894 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 2 de abril 2023

894 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 2 de abril 2023
El Mensaje de la Entrada Triunfal
 
“1 Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, 2 diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. 3 Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. 4 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: 5 Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga. 6 Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; 7 y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. 8 Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. 9 Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! 10 Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?”  (Mat 21:1-10)

“28 Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, 30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. 32 Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. 33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. 35 Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. 36 Y a su paso tendían sus mantos por el camino. 37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, 38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! 39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40 El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.” (Lcs 19:28-40) (Ver Mcs 11:1-11)

Los escenarios de la pasión, la muerte y la resurrección de nuestro Señor y Salvador poseen unos ribetes insondables. Los seres humanos jamás seremos capaces de entender la magnitud del amor de Dios expuesto en esos escenarios. En ocasiones echamos mano de metáforas que nos ayuden a entender la incapacidad que tenemos para entenderlo. La historia de Diamond, el perro de Isaac Newton, es una de estas.

“Es el caso de The Life of Sir Isaac Newton, escrita en 1833 por el prestigioso científico escocés llamado David Brewster, que alcanzó la fama por inventar el caleidoscopio y formular la ley física que lleva su apellido sobre refracción de la luz. También algunas revistas de la época se hicieron eco, como el St. Nicholas Magazine, una publicación estadounidense para niños fundada en 1873, que permaneció activa hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial y en la que colaboraron algunos ilustres autores como Mark Twain, Louise Mary Alcott o Scott Fitzgerald. Por cierto, hablando de literatos famosos, Walter Scott fue otro que reflejó en su novela El anticuario una de las leyendas más célebres, la de Diamond, el perro de Newton. El inquieto Diamond habría sido el protagonista de lo que se dio en bautizar como la Newton’s mischief, la Travesura de Newton, aunque en sentido estricto tendría que haberse llamado Diamonds’s mischief porque fue el can el que, durante uno de sus juegos, habría tirado una vela encendida sobre un fajo de papeles de su amo, prendiéndoles fuego y consumiéndolos. La cosa no tendría mayor trascendencia de no ser porque los manuscritos contenían las anotaciones de infinidad de experimentos realizados a lo largo de veinte años, que se perdieron para siempre. Se entiende que Newton dejara una célebre frase para la posteridad: «Oh, Diamond, Diamond, no eres consciente de lo que acabas de hacer»”[1]

 La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén es sin duda alguna uno de los eventos más significativos e impactantes de las Sagradas Escrituras. En otras palabras, que ese evento forma parte del plan de salvación que Dios orquestó para poder corregir los resultados de los errores que los seres humanos hemos cometido desde que decidimos pecar y alejarnos de Dios. Esta entrada forma parte del escenario de la pasión de Jesús nuestro Señor y nuestro Salvador. El significado y el impacto de este evento se intensifican con cada una de sus interconexiones con el cumplimiento de las profecías, con el mensaje que este evento proclama, el propósito del Evangelio y con los sucesos que conforman el evento en sí mismo. La suma de todas estas convierte la entrada triunfal de Jesús en un evento trascendental, que provoca y facilita el camino de Jesucristo hacia el Calvario.

Además, este evento se encarga de colocar en el centro de todos sus análisis una de las preguntas más importantes de nuestra fe en Cristo Jesús: “¿quién es este?”  (Mat 21:10b)
Según la descripción que nos ofrecen los Evangelios, este evento ocurre luego de que Jesucristo enviara a buscar una asna y un pollino (Mat 21:2). La Biblia dice que este último nunca había sido montado (Lcs 19:30). Este es un dato significativo en la vida de Jesucristo. Muchas de las experiencias importantes relacionadas a su vida poseen la siguiente frase adjetival: nunca antes ha sido usado. Recordemos que Él nace del vientre de una virgen y no olvidemos que la tumba en la que fue sepultado luego de morir en la cruz tampoco había sido usada.

Adelantamos que un fresco encontrado en 1877 cerca de Betania, muestra las figuras de dos (2) discípulos desatando a una asna y a su pollino.[2]  Este fresco formaba parte de una posible capilla que fue construida cerca del lugar en el que ocurrieron estos hechos. Este dato puede conducirnos a la conclusión de que con toda probabilidad estos animales fueron hallados en Betania, que era la aldea que estaba frente a Betfagé (Mat 21:1-2). Betania se encontraba a unas dos (2) millas de Jerusalén, en el lado opuesto de la cresta del Monte de los Olivos desde la que uno mira la ciudad santa.[3]  De entrada, podemos adelantar que hay no menos de seis (6) afirmaciones que este evento proclama. En primer lugar, Jesucristo utiliza este evento para reclamar su lugar como el Mesías prometido (Zac 9:9).

