Reflexiones de Esperanza: Efesios: Análisis de las peticiones de la segunda oración de Pablo en la Carta a los Efesios (Parte XII)

 “14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. 20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.”   (Efesios 3:14-21)

La reflexión anterior nos concedió la oportunidad de mirar más de cerca la habitación de las emociones que hay en el corazón. Sabemos que el corazón es el lugar que la Biblia identifica como asiento de estas y el Apóstol Pablo pide en su Carta los Efesios que Cristo habite allí por la fe que hemos depositado en Él: “que habite Cristo por la fe en vuestros corazones” (Efe 3:17a, RV 1960).

Es importante reiterar que la Biblia no propone que cancelemos nuestras emociones. Hemos planteado que estas forman parte de nuestra naturaleza y que esta es una de las áreas en la que los seres humanos nos parecemos a nuestro Creador. La Biblia afirma vez tras vez que Dios posee emociones.

Repetimos que una diferencia extraordinaria entre Dios y los seres humanos es que el Creador nunca es dominado por las emociones. Es por esto que una de las metas de la vida Cristiana es aprender a ser dominados por el Espíritu Santo y no por nuestras emociones.

La Biblia está llena de enseñanzas acerca de esto último. Por ejemplo, encontramos enseñanzas magistrales en el libro de Los Salmos. Uno de estos es el  Salmo 37. Este salmo fue escrito para responder a un tiempo de crisis y de amenazas a la integridad de un siervo del Señor. Veamos uno de sus muchos consejos acerca de cómo debemos manejar nuestras emociones:

“8 Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo. 9 Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.”  (Salmos 37:8-9)

Otro salmo ejemplar en este contexto es el Salmo 73. Veamos algunas de sus expresiones acerca de lo que nos ocurre cuando nos dejamos dominar por nuestras emociones:

“21 Se llenó de amargura mi alma, Y en mi corazón sentía punzadas. 22 Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti. 23 Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha. 24 Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria. 25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.” (Salmos 73:21-25)

Estas son expresiones que indican cuales son algunos de los resultados de las emociones. Algunos resultados son fisiológicos: punzadas en el corazón. Otros son conductuales: podemos experimentar reacciones irracionales, como las de los animales.

El Nuevo Testamento también posee advertencias acerca de lo que nos puede suceder cuando permitimos que las emociones dominen la forma en que reaccionamos ante las circunstancias que vivimos. La Carta a los Hebreos posee varias de estas. Veamos un ejemplo:

“15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;” (Hebreos 12:15)

Este verso bíblico subraya que cuando somos dominados por las emociones podemos poner en riesgo nuestra salvación así como la de otros.

Hay que añadir que el Apóstol Pablo visita este tema en varias ocasiones. Hay un excelente ejemplo en su Carta a los Filipenses:

“6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7)

Otra de sus contribuciones sobre este tema la encontramos en su Carta a los Efesios. El capítulo cinco (5) de esta carta posee unas advertencias directas acerca de esto último.

“15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. 18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” (Efesios 5:15-20)

La versión bíblica Palabra de Dios para Todos recoge estos versos con una claridad posmoderna impresionante.

“15 Por eso hay que tener mucho cuidado con la forma de vivir. No vivan como la gente necia, sino con sabiduría. 16 Esto quiere decir que deben aprovechar toda oportunidad para hacer el bien, porque estamos en una época llena de maldad. 17 No sean tontos, mejor traten de entender cuál es la voluntad del Señor. 18 No se emborrachen, porque así echarán a perder su vida, mejor llénense del Espíritu Santo. 19 Anímense entre ustedes con salmos, himnos y cantos de alabanza. Canten de corazón melodías al Señor. 20 Siempre den gracias por todo a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” (Efesios 5:15-20, PDT)

