, nos constriñe, nos ha tomado; “gar agape tou Xristou sunexei  emas;” Estas son solo algunas de las traducciones
del verbo “sunechō” (G4912), conjugado aquí en presente indicativo activo en tercera persona singular (“sunexei”).  Esto es, que ese amor solo viene de Él, solo es por Él y que esto ocurre constantemente.
La razón por la que hemos incluido la traducción Dios Habla Hoy es para que los lectores tengan más claras las expresiones paulinas. El Apóstol Pablo añade a esto que esto sucedió desde que comprendimos esto (“touto”), habiendo llegado a la conclusión (“krinantas touto”); que “uno murió por todos.” La frase dice literalmente dice “que (“oti”) uno (“esi”) por (“uper”) todos (“panton”) ha muerto (“apethanen”), y por consiguiente todos han muerto. Esto es, el que ha muerto por todos ya ha conseguido pagar el precio por todos; la paga del pecado (Rom 6:23).
Ese verso es seguido por el verso 15. Ese verso dice que (Cristo) murió por todos (“y murió por todos” (“kai úper panton  apéthanen”) para que los que están vivos o que han escogido vivir (“oi zontes”) no vivan para ellos mismos sino para Él, el que murió y resucitó por ellos.
Una vez más el texto bíblico describe la muerte de Cristo como un sacrificio ofrecido para todos y por todos. Una vez más se describe que ese sacrificio no estaba limitado a los que han sido elegidos para ser salvos. Ese sacrificio está disponible para todos lo que quieren aceptar la vida, la salvación eterna que Cristo nos ofrece en la Cruz del Calvario.
Podemos continuar analizando pasajes bíblicos. El resultado será el mismo: la “L” del TULIP no se sostiene bíblicamente.

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