“9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” (Zac 9:9)

Esta es la razón por la que la multitud le responde con los “hosanna” que encontramos en Mat 21:9. Esta expresión, “Bendito el que viene en el nombre de Jehová”  es extraída del Salmo 118 (v.26) y el  “hosanna” (sálvanos) del verso 25 del mismo salmo. Este salmo pertenece a una colección de salmos (Sal 113-118) llamada Hallel (alabanza). Los peregrinos cantaban esta colección mientras entraban a Jerusalén durante la celebración de la Pascua. También la cantaban durante el sacrificio de los corderos en el templo y en el primer día de la pascua. Además, cantaban esta colección antes de tomar los alimentos durante la semana de la pascua (Sal 113-114) y después de haberlos consumido (Sal 115-118).[4]  La entrada de Jesucristo a Jerusalén también cumple una palabra profética que el Señor le dio a los hijos de Jacob:

“10 No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos. 11 Atando a la vid su pollino, Y a la cepa el hijo de su asna, Lavó en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto.” (Gén 49:10-11)

Es glorioso saber que Jesucristo es de la descendencia de Judá y de la casa de David. El cetro del Rey de reyes y Señor de señores está ligado a Judá y al Hijo de David. Sabemos que  Dios le dijo a David que sentaría en su trono a un hijo suyo y que ese reino sería eterno (Isa 9:6-7; Jer 33:17; Lcs 1:32). O sea, que ese cetro no será quitado jamás.  Es maravilloso saber que la profecía de Jacob dice que aquél que viene sentado sobre un hijo de asna “lava su ropa en vino y su manto en la sangre de las uvas” (Gén 49:11, PDT). Sabemos que en el Nuevo Testamento el vino es símbolo de la sangre de Cristo (Mat 26:27-28; Mcs 14:23-24; Lcs 22:17-18; 1 Cor 11:25-28). Esta es entonces una clara alusión al sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario: el derramamiento de la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jacob estaba profetizando esto cuando bendijo a Judá, uno de sus hijos. Jacob estaba describiendo la entrada triunfal y el sacrificio de nuestro Señor.

La entrada de Jesucristo a Jerusalén, a través de lo que hoy llamamos la puerta dorada o el “Golden Gate”, contrasta con la descripción que nos ofrece Josefo acerca de la entrada de Alejandro el Grande a Jerusalén. También contrasta con la descripción de Plutarco acerca de la entrada de Marco Antonio a la ciudad de Éfeso. Ambas entradas fueron fastuosas, imponentes y repletas de pompa y circunstancia. Jesús entra a Jerusalén como Aquél que es manso y humilde de corazón (Mat 11:29).  

En segundo lugar, Jesús cabalga en un pollino hijo de asna simbolizando que es el rey de paz. Sabemos que el rey Salomón entró a Jerusalén cabalgando el asno que le entregó David su padre el día que fue reconocido como rey de Israel (1 Rey 1:33). Existen otros pasajes bíblicos en los que se afirma esta relación entre cabalgar sobre un asno, gobernar y hacerlo en paz. Entre estos encontramos los siguientes: Jue 5:10; 10:3-4; 12:13-14; 2 Sam 16:1-2. Además, es muy importante destacar los símbolos de paz que se identifican en el pasaje del profeta Zacarías que anuncia esta entrada. Ese pasaje acompaña esa palabra profética con la destrucción de los carros y los caballos de la guerra, la destrucción de los arcos, la libertad de los presos en las cisternas, la proclamación de la paz y la restauración a los prisioneros de esperanza y la extensión de ese reino hasta los fines de la tierra (Zac 9:10-12). O sea, que el Rey que Zacarías ve entrar a Jerusalén posee la autoridad para cancelar la guerra y los conflictos. Esto es algo que sucederá en la Segunda Venida de Cristo.  

En tercer lugar, la entrada de Jesucristo a Jerusalén montado sobre un pollino hijo de asna hace recordar la jornada de Abraham hacia el monte Moria; lugar en el que él debía sacrificar a su hijo Isaac (Gén 22:1-18).

“1 Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. 3 Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.” (Gén 22:1-3)

Ese pasaje del Libro de Génesis nos enseña que Dios hizo provisión de un carnero para que Isaac no tuviese que ser sacrificado (Gen 22:12-14). La entrada de Jesucristo a Jerusalén es el testimonio de la provisión que Dios hizo al ofrecer al Cordero que quita el pecado del mundo.