De primera intención, estos versos colocan la pelota en nuestra cancha cuando nos advierten que la forma en que vivimos en una elección. Ya sea de unamanera consciente o inconsciente, se trata de una elección que hacemos. El consejo paulino es que decidamos vivir con circunspección, con diligencia, con mucho cuidado. El concepto griego utilizado aquí es “akribōs” (G199) y este describe esto mismo. Este concepto significa exactitud, con la implicación de cuidado y diligencia. Es usado en varias ocasiones en el Nuevo Testamento para describir la diligencia de Lucas al realizar las investigaciones necesarias para escribir el Evangelio que lleva su nombre, así como el Libro de los Hechos  (Lcs 1:3). También para describir la enseñanza bíblica que ofrecía Apolos cuando llegó a la ciudad de Éfeso (Hch 18:25), y la verticalidad de Priscila y Aquila para corregirle (v. 26). Es utilizado también para describir el nivel de conocimiento que tenía la Iglesia del primer siglo acerca de la venida del Señor (1 Tes 5:2): perfectamente.[1]
 
O sea, que este concepto es definido como la acción y la capacidad para adquirir información que es exacta y precisa, aprender de manera exacta, buscar con precisión: indagar:[2] circunspección.[3]

La circunspección es definida como la seriedad y reserva de una persona al hablar o actuar, para comportarse comedidamente. Es la prudencia ante las circunstancias, para comportarse comedidamente[4]. No se puede ser circunspecto sin antes haber desarrollado un análisis diligente de las circunstancias que nos rodean.
 
Quizás una forma más precisa para entender el significado del concepto que Pablo utiliza es examinando la etimología del concepto circunspección.
 
“La palabra circunspección….viene del latín ‘circumspectio’, ‘circumspectionis’ (prudencia y atención a lo que nos rodea) nombre de acción del verbo ‘circumspicere’ (mirar alrededor, observar el entorno atentamente), verbo del que también viene la palabra circunspecto. Este verbo se compone de ‘circum-’ (alrededor) y el verbo ‘specere’ (mirar, observar) con apofonía radical.” [5]
   
Una de las preguntas que tenemos que formularnos es cómo podemos ser circunspectos si dejamos que las emociones nos controlen. Pablo comienza a responder a esta pregunta en ese mismo verso bíblico (v.15) cuando señala que hay que vivir con sabiduría (“sophos” G4680) y no con necedad. Esto es, con la habilidad para discernir. [6] Este concepto va mucho más allá porque describe a una persona que es un experto constructor y que posee un conocimiento especializado para la tarea asignada.[7] O sea, que la primera parte de la respuesta paulina se basa en convertirse en un experto para manejar las circunstancias.

Pablo añade a esto que la maldad y la complejidad del tiempo en el que vivimos no pueden ser utilizadas como excusas para no vivir según su consejo. Al contrario, el plantea que esa complejidad y esa maldad deben ser vistas como una motivación para hacer lo que es correcto:

Esto quiere decir que deben aprovechar toda oportunidad para hacer el bien, porque estamos en una época llena de maldad” (v. 16).

A renglón seguido Pablo instruye la Iglesia a que esta no sea tonta (“aphrōn”, G878) sino que procure buscar entender “cuál es la voluntad del Señor” (v. 17). En otras palabras, tener la capacidad de poner juntas todas las piezas de información para poder estudiar, escuchar, percibir y comprender, de modo que podamos llegar a unas conclusiones sólidas, cabales y circunspectas. [8]

Todo esto suena maravilloso, pero ¿cómo lo logramos sin que nuestras emociones nos dominen y echen a perder todo lo bueno que Dios tiene para nosotros?