En cuarto lugar, los asnos también son utilizados en la Biblia para destacar la necesidad de una palabra de juicio. La historia de Balaam en el Libro de Números nos permite ver a Dios utilizando uno para corregir a un “pseudo profeta.” No olvidemos que Sansón derrotó a los Filisteos con la quijada de un burro (Jue 15:15). Tampoco que Jesús se bajó del pollino hijo de asna para emitir una palabra de juicio y corrección en el Templo de Jerusalén (Mat 21:12). En otras palabras, la entrada de Jesús sentado sobre un pollino hijo de asna define el escenario para la declaración del juicio de Dios debido al mal uso del templo del Señor.  

En quinto lugar, los asnos eran utilizados como instrumentos para llevar ofrendas de paz a enemigos que amenazaban con destruir a alguien. La historia de la esposa de Abigail, la esposa de Nabal saliendo al encuentro de David es un ejemplo de esto (1 Sam 25:1-35). No olvidemos que el pecado nos convirtió en enemigos de Dios (Rom 5:10; Col 1:21) y que el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario   sirvió como propiciación; “2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Jn 2:2). En otras palabras, que Dios, en su infinito amor, cargó un pollino hijo con la ofrenda adecuada y correcta para cancelar la enemistad que había entre nosotros con Él y cubrirnos con su amor eterno.

En sexto lugar, los mantos colocados en el suelo nos recuerdan el recibimiento de los reyes. La historia del rey Jehú es uno de estos testimonios

“13 Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto, y lo puso debajo de Jehú en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey.” (2 Rey 9:13)

La tarjeta de presentación de Jesús, el Rey que entra a Jerusalén sentado sobre un pollino,  es impresionante. Él es el Rey de reyes y Señor de señores (Apo 17:14). Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1:29-30). Abraham lo había visto hacer provisión en ese mismo monte por el que el Salvador pasaría. Él es el Hijo de Dios (Mat 27:54), el Verbo de Dios y el Creador de todo lo que existe (Heb 11:3). Él es Aquél que vino a lavar su manto en la sangre de las uvas porque Él es la Vid verdadera (Jn 15:1).  Cristo podía ofrecerse a sí mismo como la ofrenda de paz, de propiciación y el sacrificio necesario para nuestra redención porque en Él nunca se encontró. A Mahoma se le pidió que buscara el perdón de sus pecados (Sura 47–48). Krishna vivió de forma licenciosa con las nodrizas en Bhagavad-Gita y Budah decía que decidió reencarnar varias veces para poder encontrar la perfección. Estas son admisiones de unas vidas imperfectas. En cambio, la Biblia dice lo siguiente acerca de Jesús:

“15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Heb 4:15-16)

“21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Cor 5:21)


Hemos visto en esta reflexión que en la entrada de Jesucristo a Jerusalén hasta los detalles estaban planificados. De hecho, casi todos nuestros esfuerzos en esta reflexión han sido enfocados en el valor del pollino hijo de asna que Jesucristo decidió montar para entrar a Jerusalén. O sea, que hasta el uso de esos asnos formaba parte del plan perfecto de Dios para iniciar los escenarios de la pasión y la muerte de nuestro Señor.  Añadimos que la próxima vez que Cristo entre a la ciudad santa no lo hará montado sobre un hijo de asna. La Biblia dice que cuando nuestro Señor regrese en gloria lo hará cabalgando sobre un caballo blanco, como el Fiel y Verdadero, como Rey de reyes y Señor de señores.

“11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. 12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. 13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. 14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. 15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. 16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”  (Apo 19:11-16)

Concluimos esta reflexión citando a un maestro de la Palabra que ya no está con nosotros; el Rev. Dr. Roberto Amparo Rivera. Amparo decía que Dios sigue buscando burros para poder entrar a muchos lugares. Esto es, en el tiempo que nos queda disponible antes del regreso triunfal de nuestro Señor. Amparo decía que él era uno de estos. ¿Qué dice usted?
 
[1] https://www.labrujulaverde.com/2017/11/diamond-el-perro-que-destruyo-20-anos-de-trabajo-de-isaac-newton
[2] Foster, L. (1986). Luke: Unlocking the Scriptures for You (pp. 237–238). Standard.
[3] Utley, R. J. (2004). The Gospel according to Luke: Vol. Volume 3A (Lk 19:29–40). Bible Lessons International.
[4] Op. cit.

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