Es aquí que Pablo esgrime la parte final de su respuesta a la pregunta de cómo podemos ser circunspectos, diligentes y cuidadosos en la vida. Pablo afirma que intoxicarse con alcohol cuando nos topamos con experiencias extraordinariamente difíciles en la vida nunca es la solución correcta. En esto, dice él, no hay salvación, no hay liberación, no hay protección, no hay sanidad y nos no irá bien. Lo que encontraremos es que esa decisión es insensata, desenfrenada, trae disipación, abandono y disolución: echaremos a perder nuestra vida (“asōtia”, G810). [9] La respuesta correcta se encuentra en buscar la “llenura”, el “plēroō” (G4137) del Espíritu Santo (v. 18).

Pablo postula, inspirado por el Espíritu, que los efectos inmediatos de esta llenura son que nuestras conversaciones son transformadas por el deseo de cantar salmos e himnos y canciones espirituales con los demás. Además, señala él, la música que producimos con nuestros labios para el Señor se hace, se compone en nuestros corazones (v. 19). O sea, que la habitación de las emociones es invadida por una Presencia que nos ayuda a controlar estas, al mismo tiempo que nos hace diligentes y circunspectos.

Otro efecto inmediato que tiene esa llenura es que somos transformados en personas agradecidas a Dios. Tanto será nuestro agradecimiento que seremos capaces de dar las gracias a Dios por todo lo que nos sucede (v. 20). Claro está, el primer frente de batalla en el que esto se demuestra es en el hogar. Es por esto que los próximos versos del capítulo cinco (5) de la Carta a los Efesios tratan el tema matrimonial (Efe 5:22-33).

El Apóstol Pedro se unió al coro de voces que alertan al creyente sobre el manejo de las emociones. Veamos lo que él comparte en una de sus cartas acerca de este tema:

“6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; 7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 10 Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 11 A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (1 Pedro 5:6-11)
             
El llamado que nos hace Pedro es a echar, a arrojar toda nuestra ansiedad sobre los hombros de nuestro Dios. Como lo recoge la Nueva Traducción Viviente de las Sagradas Escrituras:

“7 Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.”

La expresión literal que Pedro hace aquí dice que debemos ser capaces de lanzar (“epirrhiptō”, G1977) todas nuestras ansiedades (“merimna”, G3308) sobre las manos de Dios. El primero es un movimiento súbito y deliberado.[10], [11] El segundo, “merimna”, describe una cabeza fragmentada y el sentimiento de aprehensión o ansiedad de cara al peligro o a la desgracia. [12] Dicho de otra forma, se trata de no perder un instante para quitarnos de encima esa emoción utilizando como motivación la confianza y la convicción de que Dios tiene cuidado de nosotros.

Un dato que hace mucho más interesante el análisis de estos versos de la Primera Carta de Pedro es que el contexto presenta un llamado a la humillación y una advertencia sobre la soberbia. En otras palabras, que se puede estilar que la soberbia y la falta de humillación ante Dios son elementos claves en nuestra incapacidad para decidir arrojar nuestras ansiedades delante del Señor.

Esta es otra de las razones por las que el Apóstol Pablo insiste en que Cristo habite en nuestros corazones. La sola presencia del Señor y Salvador de nuestras vidas en nuestros corazones garantiza la cancelación de la soberbia y la inclinación a humillarnos ante el Eterno.
Referencias

[1] Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software.
   
[2] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). In Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 326). United Bible Societies.
   
[3] Strong, J. (1995). In Enhanced Strong’s Lexicon. Woodside Bible Fellowship.

[4] https://dle.rae.es/circunspección.
   
[5] http://etimologias.dechile.net/?circunspeccio.n
   
[6] Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software.
   
[7] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). In Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, pp. 334–335). United Bible Societies.

[8] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). In Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 379). United Bible Societies.

[9] Strong, J. (1995). In Enhanced Strong’s Lexicon. Woodside Bible Fellowship.

[10] Strong, J. (1995). In Enhanced Strong’s Lexicon. Woodside Bible Fellowship.

[11] Strong, J. (1995). In Enhanced Strong’s Lexicon. Woodside Bible Fellowship.

[12] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). In Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 312). United Bible Societies.

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